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ISRAEL EN EL LÍMITE

Fernando Thauby

Melosilla, 5 de enero de 2024.

Durante la segunda mitad del siglo XX, en Europa Central y Oriental los nacionalismos étnicos fueron fortaleciéndose y activándose y, como ha sido frecuente, en algunos países tomó un carácter antisemita que potenció el naciente sionismo, un movimiento anterior a la segunda guerra mundial, que promovía la instalación de los judíos étnicos en Palestina.

Estas ideas y acciones encontraron un abono potente en el recuerdo alimentado incesantemente por los judíos respecto a lo sufrido en el Holocausto a manos del nacismo alemán y francés y en los compromisos y promesas hechos por las potencias occidentales, particularmente Gran Bretaña, durante dicha guerra.

El abandono de Palestina, a escape, de las fuerzas militares británicas, dejó el campo abierto a los sionistas para ocupar el vacío de poder que se produjo, lo que mediante el apoyo más o menos encubierto de Francia y los EEUU, les permitió emprender una ofensiva que barrió con la resistencia de palestinos, jordanos, sirios y egipcios y hacerse de un espacio de territorio bajo su control.

La violencia internacional vivida durante la Segunda Guerra Mundial, su continuación en el proceso de descolonización en Medio Oriente, Africa y Lejano Oriente, el proceso de reducción del poder militar y político de las potencias europeas y su relevo por los vencedores en ella, los norteamericanos y soviéticos, creó un ambiente internacional adecuado para que se validara moral, política y militarmente el uso de la agresión y la violencia.

La falta de realismo de los líderes árabes hizo el resto, y así, nació Israel y los palestinos fueron expulsados de su país, hacia Jordania, Egipto y Gaza.

La definición «racial» del pueblo judío era muy común entre los primeros dirigentes y militantes sionistas, tanto de derecha como socialistas. Esta definición fue puesta en duda por los que sostenían que siendo el judaísmo una religión, alegar la existencia de una “raza judía” era tan probable como la existencia de una “raza musulmana” o “católica”. Desde la perspectiva científica, no se sabe de comprobaciones de esta propuesta.

  A falta de la base racial, surgió el proyecto “nacionalista étnico” que encuentra su pegamento en la base religiosa, rabínica. Israel se construye como una sociedad confesional en que judíos ateos y religiosos aceptan convivir bajo las reglas religiosas en que las demás minorías y los extranjeros no judíos, pasan a ser ciudadanos de segunda clase.

Este estado étnico y religioso no deja espacio vivible para los palestinos que quedaron atrapados o insistieron en permanecer en sus territorios ancestrales. La alianza política entre la extrema derecha y la jerarquía rabínica adquirió y mantiene un control incontestable por otras tendencias políticas, en Israel. El eterno gobierno de Benjamín Netanyahu (desde 1996 a 1999, desde 2009 a 2021 y de 2022 hasta el presente) y su tendencia insaciable a tratar de controlarlo todo, así lo confirma.

El proyecto étnico de un estado nacionalista judío se ha demostrado incapaz de sobrevivir sin el uso constante y indiscriminado de la violencia armada contra la población palestina, en y próxima, al territorio ocupado por Israel.

Las condiciones internacionales creadas y mantenidas por más de medio siglo por la Guerra Fría y la competencia entre EEUU y la Unión Soviética les dio un margen de libertad de acción muy amplio, que les permitió hacer caso omiso de la opinión pública internacional, incluida la norteamericana. Eso llegó a su fin y el valor político y estratégico de Israel va en descenso. Sus límites se confirman con la creciente prisa de Netanyahu y sus extremistas en consolidar su Estado expulsando a los palestinos que aún permanecen en los territorios ocupados. Pero el ambiente internacional es otro, muy distinto. Sin entrar en detalles basta recordar la situación actual de China e Irán.

Pareciera que los excesos de Netanyahu y su gobierno teocrático han cruzado líneas desde las cuales es difícil regresar. Las simpatías automáticas hacia las acciones judías ya encuentran rechazo y disgusto.

Lo más grave es que la ciudadanía israelí, en su justa rabia ante una agresión cruel y despiadada de los terroristas de Hamas, parece haber potenciado su intransigencia y extremismo, justo cuando la única salida razonable era la opuesta: la negociación y el acuerdo.

Para verdades, el tiempo.

HABLEMOS DE CARABINEROS DE CHILE

El 19 de octubre de 2019, pese a las señales previas de lo que venía y ante la completa incapacidad y descontrol de Piñera y su Gobierno, entramos en un período de locura, en una borrachera violenta que, luego de cuatro años de perder el tiempo, gastar enormes cantidades de dinero y crear un ambiente negativo que nos afectó a todos en todo sentido, pareciera que la votación del 17 de diciembre recién pasado nos hubiera devuelto la serenidad y el buen juicio que nunca debimos abandonar.

Esta nueva situación entonces es el momento para volver a atender nuestras inquietudes e intereses críticos y, a mi juicio, los intentos de la izquierda de demoler (REFUNDAR) a las Policías chilenas, son las más relevantes.

Desde hace años, la izquierda mantiene una ofensiva intensa contra el Cuerpo de Carabineros de Chile. Su degradación, control y politización es uno de sus objetivos prioritarios y permanentes.

Desde el gobierno de Aylwin, con distintas intensidades, el Partido Comunista y sus cómplices han montado una persistente campaña contra esa querida institución, bajo el pretexto de una presunta necesidad de REFUNDARLA, diagnosticada y establecida por si ante si.

Una policía débil y corrupta es la antesala inevitable de un gobierno débil y caótico como el de Boric. Un partido político antidemocrático malvado y siniestro, como el Partido Comunista, es la vía rápida para que se nos imponga un gobierno despótico y liberticida.

Ambos, juntos son mortales.

Es por eso que Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones son los muros de contención que detienen a esa orda maligna.

El Congreso, una institución degradada y desprestigiada, apoyada por pseudo intelectuales autodesignados “Expertos en Seguridad y Defensa” se apoderó de la tarea y están copando todo el espacio mediático y político.

En efecto, esas instituciones políticas y académicas radicalizadas, que se desenvuelven en un ambiente soez e irresponsable, plagada de corrupción y comportamientos reprobables, carente de representatividad y en los últimos lugares de cualquier ranking de apreciación, respeto o calidad que se consulte y que se ha mantenido en esas condiciones por años y años, carecen de la legitimidad para pretender REFUNDAR A CARABINEROS DE CHILE”.

De aquí nace la imperiosa necesidad y urgencia de que quienes tienen la experiencia y los conocimientos aborden la discusión de este tema con seriedad, antecedentes fidedignos, buena fe y sobre todo con la mejor información existente sobre lo que sucede en el ámbito internacional, en estas materias.

El lugar de los aficionados ya está tomado, ahora deben entrar los que saben y se atreven y a ellos hoy los convoco.

La violencia, insolencia, mentiras, soberbia e ignorancia en que nos han tenido algunas elites durante estos años no se van a curar de la noche a la mañana y es previsible que las relaciones entre bandos políticos y entre ellos, el gobierno y la ciudadanía, no fluyan con la facilidad necesaria, y que la audacia unida a la irresponsabilidad y soberbia, agredan otra vez a los defensores de la paz y el orden y que todos nosotros, juntos a Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones, volvamos a caer en otra vorágine igual o peor que las que hemos conocido estos años, agravada por el incremento exponencial de nuevos delitos, más feroces y despiadados que los que habíamos experimentado hasta ahora, con luchas entre están bandas delictuales internacionales asociadas con criminales locales y con otros arribados ilegalmente con el apoyo de los gobiernos de Bachelet y Piñera, que están conformando nuevas aristocracias criminales de magnitudes desconocidas para nosotros.

Señoras, señores, nada positivo vendrá de nuestros enemigos, ellos solo nos desean mal. Nadie vendrá a salvarnos. Nos salvamos solos o naufragamos, es por eso por lo que esta noche los invito a dedicar nuestros mejores esfuerzos intelectuales, morales y profesionales a pensar cómo proteger a nuestros carabineros y policías y como aseguramos su supervivencia y calidad en este escenario crecientemente peligroso y dañino.

Los diagnósticos que hacen nuestros enemigos sobre nuestras policías serían risibles, si no fueran insultantes[1].

Un ejemplo es la Sra. Lucía Dammert, instalada en el 2° piso del Gobierno de Boric, luego expulsada por su colusión con traficantes de drogas mexicanos y regresado e instalada nuevamente en

la Universidad de Chile, desde donde pontifica sobre la “REFUNDACIÓN”.

Primero viene el elogio:

“Chile fue un país atípico en los estudios de seguridad ciudadana. Primero, los niveles de violencia no crecían exponencialmente como en el resto de América Latina, especialmente en los delitos violentos. Segundo, a pesar de la aparente tranquilidad delictual, los niveles de temor de la población se ubicaban en niveles similares a países que enfrentaban una verdadera epidemia homicida.

Tercero, las policías eran la institución más confiable del país”

“Desde todos los rincones de la región (sudamericana) se miraba con recelo (y también envidia) este modelo social que había logrado construir una policía eficiente, profesional y querida por la ciudadanía. Que contaba con el aumento permanente de su dotación y presupuesto, así como múltiples señales de apoyo político de todos los presidentes democráticos”

Luego viene la puñalada:

“La mayoría miraba para el costado cuando se reconocía el uso excesivo de la fuerza en las manifestaciones públicas y el evidente maltrato que sufrían las comunidades mapuches en el sur de Chile. Todo ello era visto como excepciones, casos aislados que ocurrían en territorios alejados de la televisión y las redes sociales[2], que se presentaban política y mediáticamente como la “única” forma para combatir el delito, al delincuente, al vándalo también llamado terrorista”.

Finalizando en la mentira:

“Es decir, la legitimidad policial en Chile estaba concentrada en una perspectiva de efectividad que era exaltada por sus eficientes campañas comunicacionales, así como por una estrategia de directa vinculación con la ciudadanía”.

En breve, según Dammert:

1.-Carabineros de Chile es una institución valorada y apreciada a nivel nacional y en el extranjero.

2.- Que hace uso excesivo de la fuerza

3.- Que toda esa eficiencia es una mentira basada en exitosas campañas comunicacionales y una estrategia de vinculación con la ciudadanía”

La valoración que la sociedad chilena ha hecho y sigue haciendo de las Policías se ha mantenido en muy altos niveles durante más de 50 años, sin interrupción alguna. Cualquier empresa de difusión de imagen que logre una eficiencia así sería, sin duda, un récord mundial.

Y respecto a la “vinculación con la ciudadanía. Esa fue, precisamente la estrategia adoptada por Carabineros y la Dammert, autora de la crítica reconoce su éxito.

.. Y cierra con una perla de estupidez:

“La literatura sobre los cambios estructurales necesarios para avanzar hacia la construcción de una policía democrática, además, muchas veces evita revisar los casos considerados exitosos o prometedores (Pliscoff,2008)”. Es decir, según Dammert, si las organizaciones policiales chilenas tuvieron una estrategia de vinculación con la ciudadanía exitosa, para que haya “avance en la construcción de una policía democrática”, hay que ocultarla, desconocerla o esconderla.

Este sinsentido parece solo un error de impresión, pero no lo es. Los enemigos de la democracia necesitan, promueven y exigen el desorden, el caos, la violencia y la delincuencia, por lo menos hasta haber alcanzado el poder y establecido su dictadura.

Veamos el problema en otra perspectiva:

El problema de la seguridad y el orden público se ha vuelto más y más complejo. Sucede en todo el mundo y las causas son variadas, profundas y no hay como evitarlas, se expanden por el planeta y lo

mas que se puede hacer es retardar su llegada y desarrollar técnicas y conductas sociales que limiten sus existencia y efectos.

También hay realidades y conductas y opiniones del Gobierno de Piñera que confirman que, luego de haber sido presidente de la República por casi dos períodos, recién ahora vino a darse cuenta de que el Estado de Chile, su Gobierno y sus Policías tenían profundas carencias en el ámbito de la INTELIGENCIA, y que los prejuicios y la  mala fe de la izquierda impidieron resolver oportunamente.

