El modelo de desarrollo económico, social y político aplicado en Chile desde el Gobierno Militar hasta el primer gobierno de Bachelet fue muy exitoso en casi todos los ámbitos. La distorsión malintencionada que inició el segundo gobierno de Bachelet y que continuó contra el Gobierno de Piñera desde un Congreso controlado por la izquierda, agudizó deficiencias que ya venían apareciendo y que no fueron resueltas, hasta culminar en la asonada del 18 de octubre de 2019.
La iniciación de las acciones para la recuperación de esta seguidilla de ataques a la democracia y a la prosperidad está siendo pospuesta por el Gobierno de Boric, ya próximo a concluir. Nos aprestamos a iniciar la competencia por el poder político que culminará en un año más con un gobierno que se encontrará con un mundo muy cambiado ante el cual deberá adoptar decisiones difíciles y de profundas consecuencias.
La Segunda Guerra Fría incluyendo algunos puntos con guerras calientes, ya comenzó y podemos ver que los actores, sus intereses y sus conductas no serán las mismas que en la primera. También podemos apreciar que el punto focal de la problemática geopolítica mundial se ha trasladado al Asia Pacífico y Eurasia y que nos involucra en relación con la Antártica, el Paso Drake, el Estrecho de Magallanes, el canal de Panamá y la competencia comercial y económica entre China y los EEUU, que ya llegó a nuestro vecindario.
Nuestra prosperidad se basa en una economía abierta que nos conecta con todo el mundo. Nuestros proveedores y compradores están en ambos bandos; la competencia y el conflicto, inevitablemente nos golpeará y nos obligará a ir acomodándonos según otros vayan decidiendo. Nuestras exportaciones estarán sujetas a nuevos y mayores riesgos y costos. La empresa privada, motor de la economía, se verá estresada y presionada en forma e intensidad imprevisible y de la misma manera nuestra población sufrirá variaciones de precios, de calidad y de disponibilidad en forma imprevisible.
La “subsidiaridad” deberá funcionar en apoyo a la población creando condiciones para que no haya escasez, desabastecimiento ni abuso. Como sucede en estos casos, la población económicamente más débil sufrirá el peso de la crisis.
La solidaridad social será un imperativo y ella solo puede provenir de los que tienen más y del Estado y tendrá que ser administrada y dirigida con honestidad, eficiencia y transparencia. Si así no fuera, la estabilidad y paz interna se esfumarán.
Nos será requerida -exigida- la participación o el compromiso político y militar, que a su vez nos traerá nuevos adversarios que se sientan perjudicados.
La inserción internacional de los países vecinos se irá constituyendo según los intereses y presiones que afecten a cada país, ella será variable y las cercanías y alejamientos -al menos durante la conformación del nuevo esquema político y estratégico- serán frecuentes, imprevisibles y no siempre amistosas.
Si no nos preparamos, mentalmente. Si no tenemos previsiones, si no hemos analizado, discutido y asimilado las características, desventajas y eventuales oportunidades que está comenzando a plantear el nuevo escenario mundial, podemos resultar severamente perjudicados y pasaremos angustias y necesidades que podríamos atenuar o por lo menos tener en consideración oportunamente.
Ganar una elección y hacerse del poder político, es lo inicial y comparativamente más fácil, lo difícil es gobernar y más aun, gobernar bien.
Que nadie se imagine que gobernar Chile en los próximos años será empresa fácil o grata. Que nadie trate de hacer como que no estamos siendo advertidos de lo que viene.
Como broche de oro, el líder de la mayor potencia de occidente, el presidente Trump de los EEUU, toma decisiones drásticas y creativas considerando solo su interpretación personal del interés de su país.
Melosilla, 10 de enero de 2025
Fernando Thauby García
CN (IM)