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MAPUCHES Y HUINCAS

Un hecho objetivo importante al enfrentar el “problema mapuche” es el de cuantificar las dimensiones de dicho grupo étnico y distinguirlo de otros que presentan problemáticas diferentes.

Se pueden encontrar cifras muy variadas según sea la posición e intereses de quienes las citan, así, pareciera que lo mas objetivo es referirse a los Censos oficiales.

Veamos una comparación de dos censos, el de 2002 y el de 2017:

   Pueblo               Año 2002                              Año 2017            

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                            Personas                               Personas                 

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Alacalufe

(Kawashkar)           2.622                                          3.448

Atacameño            21.015                                          ……

Aimara                   48.501                                     156.745

Colla                        3.198                                        33.868

Mapuche              604.349                                  1.745.147

Quechua                ……….                                       30.369

Rapa Nui                  4.647                                         9.399

Yámana-Yagan        1.685                                         1.600                                                                  

Diaguita                  ………..                                      88.474

Lican Antai             ………..                                      33.868

Otro                                                                           28.115

Pueblo ignorado                                                        67.874

*En el censo 2017 “aparecen” los pueblos quechua, diaguita y lican antai y “desaparecen” los atacameños.

El censo de 2002 preguntó sobre la pertenencia a alguno de los ocho grupos étnicos reconocidos en la legislación vigente a ese año, 604.249 se declararon mapuche. El censo de 2017 a  la pegunta: ¿se considera perteneciente a algún pueblo indígena u originario?, quienes se declararon mapuche fueron 1.745.147 seguidos de lejos por los aymara y diaguita[1].

Se puede observar que el número de las personas que se consideran mapuche, aumentó significativamente en esos 15 años, casi triplicándose, este incremento puede atribuirse a que los beneficios derivados de pertenecer a esa etnia aumentaron significativamente en ese lapso y a que en el censo 2017, se pidió una opinión subjetiva, sin mas requisitos que su sola expresión. Es razonable pensar que  la laxitud en los requisitos para calificar a una persona como perteneciente a algún grupo étnico originario, en un ambiente de reivindicación política y social, y al otorgamiento de amplios beneficios económicos y sociales, puede haber tenido alguna influencia.

El censo de 2017 arrojó que 2.185.792 chilenos se declararon pertenecientes a algún pueblo indígena u originario.

Las personas de pueblos originarios se distribuyen a lo largo del país, concentrándose en la Región Metropolitana, donde se censó al 31,80%. Le siguen La Araucanía con 14,70%, Los Lagos (10,47%) y el Biobío (8,68%), en todas estas regiones predomina la identificación con el pueblo Mapuche.

Chile Mestizo

El Profesor Miguel Casas Leiva[2] describe el fenómeno en términos mas o menos poéticos: «Desde la época de la encomienda, se gesta la unión de la iniciativa europea y el brazo nativo para crear el nuevo patrimonio material y origen del mestizaje. Aquí surge una nueva raza y cuna de la cultura del pueblo chileno: el mestizo. De principal importancia en el aspecto antropológico -destaca Francisco Encina- es la aclimatación al medio físico del europeo. «El desarrollo del mestizaje fue rápido. El soldado español se ayuntaba con cuanta india picunche, huilliche o mapuche encontraba a mano», menciona el mismo historiador. No fue distinto entre los mapuche. El aborigen solicitaba a la mujer española o mestiza con gran avidez, tras los malones conducían a las cautivas a su territorio y engendraban en ellas cuántos hijos podían. Sólo las devolvían voluntariamente cuando eran estériles…. . No eran pocos los españoles que se pasaron al enemigo y muchos mestizos volvían al territorio materno. Todos, por supuesto, adoptaban el matrimonio polígamo y estereotipado de los mapuche dentro de Chile”.

Desde una perspectiva científica[3] tenemos el trabajo de María José Navarrete del programa de genética humana de la Universidad de Chile que hizo el muestreo de chilenos mestizos más grande que se ha realizado hasta ahora:

“Todos somos mestizos: investigación echa por tierra cualquier teoría de  pureza racial en Chile”.

