El término «sistema internacional basado en reglas» se refiere a un ordenamiento económico y financiero global basado en un conjunto de normas, principios e instituciones que buscan regular las interacciones entre los Estados y otros actores internacionales, con el fin de promover la paz, la estabilidad, la cooperación y el desarrollo. En esencia, se opone a un escenario donde prevalece la «ley del más fuerte».
Este sistema tiene sus raíces en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y fue implantado por Estados Unidos y sus aliados occidentales, con el propósito de construir un orden económico liberal predecible y estable.
Los hitos y actores claves en su desarrollo fueron (1) la creación de las Naciones Unidas (ONU en 1945); un organismo central para la cooperación internacional y la resolución pacífica de conflictos, basado en principios de soberanía, igualdad y no injerencia; (2) el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (Bretton Woods) en 1944), para regular el sistema financiero y monetario internacional y promover la reconstrucción y el desarrollo económico. (3) el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y posteriormente la Organización Mundial del Comercio (OMC): para fomentar el libre comercio y reducir las barreras comerciales. (4) desarrollo del Derecho Internacional a través de tratados, convenciones y la jurisprudencia de tribunales internacionales (la Corte Internacional de Justicia).
Este «orden liberal internacional» se ha caracterizado por promover el liberalismo económico (libre comercio, mercados abiertos) y, en cierta medida, la democracia liberal y los derechos humanos, en la actualidad el “sistema internacional regido por reglas” sigue existiendo, pero enfrenta importantes desafíos y cuestionamientos:
- Ascenso de nuevas potencias: países como China y Rusia, que no participaron en su configuración inicial, cuestionan su hegemonía y proponen un orden más «multipolar» que refleje una distribución de poder más equitativa.
- Nacionalismos y populismos: Se observa una tendencia a priorizar los intereses nacionales por encima de la cooperación internacional y los acuerdos multilaterales.
- Crisis de las instituciones existentes: La eficacia y representatividad de algunas organizaciones internacionales son puestas en duda.
- Uso selectivo de las reglas: las potencias que impulsaron el sistema a veces lo interpretan o aplican de manera arbitraria o para sus propios intereses. La llegada de Trump al gobierno de los EEUU ha llevado esta tendencia al extremo.
- Nuevos desafíos globales: El cambio climático, las pandemias, los ciberataques y otros problemas transnacionales requieren una cooperación global que el sistema actual no aborda de manera efectiva.
Parece claro que sus fundamentos y muchas de sus instituciones persisten, pero están en renegociación y cuestionamiento.
La «Trampa de Kindleberger» es un concepto geopolítico y económico que postula que la estabilidad global (de seguridad, económica y financiera) depende de la existencia de una potencia hegemónica dispuesta y capaz de proporcionar bienes públicos globales. Estos «bienes públicos» se refieren a aquellos valorados por la comunidad internacional y que, por su naturaleza, no podrían ser provistos por los Estados individuales sin la existencia y acción de un líder. Ejemplos de estos bienes públicos globales incluyen: mercados abiertos, préstamos anticíclicos o estables a largo plazo, vigilancia de la estabilidad de los tipos de cambio, coordinación de políticas macroeconómicas y actuar como prestamista de última instancia para evitar quiebras financieras a gran escala que podrían desestabilizar el sistema internacional.
Kindleberger desarrolló esta idea al analizar la Gran Depresión de la década de 1930. Argumentó que la inestabilidad y el colapso económico de esa época se debieron, en gran parte, a la falta de un líder global que asumiera estas responsabilidades. Tras la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido ya no era capaz de hacerlo y Estados Unidos, no estaba dispuesto a asumir plenamente ese rol debido a su tendencia aislacionista. Esta «falta de liderazgo» o «vacío de poder» dejó al sistema internacional sin los bienes públicos necesarios para su estabilidad.
El concepto de la Trampa de Kindleberger cobra relevancia en la actualidad en el contexto de la rivalidad entre Estados Unidos y China.
Mientras la «Trampa de Tucídides» apunta al peligro de guerra que surge cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a una potencia establecida, la «Trampa de Kindleberger» se centra en el riesgo de inestabilidad y caos global cuando ninguna de las potencias dominantes (o emergentes) está dispuesta o es capaz de asumir la responsabilidad de proporcionar los bienes públicos globales.
En el escenario actual, la preocupación es que si Estados Unidos, como potencia hegemónica tradicional, retrocede en su papel de proveedor de bienes públicos globales y China, como potencia emergente, no está dispuesta o no es capaz de asumir ese rol (o solo lo hace de manera selectiva o para sus propios intereses), el resultado podría ser una mayor inestabilidad económica y política a nivel mundial.
El “Orden mundial basado en reglas” parece tambalearse y la volatilidad del gobierno de Trump contribuye alegremente.
Melosillas 16 de Junio de 2025
Fernando Thauby García
Capitán de Navío, Infantería de Marina (r)