Hace unos pocos días leí una opinión que identificaba a las redes sociales “como algo fundamentalmente incompatible con los requerimientos para la existencia de una cultura política democrática robusta”.
La utopía inicial que creía que se estaba inaugurando una red de comunicaciones global que democratizaba tanto la información como los contenidos, y que se estarían conformando una “plaza pública transparente y radicalmente igualitaria”, era una esperanza que no se cumplió.
En efecto, el triunfo de Trump en los EEUU y del Brexit en el Reino Unido vinieron a confirmar que la influencia del poder del dinero y los intereses geopolíticos que se expresaban a través de las tecnologías digitales, estaban mostrando que las redes sociales eran el caldo de cultivo de noticias falsas y un agente polarizador social de dudoso beneficio para la democracia.
La ilusión de que la gente pasaba de comunicarse “uno a uno” a un sistema global de “muchos a muchos”, olvidó la necesidad ancestral de los humanos de “juntarnos con los que piensan igual” para confirmar nuestras creencias prexistentes, creando una disonancia cognitiva entre las creencias preexistentes y la nueva -y diferente- información entrante.
La información que “no encaja” la descartamos y no llega a ayudar a expandir el conocimiento
En breve, la experiencia social humana nos habría enseñado que,
“es mejor estar equivocados en patota que acertar en solitario” y las redes sociales nos muestran “una visión de la realidad que se acomoda a nuestras creencias preexistentes creando una dinámica de polarización en que existe un enfrentamiento entre buenos y malos, entre héroes y villanos, amigos y enemigos”. Este choque entre lo que yo creo y lo que otra persona o grupo sostiene, nos lleva, en un ejercicio de economía mental, a descartar a los otros, por tontos o inmorales.
En definitiva, la mayor disponibilidad de fuentes de información no contribuyó a la comunicación y las personas corren a abrazar la evidencia que confirma sus prejuicios y descarta la que les produce disonancia.
- Es una argumentación interesante, pero creo que no es cierta – .
En Cuba si quieres informarte solo tienes a Granma, el órgano oficial del Partido Comunista Cubano (PCC). Una alternativa es cometer un delito y recurrir a un medio clandestino. Parece evidente que la información de Granma no tiene validez para los que no le creen al PCC. Aquí tendríamos un caso en que TODOS tiene acceso a UN solo medio que SIEMPRE interpretará todo desde la perspectiva del partido y que muy pocos aceptarán como válida.
En cualquier país democrático existen más de un medio y en una variedad de formas, es decir, la difusión del conocimiento es amplia, variada, diversa y contrastable, es decir cada persona tendrá muchas alternativas. Es más, en la búsqueda de una información probablemente tendrá que transitar por una amplia variedad de medios y sistemas, es decir contrastará, aun contra su voluntad, diversas versiones de un mismo hecho.
Esto ocurre en menor grado en los medios escritos y en la televisión, en que sabemos de antemano, aproximadamente, las preferencias y tendencias de cada uno de ellos y podemos rechazar su versión o interpretación de una situación, pero no podemos evitar saber que discrepa de la que preferimos. En internet esto es mucho más difícil y en algunos casos imposible.
En un canal personal de youtube, no sabemos que vamos a ver hasta comenzar a verlo, podemos abandonar, pero no podremos ignorar. Mas aun, en twitter el “algoritmo” nos enviará al tipo de informador que interprete mejor lo que quiero oir o ver, pero no podrá evitar que tenga que enterarme de que existen otras opiniones. Mas intenso aun es en Facebook, en que escribe muchas personas que pueden concordar parcial o totalmente conmigo pero que también pueden discrepar con la misma solidez, porque son personas que no obedecen directivas centralizadas sino que dan sus opiniones y juicios personales que solo podremos rechazar después de leerlos o escucharlos.
No cabe duda que el nivel de las interpretaciones, comentarios y evaluaciones de cada participante será muy variado y los habrá para todo nivel de auditores y cada cual se quedará con un conjunto que le resulte satisfactorio y que inevitablemente irá variando con el tiempo.
Internet es un ámbito en que se puede encontrar información y participación en infinitos temas presentados por un inmenso número de personas con muchísimas formas de interpretarlas y explicarlas.
Es decir internet da espacio e interlocutores de muy modesto nivel intelectual y cultural hasta expertos de nivel mundial y cada cual se irá ubicando donde le parezca.
Y eso es de muy alto beneficio para la democracia.
En este último año y medio, Internet salvó la democracia en Chile al permitir intercomunicarse, informarse y organizarse a millones de chilenos que “nunca se metieron en política”.
Fernando Thauby García.
Melosilla, 13 de Febrero 2023.