Tras cuatro años de trabajo de investigadores y académicos que abarcó a más de tres mil personas provenientes de ocho ciudades del país los resultados arrojaron que el estrato alto, que según estudios anteriores no tenía componente amerindio, sí lo tiene.

Y, aun mas importante para nuestro estudio, que aquellos que se definen como amerindios, en su genoma lo son en un porcentaje solo un poco mayor que el promedio.

“El libro se divide en tres: un primer capítulo, escrito por la doctora en Historia Celia Cussen, en que se hace un relato histórico de la formación del actual pueblo chileno.

En el segundo capítulo fue encabezado por Lucía Cifuentes, profesora titular del programa de genética humana de la Universidad de Chile. Allí se explica el proyecto ChileGenómico en el cual entre 2011 y 2015 sus investigadores tomaron y analizaron más de tres mil muestras de chilenos de ocho ciudades del país para conocer sus raíces amerindias y europeas.

Por último, el tercer capítulo complementa el anterior. Está escrito por tres investigadores; dos del programa de genética humana de la Universidad de Chile y una antropóloga. Trata de las diferencias entre la herencia materna y paterna, específicamente el ADN mitocondrial –fuera del núcleo de la célula– y el ADN nuclear presente en el cromosoma.

El resultado es que el componente amerindio es más alto de lo que se esperaba: un 44% –en promedio– versus el 38% o 40% que se obtenía antes

En pocas palabras, el 44% de los chilenos podría declararse amerindio, sin cometer ningún engaño y pudiendo comprobar científicamente la legitimidad de su clasificación.

El problema, definido por el gobierno actual como “el conflicto entre el Estado Nación Chileno y el Pueblo Nación mapuche”, no es tal, ya que los 1.745.145 que se declaran mapuche son solo el 10% del total de la población, que ni siquiera son racialmente puros, sino mestizos en diferentes grados. Esta condición genética mestiza es compartida por el 50% o más de la población chilena.

Los Indígenas

De acuerdo a la Ley Nº 19.253, Ley indígena de 1993, el Estado reconoce como tales a “los descendientes de las agrupaciones, humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura”.

“Se considerarán indígenas para los efectos de esta Ley”, las personas de nacionalidad chilena que se encuentren en los siguientes casos:

a) Los que sean hijos de padre o madre indígena cualquiera sea la naturaleza de su filiación inclusive la adoptiva;

b) Los descendientes de las etnias indígenas que habitan el territorio nacional, siempre que posean a lo menos un apellido indígena.

Se advierte como una contradicción el requisito único de portar un apellido indígena, desconociendo la condición de conservar las “manifestaciones étnicas y culturales propias”, es decir, hablar el idioma correspondiente y mantener las creencias, usos y costumbres ancestrales. Así, en la definición de la identidad indígena la ley no hace diferencia entre el mestizo que vive en la región Metropolitana y tiene un apellido indígena y el miembro de una comunidad que vive en La Araucanía, habla mapudungun y practica y vive inserto en su cultura ancestral.

Las Comunidades.

La Ley 17.729 que “establece normas sobre indígenas y tierras de indígenas” crea las “Comunidades Indígenas” conformadas por “toda agrupación de personas pertenecientes a una misma etnia indígena y que se encuentren en una o más de las siguientes situaciones: Provengan de un mismo tronco familiar; reconozcan una jefatura tradicional; posean o hayan poseído tierras indígenas en común o provengan de un mismo poblado antiguo.

Actualmente las comunidades mapuche o lof son grupos consanguíneos, principalmente patrilineales, basados en el parentesco y en la cercanía social y racial, es decir, se impone “(…) una solidaridad primero familiar y luego comunitaria”. A la fecha se han constituido 3.213 comunidades 

Asociaciones mapuche.

