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ROTACIÓN DE ELITES EN CHILE 2017

Se puede constatar que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría), y otros (los más) que obedecen y son gobernados. El fundamento de la teoría de las elites está pues, en la diferenciación entre quienes detentan el poder, las élites, y los que no lo tienen, las masas, que son dirigidas por aquellos.
La elite política es un conjunto minoritario de individuos o grupos que comparten las mismas características: cohesión interna, capacidad de organización y un sistema de reclutamiento. Las elites que detentan el poder en una sociedad llegan a constituir una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es precisamente su organización y estructura.

Según Mills, la ‘elite del poder’ se conforma históricamente alrededor de las instituciones políticas, económicas y empresariales existentes, por individuos que poseen gran afinidad, comparten experiencias vitales y se encuentran ligados entre si por lazos familiares, económicos y sociales, además del interés común de perpetuar el sistema mediante el intercambio de personas entre instituciones y la cooptación de elites entre sus distintos ámbitos de actuación, que aseguran el mantenimiento y la extensión de su capacidad de control para mantener el status quo en la sociedad. Una oligarquía perfecta.

Cuando en una sociedad, las elites ya transformadas en oligarquías, pierden su legitimidad y el respeto de las masas, cuando su ineficacia confirma su incapacidad para dirigirla y su corrupción las hace ver como una carga social inaceptable, es que ha llegado el momento de que sean desbancadas por otros grupos que aspiran a transformarse en las elites de reemplazo, proceso que no será sin la resistencia tenaz de las elites en decadencia.

En Chile la elites políticas de izquierda y derecha vigentes desde la Transición post Gobierno Militar hasta estos días está en fase terminal y bajo ataque de nuevos grupos que tratan de reemplazarla. La corrupción, la captura del estado para su uso y abuso, el nepotismo, el amiguismo, la inepcia profesional, la desvergüenza ejemplificada por sus “dietas” parlamentarias obscenas, sus piruetas ideológicas y su abuso del poder ya sobrepasaron el límite de lo aceptable y nuevos grupos de otra generación, también de izquierda y derecha, se activan para desplazarlas.

La realidad nos señala que no estamos ante una falla parcial del sistema político, sino ante su obsolescencia en bloque. La esperanza de conseguir que sean ellos mismos –los políticos en ejercicio- quienes modifiquen sus características, se reformen y cambien, es solo una ilusión sin fundamento.

En la Nueva Mayoría el ataque viene desde su izquierda, el Frente Amplio, un grupo variopinto que está de acuerdo básica –y casi exclusivamente- en su convicción de que la causa del progresismo está en malas manos y que los actores que lo representan deben irse para su casa.
Así las cosas no se ve ninguna posibilidad de alianza entre ambos grupos, la supervivencia de uno significa la muerte o la parálisis política del otro.

En la derecha, la providencial existencia de Piñera, la última esperanza del grupo que administró el poder en este lapso, vino a dar un respiro a una elite agostada por los fraudes financieros, la pérdida de los valores y principios ideológicos y por una endogamia y aislamiento social patético. Pero es solo un respiro, el éxito de José Antonio Kast y la aparición de los embriones de nuevos grupos políticos de una generación mas joven – como Evópolis y el otro Kast-, aseguran que esta vuelta es solo un leve retardo en la ineludible rotación de caras y proyectos políticos.

En el ámbito de las ideas, la izquierda, aun no produce nada significativo. La socialdemocracia fue asesinada sin pudor y Ricardo Lagos, su representante y líder mas conspicuo, el 19 de noviembre fue desechado con grosería y no ha surgido nada en su reemplazo. El proyecto de Fernando Atria no tiene la solidez necesaria –es “cosismo” de izquierda , “lavinismo” progresista sin substancia; y el chavismo tardío de Bachelet escapa con impudicia hacia cargos en las Naciones Unidas.

La derecha por su parte produjo un grupo de intelectuales prometedores que han puestos los cimientos de la plataforma ideológica en la cual, en su momento se podrían apoyar apoyar los “operativos” políticos emergentes si es que les dan los espacios necesarios, lo que aun está por verse.
La guinda de la torta en la derecha es, sin duda, la colusión entre las elites políticas y los empresarios, en perjuicio del público. Esta colusión es en realidad una cooptación; una compra o arriendo de lealtades políticas por parte de intereses económicos.
La política en los años por venir con el nuevo gobierno tendrá muchos ires y venires, pero la corriente de fondo será, inevitablemente, la pugna al interior de la izquierda y la derecha por la rotación de las elites políticas en Chile. El cambio será profundo y radical y provendrá desde fuerzas fuera del sistema actual.
Mire a su alrededor, lea el diario, escuche la radio y verá que la crisis es real y profunda. La elite falleció; se necesita una nueva.
El desafío ahora pasa por saber leer un país nuevo, que no es tan individualista como pretenden los más liberales, ni tan colectivista como cree la izquierda. También resulta indispensable abrir la puerta para que entren caras nuevas, y darles espacio efectivo para jugar.

