La ideología del “género” (gender) tiene su origen en el feminismo estadounidense de los años 70, llegó a Chile bajo el impulso de las Naciones Unidas (Flacso) y fue promovida activamente por Bachelet, en sus dos administraciones. Un espacio fundamental para su implantación fueron las FFAA, a las que se les impuso en forma unilateral y mediante el abuso de poder. Hay mejores maneras de devolver a las mujeres la dignidad, respeto y poder que se les negó por demasiado tiempo; mejores maneras de hacerlas parte equivalente de la defensa nacional. Otros países con mejores liderazgos lo están haciendo.
En esta primera parte analizaré como hemos llegado hasta donde estamos, posteriormente haré una comparación con las FFAA de un país pionero en el tema: Israel.
Los movimientos feministas organizados comenzaron en los años 30 y 40 con las tendencias “emancipadoras” en que, para resolver el problema de la opresión femenina, reivindicaban la aplicación de un paradigma igualitario en todos los sectores sociales.
Posteriormente aparecieron las afirmaciones “diferencialistas”, reclamando para lo femenino características ético-morales distintas o superiores a las masculinas, para así desafiar la hegemonía masculina.
En los años 50, se impuso la posición “constructivista”, considerándose que lo femenino correspondía a expresiones histórico-sociales, tanto de subordinación como de la producción de la identidad sexual y de género.
Esta nueva visión tenía relación con Simone de Beauvoir, que en “El segundo sexo” afirmaba que (la mujer) había sido forzada a una condición de inferioridad funcional al sistema machista”. “No obstante la mujer tiene una predisposición a la libertad radical y universal, común a todo ser humano, de tal manera que no podrá existir una dedicación femenina al otro sino como fruto consciente de una opción y de una autodeterminación radical”. Para decirlo con sus palabras: “Ningún destino biológico, psíquico, económico, define el aspecto que reviste la mujer dentro de la sociedad en relación con el hombre”.
A comienzos de los años 70, las banderas de Simone de Beauvoir fueron recogidas por el “feminismo radical” estadounidense -sobre todo de matriz lesbiana-, con el propósito de emancipar la sexualidad de los roles sociales: “Somos las mismas en nuestra corporeidad femenina, pero el cuerpo no es pura naturaleza (sex), sino especialmente cultura, es decir, punto de intersección entre lo biológico, lo social, lo simbólico (gender)”.
Así, “la ideología del género” nació de manera funcional a ese movimiento: si no hay diferencia sexual, si no existen diferencias entre los seres humanos y todos son iguales, no hay motivos para negar a las mujeres la emancipación.
En vez de pedir iguales derechos en la diversidad, se quiso negar la diversidad para establecer la igualdad de derechos.
Después de las mujeres vinieron los homosexuales, que además tenían la aspiración de liberarse de una identidad poco apreciada.
La teoría del género desarrolla las siguientes suposiciones: la diferencia sexual no es única – macho y hembra- sino múltiple, vinculada con las diversas orientaciones sexuales, de raza y cultura, así como la condición social, hasta despojar totalmente de significado la dualidad macho/hembra, produciendo una separación cada vez más radical entre la diferencia sexual biológica y la construcción de la identidad social y psicológica, de tal manera que el género propone la identidad sexual como opción móvil, variable y optativa, incluso varias veces en el curso de la vida de una misma persona.
El “género” se propone como un movimiento que, poniendo en tela de juicio las identidades consideradas naturales, niega la diferencia biológica entre los sexos y aspira a igualarlos.
En la línea de la propaganda “Nicolás tiene dos papás”, con las mismas dos personas que lo crían el niño podría tener dos papás; un papá y una mamá o dos mamás, a gusto y voluntad de ambos adultos; las veces que así les parezca y ante el eventual desconcierto del menor. Lo mismo para los miembros de las FFAA que podrían repetir este esquema o situarse en algún género intermedio o dual, que se reflejaría solo en la ubicación del dormitorio en que descansan.
Por otro lado, el 31 de Octubre del año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 1325 – “Mujeres, Seguridad y Paz” … que “aboga por la adopción de una perspectiva de género” que incluya las “necesidades especiales de las mujeres y las niñas durante la repatriación y reasentamiento, la rehabilitación, la reintegración y la reconstrucción post-conflicto”, “que exige a las partes en conflicto que respeten los derechos de las mujeres” y “apoyen su participación en las negociaciones de paz y en la reconstrucción post-conflicto”.
