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LA JUSTICIA CHILENA AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS

La reciente incursión del Ministro de Justicia que -siguiendo las aguas del Presidente de la Corte Suprema- manifiesta un interés tardío, condicionado y minúsculo respecto a la suerte de los militares presos políticos en Punta Peuco, es una manifestación concreta de un problema de fondo:

Cuál es la real naturaleza del Poder Judicial en Chile?:

1.- El Poder Judicial es una organización formada por personas selectas, de sólida formación jurídica; moral; imparcial, consecuente y capaz de auto controlarse o

2.- Es una organización burocrática que actúa como instrumento al servicio de los intereses de sus miembros; del gobierno de turno, de algunos grupos de poder existentes en el país y que requiere control democrático externo.

Debemos considerar que lo mas probables es que su naturaleza real esté situada en un punto entre ambos extremos en cuyo caso cada cual deberá determinar respecto a cual ellos lo encuentra mas próximo.

Un distinguido oficial de marina retirado, abogado, de inusual valor moral y probado hombre de bien, ha destinado años de arduo trabajo y esfuerzo mostrar al Poder Judicial y a los varios miles de profesionales del derecho en Chile las barbaridades jurídicas que el Poder Judicial ha cometido en perjuicio de centenares o miles de militares. Su profundo y detallado análisis señala errores, prevaricaciones y piruetas leguleyas que nadie se ha atrevido a desmentir, ni menos discutir abiertamente.

“Cometen delitos judiciales de lesa humanidad los jueces que fallan contra las leyes expresas y vigentes; que procesan y condenan en forma injusta, inconstitucional, ilegal y arbitraria a militares y carabineros; y que no respetan principios esenciales del derecho penal universal. Son cómplices de tales delitos las autoridades ejecutivas y legislativas del Estado por cohonestar la torcida aplicación de la ley y la prevaricación judicial, y por no efectuar las modificaciones legales necesarias para que dichos servidores de la patria les sea aplicado el mismo sistema procesal penal que le es aplicado a los demás chilenos.

A los militares y carabineros imputados por presuntos delitos ocurridos hace mas de cuatro décadas no les son respetados principios tales como el de legalidad y el de igualdad ante la ley, la prescripción de la acción penal, la presunción de inocencia y las normas del debido proceso, porque a ellos se les aplica en antiguo sistema de procedimiento penal; un sistema que vulnera los derechos fundamentales y que es incompatible con el derecho internacional de defensa de los DDHH”.

Toda la estructura jurídica nacional ha recibido esta crítica en absoluto silencio, ese silencio cobarde tan propio de la élite de los comunicadores y formadores de opinión pública de nuestro pobre país, domesticados por los grupos políticos y empresariales , dominados por sus mezquinas conveniencias personales, las timideces propias de personas de poca valía y merecimientos y paralizados por el temor a la máquina de difamar del Partido Comunista, guardan silencio cómplice.

La versión de la realidad que esgrimió la izquierda contra el Gobierno Militar fue que el Poder Judicial negó recursos de amparo a personas perseguidas por presuntos delitos, que mostró obsecuencia hacia el Poder Ejecutivo y que abandonaron gravemente sus deberes.

Ahora, bajo la dirección de ese mismo sector político y durante los últimos cuarenta años, sin inmutarse, han juzgado y condenado a militares ex miembros del aparato de seguridad de ese gobierno, aplicando leyes inexistentes, delitos ficticios, desconociendo la amnistía y lo peor, aplicando procedimientos judiciales no vistos desde la Alemania nazi o desde los juicios soviéticos contra sus disidentes.

El Poder Judicial que la izquierda condenó por servil hacia el Gobierno Militar y que habitualmente fue descalificado en forma soez, con un solo restallar del látigo del poder político esgrimido por P. Aylwin, fue puesto en cintura y llevado a cambiar su comportamiento hacia una dedicada incondicionalidad creativa en beneficio de los nuevos mandamases políticos, en una intensidad nunca vista en Chile.

Esta nueva “obsecuencia” ha tenido hitos llamativos: la creación de la ficción jurídica de los detenidos desaparecidos, aplicación de leyes con efecto retroactivo, los juicios risibles en su parcialidad y últimamente en la moda de las “filtraciones” que ha permitido a fiscales y jueces transformarse en actores políticos y mediáticos de primera magnitud, twiteros con miles de seguidores y opinólogos de cualquier tema o asunto. Todo esto mientras su capacidad para transformar estos escándalos políticos y mediáticos, creados artificialmente, no podían llegar a materializarse en fallos fundamentados. La evidente parcialidad en el trato benévolo a miembros de la izquierda política contrasta con el rigor aplicado a los opositores.

Estamos en presencia de una conducta reiterada que podemos pensar que forma una cultura, una forma de ser, una identidad.

Se siente venir un cambio de marea y alguna velas judiciales ya comienzan a orientarse a los nuevos vientos. Podría sobrevenir una tercera epifanía judicial en que, en forma súbita, los jueces y fiscales se percataran que la verdad y la justicia se encontraban en el otro bando.

La lucha desatada en la izquierda

El derrumbe del sistema soviético punteado por el dramático fin del Muro de Berlín y el desbande del Pacto de Varsovia dejó huérfano al comunismo global  y probó que los socialismos reales habían fracasado. El colapso de Alemania Oriental, -el ejemplo del “éxito” del sistema- fue también signo de su muerte.

Lula, con el Foro de Sao Paulo como eje, trató de revivir una propuesta edulcorada para el consumo latinoamericano. Su hundimiento hizo evidente la incompetencia y la profunda corrupción en que cayeron los gobiernos sudamericanos de izquierda que materializaron o se unieron a este proyecto.

En un solo movimiento crearon el Estado arruinado y el Estado mafioso.

Chávez logró lo imposible, arruinó a Venezuela, un país riquísimo; Lula y Dilma que comenzaron con una sucesión de “milagros” económicos y sociales terminaron quebrando a Brasil y en Argentina, Néstor y Cristina dilapidaron la riqueza del período de las materias primas a altos precios aplicando políticas absurdas y facinerosas.

Sobreviven el extravagante Evo Morales de Bolivia agarrándose desesperadamente al poder y Correa de Ecuador que ya anunció su pase a retiro.

La izquierda chilena, al mando de un país que venía creciendo como nunca antes en su historia, no pudo sustraerse a este momento revolucionario y Bachelet inauguró un gobierno refundacional para lograr su inclusión en el lote, justo cuando este se derrumbaba.

¿Qué le pasó a la «izquierda renovada» que pudo ser doblegada por Bachelet a la cabeza de un lote de iluminados con un chavismo tardío y aguado?.

La izquierda chilena como todas las izquierdas se debate en una lucha entre “las almas bellas” de los absolutos (avanzar sin tranzar) y los «socialdemócratas» que descienden al feo mundo de la realidad y la negociación política democrática (tranzar para avanzar).

Las almas bellas no se contentan con menos que la perfección y el absoluto. En política exigen no transar; si la opinión pública no concuerda con sus postulados, es el pueblo el que está equivocado. Si hay que avanzar imponiendo algo menos que “todo” eso es transar, y transar es traicionar.

En todo lugar y tiempo, entre las almas bellas se oculta también la ambición de poder, muy legítima por lo demás, que lo que en realidad pretende es una “rotación de elites”, es decir reemplazar al grupo hegemónico del partido o sector político. La pugna entre los “autoflagelantes” y “autocomplacientes” es una clara muestra de ella.

Hasta las últimas elecciones las almas bellas de la Concertación -desde sus jugosos cargos públicos y subvenciones diversas- pudieron representar su papel en el éter, siempre cómodo, de la crítica y la teoría.

En la debacle pos derrota de la Concertación de Bachelet 1, se culpó del fracaso a la falta de verdadera revolución y al exceso de socialdemocracia. No era entendible que dejaran de ejercer el poder. El gobierno «pertenece» a la izquierda.