Lo mismo sucede en tecnologías, armas y vehículos que, cuando existen, están faltos de mantenimiento y existen en números insuficientes.

El entrenamiento en técnicas de control de multitudes es insuficiente y el empleo de las armas con seguridad, precisión y control, requiere empleo de municiones en niveles muy altos que el gobierno no financia.

Las cadenas de mando y de responsabilidades están diseñadas para que las autoridades políticas y administrativas puedan esquivar toda responsabilidad, pero también para que puedan apoderarse del mando, que quieren lucir, pero que no saben ni quieren ejercer.

Es razonable preguntarse cómo es que el Gobierno y en particular Piñera, su presidente, no fueron capaces de caminar una cuadra, hasta el Metro Moneda, para ver personalmente como los vándalos y sus líderes practicaban la toma y destrucción de sus estaciones. Boric se tomó fotos y videos mostrándo como destruir y saltar los torniquetes y los terroristas del Partido Comunista impartieron clases en el Instituto Nacional, a tres o cuatro cuadras del escritorio de Piñera sobre como incendiar y volar estaciones y supermercados.

Y los políticos seguían insistiendo en que las necesidades de Inteligencia, equipamiento y entrenamiento policial no eran necesarios ni urgentes.

¿Dónde estaban los “Expertos” universitarios?

Ni hablemos de Gestión: El 15 de febrero de 2011 se autorizó el incremento de 10.000 carabineros al año 2014 y se asignaron los recursos correspondientes.  El 8 de Octubre de 2014 se autorizó el incremento de otros 6.000  carabineros mas, sobre los 10.000 anteriores. Nunca se reclutaron. Y buena parte de los $ 26.000.000.000 apozados para financiar ese gasto, desaparecieron desde las arcas de la Subsecretaría de Carabineros. De la Subsecretaria nunca se supo nada, todas las burlas, difamación y acusaciones cayeron solo sobre carabineros. ¿Dónde estaba el Ministerio del Interior?, ¿Quién puso la cara?. Todo desapareció en la nada.

La falta de claridad financiera y de los aspectos logísticos de las policías son responsabilidad de sus mandos y esos mando son los gobiernos.

Todo transcurre en nebulosas en que concurren los intereses y asociaciones mas oscuras y nunca se llega al fondo del baúl.

El incumplimiento de estos planes derivó en una carga laboral inhumana para miles de carabineros que debieron soportar jornadas interminables y peligrosas, mal equipados y luchando contra los miembros del mismo gobierno, unidos a los terroristas y sus organizaciones de DDHH. 

Basta ya de improvisaciones, no se trata de más o menos miles de policías, hay que enfrentar el problema en conjunto y en su totalidad, determinar con certeza que es lo que los gobiernos entienden por seguridad ciudadana y combate a la delincuencia, hasta donde están dispuestos a dar la cara y poner el pecho, hasta cuándo van a seguir escondidos detrás de los policías.

¿Cómo se van a enfrentar con seriedad los nuevos delitos que aparecen a diario?. Como se va a legislar para que nunca más un gobierno sea cómplice del ingreso ilegal y clandestino de extranjeros que llegan por miles ilegalmente a Chile. ¿Cómo y cuándo se va a combatir en serio el terrorismo en la Araucanía y en los barrios de Santiago y Valparaíso.?

El gobierno y sus autoridades, desde el Presidente, mandatario constitucional del pueblo de Chile, para abajo, Ministro del Interior, Delegado presidencial regional, intendentes regionales,  subsecretarios y otros, que de una vez asuman las responsabilidades políticas de las órdenes que dan o peor, “que insinúan”, sin hacerse nunca cargo de los “efectos colaterales”.

Que no se diga que no hay recursos, diariamente vemos decenas de “fundaciones” que se roban miles de millones de pesos y vemos a políticos que atropellan y matan a un Carabinero y no le sale ni por curado. Que lo estaba.

No más parches, es la hora de la seriedad y la moral. No más apariencias, no más simulaciones, no más compadrazgos.

Enfrentemos la realidad. Es hora de profesionales, no más payasos.

Tenemos que hablar, tenemos que gritar.

¡ AHORA !

Fernando Thauby García

Melosilla, 29 diciembre 2023


[1] Dammnert, Lucía. Ex integrante del “2°piso” del Gobierno de Boric y actual profesora en la Universidad de Chile.

[2] La Autora, oriunda de un país subdesarollado, parece ignorar que Internet funciona a muy alta velocidad en todo Chile y tanto la TV como las redes sociales llegan instantáneamente a quien quiera verlas.

LOS “MODERNIZADORES” DE CARABINEROS DE CHILE

El 15 de febrero de 2011 me desempeñaba como asesor de un diputado y en esa condición fue consultada mi opinión respecto a un gran incremento de personal para Carabineros; el Gobierno[1] presentaba una ley que aumentaba la dotación de Carabineros en 10.000 personas más al año 2014. El ministro del Interior y Seguridad Pública, señaló que “nuestro Gobierno está cumpliendo con aquello con que se comprometió en la campaña presidencial y en estos 11 meses de Gobierno”,

Primera pregunta: ¿Por qué 10.000 y no 8.000 o 12.000? Nadie pudo dar una respuesta concreta. ¿Costo del proyecto?, solo se sabía el costo de las remuneraciones para los nuevos Carabineros. Se desconocía el financiamiento de aspectos tan evidentes y cuantiosos como: alimentación, vestuario, equipamiento policial, equipamiento de seguridad, transporte, combustibles y vehículos, telecomunicaciones, educación, previsión a largo plazo, salud –considerando que Carabineros no tiene ley de salud-, bienestar, traslados y viáticos, infra-estructura policial y familiar y un largo etc.

El día de la sesión de la comisión de la Cámara de Diputados que aprobó el proyecto, el Director General mostró un breve power-point. Las preguntas de los miembros de la comisión fueron poquísimas, superficiales e insubstanciales y en medio de congratulaciones mutuas todos se fueron felices.

Lo relevante para los diputados, el Gobierno y Carabineros, era no aparecer interfiriendo con el incremento del número de policías. La situación política y electoral lo hacía desaconsejable y la gran mayoría de los diputados no entendían nada y les interesaba aún menos.

El 8 de Octubre de 2014, con la presencia del Ministro del Interior [2]y Seguridad Pública, la Sala del Senado aprobó en general por 26 votos a favor, el proyecto de ley que aumentaba la dotación de Carabineros de Chile en 6 mil funcionarios más entre esa fecha y el final del año 2017 es decir 6.000 más sobre los 10.000 ya autorizados el 2011.

Esta vez, además de las remuneraciones, se consideraba el costo operativo directo (vestimenta básica, consumos básicos y equipamiento operativo básico)”, es decir, la nada misma. Tampoco se aclaró si el aumento de 10.000 carabineros iniciado por el gobierno anterior había sido o no completado.

El General Director de Carabineros hizo un curioso juego de cifras que no fue cuestionado por nadie: “Al año 2010 la planta estaba conformada por 45.748 funcionarios y al año 2014 aumentó a 53.522 efectivos (+7.774). Recalcó que esa cifra correspondía a la planta legal que no es lo mismo que la dotación efectiva porque existen vacantes que se van produciendo, ya que el escalafón tiene movilidad permanentemente, y es así como a la fecha, la dotación efectiva era de 49.808 carabineros (es decir en 4 años  -2010 / 2014- hubo un incremento real de solo 4.060 carabineros, habiéndose autorizado el año 2011 un aumento de 10.000).  Esto, mientras se discutía un nuevo aumento de 6.000 nuevas plazas más.

El epílogo de esta frivolidad político / policial fue el robo de  parte de los $ 26.000.000.000 “empozados” para pagar los sueldos a Carabineros que no existían y que el Congreso aumentó dos veces, en 16.000 personas, en forma completamente irresponsable. Un sistema inventado, sin duda, por Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, y administrado bajo la supervisión del Ministerio del Interior.

Los prejuicios no son un buen punto de partida para un análisis. Tratemos de ser tan objetivos como sea posible. La Institución de Carabineros de Chile ha estado varios años en el ojo del huracán, por errores propios y ajenos, por deficiencias suyas y de los gobiernos, por cálculos políticos y por ideologías.

Comencemos por el principio: Carabineros no es una institución propiamente militar, es una institución con origen y formas militares y cuyas funciones principales se materializan en el ámbito civil y ciudadano. Proveen Seguridad y Orden Público.

Seguridad Pública: Los objetivos principales de la seguridad son proteger a las personas, sus bienes y su tranquilidad contra los daños y amenazas que puedan provenir de otras personas.

Van desde dirigir el tránsito a disuadir y atrapar a los delincuentes comunes. Dar seguridad, a los bienes y las instituciones; combatir el crimen organizado, la gran delincuencia. También contener temporalmente emergencias civiles graves o urgentes, masivas o individuales.

El concepto de Orden Público no es definido por la Constitución ni la ley, y la doctrina coincide en que es un concepto difuso, amplio e impreciso. Cierta tendencia doctrinal mayoritaria sostiene que el concepto de orden público está vinculado a una función de protección, permitiendo limitar la autonomía de la voluntad individual en interés de la comunidad.

La función de mantención e imposición del orden público se refiere a la previsión, contención y control de expresiones violentas, ilegales, destructivas o peligrosas para sus perpetradores u otras personas, efectuadas por grupos humanos fuera de control o controladas por personas con propósitos y comportamientos inciviles.

En ambas funciones el rango de tareas de Orden y Seguridad, en Chile y en todas partes, es amplio y cambiante.

Esta variedad de funciones lleva a que en muchos países existan dos componentes organizacionales: la componente de Seguridad apuntada al trato personal, cooperativo, educador y protector de la ciudadanía y la componente de Orden equipadas y entrenadas para tareas más bruscas o complejas, ambos componentes reunidos en una sola organización o en dos o tres organizaciones independientes.

Así, en EEUU, los Estados disponen de policías Civiles Estatales de carácter más o menos civil para tareas de Seguridad, y unidades militares de la Guardia Nacional para las funciones de Orden, más una amplia variedad de “Agencias” federales, que cubren acciones antisecuestros violentos, antiterroristas y otras.

En Francia la Policía Nacional, de carácter civil, tiene las siguientes tareas: Dar seguridad a las personas, los bienes y las instituciones; controlar los flujos migratorios y luchar contra la inmigración ilegal; combatir el crimen organizado, la gran delincuencia y la droga; proteger el país contra la amenaza exterior y el terrorismo, y mantener el Orden Público.

La Gendarmería Nacional Francesa es una organización militar con misiones fundamentalmente de policía dentro del territorio nacional francés, así como misiones de carácter militar en aquellos países o territorios extranjeros donde sean desplegadas.

Los Gendarmes son responsables de mantener el Orden y la Seguridad Ciudadana en las zonas rurales  y/o periurbanas, mientras que la Policía Nacional es responsable de la mayoría de las zonas urbanas.

La Policía Nacional tiene el mando centralizado de las CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) y está encargada de su mando y organización. Conforman un cuerpo militarizado entrenado específicamente en las técnicas antidisturbios y control de manifestaciones en todo el país.

Las CRS asumen las tareas que se desarrollan en niveles mayores de violencia o de peligrosidad cuando se producen disturbios públicos mayores, así como también rescates en el mar y en las montañas.

En Canadá, el modelo de policía montada de tipo militar se inspiró en modelos policiales de Europa. Sin embargo, si bien sus orígenes son de carácter militar a lo largo de los años ha tenido reformas que le acercan más al modelo de policía comunitaria. Uno de los enfoques prioritarios de trabajo de este cuerpo policial es la prevención del delito para lo cual trabajan estrechamente con la comunidad.

De acuerdo con la Ley, este cuerpo policial está encabezado por un Comisionado, quien, bajo la dirección del Ministro de Seguridad Pública y Preparación para Emergencias de Canadá, tiene el control y la administración de la Fuerza y todos los asuntos relacionados con ella.