El Consejo de Seguridad expresó su preocupación por las víctimas civiles en los conflictos armados, en particular las mujeres y niñas, que constituían la mayoría de las víctimas y eran atacadas cada vez más. También se reconoce la necesidad de adoptar una perspectiva de género en las operaciones de paz y la capacitación del personal militar y civil que participa en dichas operaciones sobre los derechos de la mujer. Se insta también a adoptar medidas para proteger a las mujeres y las niñas contra la violencia de género, tales como la violación y otras formas de abuso sexual, y de respetar la naturaleza humanitaria de los campos de refugiados, teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres y las niñas para su diseño.
Podemos apreciar que el espíritu, el objeto y la razón de esta Resolución es “proteger los derechos humanos de las mujeres y niñas durante el desarrollo de conflictos armados” de diferentes tipos y esto hay que mantenerlo claro y a la vista durante el análisis de la evolución de la interpretación de esta resolución en nuestro país.
En estos días el Gobierno nos informa, con orgullo y acompañado por la foto a color de cuatro mujeres en uniforme de las FFAA y Carabineros, del exitoso término del Primer Plan de Acción para el cumplimiento de la resolución 1325 y anuncia el próximo lanzamiento del Segundo Plan.
La Presidente de la República lo expone así: “Para este Gobierno es un orgullo encabezar la presentación del Segundo Plan de Acción Nacional para la Implementación de la Resolución No. 1325 “Mujer, Paz y Seguridad”, adoptada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el año 2000, primera resolución en su historia, que trató el particular y desproporcionado efecto que tienen los conflictos armados en las mujeres. El año 2009, cuando presentamos el Primer Plan de Acción Nacional, expresamos nuestro compromiso por trabajar en favor de los derechos de las mujeres durante los conflictos. Hoy, cinco años después, mantenemos ese compromiso”.
«La consolidación de la igualdad y la equidad de género en materia de paz y seguridad aún tiene muchos desafíos que afrontar. La escasa participación de las mujeres en la toma decisiones injerentes en materia de paz y seguridad, la agudización de las inequidades y de la discriminación de género en las distintas fases de los conflictos armados -cuyo peor rostro es la violencia física, psicológica y sexual que se ejerce hacia niñas y mujeres-, así como el acervo cultural histórico de discriminación hacia las mujeres con que carga el mundo de la defensa, son algunos de los aspectos más críticos en que la comunidad internacional, pese a los avances, aún está al debe. Todo ello demanda un compromiso mucho más activo de los estados por fortalecer el respeto de los derechos humanos de la mujeres, tanto en su actuar internacional, como interno”.
Sobre la base de esta ampliación arbitraria y voluntarista del marco de la resolución, el gobierno desarrolló la “Agenda de Género en el Ministerio de Defensa Nacional” para la implantación en las FFAA de las disposiciones para corregir lo que aprecia inequitativo y discriminatorio y lo hace en los siguientes términos:
“El programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet compromete en el capítulo de Defensa consolidar la inclusión de género y de la diversidad sexual. Para dar cumplimiento a dicho compromiso, se ha trabajado la agenda de género desde distintas aristas:
- Con las Fuerzas Armadas, en el subgrupo de género y en el subgrupo de diversidad sexual de la mesa de inclusión y no discriminación.
- Con el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, más otras instituciones dentro y fuera del sector defensa, en la implementación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad.
- En el ámbito interno, del Ministerio y sus servicios, a través de las Unidades de Género.
- En el ámbito legislativo, a través del proyecto de ley enviado por el Ejecutivo, que cambia la denominación del Escalafón del Servicio Femenino Militar.
Nuestro objetivo al final de gobierno es contar con una política actualizada de género en el sector defensa que considere todos estos aspectos.
Podemos ver que la “Agenda de Género en el Ministerio de Defensa Nacional” para materializar el Segundo Plan Nacional y “poner en ejecución la Resolución 1325” se aleja de él, sin asumirlo abiertamente, y hace un mix de la “Ideología de Género” con la Resolución de Naciones Unidas apuntada a dar seguridad a las mujeres y niñas en ambientes de conflicto armado.
Esta voltereta de Bachelet tiene efectos perjudiciales para el país, la defensa y la sociedad chilena. Las mujeres merecen un espacio relevante en la defensa nacional, al igual que los hombres, pero aportando eficiencia, no para satisfacer una ideología absurda condenada al fracaso e impuesta unilateralmente mediante el abuso de poder.
Otros países, con verdaderos líderes políticos lo hacen mucho mejor.