En el fondo, la izquierda ex – marxista chilena lleva en su ADN ideológico la negación del fundamento de la democracia representativa: la rotación en el poder. La participación en un juego que ven como una sucia comedia no solo significa una contradicción con sus propios principios, sino una claudicación -salvo que sean ellos quienes estén a cargo-. La rotación de los diferentes sectores políticos en el ejercicio del gobierno no solo es inmoral, es inaceptable.

Bachelet 2 fue una sorprendente conjunción de astros, una ex mandataria que gobernó como socialdemocráta/entreguista, se convirtió a la verdadera fe de la “autoflagelancia”, se situó a la cabeza de las almas bellas y llegó al gobierno con una retroexcavadora institucional y una aplanadora, la mayoría en ambas cámaras legislativas, .

Para gobernar decentemente debería haber abandonado el maximalismo y explicar a sus partidarios el carácter estrictamente terrenal de la política. Tendrían que haber abjurado de una parte, más o menos grande de sus principios, con el riesgo inevitable de decepcionar a la parte más fervorosa y virginal de su feligresía. Pero el gobierno fue “consecuente” e impuso su “programa” por las buenas y por las malas y así, en medio de la pureza ideológica, se apresta a entregar un país políticamente paralizado, económicamente debilitado y profundamente dividido. La corrupción mediante el uso y abuso de la administración pública alcanzó niveles escandalosos y la explotación del estado mediante el cuoteo y la asignación de servicios completos a  cada partido, se instaló como la contrapartida de la pureza ideológica.

Y así llegamos al día de hoy.

Los autoflagelantes, los puros, las almas bellas, los que quieren desplazar a las directivas actuales y apoderarse de sus cargos y del poder, esgrimen, como lo señala Genaro Arriagada, un diagnóstico demoledor: “Es cierto que los conservadores crecen, pero no hay que caer en la receta simple de «escuchar al pueblo», pues aunque es verdad que el centro nos abandona, que en las elecciones el país gira a la derecha, la solución es ir a buscar a los que no votan, a «los indignados», a los que odian a la democracia representativa y los cambios graduales. Para ello hay que abandonar las estructuras partidarias y crear un «movimiento» marcado no por los militantes, sino por la sociedad civil, las ONGs radicalizadas”.

Por el momento, en la despiadada lucha interna, bajan a la suciedad de la política real y se precipitan sobre los restos de los líderes tradicionales. Destrozan a Lagos con un dictum irremontable: “ … Si, al final del primer Gobierno transformador desde 1990, la Nueva Mayoría elige como su candidato a uno que representa precisamente a la izquierda que entendió que, para ser de izquierda, había que renunciar a todo lo que definía a la izquierda, y solo quedará por verse si lo haremos a la manera inglesa o tendrá que ser a la española”.

Los aspirantes a desbancar a la izquierda Concertacionista plantean que lo necesario “es la continuación y profundización de los cambios iniciados durante este Gobierno”, es poner el foco en las cuestiones política, no en “hacer cosas”.

El que la ciudadanía «quiera que se hagan cosas” es completamente irrelevante. El proyecto político es lo importante: el “programa” onírico de Güell, Peñailillo, Arenas y Bachelet. Otras “cosas” como las ganas de la ciudadanía de repetir su viaje familiar a Punta Cana, cambiar su refrigerador por uno mas grande, comprar una casa con un dormitorio mas o recibir mejor atención en el hospital, es irrelevante, burgués. Obviamente este tipo de juicios es mucho mas fácil de hacer cuando el que los hace tiene un buen cargo universitario y entre su esposa y él, juntan una renta mensual quince veces mayor que la de un trabajador común y corriente.

Este tipo de lógicas es antigua en Chile, lo nuevo es que los chilenos ya entendieron como funciona el poder político y les perdieron el temor y el respeto a sus personeros.

Mientras los izquierdistas sensatos – descalificados como socialdemócratas- se defienden luchando entre la espada y la pared y esgrimen argumentos realistas que contienen su experiencia de gobierno, otros tratan de vestirse de indignados, aunque no tengan por que estarlo.

La verdad, la izquierda como grupo ha demostrado ser incompetente para ejercer el gobierno. Solo lo puede hacerlo cuando cuenta con una oposición que permite que la gente razonable pueda prevalecer por sobre las “almas bellas” incapaces de razonar con realismo. Es por eso que el sistema binominal les permitió hacer gobiernos razonables.

Veremos quien gana en esta vuelta. Si volveremos a ver al Allendismo revolucionario o veremos a otros Lagos socialdemócratas.

Trump altera nuestra pasividad

Chile sigue sin tener una Estrategia de Seguridad.

El próximo Libro de la Defensa, por lo que se filtra desde los lugares en que en estricto secreto se trabaja ese documento “de Estado”, expondría respecto a problemas de gran relevancia ideológica para sus autores: los homosexuales; la mujer en las FFAA; el cambio climático; la cooperación con Unasur, y la creación de FFAA para la paz, todos ellos periféricos al objeto de la defensa nacional

A comienzos del año 2009 Bachelet –en su primera administración y antes de su revival revolucionario- viajó, en compañía del senador Navarro (MAS) y del diputado Teillier (PC) a La Habana a rendir homenaje a Fidel Castro. De esos devaneos ideológicos no queda nada. Todo el esquema político y estratégico del programa de seguridad de su actual gobierno, -un proyecto de inserción revolucionaria, antiimperialista y regionalista- imaginado y comenzado a construir en torno a Unasur, la Patria Grande y la ideología del Foro de Sao Paulo se derrumbó junto con los gobiernos de izquierda de Argentina, Brasil y Venezuela y el fracaso del gobierno de Bachelet en medio de una demostración dramática de incompetencia gubernamental y de gestión.

Mientras tanto, el mundo siguió su marcha. La realidad regional cambió por completo y el Ministerio de Defensa de Chile no se dio por aludido y siguió en su ocupación tradicional: no hacer nada y justificar su existencia tratando de publicar un Libro de la Defensa que no interesa a nadie ni sirve para nada.

Luego vino el terremoto Trump.

Este no es un tema marginal, que afecta a otros y pasa sigilosamente por nuestro lado. En efecto, si recordamos la actitud inmediatamente posterior al 11 de septiembre del año 2001, veremos que EEUU convocó a los países del mundo y los separó en dos bandos claros: los amigos y los otros.

En ese momento crítico, el entonces presidente Lagos marginó a Chile de participar en Iraq, y lo pudo hacer casi sin consecuencias debido a que el presidente de los EEUU era una persona sujeta a los cánones normales de la democracia y del respeto entre los estados. Eso ya no es mas así. No con Trump.

En este contexto de fondo debemos considerar que Chile ha firmado con EEUU una amplia variedad de compromisos, declaración de intenciones y de acuerdo políticos, diplomáticos y militares; formales y administrativos. Mientras su cumplimiento se materializó dentro de cánones “normales” no hubo problemas; lo que se solicitó y exigió estuvo mas o menos dentro de las líneas políticas sobrentendidas entre las partes, aun cuando no hubieran sido explicitadas específicamente. Actualmente y en el futuro próximo no existe ninguna seguridad que eso continúe vigente y que no se nos ponga ante disyuntivas difíciles de resolver.

Habría que comenzar considerando los efectos del cumplimiento, por parte de la administración del presidente Trump de la expulsión de los inmigrantes mexicanos desde EEUU y la reacción y respuesta regional; la imposición unilateral de proteccionismo económico, y el aporte que se nos exija para cumplir eso de “America first”.