Son “mapuches urbanos” los chilenos que se autoidentifican como indígenas e residen en un área urbana del territorio nacional y “mapuches migrantes” cumplan los mismos requisitos y residan en una zona rural no mapuche. 

Los Indígenas Urbanos o Migrantes pueden formar Asociaciones, las que serán “una instancia de organización social, desarrollo cultural, apoyo y mutua protección y ayuda entre los indígenas urbanos o migrantes, respectivamente”, “podrán impulsar y coordinar con los Ministerios, Municipios y oficinas gubernamentales planes y programas que tengan por objeto lograr mayores grados de bienestar para los indígenas urbanos y migrantes, asegurar la mantención y desarrollo de sus culturas e identidades propias”.

Algunas conclusiones

1.- Al enfrentar el tema indígena, concretamente el indígena mapuche”, es necesario distinguir: Existe un número insignificante de mapuches étnicos puros. La casi totalidad de ellos son genéticamente mestizos y esta categoría podría llegar a incluir hasta aproximadamente el 50% de la población nacional.

2.- Los chilenos que se declaran mapuches se han triplicado en 10 años, lo que permite concluir que su número se incrementará en la medida en que quienes se adscriban a esa categoría reciban mayores beneficios por parte del estado.

3.- Existe mapuches rurales y urbanos, los primeros socialmente mas activos que los primeros, siendo los segundos mucho mas numerosos.

4.- Los mapuches rurales conforman “Comunidades”, de acuerdo a un procedimiento legal legalmente establecido. Actualmente existen 3213 Comunidades.

4.- Las Comunidades se crean, existen y operaran en base a su territorialidad, es decir la importancia del control territorial está relacionado con su extensión fisica y población residente. Esto determina que la competencia, a veces lucha armada, entre Comunidades sea por el control territorial.

5.- Una manera de acotar mas precisamente el conflicto es incrementar los requisitos para conformar comunidades exigiendo que se incorporen los aspectos étnicos de idioma, culturales y de estilo de vida. Una alternativa podría ser la existencia de dos tipos de Comunidades.

6.- Comunidades étnicas puras y Comunidades de mestizos. Las primeras con énfasis en la preservación de la cultura y las segundas apuntadas a la propiedad, uso y trabajo agrícola.

7.- Los mapuches, históricamente, han demostrado escasa capacidad para conformar grandes agrupaciones asi, las Comunidades mas frecuentemente tienden a dividirse que a concentrarse.

8.- En el manejo de la actual crisis es fundamental incorporar a las Asociaciones Mapuches urbanas, particularmente de las ciudades y pueblos de la Araucanía, cuyos intereses y lógicas están mucho mas cerca de los demás chilenos.

Melosilla, 26 de Mayo de 2021.

            Fernando Thauby García

                         CN  IM


[1] Más de 2 millones de chilenos se declaran pertenecientes al pueblo indígena, de los cuales, 1,7 millones se declaran pertenecientes al pueblo mapuche, y 156 mil se declaran aymaras, y 88 mil se reconocen como diaguitas, los tres pueblos más numerosos de Chile.

[2] Miguel Casas Silva, Publicación Bicentenario, 12 de octubre de 2010

[3] Doctora en Historia Celia Cussen; Lucía Cifuentes, profesora titular del programa de genética humana de la Universidad de Chile y otros que hicieron el muestreo de chilenos mestizos más grande que se ha realizado hasta ahora.

LA COORDINADORA ARAUCO MALLECO DECLARÓ LA GUERRA A CHILE

Fernando Thauby García 14 de Mayo de 2022

Pobre Boric, su amor hacia el indigenismo y sus reivindicaciones identitarias, nacionalistas e independentistas se estrelló contra una veloz, potente y descortés respuesta de Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco -CAM- a escasas horas de que lanzara su propuesta para diluir el Estado de Excepción en un aguachento y amorfo “Estado de Emergencia Intermedio”.

