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BACHELET Y LA PAZ EN COLOMBIA

En representación de lo que queda de nuestro país, Bachelet concurrió a Colombia para unirse a la celebración de la firma del cese de la guerra entre sucesivos gobiernos de ese país y la guerrilla de las FARC.

La prensa nos informa de su idea respecto a lo que se celebra: “Consultada por la experiencia de Chile luego del régimen militar y de cómo nuestro proceso de reconciliación podía ser útil para el pueblo colombiano, la jefa de Estado sostuvo que «creo que es importante saber que reconciliación no es sinónimo de olvido. Por el contrario, justamente, para que nunca más se repita este tipo de cosas, la memoria es fundamental”.

Interesante respuesta. En la celebración de la firma del cese de la guerra, ella se une a los que quieren una “reconciliación” que impida la destrucción de los terroristas pero recordando para siempre lo que hicieron “los malos”, “para que nunca mas repita ese tipo de cosas”.

Lo que Bachelet aplaude es el cese de la guerra es decir, que las FFAA de Colombia no sigan infringiendo castigo a unas FARC derrotadas y que estas trasladen la lucha desde el combate armado a otro político, donde encontrarán una nueva oportunidad para intentar imponer su régimen totalitario, para lo cual es necesario que, simultáneamente, se mantengan vivas las razones, argumentos y justificaciones de la guerra que esgrimieron y seguirán empleando los derrotados.

¿Qué tipo de cosas son las que no deben repetirse jamás?

¿El intento de imposición de un régimen marxista por la fuerza o la rebelión de los demócratas, encabezados por las FFAA, para impedirlo ?

En Chile el gobierno de Allende, abusando de su autoridad, intentó incorporar institucionalmente a las FFAA a su gobierno cooptando a sus altos mandos con la complicidad de Prats. Fracasó en el intento.

Simultáneamente, mediante los grupos de extrema izquierda que operaban al alero de Castro, trabajó en su división y subversión. Tampoco lo logró, volviendo a fracasar en volcar “la correlación de fuerzas” a su favor.

Los sectores democráticos empujaron y justificaron la intervención de las FFAA para deponer a Allende pero sin asumir la responsabilidad: la cobardía característica de la derecha comenzaba a mostrar su cara repugnante.

Luego vino el intento de levantamiento armado del Partido Comunista apoyado por la URRS, Alemania Comunista, Cuba y los eternos compañeros de ruta europeos. Fracasaron nuevamente; el intento de asesinato de Pinochet fue un fiasco; su armamento fue capturado en Carrizal Bajo y sus cuadros entrenados en esos países fueron cayendo a medida que ingresaban a Chile.

Derrotados, aceptaron la negociación política, pero al igual que en Colombia, engañaron a todos con una “reconciliación” funcional a sus intereses circunstanciales e impusieron una “memoria” eterna para continuar la lucha.

Y así estamos; los militares encarcelados, difamados y perseguidos; los “guerrilleros” amnistiados y subvencionados; la izquierda «renovada» abusando del poder y la derecha forrada y feliz.

Pobre Colombia, está al comienzo de un camino similar, Dios quiera que me equivoque, pero es mas que probable que prontamente aparezca un Aylwin cualquiera que desconozca el acuerdo; una derecha que se una al lucro al amparo estatal y que se fortalezca la misma izquierda odiosa que en Chile proclama “NI PERDÓN NI OLVIDO” al amparo de la sonrisa maternal de Bachelet y la cara de bagre de su señora madre … para volver a intentar un nuevo asalto totalitario al poder.

La continuación de la lucha hasta la destrucción total de las FARC; la ejecución de sus líderes; el encarcelamiento prolongado de sus cabecillas y la mas fuerte sanción para los ayudistas y compañeros de ruta habría sido una solución mas duradera … para que nunca más se repita ese tipo de cosas.

 

UN(A) “BUENA ONDA” O UN LÍDER POLÍTICO

En una etapa del desarrollo nacional en que la prosperidad parecía automática e indestructible, la gente se cansó de los líderes políticos y se inclinó por Bachelet. Querían amor, cariño, descanso y relajamiento y lo tuvieron. A poco andar el progreso económico se detuvo y se insinuó la crisis, Bachelet hizo un cambio de gabinete y entregó, -en los hechos- el gobierno a los líderes tradicionales de la Concertación. Pero la Caja de Pandora ya había sido abierta.