Por otra parte, cada vez que Chile hizo alguna aproximación a China en el ámbito militar, aun la mas leve e inocua, nuestro socio norteamericano nos hizo saber su disgusto. Ahora estamos frente a una probabilidad muy alta de emprender un camino que nos aproximará a China alejándonos de EEUU en lo económico, lo político, lo estratégico y específicamente en lo naval/marítimo en el Pacífico.

Parece de la mas elemental prudencia evaluar con la mayor precisión posible el efecto que estos cambios producirán en el escenario de nuestra seguridad nacional y en particular sobre nuestra Armada, que hasta ahora ha recibido un trato especial, -en lo tecnológico, de acceso a información clasificada y a armas sofisticadas-, reservado a las Armadas amigas y de confianza..

En esta misma línea, me parece evidente que la inactividad, la gasificación ideológica y la falta de realismo de nuestro Ministerio de Defensa comienza a transformarse en una amenaza a la seguridad nacional y a confirmar que su incompetencia es dañina para Chile.

El repetitivo y rutinario Libro de la Defensa debería abocarse a tratar de entender que está pasando, como afecta a nuestra seguridad y como debe preparase nuestra defensa para apoyar los intereses nacionales en este nuevo escenario.

La Armada, cuyo campo de acción –el Océano Pacífico- es el espacio crítico en que se jugarán las políticas y estrategias globales en los próximos años necesita directivas específicas y claras de sus autoridades políticas.

Es hora de sacar de su reposo al Ministerio de Defensa

PIÑERA PRESIDENTE

Nicolás Noguera, gerente general de Bancard, sociedad de inversiones de Sebastián Piñera, mostró calidad humana y profesional al hacerse cargo de la crisis suscitada por los negocios entre Bancard y la pesquera peruana Exalmar y explicó que su gestión se basa en tres pilares:  hacer buenas inversiones, ser leal a sus mandantes y satisfacer sus expectativas.

No se le puede exigir sensibilidad política ni consideraciones éticas correspondientes a actividades de su controlador en relación a otras áreas de su quehacer. En este orden de cosas, mas responsabilidad tiene el hijo homónimo de Sebastián Piñera, miembro del Directorio de Bancard, quien es titular de un rol político en la conducción de la empresa y de protección del prestigio de su padre y controlador del grupo.

Por lo que se puede deducir de las informaciones públicas existentes hasta ahora, no habría delito, ni de Bancard ni de Piñera. Las amenazas del diputado Hugo Gutiérrez, insultador designado por Partido Comunista para sacar ventaja de este caso, son solo una muestra del actuar de esa secta, no tienen base.

En breve, a lo largo de muchos años, Piñera ha sido objeto de demandas y denuncias de diferente tipo. Nunca ha sido condenado. Esto indica que la justicia chilena, en cada caso, consideró que ninguna de esas acusaciones era delito, es decir, para la justicia chilena, Piñera siempre ha actuado dentro de la ley.

Sin embargo, reiteradamente ha tenido que dar explicaciones que convencieron poco o nada a la opinión pública y su prestigio y credibilidad ha sido afectado reiteradamente por estos hechos.

Paralelamente, sus partidarios, compañeros de partido y asociados a Chile Vamos confiesan que en esta campaña electoral esperaban que en cualquier momento saliera a la palestra su doble militancia, -en la política y los negocios-. Y estaban anímicamente preparados para sortearla; creían que la ciudadanía estaba acostumbrada a las periódicas denuncias de escándalos comerciales y financieros y que, como se señaló, no llegarían a ser probadas como delitos, por lo que una nueva acusación no cambiaría demasiado la invulnerabilidad del candidato Piñera.

Esta conformidad, en que la ausencia de un veredicto judicial negativo valida todos los comportamientos del empresario, está próxima al cinismo: “todos creen que no actúa éticamente pero como nada ha sido probado legalmente, podemos vivir con ello” y tácitamente quedan a la espera del próximo escándalo –en Chile o en el extranjero- para salir nuevamente en su defensa jurídica y volver a obtener una absolución legal, aunque simultáneamente gran parte de la opinión pública quede convencida que la acción fue  incorrecta o “fea”.

La moral es algo delicado de tratar. Obviamente las criticas de los Gutiérrez no valen nada, tienen que consultar el diccionario para averiguar el significado de la palabra, antes de emplearla. Las de otros chilenos, de la mayoría me atrevería a decir, si son importantes porque reflejan una manera de ser, de vivir y de entender lo que debe ser un líder nacional.

Cuando una persona, como Piñera, alcanza una fortuna descomunal, cuando sus intereses se desparraman por el mundo, se disuelven en una maraña de empresas, conglomerados y asociaciones y actúa en un medio en que la rapidez, la formalidad jurídica y la rentabilidad lo es todo, los parámetros éticos comienzan a diferir mas y mas de los que rigen el actuar de los chilenos comunes.

En el caso actual, Exalmar, las acciones, probablemente legales de Piñera y familia, están lejos de la comprensión y aprobación de los chilenos. Posiblemente estén dentro de los parámetros internacionales que rigen para este tipo de empresarios, que no son válidas para los ciudadanos de a pié. El actuar de Piñera – Presidente no es representativo de las formas ni del fondo que anima a la mayoría de los chilenos.

Esta inconsistencia derivará, una y otra vez, en enojosas y molestas explicaciones que nunca serán completamente satisfactorias, no por que sean falsas sino porque corresponden a muy diferentes visiones y posiciones en el mundo . Si a esto agregamos que el umbral de exigencia ciudadano sobre estos temas aumentó considerablemente los últimos dos años podemos anticipar un choque inevitable entre la ciudadanía y el primer mandatario.

El caso de la Presidente Bachelet -que fue catalogada como “incombustible” en el afecto, respeto y credibilidad que le profesaba la ciudadanía- muestra que todo puede venirse al suelo en un solo traspié afectando gravemente no solo al Presidente sino a la gobernabilidad del país.

Creo, sinceramente, que la adquisición de las acciones de la pesquera peruana por ahora no pone en tela de juicio la capacidad de Piñera para gobernar, su dignidad presidencial ni su compromiso con el interés nacional. También creo, que en las actuales circunstancias de la sociedad chilena la derecha debe buscar otro abanderado y debe evitar sucumbir a la ansiedad que causa el legítimo deseo de volver al poder. La consistencia entre lo que se dice y lo que se practica es, en estos años, vital.

La falta de entusiasmo y la escasez de voceros para salir en defensa del candidato muestra la incomodidad de muchos.

LA SONRISA DE PINOCHET

A Pinochet no le bastó derrotar repetidamente a los comunistas mientras vivió, sigue haciéndolo después de muerto. Desde su tumba su sonrisa socarrona se burla de ellos y de su incompetencia.

El Gobierno Militar impidió que Allende y su Unidad Popular capturaran el poder para ejercerlo sine die.

Derrotó la “política de rebelión popular de masas” organizada por el Partido Comunista, la “Coordinadora Guerrillera Internacional” y su “Batallón América”, capturándole las armas en Carrizal Bajo.

Hizo fracasar la Operación Siglo XX – dirigida por Teillier- donde asesinaron a cinco de sus escoltas pero no pudieron matarlo a él, impidiendo de paso que el PC se rehabilitara- ante sus mandantes cubanos y soviéticos- por sus repetidos fiascos.

Pinochet hizo fracasar la estrategia del PC para derrocarlo mediante atentados terroristas y violentas “manifestaciones pacíficas” y al final los obligó a someterse a la estrategia política y “burguesa” de la Concertación.

Impuso una transición pactada que lo mantuvo a él al frente del Ejército durante los primeros años de la “vuelta a la democracia” y dejó como herencia su “modelo”, su Constitución; la economía de mercado, las AFP, las Isapres y las Universidades privadas, el código laboral, todos engendros que los comunistas odian a morir.

Les dio una paliza tras otra.