Fue sin eufemismos:

“Se viene el Estado Intermedio, que no es otra cosa que un nuevo estado de excepción. Es decir los milicos esbirros nuevamente desplegados por el Wallmapu custodiando los intereses del gran capital. Es la expresión en pleno de la dictadura militar que los mapuche siempre hemos sufrido, dictadura que ahora asume el gobierno lacayo de Boric”.

“A preparar las fuerzas, a organizar la resistencia armada por la autonomía del territorio y autonomía para la nación mapuche”.

¿Alguna duda?

La CAM la organización terrorista mas antigua, prioriza el control territorial, específicamente Temucuicui y es la mas conocida de las siete organizaciones terroristas que operan en la Macrozona Sur. Dispone de capacidad defensiva en cuanto las fuerzas del orden actúen bajo restricciones políticas invalidantes y no aplique fuerza equivalente a la de ellos; y tienen alguna capacidad ofensiva contra objetivos indefensos o muy desprevenidos.

Sus blancos principales son maquinaria forestal, campos y sembradíos, contra propietarios residentes, propietarios “conspicuos” y así.

Las otras son:

La Resistencia Mapuche Malleco (RMM), es la mas profundamente involucrada con el narcotráfico; la Resistencia Mapuche Lafkenche (RML) que opera en la zona costera y es vulnerable a la acción desde el mar.

Las demás organizaciones Weichan Auka Mapu (WAM); Wiñotauiñ Taiñ Malon (WTKM); Lof Resistencia Territorial Kütral Mawuida (LRTKM) y Liberación Nacional Mapuche (LNM) con menos estructura y preparación, se mantienen con el robo de vehículos, de madera, de las cosechas, (extorsión), robo de animales y de armas.

Ninguno de esos grupos acogió el llamado al diálogo que hizo el gobierno de Boric al asumir.

Durante el mes de febrero, el Gobierno entrante comenzó a desarrollar el plan para lo que definieron como “la búsqueda de una solución para el conflicto entre el Estado y el pueblo Mapuche en el centro sur del país”. Los participantes fueron Salvador Millaleo encargado de Asuntos Indígenas en el Ministerio del Interior; Roberto Estay, jefe de gabinete de la ministro; Rubén Sánchez, que acompañó a Siches en su primera visita a Temucuicui; y Gabriela España.

Este grupo produjo un borrador que de inmediato fue “filtrado” hacia los grupos mapuches afectados -Llaitul- a los que no les gustó para nada ya el texto enfatiza el carácter político de los reclamos, radica su ejecución en el ministerio de Interior y plantea la “denuncia y persecución en contra de quienes propugnan el odio en Wallmapu”, en referencia a algunos miembros de la Multigremial de la Araucanía y lo mas grave, margina de los diálogos a los grupos mapuche más radicalizados.

El Plan, denominado ‘Entendimiento y Buenvivir para Wallmapu – Regiones de la Araucanía y Biobío, lleva el concepto de “buenvivir”, contradictorio con la cultura cristiana occidental e incompatible con la estructura jurídica de Chile, promovido por el boliviano García Linera y aclamado por Boric y su grupo.

Algunas partes de este Plan ya fueron puestas en marcha, entre ellas la “purga” de la Unidad Jurídica del Ministerio del interior para reemplazar a sus integrantes:
Para lo cual, dice el plan, se debe “sacar a abogados actuales de la litigación en tribunales relacionada con el conflicto donde existan imputados mapuche. Delitos asociados: robo madera, receptación, robo con violencia, incendio, porte de municiones, porte de armas”.

Esto se hizo efectivo el pasado 31 de marzo, cuando el ministerio del Interior desvinculó al jefe jurídico de Interior, Carlos Flores, quien llevaba 18 años trabajando en el lugar; como también a Sergio Arévalo, abogado que litigaba para la cartera. Ambos habían sido parte de casos relevantes, como Operación Huracán o el asesinato de la pareja Luchsinger-Mackay”.