La decadencia se insinuó pero el gobierno retrocedió justo al borde del desastre sin precipitarse al vacío, se terminó el período de Bachelet y fue elegido Piñera.

Piñera enfrentó y resolvió bien los elementos concretos que conformaban la crisis, pero careció de manejo político, de simpatía, de empatía y se las arregló para antagonizar con la gran mayoría de la opinión pública, que reconociendo su habilidad directiva, no pudo digerir su inusual personalidad ni su carencia de “relato”.

Y volvió Bachelet, ahora en brazos de lo que fue instalado por los medios de comunicación social como “su carisma”

El término carisma se ha banalizado y ya no se sabe muy bien que significa. En su origen tiene una acepción religiosa, está relacionado con la noción de gracia o don divino. En los tiempos laicos actuales los medios de comunicación transformaron el concepto y la forma del carisma y lo convirtieron en un producto más, disponible -para quienes pudieran pagarlo- en el mercado.

La Concertación de agarró desesperadamente de Bachelet para volver al poder, para lo cual se abocó a la ”construcción de una realidad”: la invención e instalación en la opinión pública de un “liderazgo carismático” de Bachelet capaz de dar en el gusto a cada chileno en particular, fuera lo que fuera que quisiera o pensara.

Para entender el concepto de liderazgo primero hay que describirlo brevemente; un líder es la persona encargada de guiar a otras por el camino correcto para alcanzar objetivos específicos o metas que comparten, el líder es la persona que guía al grupo y es reconocida como su orientadora.

El líder carismático es aquel al que sus seguidores le atribuyen condiciones y poderes superiores a los de otros dirigentes.

El líder tradicional es aquel que hereda el poder ya sea por costumbre o por jerarquía.

El líder racional es aquel que es elegido por su calidad de experto en las materias que le competen. Generalmente su ascenso es el resultado de una “carrera” o “trayectoria” que constituye la base comprobable de su capacidad y excelencia.

Volviendo al caso de Bachelet, Max Weber es muy claro respecto a las características y carencias del liderazgo carismático:

“El poder del carisma, se basa en la creencia, en la revelación y en los héroes”.

“Los seguidores reconocen a su líder no por legitimidad, sino porque representa un deber con ellos, una esperanza, un cambio y lo más importante una figura que se manifiesta de forma mística”. “El carisma es particularmente sensible al pensamiento utópico y es útil y eficaz cuando coincide adecuadamente con la situación internacional, la de la comunidad y con el contorno histórico”.

La nueva realidad política y social de Chile construida por los medios para Bachelet y sus seguidores constituyó su diagnóstico político y la base de su programa y resultó ser un gran error. Partiendo de un mal diagnóstico las políticas consideradas resultaron ser ineficaces; el mal diseño práctico de las mismas y su penosamente inepta puesta en práctica concluyó en un fracaso integral e irremediable.

Bachelet fue el producto de un eficaz manejo político que creó un carisma inexistente, en base a imágenes, promesas, sonrisas y gestos de complicidad. Sobre esa irrealidad se construyó otra mentira: un liderazgo carismático, en base a una persona que tenía varios elementos de carisma y ninguno de liderazgo.

Sus carencias críticas fueron su falta de experiencia, de conocimientos, de carácter, de habilidad negociadora, de generación de consensos, de autocrítica, de pluralismo, de visión estratégica y de capacidad para enfrentar y resolver problemas.

Cuando perdió la imagen de honestidad, asesinó fatalmente su propia credibilidad; cuando cayó en el personalismo y la indecisión, liquidó cualquier pretensión de liderazgo y cuando insistió en la imposición de sus preferencias personales dejando de lado la interpretación la voluntad ciudadana y lo que conviene al bien común, Bachelet se acabó.

¿Qué había pasado?. Los partidos políticos, en franca decadencia, incapaces de renovar sus liderazgos y capturadas sus directivas por oligarquías dominantes y corruptas se alejaron de la ciudadanía, recurrieron a la búsqueda de liderazgos carismáticos y encontraron un buen producto base en Bachelet 1.