La Nueva Mayoría (NM) con la participación protagónica del PC -bajo el “liderazgo” de Bachelet-, llegó al poder con mayoría completa y total en ambas cámaras.

Llegó con la pretensión de retro excavarlo todo. Sacar los cimientos del “modelo” de la dictadura y así, hacer de Chile una sociedad próspera, igualitaria, con movilidad social y con derechos sociales garantizados. Lejos de Pinochet y su herencia maldita.

El caballo de batalla de la NM para justificar sus acciones fue la eliminación de lo que consideraba la creciente desigualdad social y económica; la rígida estratificación social, y el desmantelamiento del sistema educativo que constituía una traba para lo anterior. La expresión “desigualdad” fue mencionada 41 veces en el Programa de la NM.

A tres años de gobierno el panorama no puede ser mas desolador. Los presuntos beneficiarios de la revolución no la aprecian en absoluto y la politización de la administración pública –puesta en manos de ineptos- nos muestra a diario un fracaso tras otro. Sin la morigeración de la Democracia Cristiana, la izquierda dura mostró una irremediable incapacidad para gobernar.

La guinda de la torta es el resultado de la CASEN 2015 y de su análisis comparativo a los largo de varios años. El trabajo del Dr. Sapelli, PhD, Doctor en economía de la universidad de Chicago y del Instituto de Economía de la PUC, es lapidario.“Durante las primeras décadas del siglo XX la distribución del ingreso estaba empeorando, en la segunda mitad del siglo hubo una reversión de esa tendencia. En ese proceso de mejoras, comparando la generación nacida en 1960 versus la generación nacida en 1985, la distribución del ingreso mejoró en ocho puntos. Si se compara con la generación de los 90 la mejora es de 20 puntos en el GINI. Hay una mejora de mayor magnitud entre la generación de los 80 y los 90’.

Es más que claro que el proceso de reducción de la desigualdad es mucho más fuerte de lo que se había detectado antes”.

Las políticas económicas del Gobierno Militar sentaron las bases para un veloz crecimiento económico. En esas condiciones, lo mas frecuente es que todos crezcan pero que los mejor educados lo hagan mas rápido y se produzca un deterioro de la igualdad y una crecimiento del índice GINI, pero en Chile no sucedió así, el GINI no disminuyó mucho, pero no creció.

A partir de 1985 la desigualdad comenzó a reducirse a medida que las nuevas generaciones, mejor educadas y con mayor acceso a la educación universitaria y técnica, fueron reemplazando a las generaciones mas viejas con menos educación y menores ingresos y el índice GINI comenzó a reducirse hasta bajar de 50 en la última CASEN.

Sin embargo, las políticas que afecten al crecimiento o al acceso o a la calidad de la educación, aumentarán la desigualdad y las políticas de la NM han sido muy efectivas en deteriorar ambos aspectos, lo que reducirá las posibilidades de seguir disminuyendo la desigualdad.

Una de las causas del movimiento de los “pingüinos” es un efecto colateral al que no estábamos acostumbrados: Así como los pobres pueden salir de la pobreza, otros pueden caer en ella y eso aumenta la incertidumbre. Por otro lado, al comienzo de la llegada de nuevas cohortes de profesionales graduados recientemente los primeros en llegar recibieron salarios muy buenos, que al seguir llegando profesionales, fueron disminuyendo ya que el mismo beneficio se distribuyó entre mas personas.

En palabras del Dr. Sapelli: “En buena parte la dinámica que se generó (en el movimiento “pingüino) tiene que ver con la creación de premios salariales para los que tenían  mayor educación por el alto crecimiento económico de Chile, en un contexto de escasez de profesionales. La gente vio esos premios y se sintió motivada para estudiar, pero este  mismo proceso de generar más profesionales afectó los premios salariales. Por eso la población se sintió estafada de alguna manera. Este proceso de que haya más profesionales es bueno porque antes había importantes premios salariales a los que accedían pocas personas, y después hay premios más chicos pero tienen acceso más personas”.

Conclusiones

1- Ha habido una mejora muy importante en la reducción de la desigualdad, pero la izquierda no la quiere ver.

2.- La realidad en temas de desigualdad en Chile es «para celebrar» y los datos son «inapelables».

3.- La tendencia del índice GINI a seguir disminuyendo no está garantizada. Sólo «en el mejor de los casos» las reformas del actual Gobierno no tendrán impacto en esta trayectoria, es mas probable que resulten contraproducentes. La izquierda “autoflagelante” es incompetente para gobernar, mucho menos de crear y distribuir riquezas.

4.- Las políticas económicas del Gobierno Militar fueron exitosas e hicieron crecer la economía en niveles nunca vistos en Chile. Este crecimiento fue para todos, pero las personas con mayor educación inicialmente crecieron mas.

5.- La política de educación del Gobierno Militar fue exitosa y se está reflejando en un acortamiento de la desigualdad, -derivado del crecimiento de la clase media y de sus mayores ingresos debidos su mejor educación-, ha medida que van reemplazando a las generaciones mas viejas y con menos educación.

6.- La sociedad chilena está transitando de una sociedad de proletarios de clase trabajadora a una de propietarios de clase media. La Nueva Mayoría sepultó una forma de entender y hacer política. Este es el resultado de las políticas del Gobierno Militar, y la mayor amenaza para su continuidad son las “reformas” de la Nueva Mayoría. Este cambio social significa la muerte del comunismo. La muy cacareada “mayoría sociológica” no existe.

La adopción por parte de Ricardo Lagos de su expresión “los señores políticos” debe haber regocijado a Pinochet y el espectáculo de Bachelet mostrando la desnudez intelectual y de gestión de la izquierda dura lo debe hacer sonreír con malicia

Hoy día, el único “triunfo” del comunismo es la continuación de la prisión de los militares en Punta Peuco, la exacción de ingentes cantidades de dinero en compensación por la muerte de sus deudos y la reversión de la dirección del “Ni perdón Ni olvido” que terminará reventándoles en la cara. En todo lo demás Pinochet los derrotó inapelable y reiteradamente.

Buen motivo para sonreír.

Los Detenidos Desaparecidos del SENAME

Las FFAA de Chile han sido sometidas a un escrutinio extremadamente severo en cuanto al irrespeto a los Derechos Humanos de personas durante el Gobierno Militar. Los investigadores y persecutores han provenido de iglesias; la masonería; el Poder Ejecutivo a través de organismos creados ad-hoc para ello; del Poder Legislativo que ha creado leyes, procedimientos y disposiciones también ad-hoc; el Poder Judicial que abiertamente ha hecho suya y ha tomado partido a favor de la causa de los afectados; organizaciones sociales de diversos tipos y ONGs de los mas diversos orígenes y propósitos.

El punto y los métodos mediante los que ha sido llevada esta inquisición es discutible y, legítimamente, hay posiciones diversas.

La implacable aplicación de la política de “Ni Perdón ni Olvido” aplicada por el Partido Comunista y sus simpatizantes ha significado la creación de situaciones humanitarias que han merecido el reparo de miembros del Poder Legislativo y de la Iglesia Católica, además, obviamente de los simpatizantes del Gobierno Militar y de personas que respetan y apoyan a las FFAA.

El núcleo de esta situación es la existencia de 1210 personas consideradas detenidos desaparecidos en Chile tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. De éstas, 60 eran extranjeros y 54 eran menores de edad.

El conflicto base que dio origen al enfrentamiento interno fue el suscitado por la pugna entre la Oposición y el Gobierno de  Allende y su Unidad Popular-, que intentaron apoderarse del total del poder político, económico y social para imponer un gobierno revolucionario y posteriormente entre el Gobierno Militar y el  Partido Comunista y su intento armado, -con abundante apoyo internacional- para revertir la derrota.