Otro punto dice relación con la situación de los “presos políticos mapuche”. Sobre esto, el grupo planteó en el texto que se debe “renunciar a la persecución penal en el caso que ya existan condenas. Actualmente el Ministerio del Interior, en contra de lo que establece la Ley respecto de los intervinientes en la etapa de la ejecución de la pena, no se hace parte en los recursos de amparo donde se solicita el acceso a beneficios respecto de condenados mapuche”.

De forma inédita para un gobierno, Interior decidió no asistir a la Comisión de Libertad Condicional para argumentar en contra de los que accedieron a beneficios carcelarios.
Un ejemplo reciente es el de uno de los condenados en el asesinato de los Luchsinger-Mackay, José y Luis Tralcal, un juicio que actualmente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos está revisando debido a “sus irregularidades en tribunales chilenos”.

Se puede apreciar una clara interacción y complicidad entre los grupos activistas mapuche y el Gobierno.
Sin embargo, también dentro del gobierno existen visiones contrapuestas y hasta conflictivas respecto al problema. Estas diferencias tácticas determinaron conflictos entre la Siches y Millaleo que terminó renunciando y un continuo forcejeo entre los mas extremistas y los que aun quieren mantener aunque sea una apariencia de legalidad.

La diferencia de fondo es que Llaitul y su grupo pretenden separarse de Chile y formar un Estado Mapuche independiente, marxista y revolucionario y mientras en los otros prevalece el lucro ilícito y delictual. El punto de quiebre es que tanto Boric como la Siches comparten el proyecto de Llaitul. Es difícil hasta donde esta asociación es firme y honesta y hasta donde es el resultado de compromisos adquiridos mientras el Frente Amplio aun se dedicaba a prepar la Revolución. Antes de llegar al gobierno.

Sin perjuicio de lo señalado, el gobierno ha apostado por un giro importante, convencidos de que el tema de Wallmapu es principalmente político. Es por ello que en La Moneda apuestan en centralizar la estrategia en la cartera del Interior.

Llama la atención la ausencia y desconsideración hacia los grupos y organizaciones mapuche pacíficas, que actúan en y desde la legalidad, que no suscitan ningún interés en el gobierno.

En gobiernos anteriores, frente al terrorismo mapuche era repartida entre ese ministerio y el de Desarrollo Social. Hoy la misión la tiene Izkia Siches, que al mismo tiempo debería estar velando por la seguridad en el territorio.

El conflicto de fondo y hasta ahora sin resolver, es que en la cúspide del Gobierno aun persiste una pugna respecto a la naturaleza, objetivos y posibles respuestas ante el plan y las exigencias de Llaitul y sus seguidores.

Parece evidente que todo la farándula en torno al Estado de Emergencia v/s el estado de Emergencia Intermedioes solo una excusa para evitar una decisión de fondo: dejar existir la rebelión o impedirla y desarticularla, que suscita fuertes tensiones dentro de las alianzas de gobierno.

La experiencia mundial confirma que medidas defensivas territoriales1 llevan a un gran desgaste de las fuerzas militares sin impedir los atentados y ataques a los objetivos que los revolucionarios libremente elijan, obteniendo en el proceso amplia presencia en la prensa nacional e internacional y debilitando la moral nacional y del gobierno.

Se pretende comprometer a las Fuerzas de Orden y a las FFAA en una campaña sin objetivos, sin apoyo político, bajo la autoridad -ilegal- de políticos incompetentes y con elementos significativos del mismo Poder Ejecutivo, comprometidos en diversos grados con los terroristas.

1 Cuidar las rutas para proteger a los camioneros; luego, cuidar los bosques para que no los incendien; luego, cuidar a los trabajadores madereros para que no los maten; luego, las farmacias para que no las saqueen; luego las librerías para que no quemen los lápices y los cuadernos de los escolares.