Terminó su mandato tambaleando y fue reemplazada por un Piñera que satisfizo las necesidades económicas de la ciudadanía pero no pudo ocupar su lugar en el corazón de la opinión pública y Bachelet 2 fue traída de vuelta pero ahora en versión autoritaria. Ella se creyó el cuento de su liderazgo carismático y actuó en consecuencia. Se deshizo de sus “moderadores”, se quedó sola y cayó al vacío.

¿Qué viene ahora?. La derecha insiste con Piñera, el mismo Piñera pero ahora sin sorpresa ni suspenso. La izquierda se debate entre repetir el ejercicio por tercera vez, ahora construyendo un nuevo “líder carismático” a partir de una figura del periodismo, simpaticona y buena onda y sin ninguna trayectoria reconocible o volver a un “liderazgo racional” que pudiendo ser eficaz parece no consolar el corazón destrozado de sus bases mas radicales.

Los chilenos tiene la palabra: elegir a un candidato que pueda “ganarle al otro”; elegir a alguien que los “haga felices con su presencia” o elegir a uno que los “haga felices con sus resultados”.

¿Qué queremos, otro amor romántico o tener al mando a un experto comprobado?.

Para saber quien sería la mejor elección hay que exigir que cada candidato presente su programa en forma detallada; los compromisos que se compromete a respetar y los resultados a alcanzar; los miembros mas conspicuos de sus equipos; los partidos que lo apoyan; como va ha materializar su programa y sobre todo, de dónde va a sacar la plata para llevar a cabo sus sueños. No mas vaguedades, no mas presunta comunicación intuitiva con la ciudadanía, no mas prescindir o ningunear a la oposición. Debates pre electorales abiertos, reales, sin limitaciones ni cortapisas.

No mas retroexcavadoras y si mas participación durante el gobierno, no solo durante las elecciones y no me refiero a simulacros como el de la Constitución o los Talleres del Libro de la Defensa.

 

 

SEMBRAR VIENTOS Y COSECHAR TEMPESTADES

Desde su aparición en la escena política nacional el factor mas resaltante de su atractivo fue su carisma: empatía, conexión con la gente, sinceridad, modestia. Durante su primer mandato comenzó con un descenso que se acentuó y luego, casi a mitad de período, tras un agudo cambio de estilo (y de gabinete) se recuperó, trasmitiendo al público que ahora si, la verdadera Bachelet salía al ruedo. Tuvo éxito, dejó el gobierno con mas de 70% de popularidad, aun arrastrando desastres de la magnitud de la puesta en marcha del Transantiago y el increíblemente incompetente manejo de la crisis producida por el terremoto del 27 de febrero del 2010.

Salió bien pese a todo y tras ella quedó una imagen que confirmaba los atributos que se suponía tenía en abundancia.

Su reelección fue la tabla de salvación de la izquierda, se decía que traía consigo un “Programa” elaborado en detalle, listo para ser puesto en práctica, realista y factible. No fue así, desde sus primeros pasos el programa resultó una mentira. No existía. Era solo una lista de títulos de cosas que “sería bueno hacer” o “que sería lindo que existieran”.

Su atributo ancla, la honestidad, sinceridad y cercanía se derrumbaron en el caso Caval, un ejercicio de abuso de poder y corrupción interpretado por su hijo y su nuera. Luego todo siguió en el mismo plano inclinado rumbo al fracaso.

Ahí nos encontramos. En el fracaso integral. Una presidente ausente, oculta, escondida. Con orejeros que la empujan a decisiones políticas absurdas, rodeada de regalones y amiguis incapaces, inexpertos que creen saberlo todo y tener – en exclusividad- las respuestas a las inquietudes de todos los chilenos.

Pero pese a todo, aun se podía esperar que siguiera su camino con cierta dignidad y sin hacer mucho mas daño a la república. Ya no es así. Su nueva ocupación es la activa siembra de vientos, y cosechará tempestades.

La conmemoración de este 11 de septiembre -ausente del mas mínimo apoyo ciudadano- se ha traducido en una celebración gubernamental del odio, el sectarismo y la venganza. Lo trágico es que no parece ser una reacción puntual. En efecto, comenzó con la incorporación al equipo defensor de los derechos de Chile en La Haya, de la abogado Carmen Hertz, especialista en DDHH y activista de larga trayectoria. Se nos trata de engañar señalando que Hertz “trabajó durante 10 años vinculada al Ministerio de Relaciones Exteriores”

La verdad es que en 2009 asumió como directora de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, departamento en el que anteriormente se desempeñó como asesora jurídica por cuatro años (1994-1998).