En Chile, el debate público respecto a la impronta militar o civil de la policía está influido de elementos de emocionalidad y prejuicios que lo reduce a la inutilidad. Por ejemplo en un intercambio epistolar reciente una parte sostiene que la eliminación de la impronta fundacional militar del Cuerpo de Carabineros lo haría perdería sus características de “no deliberante, jerarquizado, disciplinado y profesional”.  La realidad mundial muestra a muchas policías con un origen fundacional de impronta civil que tienen esos atributos en diversos grados y en los que su origen no es realmente relevante. De la misma manera el argumento de que su “estructura y doctrina” les impiden modernizar su organización interna y no permiten controles cruzados”, es falso. Las organizaciones militares son más  aptas para adecuarse a orgánicas flexibles y cambiantes que la mayoría de las instituciones estatales y privadas. Los cambios tecnológicos, operativos, políticos, de los escenarios y de los oponentes, unidos a los frecuentes ejercicios con fuerzas de otras armas y de otros países les permiten observar y comparar en tiempo real la calidad, realismo y eficiencia de sus procedimientos y doctrinas.

La estructuras militares modernas exigen que una misma unidad esté sometida constantemente a controles y directivas de diferentes organismos, de carácter político, estratégico, técnico, financiero, de contraloría fiscal y de derechos humanos, solo por nombrar algunos.

No cabe duda que el problema no va por ahí. Mas aún, muchas policías civiles suelen tener códigos de disciplina estrictos y muchos ejércitos carecen de ellos. Muchos ejércitos se modernizan técnica, social y políticamente en forma constante y muchas policías se quedan estancadas en un pasado que ya se fue.

La diferencia la hacen otros atributos: el espíritu de cuerpo y su compromiso social. La potencia de la tradición, la firmeza de la moral, la profundidad de las convicciones, la lealtad entre los diferentes niveles de mando y entre los diferentes servicios y especialidades y sobre todo, la claridad, competencia y firmeza de carácter de las autoridades superiores, políticas en este caso, y de su compromiso con la eficiencia y la transparencia de todos los organismos del estado, civiles y militares.

Tenemos un Cuerpo de Carabineros excelente, hecho de la mejor madera, con tradición, orgullo y compromiso, querido y respetado por la ciudadanía, admirado por otras policías, ¡que excelente policía sería si tuviera mejores mandos políticos e institucionales!.

La falla no está en la Institución, está en el Estado de Chile y en los Gobiernos que lo administran, comenzando por la más básico: ¿Quién las manda?; ¿Quién dispone sus doctrina y supervigila su comportamiento operativo y táctico? ¿Qué autoridad asume las responsabilidades políticas de las acciones que dispone o autoriza el Gobierno?¿Quién le fija las reglas de uso?, ¿Quién supervigila y controla su gestión, administración y desarrollo?.

El monólogo de Gonzalo Blumel[3], Ministro del Interior de Piñera los años 2010 – 2013, en su obra “La Vuelta Larga”, es muy elocuente respecto a la confusa relación Gobierno y Seguridad Interna.

Saliendo Blumel del Salón Rojo después de una reunión de crisis con Piñera y sus asesores, se cruza con el general Javier Iturriaga y piensa “mientras bajaba a mis oficinas por las escaleras de piedra del Patio de las Camelias, no dejaba de agradecer, mentalmente que ese tema imposible estuviese fuera de mis responsabilidades”.

El problema de seguridad interna que tiene al país al borde de un golpe de estado y al Presidente esperando su deposición violenta, no es su problema, es problema del general Jefe de la Zona en Estado de Emergencia.

Ahí está la base de la crisis.

Melosilla, 18 de diciembre de 2013

Fernando Thauby García


[1] Rodrigo Hinzpeter, Ministro del interior

[2] Rodrigo Peñailillo, Ministro del interior

[3], Blumel Gonzalo, La Vuelta Larga, Agosto 2013, pag 142

USO DE LA FUERZA EN CHILE, HOY Y MAÑANA

PUEBLO, DERECHOS HUMANOS, DELINCUENCIA, PASIÓN,

GOBIERNO, POLICÍAS Y MILITARES.

El tema que abordaré es altamente debatible, pero casi no se debate. Pareciera que nadie quiere cuestionar el estatus quo: no los políticos y tampoco los militares. Los académicos suelen estar alineados con alguno de los dos bandos anteriores.

Por lo señalado, comenzaré con una breve crítica a un autor clásico de la modernidad y hasta hace poco, plenamente vigente, Morris Janowitz[1].

“La guerra, ¿puede ser considerada un caso especial de la teoría general de los conflictos sociales?”. Janowitz sostiene que hay diferencias insalvables: Primero, en la segunda mitad del siglo XX la guerra es una clase de conflicto “especial” ya que son luchas exclusivamente entre estados – naciones. Las guerras entre los “imperios” y los grupos políticos revolucionarios independentistas concluyeron en la formación de nuevos estados-naciones, potencialmente nuevos estados contendores belicosos. Segundo, la guerra se diferencia de otros conflictos sociales en que la actividad guerrera constituye una ocupación altamente profesionalizada y especializada: el soldado profesional. Tercero, la determinación del tránsito de la condición de paz a guerra está determinada por una forma de cálculos que no existen en otros conflictos. La prolongación de la paz no lleva necesariamente a su continuación y fortalecimiento sino que incrementa la incertidumbre y potencia “la anticipación” en el inicio de las acciones bélicas”.

Los modelos de “equilibrio simple”, no son aplicables y la apreciación de los esfuerzos voluntaristas y los cálculos de las élites son más apropiados y esclarecedores de la probable evolución “normal” de las situaciones.

“Otro aspecto relevante es que “el desarrollo de nuevas tecnologías en el largo plazo requiere de la profesionalización de las elites militares, en que las FFAA toman un aspecto mas parecido a las organizaciones de gobierno o de negocios”.

Creo que la tesis de Janowitz ha perdido buena parte de su validez o, por lo menos, es muy discutible.

Otro referente inevitable respecto al fenómeno bélico es la obra de Carl von Clausewitz[2]. Durante el tiempo transcurrido entre su publicación hasta el fin de la II Guerra Mundial y más claramente hasta fines del siglo XX, pareció que su libro era la Teoría General de la Guerra, final y definitiva. Sin embargo, desde el comienzo y sin que invalidara su teoría, aparecieron críticas y planteamientos de insuficiencias, las primeras fueron a raíz de la guerra del pueblo de España contra Napoleón; siguieron las guerras “limitadas” entre imperios coloniales y luego las Grandes Guerras Mundiales, la I y la II que en los análisis ex post, parecieron confirmar los aspectos más clásicos de su teoría. Sin embargo, su epílogo, con el empleo del arma atómica y luego las guerras de la descolonización, la más significativa la Guerra de Vietnam, en que las FFAA norteamericanos nunca tuvieron claro que es lo que quería su Gobierno y fueron derrotadas después de sufrir 60.000 bajas, abrieron paso a una profunda reflexión.

Después de este drama, Clausewitz fue llevado de regreso a las Academias militares de los EEUU, pero poco a poco, la pugna político partidista y las características de las nuevas formas de guerra que surgieron, fueron desvirtuando esta propuesta hasta llegar al fracaso inaudito de EEUU y Europa en su Guerra contra el Terrorismo, que tuvo su punto de inflexión en Afganistán en que las fuerzas de los EEUU y de varios países de Europa huyeron, cansadas de las bajas, en una guerra sin objetivo político y sin objetivos estratégicos, más allá de matar a Bin Laden y castigar a los talibanes. Las guerras en Afganistán, en Siria, en Armenia, en Palestina, en Ucrania parecen señalar que las guerras protagonizadas por estados “des-estructurados” que no coinciden con el formato tradicional de estado decimonónico, son cada vez más frecuentes y difíciles de entender.

La valoración de la teoría de Clausewitz, a mi juicio, se ha reducido entre algunos políticos, académicos y militares debido a una interpretación carente de la flexibilidad necesaria para incorporar el desarrollo y evolución habida en las sociedades en el último siglo. En efecto, al considerar la trilogía, Gobierno, Pueblo y Ejército, podemos comprobar que si bien para Clausewitz los tres elementos son fundamentales y están siempre presente, el marco que permite iniciar y concluir las guerras, está dado por el Gobierno y el Ejército, dejando al Pueblo como elemento fundamental en su duración, persistencia e intensidad.

Por otra parte, los estados se han venido depreciando constantemente, las personas tienen mayores niveles de educación, de exigencias, de autonomía, su crítica hace que los estados -en especial los democráticos-  sean cuestionados en forma constante -y a veces afectando directamente a sus procesos de toma de decisiones- por movimientos de opinión pública que se transforman en presiones políticas.

Los medios de comunicación social masiva permiten la existencia de “corrientes de opinión” al margen del control estatal y que llegan a influenciar y determinar su comportamiento. Muchas veces las decisiones de sus dirigentes y de las instituciones tradicionalmente dirigentes, son sobrepasadas por el Pueblo expresándose en forma instantánea, voluble y a veces violenta.

Por otra parte, el factor Militar ha tenido variaciones relevantes. La causa y motivo de la “profesionalización” y especialización del factor Ejército que Janowitz atribuye a su creciente complejidad técnica, se ha vuelto muy variable y discutible. En efecto, la sofisticación y complejidad de muchas de sus armas, las hacen ser materia de técnicos de alto nivel, que suelen no ser militares y los militares suelen ser mayormente usuarios de ellas. Desde otro ángulo, la creciente educación de la humanidad y la difusión del uso de las tecnologías hace que personas con muy poco o ninguna educación técnica puedan operar equipos e instrumentos “amigables” en tal grado que suelen ser incluso más fáciles de usar que muchos juguetes.

Las formas en que se llevan a cabo muchas guerras, incluyen operaciones largas y muy intensas, en que se emplean las armas más complejas que son operadas por personas básicas, mucha veces campesinos o ciudadanos urbanos de bajo nivel de educación.

Esto no implica que las armas y sistema sofisticados no sigan requiriendo usuarios militares de alta preparación, pero se ha establecido una asimetría en que a veces un misil simple, disparado por un operador analfabeto es capaz de destruir una aeronave super sofisticada, o un dron operado por un adolescente puede destruir varios tanques muy complejos de muchos millones de dólares. No cabe duda que la alta dirección militar sigue siendo materia de especialistas, pero a veces también pueden ser obtenidos por voluntariedad o contrato[3].

Estos cambios parecen estar llevando a una extraña situación en que a veces la motivación de uno de los pueblos de los bandos es eminentemente racional y del otro fuertemente irracional o emocional, pero ambos resolutivos.

Las tropas de las formaciones militares del bando racional exigen que se les proporcione explicaciones y motivos explícitos para luchar, y los elementos componentes básicos de su moral serán, las relaciones sociales internas, el liderazgo de sus mandos a todo nivel, los beneficios materiales, el adoctrinamiento ideológico, la justicia y el significado humanitario de la guerra; el bando más emocional, por su parte, requerirá razones religiosas, ideológicas, sociales, nacionales, tribales o familiares, beneficios materiales significativos y prontos, y mucha veces una intensa manipulación y dominación.

En muchas oportunidades los líderes ideológicos, religiosos y sociales  reemplazan a los líderes militares y políticos en el fortalecimiento y conservación de la moral.

Quedan en el aire dos conceptos que a mi juicio parecen más bien formas de catalogar el fenómeno, que formas de guerra. Me refiero a la guerra irregular y la guerra hibrida.

La Guerra Irregular es una forma de lucha entre actores estatales y no estatales por la legitimidad y la influencia sobre una determinada población. La guerra irregular favorece las aproximaciones indirectas y asimétricas, aunque puede emplear toda la gama de capacidades militares y de otros tipos, para debilitar el poder, la potencia y la voluntad de un adversario. Es una lucha prolongada que desafía la resolución del estado agredido y sus socios estratégicos.

Su carácter es diferente al de la guerra convencional y no se detiene ante el uso de procedimientos y medios sancionados por los convenios internacionales, como el terrorismo y los asesinatos, empleando medios desde los más básico hasta los tecnológicamente más avanzados. Los procedimientos operativos y tácticos concretos se van adaptando según las circunstancias y disponibilidades en cada momento.