No cabe duda que la desaparición -hace ya casi medio siglo- de estas personas, en un lapso de 17 años de lucha armada en que ambos sectores sufrieron bajas -donde obviamente los derrotados las tuvieron en mayor número- constituye una desgracia muy difícil de sobrellevar por los deudos y un daño irreparable para los que sufrieron la pérdida de su vida y muchas veces malos tratos crueles e innecesarios.

Hoy enfrentamos una situación parecida y, si es posible, aun mas atroz.

Investigaciones llevadas a cabo por miembros del Poder Legislativo y también del Ejecutivo, dan cuenta de la muerte, en un lapso de solo 11 años (2005 – 2016) de 1336 personas, mayormente menores de edad (243 en residencias de protección, 406 en organismos colaboradores, 206 en centros de protección ambulatorios y 33 por justicia juvenil) y algunos mayores de 18 años (215 en residencias, 21 en ambulatorios y 212 por justicia juvenil).

A estas muertes se suman serias sospechas de que muchas de ellas fueron víctimas de violaciones, adopciones ilegales y ventas de órganos. Todas estas personas estaban a cargo del Servicio Nacional de Menores (SENAME), un organismo gubernamental bajo control de Ejecutivo, administrado por personas asignadas a los diferentes cargos mediante cuoteo entre los miembros de los partidos de gobierno. Siempre bajo la supervisión y responsabilidad del Ejecutivo.

Ninguno de los niños del SENAME tuvo jamás un arma en sus manos ni la mas leve intención de matar u oprimir a nadie. No tuvieron ninguna oportunidad de escapar ni evitar su martirio. Eran verdaderamente inocentes.

El diputado independiente René Saffirio calificó el informe (presentado por Solange Huerta que actualmente encabeza el SENAME) como demoledor: Es una violación sistemática de los derechos humanos de niños y adolescentes, declaró que “quien pudo ocultar 1.336 muertes durante 10 años, perfectamente pudo ocultar donaciones de órganos sin respetar los protocolos y venta de niños al extranjero bajo la forma de una adopción internacional”

El diputado Ramón Farías (PPD) calificó la cifra de fallecidos en el SENAME como “escalofriante” y como una muestra de que “el sistema se está cayendo a pedazos”. A continuación extendió una capa de bálsamo: “Si hallamos responsabilidad penal en la comisión investigadora la vamos a tener que poner en conocimiento del Ministerio Público”. Nada muy drástico para tamaña brutalidad.

La Presidenta Michelle Bachelet, por su parte, expresó su “tristeza y malestar” por las muertes en el SENAME y anticipó que mañana anunciará medidas concretas para abordar la crisis del organismo, aunque sin ofrecer detalles de las acciones que emprenderá el Gobierno.

Volviendo al caso de las violaciones a los DDHH cometidos durante el Gobierno Militar, el Informe Rettig certifica 307 casos de menores de 20 años ejecutados. Por su parte, el Informe Valech sumó un anexo con 102 casos titulado «Menores de edad «detenidos junto a sus padres o nacidos en prisión”.

El balance numérico es desfavorable a los Gobiernos Democráticos; la reacción de la izquierda ante las violaciones a los DDHH de los niños afectados es completamente diferente a cuando afectó a sus combatientes adultos, y la «indignación moral» nacional y mundial es de una devastadora asimetría.

¿Por qué será?.

BACHELET Y LA PAZ EN COLOMBIA

En representación de lo que queda de nuestro país, Bachelet concurrió a Colombia para unirse a la celebración de la firma del cese de la guerra entre sucesivos gobiernos de ese país y la guerrilla de las FARC.

La prensa nos informa de su idea respecto a lo que se celebra: “Consultada por la experiencia de Chile luego del régimen militar y de cómo nuestro proceso de reconciliación podía ser útil para el pueblo colombiano, la jefa de Estado sostuvo que «creo que es importante saber que reconciliación no es sinónimo de olvido. Por el contrario, justamente, para que nunca más se repita este tipo de cosas, la memoria es fundamental”.

Interesante respuesta. En la celebración de la firma del cese de la guerra, ella se une a los que quieren una “reconciliación” que impida la destrucción de los terroristas pero recordando para siempre lo que hicieron “los malos”, “para que nunca mas repita ese tipo de cosas”.

Lo que Bachelet aplaude es el cese de la guerra es decir, que las FFAA de Colombia no sigan infringiendo castigo a unas FARC derrotadas y que estas trasladen la lucha desde el combate armado a otro político, donde encontrarán una nueva oportunidad para intentar imponer su régimen totalitario, para lo cual es necesario que, simultáneamente, se mantengan vivas las razones, argumentos y justificaciones de la guerra que esgrimieron y seguirán empleando los derrotados.

¿Qué tipo de cosas son las que no deben repetirse jamás?

¿El intento de imposición de un régimen marxista por la fuerza o la rebelión de los demócratas, encabezados por las FFAA, para impedirlo ?

En Chile el gobierno de Allende, abusando de su autoridad, intentó incorporar institucionalmente a las FFAA a su gobierno cooptando a sus altos mandos con la complicidad de Prats. Fracasó en el intento.

Simultáneamente, mediante los grupos de extrema izquierda que operaban al alero de Castro, trabajó en su división y subversión. Tampoco lo logró, volviendo a fracasar en volcar “la correlación de fuerzas” a su favor.

Los sectores democráticos empujaron y justificaron la intervención de las FFAA para deponer a Allende pero sin asumir la responsabilidad: la cobardía característica de la derecha comenzaba a mostrar su cara repugnante.

Luego vino el intento de levantamiento armado del Partido Comunista apoyado por la URRS, Alemania Comunista, Cuba y los eternos compañeros de ruta europeos. Fracasaron nuevamente; el intento de asesinato de Pinochet fue un fiasco; su armamento fue capturado en Carrizal Bajo y sus cuadros entrenados en esos países fueron cayendo a medida que ingresaban a Chile.

Derrotados, aceptaron la negociación política, pero al igual que en Colombia, engañaron a todos con una “reconciliación” funcional a sus intereses circunstanciales e impusieron una “memoria” eterna para continuar la lucha.

Y así estamos; los militares encarcelados, difamados y perseguidos; los “guerrilleros” amnistiados y subvencionados; la izquierda «renovada» abusando del poder y la derecha forrada y feliz.

Pobre Colombia, está al comienzo de un camino similar, Dios quiera que me equivoque, pero es mas que probable que prontamente aparezca un Aylwin cualquiera que desconozca el acuerdo; una derecha que se una al lucro al amparo estatal y que se fortalezca la misma izquierda odiosa que en Chile proclama “NI PERDÓN NI OLVIDO” al amparo de la sonrisa maternal de Bachelet y la cara de bagre de su señora madre … para volver a intentar un nuevo asalto totalitario al poder.

La continuación de la lucha hasta la destrucción total de las FARC; la ejecución de sus líderes; el encarcelamiento prolongado de sus cabecillas y la mas fuerte sanción para los ayudistas y compañeros de ruta habría sido una solución mas duradera … para que nunca más se repita ese tipo de cosas.

 

UN(A) “BUENA ONDA” O UN LÍDER POLÍTICO

En una etapa del desarrollo nacional en que la prosperidad parecía automática e indestructible, la gente se cansó de los líderes políticos y se inclinó por Bachelet. Querían amor, cariño, descanso y relajamiento y lo tuvieron. A poco andar el progreso económico se detuvo y se insinuó la crisis, Bachelet hizo un cambio de gabinete y entregó, -en los hechos- el gobierno a los líderes tradicionales de la Concertación. Pero la Caja de Pandora ya había sido abierta.

La decadencia se insinuó pero el gobierno retrocedió justo al borde del desastre sin precipitarse al vacío, se terminó el período de Bachelet y fue elegido Piñera.