En 2003 fue agregada de Chile ante los organismos internacionales con sede en Ginebra y abogada del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior (2004-2006). Es decir, de DDHH desde la perspectiva de izquierda, mucho; de litigios entre países, nada.

¿Cuál es el aporte que hará?: ¿poner una perspectiva “de izquierda” a la posición chilena?; ¿ganarse algunos pesitos –sueldos y viáticos- antes que llegue el invierno?; ¿una plaquita “por favores concedidos”?.

En esta misma línea, tenemos el nombramiento de Solange Huerta a la cabeza del Servicio Nacional de Menores –Sename- tras una trayectoria de desinterés y desidia por el cuidado -o la falta de él- de los DDHH de centenares de menores que llegaron hasta su juzgado. Pero sucede que Huerta fue la fiscal que trató con delicadeza a Bachelet frente al caos de su gestión y sobre todo su incapacidad para haber puesto en servicio un Sistema Nacional de Emergencias digno de tal nombre y también enérgica aplicadora selectiva de todos los medios que puedan perjudicar a los militares y opositores.

La guinda de la torta fue este día 11 de septiembre. Comenzó con una romería de ministros y funcionarios públicos por los “memoriales” de cuanto grupo armado atacó a la sociedad chilena desde 1973 y recibió su merecido castigo.

Se nos dice que es bueno recordar para no caer en lo mismo. Si es así, ¿por qué no fueron a visitar el memorial de los militares asesinados por orden de Teillier en la Cuesta del Melocotón?, o al Mausoleo Institucional de Carabineros donde encontrarían una buena cantidad de carabineros asesinados mientras hacían guardia en la calle, o la tumba del senador Jaime Guzmán, asesinado por el Partido Comunista. ¿Es que un presidente suicidado vale mas que un senador acribillado a balazos?.

Pero la cosa es así, los terroristas fueron “asesinados” y los carabineros y militares fueron “ejecutados”. Los primeros son homenajeados por el gobierno y sus ministros y los otros insultados por los activistas de DDHH, todos ellos de izquierda.

Pero la guinda de la torta fue el rescate de Lorena Fries, desde el anonimato desde nunca debió salir, para instalarla en un nueva “subsecretaría” de DDHH. Adivine, ¿cómo será la repartija de los cargos?, por partidos, por “lotes”, por cuoteo numérico?. Ahora que vienen las elecciones municipales pueden ser una moneda de canje eficaz.

Lorena, inefable -enemiga declarada de la policía- su pesadilla es un Carabinero.

A cargo de la subsecretaría de DDHH, buen sueldo, viáticos, paseos al extranjero, rango ministerial. Va a durar poco, pero apuesto a que alcanzará a hacer bastante daño. Es lo suyo.

¿Por qué un gobierno que se derrumba comete este tipo de barbaridades?, ¿falta de inteligencia?, ¿carencia de sensibilidad?, ¿enojo con los chilenos que no aplauden sus dislates?, yo creo que es la muestra palpable de la completa y definitiva desconexión entre el grupo de marxistas iluminados, en decadencia terminal, que no perciben que Chile es diferente y que sus cuentos ya no son creíbles.

El punto central es que se niegan a entender algo que Tomas Moulian les viene

diciendo desde hace ya décadas en su “Chile, Anatomía de un Mito”. Los chilenos, en su mayoría, son ciudadanos de clase media que solo esperan que las condiciones de competencia sean un poco menos desfavorables para tratar de surgir. No quieren ser mendigos de los favores de un estado que decida donde estudian sus hijos, donde recibirán la vivienda fiscal, donde serán atendidos por una mala salud publica y queden abandonados a la merced de la criminalidad rampante que la izquierda solo puede mirar pasmada (o con simpatía)

Chile cambió, ciertamente, pero no en la forma que la izquierda quiere, porfiadamente, hacernos creer. Chile no es un país de izquierda. No se de que será, o siquiera si es posible reducir a 18 millones de personas en un concepto tan limitado y restrictivo

Pero de izquierda, no es.

Hasta el Poder Judicial está comenzando a ubicarse, ven nubes en el horizonte.