BRASIL: LO QUE VA DE LULA A TEMER

Los gobiernos de Brasil, de izquierda o de derecha, tienen una alta opinión de si mismos y están dispuestos a dar lecciones a otros países.

A propósito del escándalo de la exportación a Chile de carne contaminada, Blairo Maggi, magnate de la exportación de soja, ministro de agricultura de ese país, nos ha aplastado con sus amenazas de represalia: «Si tuviera que tener una reacción más fuerte con Chile, la tendré sin duda alguna» incluso señaló que “contaba con el respaldo del Presidente Temer” para ello. Tanta rudeza me hizo extrañar a Aurelio García, “El Profesor”, que periódicamente venía a darnos lecciones de política, economía y relaciones internacionales. Era antipático, atropellador y generalmente estaba equivocado, pero tenía mejores maneras.

Es rara esta afición autoritaria, doctoral y castigadora de los gobernantes brasileños. Dueños de un país que presenta una y otra vez serios problemas sociales, políticos, de seguridad y económicos, se esperaría algo mas de pudor y modestia.

Brasil no tuvo guerra de la independencia, no hubo reemplazo de la elite imperial por otra republicana, solo hubo un cuartelazo en que el emperador fue defenestrado y reemplazado por los mismos militares, aristócratas y latifundistas que habían controlado el país e implantado el esclavismo. Esa misma clase domina el país hasta hoy.

Con la excusa de que Brasil requiere un desarrollo industrial que le dé la autarquía necesaria para competir de tú a tú con las grandes potencias mundiales, lleva siglo y medio obligando a su pueblo a consumir bienes y servicios malos, caros, tecnológicamente atrasados y subsidiados por el estado, a fin de cuentas, pagados a la clase empresarial con el sacrificio de sus habitantes.

Hace ya algunos años la realidad se impuso y Brasil aceptó su condición de exportador de materias primas y productos agrícolas, aunque siga presumiendo de industrializado, en este camino exporta carne de vacuno de segunda categoría que ha resultado ser objeto de adulteración para disfrazar su defectuoso procesamiento y almacenamiento.

Destapado el escándalo, Chile, al igual que otros países, detuvo la importación de carne brasileña, de ahí su exabrupto. Supongo que esperaba que comer carne en mal estado debía ser nuestra contribución a la grandeza de Brasil y al enriquecimiento de sus empresarios. Muy clarificadora la reacción, es importante que los chilenos hinchas de Brasil tomen nota.

Pero hay dos malas noticias para Maggi, el cree que «el comercio está hecho de codazos” y como en Chile hay libertad de comercio y el gobierno no puede obligar a la gente a comer comida descompuesta, el codazo final lo tienen los consumidores, clase social que en su experiencia de gobierno no es relevante pero que aquí cuenta. Lo mas probable es que la venta de carne brasileña caiga fuertemente.

Por otra parte, es bueno que sepa que si los exportadores e importadores chilenos sufren daños, es su problema y deberán resolverlo buscando otros clientes y proveedores, lo que constituye una dificultad remontable, de la misma manera que en el pasado hemos superado las presiones de otros gobiernos prepotentes. Por otro lado, los consumidores brasileños también sufrirán, aunque ese es un tema que a alguien como Maggi no le preocupa.

Después de todo, parece que Lula era mas civilizado que Temer.