CLASE MEDIA CHILENA: ¿DE DERECHA O DE IZQUIERDA?.

La izquierda vive la política desde la perspectiva de “opresores contra oprimidos”, de explotadores contra explotados.

La derecha la vive desde una perspectiva del “orden contra el caos”, de emprendedores contra pasivos.

La derecha tiende a pensar en el cambio económico y social evolutivo, que vaya desde lo conocido a otra condición parcialmente nueva. La izquierda  quiere un cambio rápido y radical desde la situación actual, conocida, hacia una nueva organización social y económica no bien definida, inédita e ideal.

En breve, la derecha tiende a conservar el pasado y el presente y llevarlos paulatinamente a un futuro mejor que el actual; mientras la izquierda quiere refundar la sociedad comenzando desde un diseño pensado en el presente pero ubicado en un futuro deseado pero desconocido.

La derecha quiere ir desde un pasado y un presente deficitario a una condición mejor y la izquierda quiere ir de un presente intolerable a un futuro imaginario mucho mejor.

Estas dos aproximaciones tienen algunos aspectos mutuamente excluyentes y otros posibles de armonizar.

Si los gobernantes de derecha no llegan o tardan demasiado en aceptar que hay condiciones que la gente común considera intolerables, nunca encontrarán el momento adecuado para hacer los cambios. Si reconocen como cambios necesarios solo asuntos que interesan a los “emprendedores” y no a los “ciudadanos pasivos”, priorizarán sus propias agendas de progreso como si fueran las agendas sociales nacionales. Y lo peor, si se sienten tan inteligentes, creativos y son tan soberbios que creen saberlo todo, errarán en todo lo que hagan, sea con buena intención o en forma egoísta. Piñera es un caso típico; respecto al chileno común se equivocaba con gran eficacia.

A contrario sensu, liderazgos de izquierda que igualan los intereses sociales a sus propios intereses o preferencias personales o de grupo, evidentemente no tardarán mucho en alejarse de las bases que dicen representar. Las masas siguen a la elites, pero desde cierta distancia y desde una perspectiva muy pragmática y de corto plazo. Se desencantan rápidamente cuando viven la diferencia entre lo prometido y lo obtenido que, en un proceso de cambios profundos, inevitablemente es lento. Otro problema es que las izquierdas al tratar de meter una realidad dinámica dentro de un plan pre determinado deben recorrer un camino largo antes de aceptar las equivocaciones de sus líderes.

El punto de encuentro es, me parece, la aceptación de la  maciza realidad de que una sociedad -particularmente la nuestra- no puede ser entendida sino como un gran número de generaciones de personas -familias- que han intentado hacer de Chile una sociedad mejor y que casi lo hemos logrado.

A partir de las políticas del Gobierno Militar, Chile tuvo, durante parte sustantiva del período de supremacía electoral de la izquierda concertacionista, un avance social y económico espectacular, desde el ángulo que se le mire. Pero una parte influyente de esa tendencia, puso su vista casi exclusivamente en sus déficits y construyeron una visión maniquea, derrotista y descalificadora de sus propios gobiernos y en vez de trabajar en su corrección crearon un proyecto alternativo teórico, disparatado, arcaico y ajeno por completo a las necesidades reales de las mayorías. Su aplicación parcial llevó a políticas perjudiciales y desmoralizadoras. La culminación de este proceso, fue el lamentable proyecto constitucional presentado por una mayoría circunstancial, para construir un Chile político y cultural estrambótico.

En muchos aspectos, todo ese fracaso fue un intento de concreción del proyecto revolucionario fracasado y ya abandonado en todo el mundo, que sobrevivía a duras penas en Cuba y Venezuela, en la miseria y la decadencia, revuelta con un etnicismo indigenista de escuela de sociología de tercer orden.

Y así es como llegamos al Gobierno actual de una generación de jóvenes con un discurso más parecido a los 60, que miran a Chile y a América Latina en una lógica que no tiene nada que ver con los problemas del siglo XXI y portadores de una calidad intelectual y moral deplorable. Inexpertos en el manejo de responsabilidades serias e incompetentes en casi todo.

¿Significa eso que la izquierda chilena no es apta para gobernar con eficacia?. No, de ninguna manera, lo hicieron, y con éxito reconocido mundialmente, que sucumbieron a sus propias utopías juveniles y perdieron la fe en sí mismos y en la democracia.

¿Y qué pasa con el pueblo?. Una encuesta reciente señalaba: “Probablemente votarían por alguien de derecha: 26%. Probablemente votaría por alguien de centro derecha 17%. Probablemente votaría por alguien de centro: 8%. Probablemente votaría por alguien de centro izquierda 24%; Probablemente votaría por alguien de izquierda 14%. No lo sé: 12%.”

Parece evidente que la gran mayoría de los votantes chilenos quieren EVOLUCIÓN y no REVOLUCIÓN. Es decir en estos momentos, los chilenos prefieren avanzar corrigiendo, no demoliendo.

Pero entendámonos, corregir no es negarse a todo cambio. La marcha del 25 de octubre de 2019 mostró a una multitud de chilenos sensatos  que mostraron que la ciudadanía demandaba cambios en políticas públicas específicas. No querían revolución, querían cambios concretos y urgentes. Piñera no supo entender, entró al juego de los revolucionarios y les entregó la Constitución vigente que era, precisamente la viga maestra del éxito que Chile estaba teniendo. No era el líder para el cambio, que había ofrecido ser y que la gente quería.

La izquierda, parte importante de ella, principalmente los aventureros que venían apabullando a los próceres de su sector desde el año 2011 tampoco entendieron, creyeron que los chilenos no apreciaban para nada la condición a que la Concertación los había conducido

Este es el momento preciso para que los chilenos expresemos en forma inequívoca que nuestro ánimo es conservador con cambios, cambios sin revolución y un espacio común en que mediante políticas públicas compartidas y acordadas, salgamos del estancamiento y reanudemos la marcha en beneficio de todos los chilenos.

Los chilenos no queremos etiquetas ni bandos, queremos RESULTADOS.

Si esos resultados no se producen, terminaremos teniendo revolución.

Fernando Thauby García

 Melosilla, 29 sept. 2024