En 1973 se produjo una intervención militar de gran magnitud y de varios años de duración. En términos precisos, introdujo una profunda revolución política, social y económica inaugurando un nuevo régimen político, aún parcialmente vigente.
Revisaré algunos elementos de la relación FFAA – Gobierno de Allende, trataré de identificar y el rol jugado por las FFAA y el Gobierno en vista a identificar algunas semejanzas y diferencias con la situación política actual[1].
Allende y su Revolución Socialista.
La Unidad Popular fue un intento de establecer en Chile un régimen socialista revolucionario[2]. El Partido Socialista (Partido de Allende) en su XXII Congreso General Ordinario entre el 24 y el 26 de noviembre de 1967acordó:
“El partido, como organización marxista leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un Estado revolucionario que libere a Chile de la dependencia y el atraso económico, cultural e inicie la construcción del socialismo… Las formas pacíficas o legales de lucha… no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción…”.
Esta deriva golpista-militarista del PS lo aproximó al castrismo hasta conformarlo en parte de una organización armada de alcance sudamericano.[3]
La base política de Allende era un conjunto variopinto de partidos y movimientos de diferentes orígenes y destinos, momentáneamente unidos en lo que esperaban fuera un proceso revolucionario que mezclaba acciones políticas y pacíficas, violentas, de elites y de masas; integrado por grupos socialdemócratas, independientes, sindicalistas, socialistas revolucionarios, comunistas tradicionales y guerrilleros castristas.
Desde la perspectiva del sector “revolucionario”, apreciaban que, tras las elecciones presidenciales, las FFAA “han venido a salvar el sistema (burgués), aunque esta vez sin recurrir a la represión abierta. Las Fuerzas Armadas han tomado el liderato de la burguesía desconcertada y desorganizada por su incapacidad histórica, en países colonizados, para responder a las presiones de su desarrollo y de sus contradicciones con el imperialismo, se enfrentan a los sectores de la oligarquía que hay que herir para asentar el reformismo populista[4], y apoyan a Allende, plegándose en general a su programa, por un lado, y sirviendo de trazador de límites bien precisos en su cumplimiento, por otro. Para ellos (FFAA), quedaba resuelta su crisis como institución, transformándose en el centro de la estabilidad política nacional y quedando en sus manos la tarea de »vigilar» el reformismo y la presencia del imperialismo en Chile, agazapado ahora, pero no por eso menos dominante en su conjunto”[5].
Allende por su parte, un político avezado y muy experimentado creía que podía seducir, forzar, engañar o atraer a cualquier persona o grupo que quisiera, aunque entre si fueran no solo diferentes sino a veces contrarios.
Su intento de jugar a cuatro bandas simultáneamente: su base política populista, los partidos de la Unidad Popular marxista revolucionaria, la oposición demócrata cristiana, la derecha y las FFAA, fracasó irreparablemente.
El grave error de la auto supervaloración política de Allende generó una situación crecientemente caótica en lo político, económico y social, en el aparato estatal y en el conjunto de instituciones que conformaban el régimen democrático de la Constitución de 1925, que culminaron en anarquía y redujeron al gobierno a la impotencia tanto frente a sus partidarios como respecto a la oposición.
Carente ya de respaldo y en medio de un caos integral, el 2 noviembre de 1972, Salvador Allende, Presidente de la República, con el fin de controlar la situación nombra a altos mandos militares en servicio activo en el Gabinete: General Carlos Prats en la cartera de Interior; Contraalmirante Ismael Huerta, en Obras Públicas y Transportes y el General de Aviación, Claudio Sepúlveda, en Minería.
Este movimiento de forzar a las FFAA a ser parte de su gobierno, además de ilegal y anti constitucional mostraba en toda su desnudez la impotencia de Allende y su Gobierno. Muy posiblemente se imaginaba que con esta movida potenciaba su base de poder, simultáneamente neutralizaba a las FFAA involucrándolas directamente con sus fallidas políticas y les mostraba a sus socios más violentos que él también disponía de capacidad de combate propia.
El 9 de agosto Allende volvió a reformar el gabinete conformando uno denominado “De Salvación Nacional”[6] dirigido a controlar la violencia imperante y para ello integra a más militares.
El PDC, alarmado, dirige una carta a Allende objetando el uso del Estado de Emergencia que pone a las FFAA en situación de ser usadas por el gobierno con fines políticos.
El General Prats le dice a Allende que “el conflicto político puede derivar en una situación de incontrolable enfrentamiento interno, mientras la U.P. mantenga el criterio de celeridad en la aplicación de su programa”[7].
La pregunta de la izquierda revolucionaria es:¿adónde lleva esta integración de las Fuerzas Armadas al programa de la UP?.