Piñera enfrentó y resolvió bien los elementos concretos que conformaban la crisis, pero careció de manejo político, de simpatía, de empatía y se las arregló para antagonizar con la gran mayoría de la opinión pública, que reconociendo su habilidad directiva, no pudo digerir su inusual personalidad ni su carencia de “relato”.

Y volvió Bachelet, ahora en brazos de lo que fue instalado por los medios de comunicación social como “su carisma”

El término carisma se ha banalizado y ya no se sabe muy bien que significa. En su origen tiene una acepción religiosa, está relacionado con la noción de gracia o don divino. En los tiempos laicos actuales los medios de comunicación transformaron el concepto y la forma del carisma y lo convirtieron en un producto más, disponible -para quienes pudieran pagarlo- en el mercado.

La Concertación de agarró desesperadamente de Bachelet para volver al poder, para lo cual se abocó a la ”construcción de una realidad”: la invención e instalación en la opinión pública de un “liderazgo carismático” de Bachelet capaz de dar en el gusto a cada chileno en particular, fuera lo que fuera que quisiera o pensara.

Para entender el concepto de liderazgo primero hay que describirlo brevemente; un líder es la persona encargada de guiar a otras por el camino correcto para alcanzar objetivos específicos o metas que comparten, el líder es la persona que guía al grupo y es reconocida como su orientadora.

El líder carismático es aquel al que sus seguidores le atribuyen condiciones y poderes superiores a los de otros dirigentes.

El líder tradicional es aquel que hereda el poder ya sea por costumbre o por jerarquía.

El líder racional es aquel que es elegido por su calidad de experto en las materias que le competen. Generalmente su ascenso es el resultado de una “carrera” o “trayectoria” que constituye la base comprobable de su capacidad y excelencia.

Volviendo al caso de Bachelet, Max Weber es muy claro respecto a las características y carencias del liderazgo carismático:

“El poder del carisma, se basa en la creencia, en la revelación y en los héroes”.

“Los seguidores reconocen a su líder no por legitimidad, sino porque representa un deber con ellos, una esperanza, un cambio y lo más importante una figura que se manifiesta de forma mística”. “El carisma es particularmente sensible al pensamiento utópico y es útil y eficaz cuando coincide adecuadamente con la situación internacional, la de la comunidad y con el contorno histórico”.

La nueva realidad política y social de Chile construida por los medios para Bachelet y sus seguidores constituyó su diagnóstico político y la base de su programa y resultó ser un gran error. Partiendo de un mal diagnóstico las políticas consideradas resultaron ser ineficaces; el mal diseño práctico de las mismas y su penosamente inepta puesta en práctica concluyó en un fracaso integral e irremediable.

Bachelet fue el producto de un eficaz manejo político que creó un carisma inexistente, en base a imágenes, promesas, sonrisas y gestos de complicidad. Sobre esa irrealidad se construyó otra mentira: un liderazgo carismático, en base a una persona que tenía varios elementos de carisma y ninguno de liderazgo.

Sus carencias críticas fueron su falta de experiencia, de conocimientos, de carácter, de habilidad negociadora, de generación de consensos, de autocrítica, de pluralismo, de visión estratégica y de capacidad para enfrentar y resolver problemas.

Cuando perdió la imagen de honestidad, asesinó fatalmente su propia credibilidad; cuando cayó en el personalismo y la indecisión, liquidó cualquier pretensión de liderazgo y cuando insistió en la imposición de sus preferencias personales dejando de lado la interpretación la voluntad ciudadana y lo que conviene al bien común, Bachelet se acabó.

¿Qué había pasado?. Los partidos políticos, en franca decadencia, incapaces de renovar sus liderazgos y capturadas sus directivas por oligarquías dominantes y corruptas se alejaron de la ciudadanía, recurrieron a la búsqueda de liderazgos carismáticos y encontraron un buen producto base en Bachelet 1.

Terminó su mandato tambaleando y fue reemplazada por un Piñera que satisfizo las necesidades económicas de la ciudadanía pero no pudo ocupar su lugar en el corazón de la opinión pública y Bachelet 2 fue traída de vuelta pero ahora en versión autoritaria. Ella se creyó el cuento de su liderazgo carismático y actuó en consecuencia. Se deshizo de sus “moderadores”, se quedó sola y cayó al vacío.

¿Qué viene ahora?. La derecha insiste con Piñera, el mismo Piñera pero ahora sin sorpresa ni suspenso. La izquierda se debate entre repetir el ejercicio por tercera vez, ahora construyendo un nuevo “líder carismático” a partir de una figura del periodismo, simpaticona y buena onda y sin ninguna trayectoria reconocible o volver a un “liderazgo racional” que pudiendo ser eficaz parece no consolar el corazón destrozado de sus bases mas radicales.

Los chilenos tiene la palabra: elegir a un candidato que pueda “ganarle al otro”; elegir a alguien que los “haga felices con su presencia” o elegir a uno que los “haga felices con sus resultados”.

¿Qué queremos, otro amor romántico o tener al mando a un experto comprobado?.

Para saber quien sería la mejor elección hay que exigir que cada candidato presente su programa en forma detallada; los compromisos que se compromete a respetar y los resultados a alcanzar; los miembros mas conspicuos de sus equipos; los partidos que lo apoyan; como va ha materializar su programa y sobre todo, de dónde va a sacar la plata para llevar a cabo sus sueños. No mas vaguedades, no mas presunta comunicación intuitiva con la ciudadanía, no mas prescindir o ningunear a la oposición. Debates pre electorales abiertos, reales, sin limitaciones ni cortapisas.

No mas retroexcavadoras y si mas participación durante el gobierno, no solo durante las elecciones y no me refiero a simulacros como el de la Constitución o los Talleres del Libro de la Defensa.

 

 

SEMBRAR VIENTOS Y COSECHAR TEMPESTADES

Desde su aparición en la escena política nacional el factor mas resaltante de su atractivo fue su carisma: empatía, conexión con la gente, sinceridad, modestia. Durante su primer mandato comenzó con un descenso que se acentuó y luego, casi a mitad de período, tras un agudo cambio de estilo (y de gabinete) se recuperó, trasmitiendo al público que ahora si, la verdadera Bachelet salía al ruedo. Tuvo éxito, dejó el gobierno con mas de 70% de popularidad, aun arrastrando desastres de la magnitud de la puesta en marcha del Transantiago y el increíblemente incompetente manejo de la crisis producida por el terremoto del 27 de febrero del 2010.

Salió bien pese a todo y tras ella quedó una imagen que confirmaba los atributos que se suponía tenía en abundancia.

Su reelección fue la tabla de salvación de la izquierda, se decía que traía consigo un “Programa” elaborado en detalle, listo para ser puesto en práctica, realista y factible. No fue así, desde sus primeros pasos el programa resultó una mentira. No existía. Era solo una lista de títulos de cosas que “sería bueno hacer” o “que sería lindo que existieran”.

Su atributo ancla, la honestidad, sinceridad y cercanía se derrumbaron en el caso Caval, un ejercicio de abuso de poder y corrupción interpretado por su hijo y su nuera. Luego todo siguió en el mismo plano inclinado rumbo al fracaso.

Ahí nos encontramos. En el fracaso integral. Una presidente ausente, oculta, escondida. Con orejeros que la empujan a decisiones políticas absurdas, rodeada de regalones y amiguis incapaces, inexpertos que creen saberlo todo y tener – en exclusividad- las respuestas a las inquietudes de todos los chilenos.

Pero pese a todo, aun se podía esperar que siguiera su camino con cierta dignidad y sin hacer mucho mas daño a la república. Ya no es así. Su nueva ocupación es la activa siembra de vientos, y cosechará tempestades.