La Guerra Híbrida, por su parte, es una propuesta estratégica que además de emplear todos los recursos de la Guerra Irregular, recurre a los medios y procedimientos convencionales junto a otros que se apoyan en las tecnologías de guerra cibernética, para crear otros métodos de influencia como las noticias falsas, la diplomacia, la guerra jurídica e intervención electoral desde el extranjero y en las que la influencia sobre la población resulta vital.

Es un nuevo tipo de guerra que «viene a dar por superada la guerra asimétrica (ejército convencional contra fuerza insurgente)».

Una ventaja de esta estrategia es que el agresor puede evadir parte o toda la responsabilidad de un ataque (la negación plausible).

A diferencia de lo que ocurre en la guerra convencional, el “centro de gravedad” de la guerra híbrida es la moral de un sector determinado de la población (estrategas, políticos, líderes religiosos, sociales, valores) de valor resolutivo.

Es un concepto aun no aceptado universalmente, pero de uso constante y frecuente, muchas veces tan oculto que el agredido siente los efectos sin identificar el origen.

Un último punto es la expansión creciente de los delitos graves y organizados llevados a cabo por bandas criminales que no reconocen fronteras ni sistemas judiciales o de seguridad nacionales, manejan ingentes cantidades de dinero y su capacidad de corrupción ha destruido a muchos gobiernos. Su funcionamiento está en un lugar indeterminado o confuso entre lo delictual, el terrorismo, el combate militar irregular y regular, organizado como actividad política revolucionaria. En muchos países el crimen organizado está derrotando o ya derrotó al estado.

Las relaciones del conjunto Estado, Fuerzas, Pueblo, parecen entonces estar sufriendo cambios radicales, muchos de los cuales ya están presentes en los conflictos armados actuales.

Otro elemento de muy difícil manejo es la existencia y funcionamiento de los “partidos políticos antisistema”. Partidos que reconociendo su búsqueda de imponer un estado totalitario, usan y abusan de las facilidades de la democracia y la corroen y debilitan actuando “legalmente” desde dentro de las instituciones, incluso apoyando a estados o fuerzas internacionales que las debilitan.

Esto es evidente en el esfuerzo sostenido e incansable de debilitar, enervar o restringir el uso de los recursos de autodefensa propios del Estado, consiguiendo crear condiciones de ingobernabilidad que favorecen sus designios.

La acción de varios movimientos políticos en Chile que intervienen abierta y ostentosamente en favor de movimientos terroristas, delictuales y narcotraficantes es ya tan normal que no causa ningún tipo de inquietud. De la misma manera, organismos financiados por el mismo estado, se esfuerzan y logran debilitar la moral de sus fuerzas de orden y defensa, a partir de una interpretación sesgada de los DDHH, en beneficio de las fuerzas que buscan arrinconarlas.

En Chile se ha establecido una “verdad” indiscutible, “que las FFAA, aun cuando tienen por misión constitucional contribuir a la seguridad interior y asumirla protagónicamente en determinadas condiciones constitucionales, han sido llevadas a una condición de parálisis bajo el pretexto de no “policializarlas” y las FF de OO, han sido restringidas en el uso de sus medios coercitivos, bajo el pretexto de impedir su “militarización”. Llevando al gobierno de Chile a un nivel de impotencia insostenible.

La función Seguridad, frente a las nuevas amenazas

Esta nueva situación lleva a algunas personas a dar por sobrepasados los roles tradicionales de las FF.AA y FFOO proponiendo superponer – incluso a refundir – la función militar de defensa con la función de seguridad tradicionalmente monopolio de las policías y otros  organismos civiles especializados, y a involucrar a las FF.AA. en la “producción de seguridad” en ámbitos y tareas que hasta ahora les eran ajenas, y que van desde la lucha contra el narcotráfico, el combate a la contaminación, la inmigración ilegal, el contrabando de drogas, la reducción de la pobreza mediante acciones productivas directas o la conservación de la naturaleza. Seguir este camino significa privar al estado de su capacidad militar para protegerse de otros estados y lleva a conformar fuerzas híbridas que por la presión de las circunstancias terminarán especializándose en funciones originalmente accesorias.  Los procedimientos y doctrinas militares y policiales son diferentes en su naturaleza y propósitos, y concluirán replicando el esquema que se quiso eliminar: una parte de las fuerzas dedicadas a la acción policial y otra parte dedicada a la acción militar.

En sentido inverso, otras personas proponen agudizar la distribución tradicional de tareas y llegar a la total ausencia de las FF.AA. en tareas de seguridad interna y combate a la delincuencia, y la negación de su uso en el combate a amenazas que no sean las provenientes de los ejércitos de otros estados. Esta respuesta priva al estado de capacidades disponibles en las fuerzas militares, logradas a alto costo, que no pueden ser empleadas por auto restricciones jurídicas.

Como parece claro que esta aproximación restrictiva al rol de las FF.AA. y de FFOO no da respuesta a la compleja situación actual caracterizada por la existencia de una variedad de amenazas y conflictos de nuevo tipo y por otro lado, que una aproximación que unifique las fuerzas terminaría manteniendo, por “especialización” dentro de la “homogeneidad”, la diferenciación que se intenta eliminar, se propone buscar la solución en otro lugar: en el ámbito de la “capacidad militar equivalente” de los contendores, es decir en el ámbito de la interacción entre las amenazas y los diversos tipos de fuerzas de que dispone el estado – y sus combinaciones – para materializar su función de seguridad en su triple condición: como miembro de la comunidad internacional; como actor nacional soberano responsable de su propia seguridad, y como ordenador de su vida interna.

Ya que las amenazas a la seguridad del estado son flexibles, altamente variables y adaptables a las conveniencias de la situación, el estado necesita equivalerlas y una forma de hacerlo es dándose la libertad para emplear los medios de combate y coercitivos a su disposición en la forma más eficaz, es decir de acuerdo a sus capacidades y a la necesidad de prevenir y controlar amenazas concretas en cualquier escenario o combinación de ellos.

Esto exige una mirada crítica, innovadora y creativa. Ya no basta seguir repitiendo lo mismo. Es necesario esclarecer las responsabilidades políticas, militares, policiales y de los diversos organismos del Estado (Aduanas, Impuestos Internos, Superintendencia de Bancos, Inmigración, Inteligencia, etc.) considerando nuevas orgánicas y nuevos esquemas operativos

En breve, se propone que cuando la amenaza tiene capacidades para atemorizar y doblegar a las personas pero no para desafiar a las policías, tendríamos un problema policial, esto sin importar la naturaleza de su origen ni espacio territorial en que se materialice, es decir, tanto si ella proviene de grupos motivados por objetivos políticos, criminales o incluso por intereses de miembros de organismos de otros estados, descontrolados o corruptos, así sea de alcance nacional o con conexiones y ramificaciones internacionales. Serían amenazas a combatir con doctrinas y procedimientos policiales.

Cuando cualquiera de estos grupos buscan y alcanzan niveles de capacidad militar destinados a imponerse a las fuerzas policiales del estado o a desafiar sistemáticamente a sus fuerzas militares, es decir cuentan con capacidades más allá de las necesarias para cometer sus crímenes contra personas civiles comunes, la amenaza sería de tipo militar, sin importar tampoco la naturaleza de su origen o lugar territorial en que ellas se expresen.

Serían amenazas a ser combatidas con medios y doctrinas militares.

El uso efectivo de la fuerza para la conservación y restablecimiento de la paz requiere la modernización del sistema de seguridad nacional; un marco jurídico que regule y legitime la participación de las fuerzas armadas en la seguridad interna de los estados en las actuales condiciones, y una mejoría sustancial de la interoperatividad entre fuerzas militares y policiales así como entre éstas y otras agencias estatales – aduanas, inmigración, inteligencia, policías, impuestos internos y otros – tanto nacionales como de otros estados.

Y, en forma crítica, cadenas de mando político claras, responsables y eficaces. Miembros activos y determinantes en las actividades de seguridad interna, que siempre tienen delicados y potentes factores políticos.

En este sentido, las autoridades del gobierno y sus representantes regionales o locales NUNCA delegan o pierden la responsabilidad de las acciones que materializan el combate anti criminal.

Como se señaló, la clave de esta forma de emplear las fuerzas reside en que dado que la amenaza es adaptable y flexible en sus métodos y medios, las fuerzas de seguridad deben tener la capacidad para seguirlas o anticiparse a sus mutaciones.

Melosilla 12 de Diciembre de 2023 Fernando Thauby García


[1] Conflict Resolution, vol 1. Morris Janowitz, University of Michigan, Sage Publications, Inc, mar 1957. USA.

[2] De la Guerra,Carl von Clausewitz, Editorial Océano, Buenos Aires.

[3] Caso de la Empresa Wagner, en la guerra Ruso – Ucraniana.

La Vuelta Larga de Piñera.

El 20 de julio de 2020 Gonzalo Blumel entregó el cargo de Ministro del Interior del segundo gobierno de Sebastián Piñera, luego de la desastrosa gestión de la asonada del 9 de Octubre de 2019 sin poder, hasta el día de hoy, dar una explicación razonable a las causas y motivos que produjeron ese inesperado desastre político nacional.

El prólogo, de Joaquín Fermandois, ensaya una breve explicación bastante mejor que la de Blumel. Al menos transita por la causa basal representada por la muerte del marxismo y la aparición del neo – marxismo, con sus propuestas imposibles y sus exigencias absurdas. Lo increíble es que toda esa ideología enmascara lo de siempre, el afán incansable de la extrema izquierda por asaltar el poder político, en vista a no entregarlo nunca más.

La factibilidad de esa alternativa “revolucionaria” creció al calor de la pelea entre los “auto flagelantes” y los “auto complacientes” de la izquierda que todos querían creer que era la nueva izquierda democrática de Chile. Los autocomplacientes acunados en las prebendas del poder político y disfrutando -vía corrupción desenfrenada- del poder económico del Estado, y los auto flagelantes, mirando y envidiando desde la vereda, llorando la oportunidad que algunos alcanzaron a degustar en su breve e imperdonable gobierno durante la Unidad Popular.

Sin reconocerlo abiertamente, con el cadáver de la URRS aun tibio, el PC se lanzó a “remodelar” las añejas teorías marxistas. Su hombre fue, entre otros innombrables, Ernesto Laclau y su Sra. Chantal Mouffe, “peronistas” afincados en Bélgica, con su propuesta política basada en las carencias de las minorías de todas las layas y clases, exigidas con estridencia -y violencia- muchas de ellas absurdas e imposibles -y por lo misma inmensamente útiles para generar una revuelta civil-.

Piñera fue objeto del mismo tratamiento dos veces: la revolución Pingüina de 2011 y la Octubrista de 2019, ambas capitaneadas desde las sombras por el PC y en la calle lideradas por los Pingüinos y estudiantes fracasados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile -incluyendo a alguno  de sus profesores- devenidos luego en diputados, y no aprendió nada.

El fin de la lucha de clases dejó obsoleta a la Central Unitaria de Trabajadores y sus similares desparramadas por toda la administración pública y alguna ramas productivas. Los nuevos “proletarios” serían” los homosexuales, los ambientalistas, las lesbianas, los veganos, los animalistas, y muchos otros, por aparecer capaces de organizarse en un espacio virtual y levantar un petitorio inclaudicable e imposible de satisfacer. No importaba que fueran incompatibles entre si, no se espera que se cumplieran, eran instrumentales.

Piñera asumió su segunda presidencia con su habitual arrogancia.  Y los “errores no forzados”, también habituales en él, comenzaron: Se “le fue la DC”, su alma mater familiar, luego vinieron, entre otros, el caso Catrillanca, que dio excusa para el “estallido vandálico tan intenso como abrupto que incluyeron ataques sorpresivos y furiosos a las estaciones del Metro”[1].

La violencia de izquierda se extendió a Concepción, Valparaíso, Viña del Mar y en Santiago, a la plaza General Baquedano (rebautizada “Plaza de la Dignidad”), el FPMR hizo clases de guerrilla urbana en el Instituto Nacional, abiertamente y a escasas cuadras de La Moneda, sin que nadie dijera ni hiciera nada.

Los “estudiantes” asesorados por expertos ensayaban y practicaba, pública y notoriamente, asaltos y destrucción de las estaciones del Metro[2].