UN DIAGNÓSTICO EQUIVOCADO Y UNA PROPUESTA OBSOLETA

POLÍTICA EXTERIOR Y DE DEFENSA DE CHILE

Fernando Thauby García 30 de Abril de 2022

Mladen Yopo, posible futuro Director de la ANEPE, publicó una columna en el diario “El Mostrador, bajo el título de “Zona de Paz: un imperativo estratégico de las políticas exterior y de defensa de Chile”

A partir de su apreciación del cambio ocurrido en latino américa de fines de los ́80 y principios de los 901. infiere que -hace 30 años- habría habido un “cambio de las percepciones de amenaza y que la voluntad política de la nueva dirigencia democrática hizo prevalecer la búsqueda de solución pacífica a la mayor parte de las disputas fronterizas pendientes, así como el impulso creciente del fomento de la cooperación política, económica y militar”. “Este cambio sumado a la posible elección de Lula en Brasil -en medio año mas- y la existencia de un escenario internacional complejo e incierto, habrían vuelto a poner en las prioridades de las agendas de la política exterior y de defensa, el concepto de Zona de Paz”.

A estos tres datos, Yopo agrega que el programa electoral de Boric, propone contribuir a la consolidación de la Zona de Paz regional mediante la promoción de la reconstrucción del regionalismo multilateral para la cooperación en materia de seguridad y defensa”.

Según Yopo, estos cuatro elementos “potenciarían la “idea-fuerza -de la Zona de Paz sudamericana- desarrollada en el contexto de la Guerra Fría”, respecto a la cual lamenta que “sin embargo, y más allá de las esperanzas iniciales puestas en un mundo sin guerra … no se cristalizaron la paz y la seguridad anhelada, al seguir sucediéndose una serie de nuevas guerras, invasiones, conflictos territoriales, genocidios, actos terroristas y una serie de expresiones belicistas más, verificando otra vez que la ausencia de guerra no es la paz en la lógica compleja del conflicto”.

Yopo aprecia también y esta vez acertadamente me parece, “que la actual geopolítica internacional no es más auspiciosa que la del siglo XX para la consagración de la paz en el mundo y la región, que describe en tonos sombríos:

“La actual geopolítica internacional no es más auspiciosa que la del siglo XX para la consagración de la paz en el mundo y la región, en particular; con la invasión de Ucrania y sus efectos; con la disputa hegemónica chino-estadounidense que ha trascendido hacia la confrontación paradigmática/cultural global; el auge de la conflictividad internacional entre potencias con capacidad nuclear; han renovando la necesidad de reponer y actualizar el proyecto de Zona de Paz sudamericano.”

A partir del diagnóstico indicado Yopo, sorprendentemente,
identifica la oportunidad para Latinoamérica. Esta oportunidad derivaría de la reducción de la probabilidad del uso de la fuerza para resolver disputas entre los países para aproximarse a un alto nivel de confianza entre las partes y la predisposición / concretización de la cooperación en defensa.
“En la paz positiva, los Estados no se preparan para un conflicto armado con los países vecinos, ni esperan que otros estados de la zona lo hagan, a partir de la densidad de las relaciones”, “reconfigurando la percepción de amenaza … hacia la identificación de amenazas o empleos extrarregionales de las capacidades nacionales, específicamente de las FF.AA”.
De alguna manera Yopo parece suponer que las capacidades militares latinoamericanas combinadas, en desuso por parte de los países por no tener conflictos entre ellos, podrían conformar una capacidad regional para influir en la evolución del nuevo orden mundial.

Concluye su argumentación señalando que “la eliminación de la guerra como una alternativa para la solución de controversias dentro de la región, es una situación que claramente reporta un beneficio para todos sus miembros”. Pero no parece considerar los riesgos de una incursión regional autónoma fuera de la región y olvida las amenazas derivadas del traslado de estas disputas internacionales a la región con la presencia militar directa y/o indirecta de Estados Unidos, Rusia, Irán, Turquía y China … que ¡el mismo identifica!