Se responden: “En síntesis, en el actual momento histórico que vive Chile, las Fuerzas Armadas son el árbitro (con el fusil en la mano) que impone las reglas del juego del reformismo que encarna la Unidad Popular. Cuando ese árbitro estime que las reglas del juego han sido violadas, actuará de manera que «se respeten». Frente a ese árbitro armado burgués, el proletariado no tiene otra alternativa que oponer su propia fuerza armada, para poder imponer las reglas del juego proletario”.
«Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo de las armas, a tener armas, esa clase oprimida merecería que se la tratara como a los esclavos. Nosotros, si no queremos convertirnos en pacifistas burgueses o en oportunista, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad de clases, de la que no hay ni puede haber otra salida que la lucha de clases. En toda sociedad de clases —ya se funde en la esclavitud, en la servidumbre, o como ahora en el trabajo asalariado— la clase opresora está armada. Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para vencer, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible para la clase revolucionaria”[8].
En breve, los halagos y dádivas de Allende al General Carlos Prats fueron insuficientes para motivar al Ejército y aun menos a la Armada y Fuerza Aérea, para unirse a la revolución. Los revolucionarios no se contentaban con menos que una revolución “a la cubana”, la ciudadanía no resistió el nivel de violencia, escasez y pobreza al que la llevó Allende, y el país, sumido en una profunda crisis integral, colapsó.
Las FFAA, en la convicción de que la guerra civil estaba en la puerta y con la aprobación del Congreso, el 11 de septiembre de 1973 tomaron el control del país y Allende se suicidó.
El Primer Objetivo estratégico, prioritario y urgente fue restablecer el funcionamiento integral del país. Omitiré los detalles de esta dura lucha de Chile contra los gobiernos de grandes países de América y Europa. También de las amenazas de invasión por parte de Perú en 1975 / 76 y de Argentina en 1977 / 78 y la lucha contra los reiterados intentos de la izquierda revolucionaria[9] de crear frentes de guerra en el territorio nacional, con el apoyo de Cuba y Alemania Oriental. Asimismo no revisaré el boicot comercial ni el embargo militar de los EEUU.
La implantación de una nueva estrategia de desarrollo económico y social fue dura – se comenzó desde niveles de pobreza hoy día inimaginables – y la reeducación de los empresarios no fue rápida ni fácil. La gestión del Estado se modernizó e hizo mucho más eficiente.
La Clase Política, abrumadoramente en la oposición, hizo lo suyo: se opuso constante y duramente a todo.
La entrega del mando de la República se hizo con un país firmemente establecido en lo económico y la seguridad, pero lamentablemente con un régimen político ferozmente rechazado por la oposición que aunque terminaron adoptando su componente de gestión económica emprendieron el desmantelamiento de la institucionalidad que conformaba el régimen político e introduciendo altos niveles de corrupción político-empresarial y una fuerte expansión del Estado.
Estamos al final del proceso de “recuperación de la democracia” bajo la supremacía de la izquierda. Su tradicional incompetencia en el manejo de la economía, su corrupción, su sectarismo, su intolerancia y sobre todo su fanatismo estatista nos está llevando de vuelta al país miserable y quebrado que recogió el Gobierno Militar. Los “auto flagelantes” triunfaron en toda la línea y están en el proceso de desmantelar lo logrado en los famosos 30 años[10], la derecha, en lo suyo: dinero y peleas chicas.
Algunos piden la intervención de las FFAA, otros, incluyendo personeros de izquierda, sueñan con un gobierno de “Unidad Nacional” con la participación militar. Mientras tanto, Boric y su gobierno organizan la conmemoración del suicidio de Allende, reproducen su odio a las FFAA y se preparan para trasladar a una cárcel común a los prisioneros militares que los desbancaron.
Veremos
Fernando Thauby García 27 de Febrero de 2023
[1] Gobierno incompetente que se inicia con un intento de golpe de estado de izquierda que concluye en un acuerdo para redactar una Constitución que reemplace a la del Gobierno Militar e inaugure un régimen político diferente
[2] Marxista – leninista.
[3] OLAS: Organización Latinoamericana de Solidaridad. Coordinadora y enlace de los movimientos revolucionarios regionales, con base en La Habana.
[4] Para la izquierda, principalmente socialista, Allende no era un revolucionario y de ahí su búsqueda de apoyo en las FFAA.
[5] Robinson Rojas, Las Fuerzas Armadas chilenas. Causa ML
[6] Allende lo llamó Gabinete “de Seguridad Nacional”
[7] Carlos Prats Memorias, pag 285.
[8] Róbinson Rojas, Causa ML, Las FFAA Chilenas.
[9] La diferencia entre el comportamiento del PC, del PS y de los grupos castristas es notorio. Si los miembros del PC no fueran marxistas y mentirosos merecerían respeto.
[10] De los 30 pesos ya nadie se acuerda, se los tragó la inflación.
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