La conmemoración de este 11 de septiembre -ausente del mas mínimo apoyo ciudadano- se ha traducido en una celebración gubernamental del odio, el sectarismo y la venganza. Lo trágico es que no parece ser una reacción puntual. En efecto, comenzó con la incorporación al equipo defensor de los derechos de Chile en La Haya, de la abogado Carmen Hertz, especialista en DDHH y activista de larga trayectoria. Se nos trata de engañar señalando que Hertz “trabajó durante 10 años vinculada al Ministerio de Relaciones Exteriores”

La verdad es que en 2009 asumió como directora de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, departamento en el que anteriormente se desempeñó como asesora jurídica por cuatro años (1994-1998).

En 2003 fue agregada de Chile ante los organismos internacionales con sede en Ginebra y abogada del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior (2004-2006). Es decir, de DDHH desde la perspectiva de izquierda, mucho; de litigios entre países, nada.

¿Cuál es el aporte que hará?: ¿poner una perspectiva “de izquierda” a la posición chilena?; ¿ganarse algunos pesitos –sueldos y viáticos- antes que llegue el invierno?; ¿una plaquita “por favores concedidos”?.

En esta misma línea, tenemos el nombramiento de Solange Huerta a la cabeza del Servicio Nacional de Menores –Sename- tras una trayectoria de desinterés y desidia por el cuidado -o la falta de él- de los DDHH de centenares de menores que llegaron hasta su juzgado. Pero sucede que Huerta fue la fiscal que trató con delicadeza a Bachelet frente al caos de su gestión y sobre todo su incapacidad para haber puesto en servicio un Sistema Nacional de Emergencias digno de tal nombre y también enérgica aplicadora selectiva de todos los medios que puedan perjudicar a los militares y opositores.

La guinda de la torta fue este día 11 de septiembre. Comenzó con una romería de ministros y funcionarios públicos por los “memoriales” de cuanto grupo armado atacó a la sociedad chilena desde 1973 y recibió su merecido castigo.

Se nos dice que es bueno recordar para no caer en lo mismo. Si es así, ¿por qué no fueron a visitar el memorial de los militares asesinados por orden de Teillier en la Cuesta del Melocotón?, o al Mausoleo Institucional de Carabineros donde encontrarían una buena cantidad de carabineros asesinados mientras hacían guardia en la calle, o la tumba del senador Jaime Guzmán, asesinado por el Partido Comunista. ¿Es que un presidente suicidado vale mas que un senador acribillado a balazos?.

Pero la cosa es así, los terroristas fueron “asesinados” y los carabineros y militares fueron “ejecutados”. Los primeros son homenajeados por el gobierno y sus ministros y los otros insultados por los activistas de DDHH, todos ellos de izquierda.

Pero la guinda de la torta fue el rescate de Lorena Fries, desde el anonimato desde nunca debió salir, para instalarla en un nueva “subsecretaría” de DDHH. Adivine, ¿cómo será la repartija de los cargos?, por partidos, por “lotes”, por cuoteo numérico?. Ahora que vienen las elecciones municipales pueden ser una moneda de canje eficaz.

Lorena, inefable -enemiga declarada de la policía- su pesadilla es un Carabinero.

A cargo de la subsecretaría de DDHH, buen sueldo, viáticos, paseos al extranjero, rango ministerial. Va a durar poco, pero apuesto a que alcanzará a hacer bastante daño. Es lo suyo.

¿Por qué un gobierno que se derrumba comete este tipo de barbaridades?, ¿falta de inteligencia?, ¿carencia de sensibilidad?, ¿enojo con los chilenos que no aplauden sus dislates?, yo creo que es la muestra palpable de la completa y definitiva desconexión entre el grupo de marxistas iluminados, en decadencia terminal, que no perciben que Chile es diferente y que sus cuentos ya no son creíbles.

El punto central es que se niegan a entender algo que Tomas Moulian les viene

diciendo desde hace ya décadas en su “Chile, Anatomía de un Mito”. Los chilenos, en su mayoría, son ciudadanos de clase media que solo esperan que las condiciones de competencia sean un poco menos desfavorables para tratar de surgir. No quieren ser mendigos de los favores de un estado que decida donde estudian sus hijos, donde recibirán la vivienda fiscal, donde serán atendidos por una mala salud publica y queden abandonados a la merced de la criminalidad rampante que la izquierda solo puede mirar pasmada (o con simpatía)

Chile cambió, ciertamente, pero no en la forma que la izquierda quiere, porfiadamente, hacernos creer. Chile no es un país de izquierda. No se de que será, o siquiera si es posible reducir a 18 millones de personas en un concepto tan limitado y restrictivo

Pero de izquierda, no es.

Hasta el Poder Judicial está comenzando a ubicarse, ven nubes en el horizonte.

 

Control de las FFAA y División de Poderes

 

En la región hay casos dramáticos de FFAA que se constituyeron en factores permanentes de opresión política y abuso de poder sobre sus ciudadanos; otros en que sectores políticos civiles incapaces de conquistar democráticamente el poder y mantenerlo indefinidamente, construyeron FFAA a su imagen y semejanza para que los afirmaran; otros que cooptaron a sus mandos -mediante la corrupción o ventajas económicas y sociales- para que los ayudaran a imponer políticas que la ciudadanía no aceptaba de buen grado. Ha habido también casos en que disputas entre poderes del estado, ejecutivo contra legislativo, se resolvieron mediante la incitación a las FFAA para que actuaran contra uno u otro bando.

En Chile tenemos casos dramáticos: La revolución de 1891, en que el Poder Ejecutivo y el Legislativo no pudieron llegar a acuerdo y se jugaron por dividir a las FFAA tratando cada uno de capturar una parte mayor de ellas para enfrentar violentamente a sus oponentes. Tenemos también el intento –fallido- de Allende de capturar a las FFAA o lograr su división, para inclinar a su favor la correlación de fuerzas para imponer su revolución.

En Chile, la sapiencia política común en estos años, ha tratado de ocultar estas verdades para eludir sus culpas y dar sustento a una “transición” que parece finalmente superada y que señala el momento de comenzar dar la cara y decir verdades. Como sea, tenemos un asunto importante que despejar –como regular el empleo de las FFAA- y dejar de simular que el día 10 de septiembre de 1973 alguien dejó abierta la puerta del zoológico y las fieras escaparon a alterar la paz de la “copia feliz del Edén”.

Las Fuerzas Armadas son una parte esencial del Estado. Son diferentes a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, pero simultáneamente conforman la estructura básica de la función estatal. El Estado está pensado, creado y jurídicamente concebido en una perspectiva de normalidad. Las Fuerzas Armadas, por su parte, están previstas para casos excepcionales de la vida estatal.

Durante el estado de normalidad, las FFAA cumplen su función por medio del desarrollo de la planificación, organización, educación, entrenamiento de las fuerzas y el desarrollo de doctrinas para enfrentar un caso excepcional de características desconocidas y de ocurrencia imprevisible.

La primera función principal de las Fuerzas Armadas es la defensa del país: estado, gobierno, nación y territorio. Es decir se trata de garantizar la integridad territorial de la nación y restablecerla en caso de violación, así como para defender y proteger el orden estatal de su país y a sus ciudadanos de cualquier agresión del exterior.

En el cumplimiento de esta función, la medida fundamental de la integración de las Fuerzas Armadas al orden democrático es respecto a quien decide sobre la paz o la guerra, las Fuerzas Armadas o la dirigencia política del Estado.

Una segunda función principal de las Fuerzas Armadas es el constituir un último elemento de seguridad contra intentos internos de golpe, que pueden amenazar la existencia del Estado.

Esta función es en el entendido que no deben ser las propias Fuerzas Armadas las que decidan su misión interna como último medio para asegurar la existencia del Estado; esta decisión debe ser tomada por la dirigencia política del Estado.