El segundo año del Gobierno de Piñera comenzó igual que el de su primer gobierno: mal.

Piñera repitió sus desatinos habituales: llevó a sus hijos a su gira oficial a China. Lanzó la idea de los “medidores inteligentes”, viajó al extranjero mientras la economía decaía. Los “Tiempos Mejores” se habían convertido en “Tiempos Difíciles”. Un informe interno hablaba de “señales de populismo y desborde institucional en el Parlamento”. Surgieron nuevas e inconducentes polémicas.

“El invierno también pareció venir de la mano de una lenta pero persistente rearticulación de la calle”[3], es decir de creciente pérdida de autoridad del gobierno.

Mientras tanto Piñera divagaba pensando en su “legado” en base a una enérgica actividad internacional que incluía las Cumbres de la “COP25” y de la APEC” que, eventualmente, lo llevaría al liderazgo regional.[4]

Y llegó el 19 de octubre. La reacción de Blumel, Ministro del Interior y de Piñera, presidente de la República fue penosa[5]. Sin ninguna experiencia, pese a haber tenido ejercicios similares en su primera administración, no entendían nada, solo veía situaciones parciales sin integrarlas en un concepto estratégico. Ambos “se sienten víctimas de varias situaciones políticas y sociales que habrían evolucionado para mal” en los últimos años, pero cuya responsabilidad no los tocaba, menos aún a hacer las previsiones para evitarlos, controlarlas o reprimirlas y cumplir una de las primeras y más importantes de sus obligaciones constitucionales: mantener el orden público y hacer respetar las leyes.

El 19 de octubre, con Blumel llegando a su oficina, Boric, (si ese Boric), llama a Blumel por teléfono para comentarle la situación: “Gonzalo, lo que está pasando es serio” -Boric me hizo un pormenorizado análisis de lo que estaba ocurriendo en el Metro, “En esto no está el Frente Amplio , ni siquiera somos capaces de dimensionarlo”. Me dijo: ”Aquí hay algo nuevo, mucho más fuerte y violento”.

El Ministro del Interior comenta para si mismo: “Era como si se aproximase un huracán. Una catástrofe apocalíptica que arrasaría con todo y ante la cual no habría escapatoria posible”.

¡Un líder listo para enfrentar a un enemigo mucho más débil y sin legitimidad alguna, del cual Piñera y su Gobierno lo ignoraban todo!.

“Blumel: “Seguí con un dejo de impotencia el curso de los acontecimientos. Era poco y nada lo que podía hacer frente a lo que estaba sucediendo” “Mientras revisaba la avalancha de mensajes que inundaban mi teléfono , apareció una imagen de un grupo que compartía con mi equipo de prensa. Era una fotografía del presidente Piñera en un restaurante del sector oriente de la capital. Supuse que era una fake news. O quizás un error. … Al poco rato se confirmó la noticia: “el mal cálculo o a fatalidad hicieron que se ausentara unos momentos de la Moneda para una celebración familiar. Alguien le sacó una foto ….

Pocos días después este “mal calculo o fatalidad” hizo que Piñera repitiera este tipo de performances al hacerse fotografiar a los pies del Monumento al General Baquedano, en un momento en que no había vandalismo a su alrededor[6].

Mas bien parecía una tendencia.

Un somero análisis nos muestra a un Presidente aislado, sin organismos de planificación ni ejecución, a un Ministro del Interior desconocedor y sin la menor experiencia en el tipo de problemas que enfrentaba, pese a que venían ocurriendo desde mucho tiempo antes.

Se puede apreciar el fenómeno frecuente en líderes poco capaces: negar y dar por inexistente todas las situaciones que los asustan, los confunden o los sacan de sus prejuicios. Todo esto se asemeja a las últimas horas de Hitler en su bunker, solo que a escala subdesarrollada y con actores de tercera.

El pobre Blumel recibe de Boric, lo que considera la única información precisa y creíble. Y se la traga completa.

El balance del Ministro del Interior es increíble: “fue devastador, no solo por los heridos, los incendios y el vandalismo. Fue demoledor también por otros dos conceptos . Porque medio país en un a masiva fuga hacia la insensatez para la cual todavía no encuentro explicación, hizo vista gorda de la violencia y, además porque el Estado chileno, en términos prácticos, no pudo o no supo responder con eficacia frente a lo que estaba ocurriendo . En mas de un sentido nos desfondamos”. Twitter, Facebook e Instagram daban cuenta de nuevas convocatorias a manifestaciones y protestas para el sábado. A la consigna de los “treinta pesos”, ahora se unían “las pensiones, la salud, los sueldos, los abusos, a elites, el modelo. Pasamos de un hecho puntual a una verdadera explosión en contra del orden establecido”. “Pero lejos lo más complejo era el desconcierto que la situación estaba produciendo”.

Nos cuenta que al cruzarse en un pasillo de la Moneda con el General Javier Iturriaga piensa que “no dejaba de agradecer mentalmente que ese tema imposible estuviese fuera de mis atribuciones”. 

El Ministro del Interior se siente ajeno a la violencia que demanda un estado de emergencia, siente que con la declaración de algún Estado de Excepción Constitucional”, se deshará del problema y lo entregará “a los militares”; a “La Vuelta Corta”.

Le sorprende que, a diferencia del 2010, “ahora había críticas e insultos a las FFAA, ahora amarradas con el oportunismo de los dirigentes del PC y el Frente Amplio, como Daniel Jadue o Gabriel Boric”. “Y la noche del 19 de octubre terminó con el general Iturriaga decretando toque de queda, el primero después de 30 años que no tuvo por motivo un desastre natural. El Estado de Emergencia se extendió a otras regiones del país, manteniéndose así hasta el 27 de octubre, incluyendo siete noches de toque de queda”

En su ¿ignorancia? se cree responsable solo del “manejo político” de la crisis, entendiendo por político el regateo con sus pares de otros partidos políticos. Del manejo del problema entre la Clase Política y el Gobierno.

Para él, esa es “La Vuelta Larga” que se ufana de haber manejado con éxito, y el punto de quiebre fue el radical cambio de opinión de Piñera cuando luego de estar dispuesto a decretar el estado de emergencia, conversa con el Comandante en jefe del Ejército, General Ricardo Martínez, quien le plantea claramente: “Necesitamos que nos indique con claridad lo que espera del Ejército en estas circunstancias” “en cualquier caso, Presidente; vamos a cumplir lo que se disponga”.

Piñera “lo medita” y decide no decretar estado de emergencia constitucional y en cadena nacional, informa que cede a la exigencia de los sublevados y que acepta el Acuerdo por la Paz, la Justicia, y por una Nueva Constitución para Chile.

La izquierda revolucionaria y violenta, reunida en una fementida Mesa de Unidad Social emergió como la cara visible del Partido Comunista y del Frente Amplio y de los elementos más violentos y golpistas del socialismo que de inmediato llama a una “huelga general” y se da comienzo a la curiosa zaga de una constitución que tiene al país dividido, atascado y en decadencia paralizante hasta hoy, fines de noviembre de 2023, dando una interminable La Vuelta Larga.

Según Blumel, “la Vuelta Corta consistía en eludir el problema político para conseguir  antes que nada, el restablecimiento del orden público, al precio que fuera, apelando a los estados de excepción y al uso de la fuerza encargando el manejo de la crisis a las FFAA” y la Vuelta Larga consistió en la búsqueda de una salida política sobre la base de un acuerdo ampliamente consensuado”.

El consenso, en su punto más crítico del plebiscito de entrada y del quorum para los acuerdos de la Convención, fue negociado entre el Ministro del Interior y Boric, presidente del partido mas extremista de la izquierda y de mas escasa representatividad política real.

No se consiguió la paz social, el vandalismo continuaría por muchos tiempo mas, y lo peor, el Gobierno dejó de exigir e imponer el cumplimiento de la ley, que se reflejó y continúa reflejándose en una grave depreciación de la legalidad en beneficio de los delincuentes y en pérdida para los ciudadanos. Si alguien cree que los vándalos del “Estallido” están en compartimentos separados de los traficantes de drogas, sicarios, asesinos, secuestradores y corruptos está equivocado y la realidad nacional así lo confirma.

Blumel muestra un grave y políticamente conveniente error de concepto, completamente inaceptable en un funcionario estatal de ese nivel: Durante los Estados de Excepción, el uso de la fuerza sigue siendo de responsabilidad suya, ella no se transfiere a ningún jefe militar. La conservación del orden y la seguridad es tarea del Gobierno, que es apoyado por los militares o otros organismos del estado, para el manejo integral de la crisis”. La responsabilidad NUNCA se delega. Sus pensamiento tranquilizadores al cruzarse con el General Iturriaga de que “no dejaba de agradecer mentalmente que ese tema imposible estuviese fuera de mis atribuciones” eran y fueron siempre infundados e irresponsables.

En esta línea, también reclama que “debieron asumir que estaban operando casi a ciegas. Los informes de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) no solo no previeron el 18 de octubre sino que abundaban en generalidades y lugares comunes”. Antes del 19 de Octubre, Piñera fue presidente de Chile durante seis años, cuatro en su primer período y dos en el segundo. Cabe preguntarse ¿cómo ejerció el mando de la República completamente a ciegas?. ¿Por qué no corrigió este grave déficit?.

“Una de las pruebas más evidentes de lo despistadas que estaban nuestras agencias de inteligencia fueron los reportes sobre la participación de agentes extranjeros”. ¿En qué se afirma esa descalificación?, es evidente que no había agentes extranjeros desfilando con uniformes en la Alameda, estaban muy ocupados en las redes sociales y en la provisión de recursos financieros a grupos delictuales que operaban en conjunto con gente del PC y del Frente Amplio, en el financiamiento del vandalismo y comprando “soldados” entre el lumpen y apoyo político en Chile y en el extranjero.

Pero tal vez lo más grave, ¿dónde estaban los “analistas políticos” financiados generosamente con fondos reservados a fundaciones, institutos y asesores que no tomaron nota del radical cambio de estrategia del PC y sus aliados, cambiando a Lenin por Laclau?. ¿Es que Blumel no sabe nada de las ideologías y estrategias políticas de sus enemigos auto declarados?.

Continúa: “El punto que mayor desmoralización causaba en el aparato de seguridad pública era la falta de herramientas legales para combatir el vandalismo y los desórdenes públicos”. Increíble. No se da por aludido de las expresiones de Lagos, ministro de Obras Públicas, cuando aprobaba la primera, inicial e impune destrucción de los bienes públicos de la Plaza de Armas alegando que “hay que dejar que los muchachos se expresen”. O la increíble Bachelet con su “cuando la izquierda sale a la calle la derecha tiembla”.

Respecto a la incuria y corruptela generalizada en el Poder Judicial, ensalzando su persecución perruna contra las FFAA, e ignorando su asociación obvia y evidente con los próceres políticos y empresariales para cubrir una corrupción que todo Chile conocía.

Piñera y su extrema largueza en la provisión de personal y recursos a los Organismos de Derechos Humanos, controlados por la izquierda y asociados a los medios de televisión en forma obscena, son una pequeña confirmación de su incompetencia como líder político nacional, que terminó pagando caro.

El penoso espectáculo de su primer gobierno arrinconado por los estudiantes secundarios dirigidos por Boric y otros de su jaez, que posteriormente sería el  más contundente asesor de Blumel en la crisis de Octubre y el triste show de la Prueba de Aptitud Académica de 2019, en que el Ejecutivo hizo el ridículo más patético, negociando y siendo transformado en el hazmerreír de los niños de secundaria

El entrenamiento y ensayos terrorista previos al 19 de Octubre, a pocas cuadras del escritorio de Piñera en La Moneda, con fotos de Boric, el líder de parte de la Revuelta, pasando bajo un torniquete y la consiguiente leyenda : Evadir es Combatir, algo debieron decirle a alguien que confía tanto en su soberbia, su inteligencia, su libretita y sus lápices rojo y azul.

La Vuelta Larga había comenzado mucho tiempo antes.