Yopo continúa estableciendo que “La llegada de gobiernos de izquierda y “superados y/o en retiro los gobiernos de derecha y de sus presidentes-empresarios se ha empezado a reponer la vocación latinoamericana del progresismo y de un realismo fundado en que el nuevo equilibrio de poder internacional se decidirá entre los poderes regionales; es decir, uno anclado, a países-continentes y zonas/espacios que sean capaces de generar una “regiónEstado” (caso de la Unión Europea) que favorezcan los diálogos regionales en la perspectiva de crear una cooperación reforzada.

Concluye con la sentencia de Boric: “O nos salvamos juntos o nos hundimos por separado”.

Valorando que el análisis se remonte hasta eventos tan antiguos como el fin de la guerra fría, pareciera que los hechos que configuran la realidad actual que el mismo describe, mas otros como la reanudación de la tensión EEUU – Rusia bajo nuevos parámetros geopolíticos, el desplazamiento de India hacia las proximidades de EEUU; el creciente protagonismo Europeo bajo el liderazgo de Alemania; la aceleración de la revolución tecnológica/industrial/ comercial mundial; la activación de Indo Pacífico con su brazo comercial – el TTPS-, y específicamente en nuestro entorno, la creación de una nueva realidad política y estratégica entre Chile y varios actores del Pacífico -Australia, Nueva Zelanda, India, Japón, Gran Bretaña y Francia señalan que el mundo de la Guerra Fría parece haber sido superado ampliamente pero no simplificado ni estabilizado, sino reemplazado por otro mucho mas complejo y variable.

Yopo asegura que “La llegada de gobiernos de izquierda y “superados y/o en retiro los gobiernos de derecha y de sus presidentes- empresarios que incentivaron los clivajes ideológicos y la divisiones a partir de sus visiones transaccionales de corto plazo, se ha empezado a reponer la vocación latinoamericana del progresismo”.

Esta aseveración se apoya en juicios de valor por lo menos discutibles, y respecto a la vocación progresista latinoamericana, que podría ser real, se combina con una también vocación regional por la inestabilidad política, la crisis económica recurrente y la falta de seriedad y constancia en sus tratos económicos y diplomáticos.

Este nuevo marco ideológico y vocacional se manifiesta en una cambiante diversidad política, intensa y frecuente en Latinoamérica: liberales / estatistas; prósperos / arruinados; estables / volátiles; con sus fichas puestas en EEUU / China; democráticos / dictatoriales.

La inestabilidad mental y política regional hacen muy improbable que Latinoamérica pueda estructurar una dinámica que permita siquiera acercarse a la conformación de una poder que incida en el nuevo equilibrio de poder internacional que se decidirá entre los poderes regionales “que sean capaces de generar una “región-Estado” que favorezcan los diálogos regionales en la perspectiva de crear una cooperación reforzada”, apenas, y si es que algunos, logren avanzar en la paz y progreso de sus propios países.

Apostar nuestra seguridad, prosperidad, estabilidad y destino a un conjunto de grupos políticos regionales que repetidamente han fracasado no solo en conformar poder regional, sino que también en el manejo de la paz y progreso de sus propios países, parece ser una apuesta perdedora.

Menos aun en medio de un realineamiento profundo en el ordenamiento geopolítico y comercial mundial en que los diferentes actores se están moviendo con gran dinamismo y fluidez, ingresar -o siquiera intentarlo- incorporado en un grupo heterogéneo, inestable, volátil y con niveles de desarrollo muy bajo la media, hacen que intentar una aventura así, sea hacerlo en condiciones de fracaso seguro.
Lo que no funcionó en el mundo congelado de la Guerra Fría menos lo hará en el líquido mundo actual.
La creación de una Zona de Paz con socios tan poco pacíficos, inestables y volátiles suena bien, pero no funciona. Nunca lo hizo. Para finalizar, una breve lectura de la prensa y una ojeada al mapamundi muestra que nuestro mundo es “hacia el Pacífico” y sus actores.

Nuestra escasa capacidad política y estratégica encuentra su espacio natural y más rentable en este nuevo escenario.

1 Democratización descontando a Cuba, Venezuela, Nicaragua y la cuasi democracia de Néstor Kirchner.