LOS CUICOS UNIDOS, JAMÁS SERÁN VENCIDOS

Andrés Benitez, en La Tercera, publicó una breve columna haciendo una crítica a las “derecha cuica”.
Evidentemente no le gusta la derecha que apoya a José Antonio Kast – que califica de pinochetista, conservadora o simplemente retrógrada- ni las personas que aprueban el Gobierno Militar, pero pareciera que odia aun mas intensamente a una derecha que estima “nacida de sus orígenes sociales, el apellido, el colegio, las costumbres. Es un asunto de clase, algo que no se puede adquirir, solo heredar”

Ejemplifica la lógica de ese grupo en su frustración con un sistema de mercado que permite que “sea el mérito lo que determine el estatus de una persona. Por eso inventaron el concepto de “nuevo rico” que es la esencia de capitalismo, transformándolo en algo peyorativo, casi de segunda categoría”. “Frases como “ahora cualquiera viaja”, “tiene auto” o usa ropa de tal marca, son comunes en este grupo. Y la reacción a todo esto es una: encerrarse en sus clubes, sus colegios, sus veraneos”, “o sea, estamos frente a un grupo que, si puede, es capaz de detener el desarrollo -de un centro de ski, un balneario, un barrio-, con tal de que no lleguen otros, para no mezclarse, para no ver amenazado su estilo de vida”, y Benitez les recomienda evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones para poder ser una aporte y, eventualmente, perdurar y no desaparecer tras la bruma del progreso.

Desde el otro lado María Olivia Monkeberg furibunda y próspera cronista de la izquierda, aparece en El Mostrador del día 11 de Noviembre, como autora de algunos comentarios reveladores: “Confieso que jamás imaginé que las ideas de Jaime Guzmán -tan disonantes en la época-, ni las propuestas monetaristas de los economistas formados en Chicago encabezados por Sergio de Castro llegarían a implantarse en el país -y menos aún- que marcarían el destino de las siguientes décadas con la fuerza que lo hicieron. El golpe de Estado de 1973 lo hizo posible”.
El periodista insiste: -¿Cómo lograron que un discurso preferentemente conservador lograra permearse en esas bases populares?, “Es que el gremialismo va de la mano con la lógica neoliberal y el modelo de los Chicago, y lo que hace es fomentar la cultura del consumismo y el individualismo. Y eso logran que penetre. También haciendo asistencialismo. A lo mejor, no estaba eso en la cabeza de Guzmán al comienzo, porque él no sabía mucho de economía, pero se va dando así: hacen que a la gente no le importe la constitución e instalan un modelo político y un modelo económico. La gente siente que le va bien, cada uno defiende su metro cuadrado, y eso es parte del cambio cultural que se generó por la dictadura”.
“Mientras la gente gane dinero o pueda cambiar el auto a cada dos años, mientras le vayan pasando cosas materiales, el resto de las cosas no le importa”, asegura la periodista.

María Olivia reprueba que la gente gane dinero y pueda cambiar el auto cada dos años, alejándolos de lo que de verdad debe importarles: el contenido de la constitución, el modelo político y el modelo económico, y eso es parte del cambio cultural que se generó por la dictadura.
Su rechazo, mirado desde cierta izquierda tiene lógica, si los partidos políticos de sus simpatías son los defensores de los pobres y estos se reducen o se acaban, se quedan cesantes, lo que lo dejaría María Olivia y sus amigos sin ganar dinero y cambiar sus autos todos los años.

Pareciera que los cuicos de derecha y de izquierda coinciden en que para ellos es mejor que la gente no gane dinero, no adquiera autos, que no los cambie, que no viaje, que no vaya de vacaciones o use ropa de marca.

A lo mejor no es que haya cuicos de izquierda y cuicos de derecha, sino que son todos los mismos cuicos que se ubican en ambos sectores para ser siempre los dueños de la pelota.
Maldito Gobierno Militar que vino a desordenarles el mono a todos los cuicos.