La Vuelta Corta, la imposición de la ley en todo tiempo y circunstancia, a todo actor nacional, grande o chico, pobre o rico, es la base imprescindible de la función estatal. Es la garantía de la existencia del pacto social, sin el cual el Ejecutivo pierde toda su respetabilidad y autoridad. Puede ser complementado o seguido por la Vuelta Larga en que la Clase Política estiba la carga y renegocia sus prebendas y acuerdos legales y los otros no tanto, pero la segunda nunca podrá ser llevada a cabo desde la debilidad, complicidad o impotencia del Estado frente a sus enemigos.

Melosilla, 26 de Noviembre de 2023

            Fernando Thauby García.


[1] Blumel, pag 116.

[2] El lugar habitual y mas notorio para estas práctica fue la Estación Moneda, del Metro, a una escasa cuadra del escritorio de Piñera.

[3] Blumel, pag 127.

[4] Incluían a líderes mundiales que llegarían a Chile en cosa de semanas,

[5] Blumel pgs. 133 a 136.

[6] Blumel pag. 138

LA VUELTA LARGA Y EL CAMBIO DE ESTRATEGIA DE LA EXTREMA IZQUIERDA

Hace algunos días una vocera del partido comunista informó que su partido, por ahora, no insistirían en un tercer intento para implantar una Constitución que les entregue a ellos el poder total y que eso quedaría para una fecha posterior, en que se llevaría a efecto “desde la calle”, es decir, repitiendo la estrategia que tuvo éxito el 19 de Octubre de 2019 y años siguientes como lo muestra el libro “La vuelta Larga”[1], que constituye un testimonio formal de la pobreza del análisis estratégico del gobierno de Piñera y de su falta de comprensión del uso de la violencia como estrategia política por parte de la izquierda chilena.

El Diccionario de la RAE define el golpe de Estado en términos de una “actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes”.

Seguramente sin pretenderlo, Sergio Micco se acercó a la realidad cuando describió que la asonada: “fue un intento de ‘usurpación violenta’ del poder del Estado, ya que había una ‘organización política’ (el PC) que buscaba tomarse La Moneda y desalojar al presidente de la República por medios violentos e inconstitucionales”.

Nadie podría sostener, de buena fe, que la asonada se trató de una expresión democrática espontánea.

Para analizar el fenómeno de la guerra -enfrentamiento armado con propósitos políticos-, nadie mejor que Clausewiz.[2] La Fuerza Física es el medio; imponer Nuestra Voluntad al enemigo es el objetivo y para alcanzar ese objetivo es necesario Desarmarlo (colocar al enemigo en una situación más desventajosa que la de caer bajo nuestro dominio).

Esta es la conocida como “Trinidad” de Clausewitz:  Relación que describe los elementos que la componen y que se puede graficar como sigue:

PUEBLO / PASIÓN

Impulso natural, emotividad, violencia de su naturaleza esencial, odio y enemistad primordial, pasión religiosa (ideológica o social), étnica y nacional           

GOBIERNO / RACIONALIDAD

Instrumento político, inteligencia del Estado personificado, dominio de la inteligencia pura.                            

EJERCITO / FUERZA – VIOLENCIA

El azar y las probabilidades de triunfar, a ser controladas mediante el valor de los ejércitos y el carácter de sus jefes.     

Cuando Clausewitz escribió su obra, la guerra era concebida convencionalmente como la actividad de un estado establecido que empleaba fuerzas subordinadas a él, para combatir a otro estado de características similares.          

Dado que el territorio define el ámbito de dominio del Estado, el control del espacio físico era el objeto más específico de la guerra; el cruce militar de las fronteras, la materialización más clara del casus belli y de la iniciación de las hostilidades, y siendo el ejército el instrumento para la aplicación de la violencia, su destrucción, – física o moral -, se constituía en un objetivo estratégico militar de principal importancia.

Los conflictos fuera de este ámbito interestatal, no eran considerados propiamente guerra.

En el ámbito social y político actual estos límites ya fueron superados y el futuro es cada día más confuso.

ANALICEMOS UN EJEMPLO CONOCIDO: CHILE 1970.

La Unidad Popular.

  • Un grupo político dispuesto a imponer una dictadura ideológica acaba de obtener legítimamente el control del Estado.
  • El Gobierno tiene serias limitaciones legales, políticas y de gestión para ejercer el control total del Estado y hacerlo funcionar efectivamente aplicando su ideología.
  • Para capturar el poder total sobre el Estado, ha elegido la vía de subvertir a las FFAA o, alternativamente, paralizarlas y apoderarse de su control.
  • Cuenta con algunas organizaciones paramilitares (MIR, y otras) incompetentes e indisciplinadas, pero ruidosas. 

La Oposición.

  • Constituida por una variedad de grupos políticos que tenían en común solo un pequeño margen de acuerdo basado en la resistencia a la dictadura ideológica que quiere imponer la Unidad Popular.
  • La oposición controla una parte sustantiva de la creación de riquezas y recursos económicos para el Estado y para la Población y prácticamente monopolizaba la capacidad de Gestión.
  • A su sombra pululan grupúsculos extremistas irrelevantes.

Las FFAA.

  • No comparten la idea de un gobierno revolucionario marxista, están apropiadamente cohesionadas y tienen capacidad real de causar daño significativamente mayor que las fuerzas paramilitares preexistentes a las elecciones presidenciales.

Objetivo Político de los contendientes.

  • Establecer y ejercer el Control del Estado, con propósitos políticos mutuamente excluyentes.

Los Hechos.

El gobierno de la UP no pudo controlar la economía ni prestar los servicios a que el Estado estaba obligado respecto a la ciudadanía. No logró crear una movilización “popular” que amedrentara a las FFAA y a la oposición. El Gobierno se dividió en una alternativa claramente violenta y otra política más o menos pacífica.

Fue incapaz de quebrar, decisivamente, la moral de las FFAA y comprometerlas con su Gobierno. Fue incapaz de mantener bajo control a sus grupitos armados revolucionarios, que no pudieron alcanzar capacidades militares significativas y terminaron siendo contraproducentes a su estrategia general y que cuando llegó el enfrentamiento decisivo fueron derrotadas inapelablemente

La Oposición, por su parte, fue capaz de trabar y dificultar seriamente la gestión del Estado en su relación con el Pueblo. Pudo generar movilizaciones laborales y populares menos combativas que las del gobierno, pero más significativas política y económicamente y consolidó una asociación limitada, pero sin alternativas: ganar o ser destruidos.

El Epílogo

Una vez derrotados el 11 de septiembre y meses posteriores, el Partido Comunista, cediendo a la presión cubana, optó por construir un ejército Popular Revolucionario en el extranjero e incorporarlo al territorio nacional en forma paulatina para, una vez alcanzada cierta paridad con las FFAA del Estado, pasar al asalto para combatir en una dupla formada por el FPMR en una función de combate regular armado y por las Brigadas Rodriguistas para la creación y sostenimiento de la batalla popular urbana.

Fueron derrotados inapelablemente por el Estado y sus FFAA e instituciones de gestión económica y política y se replegaron ingresando a la Concertación de Partidos por la Democracia controlada ahora por sus adversarios ideológicos, también de izquierda, pero no partidarios de la lucha armada.

VOLVAMOS A CLAUSEWITZ:

«Estas tres tendencias (Pueblo, Razón, Fuerza) se manifiestan con fuerza de leyes y al mismo tiempo varían en magnitud. Una teoría que insistiera en no tomar en cuenta a una de ellas o en fijar una relación arbitraria entre las mismas, caería en contradicción con la realidad … El problema consiste, por lo tanto, en mantener a la teoría en equilibrio entre estas tres tendencias. (Fuerza / Ejército); (Razón / Gobierno del Estado); y (Pasión / Pueblo), como si fueran tres centros de atracción».

Como según la teoría original de Clausewitz el empleo de la fuerza por parte de un gobierno en forma debe materializarse necesariamente mediante fuerzas militares bajo su control, y como la formación de un ejército nacional regular requiere ineludiblemente de la existencia de un estado, – nación, gobierno y territorio -, podemos concluir que la aplicación de la violencia entre estados formalmente establecidos, organizados y gobernados normalmente será trinitaria.      

Sin embargo, cuando el Gobierno de uno de los bandos en lucha pierde o carece del control sobre parte sustancial de su territorio, y su capacidad se reduce a la sola conducción de operaciones militares o muy poco más (Mao, Tse Tung, guerra revolucionaria 1967) y subsiste en la forma de bandas armadas con una carga de violencia primordial de cualquier naturaleza[3], tenemos a un pueblo empleando la violencia militar irregular contra un estado, para obtener los fines de la guerra (Afganistán 2023).    

Si aceptamos la definición de guerra que Clausewitz acuñó en su célebre fórmula -«la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de ésta por otros medios»- este tipo de enfrentamiento continuaría siendo una forma de guerra o de aplicación de la violencia para la obtención de fines políticos.

El conflicto violento Intra Estatal a la luz de los conceptos que hemos propuesto para este análisis, admite dos posibles clasificaciones: empleados por parte del gobierno establecido contra parte de su propio pueblo, constituiría una forma de conflicto trinitario empleando «armas o procedimientos prohibidos» dentro de las convenciones que regulan este tipo de guerra (Chávez contra Venezuela); y cuando fuera empleada por grupos no gubernamentales para obtener objetivos políticos contra el propio estado, (FARC, 2010) caerían en la categoría en que cada país clasifique el empleo de la violencia armada contra el Estado, por parte de civiles[4], hasta que reconozca su condición de beligerantes y se transforme en guerra civil.

Relaciones entre los factores en un conflicto Intra Estatal.

Podemos apreciar DOS grupos en pugna:

Uno (1) el Gobierno que está ejerciendo el  Poder y en control de por lo menos dos de los elementos de la trinidad (Gobierno y Ejército).  Al cual se le opone (2) un grupo aspirante a ser Gobierno, que contará con apoyo de parte del Pueblo -o de sus grupos más movilizados- en un grado que estima suficiente para comenzar las hostilidades. No contará con Ejército y deberá neutralizar las fuerzas militares del gobierno o reducirlas a la impotencia.

Este conjunto de elementos y situaciones es la base de la existencia de las estrategias políticas asimétricas, la guerra irregular, la guerra hibrida y muchas otras denominaciones.

Breve revista a lo acontecido en Chile el 18 de Octubre de 2019 y siguientes.

La Izquierda, en especial el Partido Comunista, analizó en detalle su fracaso posterior a 1973 y efectuó importantes cambios a su concepción estratégica para el asalto violento al poder, que estuvo acompañada de varias campañas contribuyentes a adquirir las capacidades necesarias.

Revisemos la construcción del escenario estratégico en el cual se daría la nueva batalla por el control del Estado.

Extrema Izquierda

  • Mando político descentralizado coordinando las cúpulas de los partidos extremistas de izquierda. El PC consiguió una influencia desproporcionada a su peso político, aliándose con el Frente Amplio y distanciándose de la Concertación de Partidos por la Democracia.
  • Cambio de su orgánica, abandonando las organizaciones “Obreras de Clase” (la CUT)y se cambió a la organización por “Territorios” y dentro de ellos, por “Minorías”[5].
  • En las operaciones no se mostraron abiertamente y transfirieron el mando operativo y táctico a “organizaciones sociales” coordinadas centralmente por el PC, “dedicadas” a generar violencia y descontrol por áreas, por tipos de objetivos y acciones. Movilización enérgica de estudiantes de todos los niveles, incorporación sistemática del lumpen y drogas. Control e incorporación de “minorías” activas de todo tipo: homosexuales, mujeres, veganos, ambientalistas etc.
  • Neutralización de la acción de las policías mediante su desmoralización en base a acusaciones de “defensa de los DDHH”. Protagonismo agresivo del INDH en coordinación con la acción de la prensa y Poder Judicial.
  • Mantener a las FFAA sin capacidades, doctrinas ni voluntad de acción en Seguridad Interior mediante los DDHH y acción del Poder Judicial, difamación y acusaciones falsas.
  • Incorporación de las redes sociales. Tuvieron éxito en cuanto a su capacidad de coordinación de acciones, pero fueron derrotados por la derecha en el control y masividad de su uso. Empleo sistemático de la prensa TV, matinales y otros.
  • Acción política contra el gobierno desde los OOII regionales y la ONU.
  • La falta del factor «cálculo político», señalado por Clausewitz como el elemento moderador, llevó a la izquierda a niveles de violencia y duración desconocidos en Chile, que resultaron contraproducentes, al distanciarlos de parte sustantiva del “Pueblo”.