Las Fuerzas Armadas son un instrumento de la dirigencia estatal, no son actores que actúan independientemente. Y tampoco las Fuerzas Armadas deben considerarse como garantes independientes de la Constitución o del orden estatal en el caso de que el Estado incurra en un conflicto que no represente una amenaza existencial. El problema se hace aun mas complejo cuando ello ocurre, es decir, cuando un conflicto político interno constituye una amenaza existencial -real y concreta- para el estado.

Un tercer ámbito por dilucidar se refiere al uso de las FFAA en tareas diferentes a las dos principales ya identificadas.

A veces parece no sólo atractivo sino también razonable, emplear a las Fuerzas Armadas, como factor único, funcional, con poder y capacidad para resolver problemas internos del Estado, es decir, problemas que no tienen nada que ver con las funciones básicas de las Fuerzas Armadas, como fue, por ejemplo, el empleo de fuerzas de la Armada de Chile durante el incendio de Valparaíso el año 2014.

Este empleo, al menos teóricamente, implica dos aspectos a considerar: el gobierno debe estar consciente de los riesgos en que incurre, ya que en adelante las Fuerzas Armadas -llamadas a funciones que no son de su incumbencia- pueden llegar a considerarse como las únicas capaces de resolver  problemas graves en el país. Eso a su vez intensifica el que las Fuerzas Armadas puedan considerarse también la solución de crisis que no están dentro de sus obligaciones sino que son internas del Estado, aun sin haber sido llamados. En otro orden de cosas, si los otros factores de orden del Estado, en especial la policía, son muy débiles o muy pequeños en número, para resolver problemas como por ejemplo, la prevención del terrorismo, no queda otra alternativa que responder a través de una intensificación del empleo de personal militar, con  equipamiento e instrucción adecuado para poder cumplir esos roles. No obstante, según su naturaleza, las Fuerzas Armadas no son policías de la seguridad interna.

Esto nos conduce a otro aspecto esencial de la integración de las Fuerzas Armadas dentro del Estado: la medida de esta integración depende decisivamente de las reglas especiales y concretas, particulares para cada país, que se establezcan para las Fuerzas Armadas y sus miembros en la vida cotidiana del estado. 

La Constitución. Lo señalado nos lleva a que las misiones -en sus dos ámbitos, interno y externo- que el Ejecutivo pueden asignar a las FFAA, así como las formas, condiciones y oportunidades en que se dispongan, deben estar previstas y claramente establecidas en la Constitución y ser parte de los acuerdos básicos de la sociedad.

En este punto también se hace evidente que esas previsiones deben apuntar tanto a (1) evitar que las FFAA intervengan en el ámbito político como (2) a que el Poder Ejecutivo emplee discrecionalmente a las FFAA para sus fines particulares, por lo que ambas situaciones deben encuadrarse en una casuística estrictamente establecida en la Constitución y que su cumplimiento sea fiscalizado por el Poder Legislativo y por el Poder Judicial, en lo que eso sea pertinente, por medio del ordenamiento legal.

Tenemos un caso nacional que muestra este asunto.

El 3 de enero de 1971 se aprobó el “Estatuto de Garantías Constitucionales” que el Partido Demócrata Cristiano (PDC ) exigió a Allende para ratificar su triunfo electoral en el Congreso. El PDC exigió que “se respeten las estructuras orgánicas y jerárquicas las FFAA y el Cuerpo de Carabineros, los sistemas de selección, requisitos y normas disciplinarias vigentes, se les asegure un equipamiento adecuado y su misión de velar por la seguridad nacional, no se utilicen las tareas de participación que se les asigne en el desarrollo nacional para desviarlas de sus funciones específicas ni comprometer sus presupuestos, ni se creen organizaciones armadas paralelas a las FFAA y Carabineros”.

Cuando esta discusión se inició, esta exigencia mereció una airada respuesta de Allende: “Soy intransigente defensor de las prerrogativas del Jefe el Estado … porque eso es una atribución privativa del Presidente de la República y seré celoso cautelador de sus atribuciones constitucionales … nunca nadie ha cuestionado la calidad de Generalísimo de las FFAA que por mandato constitucional asume el Presidente de la República. Esta condición, consubstancial a nuestro régimen jurídico, no admite intermediario en las relaciones entre los Altos Mandos y el Jefe del Estado”.

Al cabo, el “Estatuto de Garantías Constitucionales” se aprobó, pero cada parte la interpretó a su conveniencia.

De partida, Allende desconoció por completo la validez del Estatuto de Garantías Constitucionales, descalificándolo como una mera “necesidad táctica” para asegurar la toma del poder y luego involucró a los Altos Mandos de las FFAA en la materialización de sus políticas llegando al extremo de plantear al general Ruiz Danyau que asumiría como Comandante en Jefe de la FACH, que el cargo llevaba consigo, obligatoriamente, su ingreso como Ministro a su Gobierno. La oposición, que luego incluyó al PDC, usó por su parte este estatuto para dar luz verde a la destitución de Allende por parte de los militares, pero sin hacerse cargo de los efectos y consecuencias de su acción.

La ausencia de disposiciones claras y precisas en la Constitución dejó un espacio que permitió una discrepancia crítica que no pudo ser resuelta en forma inequívoca, que permitió el incremento de la conflictividad política y la elusión de las responsabilidades de los actores políticos y su transferencia en exclusividad a las FFAA.

Otro aspecto central de la integración de las Fuerzas Armadas en el orden democrático estatal es la seguridad de la primacía del sistema político completo (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) mediante el fraccionamiento del mando de ellas, es decir, que la autoridad sobre las FFAA esté dividida en competencias parciales claramente establecidas en la Constitución.

En breve, la supremacía sobre las FFAA la tiene la Constitución y tanto los poderes ejecutivo, el legislativo y judicial como las mismas FFAA no reconocen ni ejercen discrecionalidad alguna en el empleo de las FFAA.

Mas aun, la posición central en la administración de las FFAA la debe tener el Ministro de Defensa quien en tiempo de paz es su gestor y administrador.

El Jefe de Estado debe tener menos competencias que el Ministro, en relación con el rodaje de las Fuerzas Armadas, precisamente por ser parte interesada en su uso (y abuso), salvo en tiempo de guerra o crisis calificada por la Constitución, en que puede tomar el mando directo de ellas.

El Proyecto Puentes

Los autores de ese proyecto tienen otra visión. Según su representante en los “Talleres” organizados por el Subsecretario de Defensa, “el vínculo entre el Presidente y las FF.AA. en tiempos de paz pasa por el ministro de Defensa. El Presidente de la República asume la jefatura suprema de las FF.AA. solo en caso de guerra, lo que de por sí constituye una anomalía en un sistema democrático. Debiese existir una supremacía civil en todo momento, cuestión que hoy no ocurre”.

Asimilando “civil” a la figura del Presidente de la República, propone un nivel de discrecionalidad en el empleo de las FFAA que solo presagia conflictos. Tal vez no considere que en algún momento, el Presidente de la República puede ser alguien menos democrático que el expositor y emplear la capacidad  de acción política de las FFAA para sus propios fines.

Señala también que el “Presidente de la República solo (puede) determinar nombramientos, ascensos y retiros a propuesta de los Comandantes en Jefe respectivos, lo que limita la autoridad presidencial sobre las instituciones armadas. Como, además, son los comandantes en Jefe quienes proponen la lista de ascensos y retiros, dependerá de ellos –y no de la autoridad civil– definir la línea de mando que va conformándose en las instituciones castrenses”.

Precisamente esa es la idea, que la política, sus modos, preferencias y necesidades no influya en la selección de los oficiales, sino su apego objetivo al cumplimiento de sus obligaciones profesionales y constitucionales, en vista a tener FFAA no politizadas.

La única supremacía realmente democrática es la de la CONSTITUCIÓN, con la división de poderes y la igual libertad de los ciudadanos, a la cual deben someterse todos los chilenos, en todas las circunstancias.