Los alemanes y los huérfanos políticos de Chile

La forma tradicional de segmentar el espectro político y electoral en Chile –derecha, centro e izquierda- sufrió una primera baja con el debilitamiento y posterior extinción del “Centro”: la incorporación de la Democracia Cristiana a la Concertación y la virtual desaparición del Partido Radical. Con el transcurrir de los eventos electorales la Democracia Cristiana fue desperfilándose hasta casi desaparecer como actor político relevante y diferenciado.

Así es como quedaron dos grandes conglomerados: la izquierda y la derecha. La primera  integradas por el PS, el PC y los escombros de la DC y la segunda por RN y la UDI. Esto en lo formal. En la realidad, este esquema fue prontamente sobrepasado y se hizo insuficiente como instrumento para comprender la realidad política e incapaz de prestar un servicio útil para entender los procesos en el sistema político.

Lo que se conoció como “derecha política” y “derecha económica” dejaron de ser coincidentes. Ni siquiera siguieron siendo funcionales una con la otra. La primera quedó contenida en RN y la UDI y centró su interés en el juego parlamentario; en el debate ideológico desde una perspectiva dominada crecientemente por la ideología liberal y en la negociación parlamentaria con la izquierda, y la segunda, la derecha económica, comenzó a actuar en forma autónoma y negociar su apoyo y financiamiento con los grupos y partidos políticos de todo el espectro político, en base exclusivamente a sus intereses económicos corporativos. Alejándose de la ideología y de la política partidista de la derecha.

La antigua “izquierda” se segmentó también en dos corrientes. La primera que podríamos denominar “de gobierno”, reúne a las personalidades conspicuas de la izquierda tradicional –a los guerreros cansados- que aspiran y luchan por conseguir las mejores condiciones económicas personales y familiares posibles  y su inclusión a la socilité respetable de Chile mediante la conquista y administración del Gobierno y el aparato estatal, y una segunda corriente de izquierda que podríamos denominar “francesa”, preocupada de los problemas ambientales, de género, de los derechos reproductivos, de los homosexuales, de la sociología del desarrollo, de la creación de un estado de bienestar, de la justicia garantista y de los problemas de la pos modernidad en general.

Como se puede apreciar, los intereses de la “derecha económica” tienen una amplia intersección con los de la “izquierda de gobierno”. Asi es como se ven empresarios arrimados a la izquierda política y a varios asociados simultáneamente en ambos bandos. Ambas corrientes –derecha económica e izquierda de gobierno- conforman lo que se podría denominar el  “Grupo Económico”, que supera el ordenamiento político tradicional y se concentra en la realidad del poder económico.

Por el otro lado, la derecha política terminó siendo dominada por los “Liberals”, sectores de ideología liberal que hacen juego y son la contraparte benévola de la izquierda europea. En conjunto, “Franceses” de izquierda  y “Liberals” de derecha, conforman un ámbito de debate ideológico, valórico, o como se quiera llamarlo, de temas que preocupan a las elites intelectuales mundiales, -tengan o no que ver con las realidades nacionales-, que podríamos denominar el “Grupo Liberal”. Son los promotores de la pos modernidad en Chile y actúan como si constituyeran la vanguardia que está creando la contrapartida cultural del progreso económico alcanzado por el país. Esta vanguardia gestiona los medios de comunicación social en asociación con los empresarios que -como se dijo- cubren el total del espectro político – partidista y desde ahí maneja la agenda mediática que pone en tabla sus temas, sin afectar substancialmente a los intereses del Gobierno ni de los grandes empresarios, que son quienes los financian y sustentan en su quehacer.

Queda sin afiliación ni representación un gran número de ciudadanos que no participan en ninguno de los dos Grupos ya caracterizados, ellos constituyen la “clase media”, la pequeña burguesía o el ciudadano común, con intereses concretos, valores tradicionales y aspiraciones modestas que quedan excluidos de los temas que los dos Grupos anteriores ponen  en tabla y que dan origen a la diferenciación electoral y política formal del país. Su desinterés en política se basa, justamente, en que sus intereses no se intersectan con los de los otros dos Grupos identificados.

A este segmento podríamos denominarlo el Grupo de Clase Media y su existencia se hace evidente cuando se comparan los resultados de las encuestas de opinión y las electorales, en las que valoran el trabajo, la educación, el ahorro, el orden, la paz social, la evolución política, el respeto a las reglas y la seguridad, que tienen terror de regresar a la pobreza o que un tropezón les quite todo lo que han logrado a punta de esfuerzo y sacrificio. Estas personas, cuando son interrogadas sobre asuntos que les interesan superficialmente, como la Reforma Tributaria, la Ley Zamudio, el activismo por los Derechos Humanos, Patagonia sin Represas y Energía Renovable y No Contaminante, responden cualquier cosa “políticamente correcta” o repiten las consignas más voceadas, que suelen ser las más extremas. Este grupo casi no tiene representación política.

Las encuestas son elocuentes: lo que más les interesa en orden de prioridad: Educación; Salud; Pobreza; Sueldos; Empleo; Drogas. Lo que menos les interesa: Medio Ambiente; Derechos Humanos y Reformas Políticas. Pero hay más, se puede apreciar, que cuando el Grupo Liberal incursiona en las áreas de interés de la clase media, lo hace desde una perspectiva sociológica e ideológica: inclusión, desigualdad, conflictos sociales, y no desde la que preocupa a los afectados: pagar deudas; pagar educación; obtener educación de buena calidad y útil para que sus hijos se ganen encuentren empleo y se ganen la vida, evitar las violaciones y asaltos en sus barrios, transporte decente y barato, salud digna y conseguir políticos que efectivamente los representen.

El tema de derechos humanos es interesante de analizar: Cada cierto tiempo, se produce algún aniversario y los grupos Liberal y Económico, apoyados en su completo control de los medios caen en sus “dos minutos de odio”;  instalan una agenda que tiene a todo Chile de cabeza durante una semana, al cabo de la cual, el grupo que logró impactar mas cuenta con nuevos recursos para seguir su pelea “valórica” y dentro de cada bando sus miembros se realinean de acuerdo a las ganancias y pérdidas del ejercicio; y “vuelve el rico a su riqueza, vuelve el pobre a su pobreza y el señor cura a sus misas” … hasta el próximo aniversario, mientras las FFAA continúan al tope de la tabla de reconocimiento y afecto popular nacional.

Tal vez esto tal vez explique la proliferación de candidaturas presidenciales de afuerinos a los dos grupos mencionados. El riesgo es que uno de estos días aparezca un proyecto nacional – socialista a lo Hitler, que capitalice las frustraciones, miedos y esperanzas de la Clase Media, espina dorsal de Chile y triunfe con un proyecto totalitario. La alternativa es que aparezca una Angela Merkel con un proyecto social – cristiano de economía social de mercado; que funde una nueva derecha que sepa capitalizar democraticamente estas ansiedades y resolverlas.