La estructura estratégica del Gobierno de Piñera.

  • Piñera y su gobierno nunca mostraron líneas estratégicas apuntadas a mantener el poder y contrarrestar los preparativos del enemigo.
  • Ejerció el mando “en solitario”.
  • Solo mostró interés en el factor Gobierno, dejando abandonado los factores Pueblo y Fuerza. Aun así, la orientación estratégica de Gobierno dirigida prioritariamente al ámbito económico, de posicionamiento internacional y de prestigio personal de Piñera no pudieron contrarrestar la campaña de promoción de la inmigración ilegal -crecimiento de la miseria y la delincuencia- y su constante demostración de incapacidad frente a la delincuencia, revueltas y desórdenes, que debilitaron su capacidad de gobierno.
  • Fue completamente sorprendido por la estrategia enemiga que nunca logró comprender.
  • Dado que los motivos de tipo religioso, nacionalista, racial o ideológico tienen una mayor potencialidad emotiva y son menos sensibles al cálculo costo-beneficio que los de orden político idealista, – como la imposición de la justicia y la democracia -, o materialista, – como asegurar el acceso a un bienes y servicios -, parecería que en este aspecto, la balanza se inclinaría hacia el estado militarmente más fuerte sólo si éste empleara masivamente sus recursos materiales, económicos y morales para imponer una resolución a corto plazo, que fue exactamente lo que Piñera y su gobierno no se atrevieron a hacer.

Comentarios finales.

– Si efectivamente el factor pueblo[6] es nuevamente el de mayor preponderancia en los escenarios bélicos futuros, la tarea más importante de los gobiernos será determinar acertadamente y explicar  convincentemente a la opinión pública los objetivos políticos de la guerra; diagnosticar con precisión «la naturaleza» de la guerra a la que se verá enfrentado; ponderar la capacidad de movilización popular de la causa por la que se lucha[7], diseñar el ejército que sea capaz de potenciar y potenciarse de la voluntad de lucha nacional, e imaginar la forma en que articulará los factores tiempo, recursos militares, materiales y oportunidad, para ganar la guerra, entendido esto como el sometimiento de la intención hostil y la actividad de las fuerzas hostiles del gobierno, pueblo y fuerzas militares del enemigo.

– Los ejércitos regulares tendrían dos desafíos de primordial importancia: Desarrollar los conceptos estratégicos, operacionales, tácticos, técnicos y logísticos para ser capaz de producir los efectos políticos deseados en un marco muy restrictivo, precisamente delimitado y bajo la constante observación pública propia y de terceros. Estos efectos a veces se producirán mediante acciones militares, pero en otras ocasiones lo militar deberá subordinarse a las necesidades del concepto general de la guerra que, como hemos dicho, frecuentemente tendrá como objetivo algo tan elusivo como la moral de la opinión pública, de los gobiernos y de las propias fuerzas militares adversarias.

Melosilla, 24 de noviembre de 2023

Fernando Thauby García


[1] La vuelta Larga, Crónica personal de la crisis de octubre.  Gonzalo Blumel Editorial Ediciones UC

[2] De la Guerra, Karl von Clausewitz. Ediciones Mar Océano, Buenos Aires. 

[3] Actualmente sentimientos religiosos extremos e ideologías totalitarias.

[4] Los civiles en armas, cualquiera sea la tropelía que efectúen no violarían los derechos humanos de la ciudadanía ya que, según los Convenios Internacionales Vigentes, solo los estados y sus representantes violan los ddhh.

[5] Ernesto Laclau, (1935-2014) estudió en las Universidades de Buenos Aires y Oxford, y desde 1973 fue catedrático de teoría política de la Universidad de Essex, en Inglaterra. Especialista en el pensamiento gramsciano, desarrolló una intensa actividad como profesor visitante en Toronto, Chicago y varias universidades latinoamericanas, y es reconocido internacionalmente como uno de los principales teóricos del posmarxismo. Sus principales obras son “Política e ideología en la teoría marxista” y junto a su principal colaborador, Chantal Mouffe, “Hegemonía y estrategia socialista”.

[6] Casos de Guerra interna en Siria, Afganistán, Israel/Palestina, Turquía/Armenia, Rusia/Ucrania.

[7] Así el viernes 18 de octubre 2019 tras una semana de evasiones en el tren subterráneo, en todo el país se replicaron las manifestaciones y la noche terminó con cacerolazos y un incendio afectando a parte del edificio corporativo de Enel en Santiago centro. Solo esa noche el Presidente Sebastián Piñera decretó Estado de Emergencia en la Región Metropolitana, dejando a cargo de la seguridad al general del Ejército, Javier Iturriaga y a los militares en las calles. Todo sin ningún análisis estratégico serio alguno. La noche del 19 de octubre terminó con el general Iturriaga decretando toque de queda, el primero después de 30 años que no tuvo por motivo un desastre natural.

LAS IDEOLOGÍAS VERSUS EL RACIOCINIO Y LA GESTIÓN.

Este blog es para Marinos en Retiro.

Hemos recibido educación cívica y entendemos la función política de las FFAA. También hemos sido educados para cumplir nuestra misión al margen de la actividad política contingente. Por convicción y doctrina desconfiamos de los practicantes de ella.

Desde otra perspectiva, nuestra lógica de vida y de trabajo apunta a enfrentar problemas para resolverlos, a revisar todas las posibles alternativas y compararlas entre si desde múltiples ángulos para quedarnos con la más eficiente y luego transformar a la mejor de ellas en acciones para ser aplicada hasta la resolución del problema que nos fue encomendado.

En breve, la objetividad del análisis, la revisión de todas las posibles alternativas, su transformación en acciones concretas medibles, la valorización de los resultados y su análisis ex post para extraer experiencias y aprender de ellas, conforman la mentalidad naval. La excusas no sirven, les explicaciones sobran, los fracasos se cobran y se pagan, la responsabilidad personal y profesional es el supervisor constante e inexorable de nuestras acciones. Nuestro compromiso es con el colectivo, la unidad, la organización táctica o administrativa, en último término, la Armada y la Patria. Nunca con el interés personal.

Estas características nos mantiene alejados de la política y reacios a involucrarnos con ella y con los que la practican.

Pero olvidamos que, en nuestros días, en nuestra condición de Retiro y en nuestra Patria, “Si tú no te metes con la Política, la política, de todas maneras, se meterá contigo”.

Me parece que el eje de nuestro conflicto con la praxis política (que se cuela hasta lo social) es el choque entre nuestra formación orientada a la solución eficiente versus la ideología.

Se entiende por ideologías políticas a “los conjuntos de ideas o postulados fundamentales que caracterizan a los partidos políticos en relación a cómo deberían funcionar las instituciones de un Estado o una sociedad. Las ideologías políticas ofrecen un programa político y cultural para un determinado orden social. Una ideología política se ocupa de cómo debería distribuirse el poder y a cuáles fines debería dirigirse”.

Una ideología entonces es un conjunto de ideas preconcebidas para ser implantadas a una sociedad. Usualmente, cada ideología contiene ciertas ideas de lo que considera la mejor forma de gobierno (por ejemplo, la democracia, la teocracia, etc.), y el mejor sistema económico (por ejemplo, el capitalismo, el socialismo o comunismo, etc.). En ocasiones se usa la misma palabra para identificar una ideología y una de sus ideas principales. Por ejemplo, el «socialismo» puede referirse a un modelo económico, o puede referirse a una ideología como sistema.

Finalmente, las ideologías políticas se clasifican en dos dimensiones:

Fines: Cómo debería funcionar u organizarse la sociedad.

Métodos: La manera (Estrategia) más apropiada para lograr este fin.

En el mundo actual, las ideologías han ido debilitándose en sus aspectos ideológicos o valóricos, en beneficio de la aceptación de un conjunto variable de derechos de las personas y de conductas sociales. Siguen más o menos sólidas en cuanto a los modelos económicos en que se sustentaría cada una de ellas.

En casi todo el mundo Occidental se han impuestos las ideologías democráticas y los sistemas económicos próximos al capitalismo.

En nuestro país, caso anormal, la ideología marxista (en su versión comunista) ha transitado desde el comunismo soviético, al castrismo, al socialismo democrático y recientemente el pos-marxismo o neo-marxismo en la versión de Laclau, identitario y populista, próximo al Peronismo argentino clásico. De todas maneras, una versión barroca y decadente del marxismo clásico, pero envuelta en un intenso populismo que, al llegar a mentes débiles, poco o mal educadas, aún ejerce atracción sobre algunos segmentos juveniles y de las “viudas” del marxismo tradicional, ya agónico.

Esta versión aplica como fines las mismas del marxismo tradicional – el control político de la sociedad por parte del partido comunista- y como estrategia, las mismas dos que ha aplicado siempre en Chile: el uso y abuso del sistema democrático, deformándolo y retorciéndolo hasta hacerlo irreconocible o el empleo de la fuerza y la violencia para imponerlo, cuando la oportunidad se presente.

La sociedad mundial y en ella la nuestra, está enfrentando una serie de cambios profundos que se suceden y superponen con alta velocidad, la informática, las comunicaciones de masas, la inteligencia artificial, la desaparición de las grandes fábricas de la Revolución Industrial y la paulatina desaparición de la Clase Obrera. La decadencia de las estructuras familiares y nacionales tradicionales, el abandono de las religiones y la aparición de rituales y creencias exóticas a nuestra cultura, nuevas formas de producción y comercialización, nuevas asociatividades, cambio de roles sociales tradicionales, supremacía de la clase media, imponiendo sus gustos, preferencias y tendencias. Concentración de la riqueza en pocas fortunas mundiales que se potencian con la globalización y la movilidad de personas, bienes y servicios. Desequilibrios geopolíticos y sociales, nuevas formas de guerra y nuevas armas, guerras de estados contra pueblos y guerras de pueblos contra pueblos, que parecían ya superadas, vuelven con gran letalidad.

En la lógica de estas ideas, todo este escenario muestra, sin duda, que cualquier idea, doctrina o ideología social, económica o política preconcebida, universal y apta para todos, en cualquier país o circunstancia, no tiene ningún destino, por el contrario es la Gestión, la adaptabilidad y la comprensión de la peculiaridad de cada caso, lo que hace la diferencia, es la capacidad de apreciar, entender y manejar cada caso en su propio valor y circunstancias y en el entendido que se construye sobre una base flotante, móvil, variable y no completamente conocida. Los que triunfen en el control de estas habilidades y destrezas son los Estados, Países y Organizaciones de diversos tipos, los que prevalecerán y tendrán éxito.

Ahí está la fortaleza, la habilidad y la vocación que nos da “valor agregado” para liderar, participar, gestionar y movilizar personas, intelectos, recursos y voluntades en actividades fabriles, deportivas, sociales, gremiales, académicas, artísticas y muchas más.

Tenemos valor político, y alto. Podemos y debemos participar, no desde la perspectiva ideológica, sino que desde y para, la relación con el medio y la obtención de resultados.

           Fernando Thauby García

      Melosilla 2 de noviembre de 2023

POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN SOCIAL

Hablemos de la realidad política chilena, aquí, ahora y en el pasado reciente, la que hemos conocido, vivido y sufrido.

Se dice que el sistema político es una estructura institucional que organiza y operativiza la participación de los ciudadanos para la conducción del estado.

La solución se basa en la idea de que dado que la ciudadanía es muy numerosa, diversa y anárquica, es necesario un sistema en que su participación sea a través de la intermediación de Políticos Profesionales de tiempo completo, constituidos en Partidos Políticos estructurados y organizados de acuerdo a la Ley y a sus estatutos propios; agrupados según Ideologías, para que ellos ofrezcan alternativas para el manejo de los asuntos públicos que interesan tanto a los ciudadanos como a la Comunidad o Interés Nacional. Esta representación se produce mediante mecanismos de Elecciones periódicas, secretas e informadas mediante la cual los ciudadanos designan a su representantes, de entre los candidatos propuestos por el Partido.

Los presupuestos constituyentes de esta solución han sufrido cambios sustantivos que han llevado a que la representación política de la ciudadanía sea crecientemente deficiente, poco o nada representativa, ausente de fiscalización, creciente autonomización de los representantes y control por parte de los Partidos.

Veamos algunos cambios: Los candidatos son designados por los Partidos con escasa o ninguna participación ciudadana y ella incluye factores ajenos como intereses de grupo particulares y de la burocracia del Partido. Los ciudadanos no conocen ni tienen comunicación fluida con sus Representantes y menos aún capacidad para fiscalizar y evaluar su desempeño o trasmitir sus preferencias o necesidades. La lealtad y compromiso fundamental del representante no es hacia sus representados sino hacia el Partido. La dificultad para acceder a la expresión personal de los ciudadanos y de proveer información completa, verificable y actualizada por parte de los Representantes directamente a los ciudadanos ha sido resuelta hace ya tiempo con los sistemas de comunicación social y de masas  digitalizados existentes, potenciados ahora por la Inteligencia Artificial y los mecanismo de Transparencia de la Información. La ciudadanía puede participar y dar su opinión informada en mucho mayor número, calidad y oportunamente, así como plantear preguntas y requerir información y ese volumen de tráfico puede ser manejado en forma rápida y precisa.

Las ideologías políticas han muerto. Las ideologías actuales son sistemas de creencias de grupos sociales para el resguardo y promoción de sus intereses. Más específicamente, la ideología es la base axiomática de algunos sistemas de creencias, esto es, una serie de creencias de tipo general/abstracto y de difícil variación. Son el conjunto de puntos nodales alrededor de los cuales se estructuran las creencias a través de las que se ve, piensa y actúa sobre el mundo.

En su momento de mayor esplendor constituyeron esquemas mentales integrales que reemplazaban el análisis de los problemas a resolver mediante la aplicación mecánica de un esquema mental pre concebido que reemplazaba el raciocinio en beneficio de los pre – juicios elegidos ex – ante.

Hoy, la ideología se mantiene presente solo en los partidos marxistas mas tradicionales y han sido abandonados por los demás grupos políticos que los mantienen solo como excusas más o menos articuladas para su uso funcional a sus preferencias o conveniencias.

 La Institucionalidad política vigente: Ideología, Partido, Grupo gestor y Controlador del Partido, Burocracia del Partido y Ciudadanos es un sistema obsoleto, agónico y carente de legitimidad.

En vez de ayudar a la presencia de los ciudadanos en la política, se han constituido en organismos oligárquicos que se han apoderado de las “máquina” en beneficio de sus intereses particulares. Inhibiendo por completo la participación de la sociedad en el manejo de las cuestiones que les interesan.

Para avanzar hacia una democracia real necesitamos complementar la democracia representativa actual con más democracia directa, participativa y deliberativa en un sistema virtuoso de control del poder político.

         Fernando Thauby García

Melosilla, 1° de Noviembre de 2023

DERECHOS HUMANOS:

DE LA ÉTICA A LA POLÍTICA

Desde el origen mismo de la estructura jurídica que encuadra, organiza, impone y controla el respeto a los DDHH, podemos comprobar que nunca fue ni es una organización democrática sino una organización política que al final del día, terminó empleándose como una herramienta de poder para los mandantes de la ONU.

En efecto, la protección de los DDHH parten de una consideración ética, transita y se configura en forma de estructura jurídica ad-hoc y termina trasformada en una herramienta de poder político.

Tras la derrota definitiva de Alemania, Japón e Italia, los vencedores, EEUU, la URRS, UK, Francia y China conformaron tribunales para castigar a los derrotados en un ámbito implacablemente descalificador en los aspectos éticos.

El 10 de diciembre de 1948, los vencedores -acompañados de sus estados tributarios- se reunieron en París y en conjunto hicieron una Declaración Universal de Derechos Humanos, contenidos en 30 artículos que se establecieron como metas a alcanzar para todas las naciones del mundo.

El contenido de esos artículos fue, obviamente, el que reflejaba la cultura y valores de Occidente, que se expresaban en formas políticas y conductas más o menos democráticas.

Desde el comienzo quedó claro que los regímenes de la Unión Soviética y China, no tenían la menor intención de incorporarlos a su conducta política interna ni exterior. El archipiélago de Gulag y el trato implacable a su propia población con el extermino de categorías sociales completas en la misma URRS y en los países que ocupó en Europa Oriental, y China en su extenso territorio cerrado por completo a la influencia y contacto con occidente, desde el comienzo se situaron “fuera” de este marco.

Así se conformó la Guerra Fría en que ambos bandos se enfrentaron en todos los ámbitos, incluyendo la incorporación de su versión de los DDHH en sus respectivos ámbitos de influencia.

Para parte sustancial de los habitantes del planeta, los DDHH fueron letra muerta y para los países líderes de ambos bandos, se convirtieron en armas e instrumento de control, influencia, condicionamiento o castigo en su espacio de influencia y también como arma para debilitar, avergonzar y socavar a los países lideres del bando opuesto y a sus aliados.

La primera señal que confirmó los temores del mal uso de esta estructura jurídica en construcción fue que los cinco países líderes fueron los primeros y mas groseros violadores de estos preceptos, cuando la tinta de sus firmas aún estaba fresca. La URRS en su propio país y en Europa Oriental; China, en todo su territorio y en algunos territorios fuera de sus fronteras; EE. UU. en Vietnam y poniendo y sacando gobiernos en Latinoamérica, y Francia en Indochina y Argelia.

Desde la óptica latinoamericana, los casos más obscenos son la conducta que observa hasta hoy EE. UU. frente los DDHH en Cuba, Venezuela y varios gobiernos de Centro América.

Como se puede apreciar, la ética, fueaplastada por los intereses políticos.

La consecuencia obvia es que la estructura jurídica para poner en marcha la maquinaria de los DDHH se centró en mecanismos para controlar, presionar, avergonzar y castigar a los países débiles, estructurando sistemas colectivos de sanciones a LOS ESTADOS y no a los infractores no-estatales, aunque para ello debieran dejar de lado los contextos y las consecuencias en que actuaban los estados no siempre conforme a la forma dispuesta por el grupo supra nacional.

La mayoría de las intervenciones de las NNUU no concluyeron en niveles superiores de humanidad, sino que, tras prologadas intervenciones, concluyeron en anarquía y caos social y económico. Casos hay muchos, desde Haití a Vietnam y Palestina. África es un escenario aun activo.

La Estructura jurídica comenzó a construirse con la ya mencionada Declaración Universal de los Derechos Humanos suscrita por el total de los países miembros de la ONU –documento declarativo no vinculante– como un “ideal común” a alcanzar en los ámbitos de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. También se estableció el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de derechos Económicos, Sociales y Culturales,

-igualmente no vinculantes- que vinieron a conformar la llamada “Carta Internacional de Derechos Humanos”. 

A partir de esta base declarativa y generalmente a nivel de regiones, los países fueron formando Pactos y firmando tratados -esta vez vinculantes-, de cumplimiento obligatorio- en este ámbito[1].

Así, tenemos que el respeto de los DDHH son exigibles a los Estados que hayan firmado los Pactos y Tratados Internacionales correspondientes y que la obligación de protegerlos exige que los Estados también impidan los abusos y la vulneración de los derechos humanos de sus ciudadanos, por parte de grupos privados de tipo criminal, político, sociales, claramente no-estatales.

En breve, los estados más débiles fueron sometidos a dos cargas simultáneamente: respetar los DDHH en su territorio e impedir que grupos no estatales los violaran. El problema es que toda la estructura jurídica humanitaria de los pactos, como de la misma NNUU, está conformada para identificar, cuantificar y denunciar la conducta de los Estados, nunca de las organizaciones no-estatales, que además, generalmente, cuentan con el apoyo abierto o soterrado de las grandes potencias o de algún socio menor.

En la actualidad vemos como hay estados que claramente no son capaces de proveer las condiciones que la ONU exige, mientras los grupos nacionales no-estatales están usado los mecanismos jurídicos de las NNUU, para fortalecer su posición y debilitar aun mas al Estado contra el cual combaten.

Con frecuencia los sublevados han derrotado a Estados incapaces de cumplir simultáneamente las exigencias de la ONU y combatirlos. Estos grupos, cuando logran vencer al Estado, implantan sistemas de gobierno aún más violadores de los DDHH de su ciudadanos, ahora con el beneplácito de un número de países que los consideran sus protegidos. Casos como el señalado, en América Latina son Cuba, Venezuela y Nicaragua.

La debilidad de un Estado se traduce en la incapacidad para mantener el control efectivo dentro de su territorio lo que ofrece condiciones óptimas para el surgimiento de fuerzas no estatales difícilmente controlables y que pueden tener un impacto negativo en la seguridad internacional y en especial de los estados vecinos.

Otro ejemplo de la forma perversa en que se refleja la discriminación de la legislación y funcionamiento de los organismos de DDHH de la ONU entre un Estado y sus enemigos no-estatales es que la ONU no se hace responsable de los resultados de la derrota de los estados ni controlan el respeto a los DDHH por parte de los actores no-estatales, una vez derrotados los primeros.

Se puede concluir que la estructura jurídica que la ONU ha configurado para organizar y llevar a cabo la vigencia de los DDHH en el mundo, ha sido ineficaz, ya que al término del conflicto la condición de los DDHH no ha mejorado o es peor y su politización ha significado una degradación y una evolución perversa de los objetivos éticos que se suponía se perseguían.

Melosilla 4 de Octubre de 2023

Fernando Thauby García.


[1] Chile es signatario del Pacto de San José de Costa Rica

“La Violación de los Derechos Humanos ¿Privilegio de los Estados?” – Comentario

Estimados lectores:

Mi último blog, titulado “La Violación de los Derechos Humanos ¿Privilegio de los Estados?” parece haber tocado un punto sensible y he recibido algunos comentarios, uno de ellos, el único enviado por escrito y que puedo compartir sin temor de traicionar las ideas originales del autor, es el de Santiago Escobar, un abogado ex socialista. Por lo señalado, a continuación transcribo la carta de mi amigo, esperando que contribuya a avanzar en este tema.
La creciente frecuencia e intensidad de las guerras «híbridas» plantean nuevos problemas y demandan nuevas soluciones.
Atentamente

Fernando Thauby García


jueves 28 sept. 2023
Querido amigo.
Gran artículo. Tiene una solución fácil: aumentar las penas para insurgentes, terroristas y cualquier grupo o persona delictivas, en la medida que sus acciones se orienten a producir daños calificables como delitos de lesa humanidad.
Un estado infractor, Venezuela o Cuba por ejemplo, lesiona los derechos humanos con agentes directos; las organizaciones terroristas también.
Solo le falta el carácter de «estatal», pero en uno y otro caso existe un iter criminis similar.
La «estatalidad» en la globalización actual no debiera ser una condición sino una situación para evaluar la calificación de la intensidad de la comisión del delito y de lo que se espera normalmente de la administración del Estado, que ostenta el monopolio del poder versus su comportamiento delictual.
De los ciudadanos, en su esfera de acción política se puede esperar oposición, incluso acciones de fuerza, pero nunca terrorismo, ni amenazas colectivas a la seguridad.
Tú me lo dijiste cuando aseguraste que los derechos humanos son un valor universal para desvincularlos del golpe.
Pues bien, hay que pensar la vigencia de ese valor universal no solo como obligación de respeto estatal sino de todo ser humano.
A lo mejor te resulta enrevesado, pero si existe el derecho penal de las personas jurídicas, no veo porqué una organización con propósito político no puede ser considerada criminal por generar delitos de lesa humanidad.
Se definen como combatientes de la libertad y portan planteamientos privados para que prevalezcan en lo público. No son lo mismo que una mafia en su consenso organizativo interno, aunque en la práctica realicen acciones mafiosas. Pero hay que atender a su propósito y sobre la base de éste juzgar sus acciones.
Santiago Escobar, abogado, periodista.