Educación y Clase Media

En Chile la clase media es mayoritaria. No es homogénea, existe una ya asentada y otra emergente. Ambas comparten los valores que las definen como clase media: viven de su trabajo, creen en el esfuerzo personal, valorizan la educación, son frugales y ahorrativas, respetan las reglas, quieren paz y estabilidad para seguir progresando. Sus valores son conservadores y burgueses y están conscientes y orgullosas de ello, sin embargo simultáneamente, en menor o mayor grado, su realidad económica es precaria: una enfermedad catastrófica o prolongada; un accidente grave –desde un terremoto a un incendio-; la concurrencia simultánea de varios hijos a la educación superior; perder el empleo o ser víctimas de un robo o estafa mayor, puede llevarse todo en un abrir y cerrar de ojos y devolverlos a la pobreza y la proletarización sin que puedan hacer mucho para evitarlo. La ayuda social gubernamental está focalizada principalmente hacia las clases mas desposeídas.

Su inconmovible confianza en que la educación es lo que hace la diferencia, -lo que consolida su nuevo estatus y solidifica su nueva realidad-, la ha llevado a hacer un esfuerzo titánico por llevar a sus hijos a la universidad, sin embargo los resultados han sido frustrantes: están endeudados, la educación a que tuvieron acceso es mediocre y siguen marginados del juego ya que carecen de las redes sociales para acceder a los cargos –públicos y privados- que hace ya tiempo fueron apropiados por las oligarquías sociales, sindicales y políticas, y que son los que tienen las remuneraciones a que aspiraban.

Los que soñaron con emprender, se encuentran con que la educación que recibieron no los capacitó para ello; que no tienen acceso al financiamiento y que siguen dependientes de otros o del Estado.

Esta es la base de la protesta. Desde el año 2011 los estudiantes de clase media y sus familias reclaman que la educación es un derecho y que para ello, no podía continuar siendo un negocio que ni siquiera les daba lo que les prometía y frente al cual se encontraban indefensos. En efecto, la educación superior entregada por las universidades estatales es, generalmente, de calidad, pero el número de estudiantes que admite es finito y la pobre calidad de su gestión hace que si se las pretendiera expandir, el costo creciera exponencialmente. Por su parte, la calidad de las universidades privadas es directamente proporcional a su costo, así, las de mejor calidad tiene altos precios y las más baratas, son deficientes.

Junto a lo anterior, se encontró con que las barreras académicas de entrada en ambos tipos de universidades segregaban a los alumnos según la calidad de la educación media recibida, con lo que la diferenciación se acentuaba: los estudiantes que recibieron mala educación media solo pueden acceder a universidades de calidad deficiente lo que los lleva, en un círculo vicioso, a endeudarse para luego no encontrar el empleo con la remuneración esperada, mientras que los provenientes de buena enseñanza media tendrían acceso a las universidades de calidad, -privadas o estatales- y podría acceder a los empleos mejor remunerados.

Según los estudiantes (Fielbaum, Andrés), la disputa quedó planteada en los siguientes términos: “Los estudiantes exigen que el negocio educacional se termine en todo el sistema educativo, y que la gratuidad se materialice en financiamiento directo a las instituciones para que estas puedan colaborar entre si en vez de competir. El gobierno, por su parte, exige respeto a la libertad de emprendimiento asegurando que el no entregar fondos públicos a las instituciones que lucran es suficiente. Asimismo argumenta que lo que debiera importar a los estudiantes es no pagar de su propio bolsillo, pero el cómo se entreguen las platas es problema del Gobierno”. Según el mismo dirigente, si las transformaciones en educación es “dirigida y procesada por los mismos viejos partidos y actores de la transición, es difícil esperar otra cosa que no sea un mero maquillaje” y cuando se evidenciaron “los conflictos de interés presentes tanto en la Concertación como en la derecha, comprendimos que una iniciativa que cambie el sistema educativo desde su raíz no provendría desde el mundo político chileno”.

En breve, el problema de la educación parece planteado en dos grandes ámbitos: (1) Costo y financiamiento y (2) Acceso y calidad.

Si tomamos universidades de la misma o equivalente calidad, encontraremos que el costo es parecido, la diferencia está en el destino de los excedentes: en las privadas, va a los dueños de la universidad y en las estatales, va a los gestores y administradores de la misma. En cuanto al financiamiento, en las privadas sale principalmente de las familias de los estudiantes y en parte del Estado y en las estatales principalmente del Estado y en parte de las familias.

La otra parte del problema parece estar en el segundo ámbito: Acceso y calidad. En efecto, si la universidad –pública o privada- es de alta calidad, el acceso será selectivo y la retribución en remuneraciones a sus egresados, será adecuada. Si la calidad de la universidad es deficiente, también en ambos casos, el acceso será irrestricto pero no habrá retribución o habrá una pobre retribución en términos de remuneraciones laborales a sus egresados.

Así las cosas me parece que la solución va por un cambio integral del sistema educacional que apunte a la educación como instrumento de emancipación -tanto respecto de los grandes empleadores particulares, como del Estado- que no solo dé igualdad de oportunidades con posterioridad al egreso del sistema educacional sino que también permita el fácil y libre intercambio, en cualquier momento de la vida, entre la actividad laboral y la educacional que deje que cada cual avance hasta donde su potencial se lo permita, en el momento y forma que lo desee. Parece también evidente que un sistema así solo puede tener éxito si el sistema educacional apunta a la formación no solo de trabajadores y empleados asalariados sino principalmente de emprendedores, innovadores y creadores que no solo produzcan valor agregado y riquezas sino también trabajos mejores y más satisfactorios.

Me parece que la educación debe ser siempre sin fines de lucro, en el caso de la educación superior así lo dice la ley, quienes entraron a esa actividad lo sabían desde el principio y solo la falta de fiscalización y la complicidad estatal permitió su existencia y afincamiento. Por otra parte, lo que se recibe gratis no es apreciado aprecia, así, la educación pagada es mejor aprovechada, pero para que ello sea factible, debe ser segmentada en tramos mucho más breves que permitan que los afectados puedan asumir una carga económica más reducida, en momentos sucesivos de su vida. Una educación superior que retiene a sus alumnos por 5, 6 ó 7 años continuados es un arcaísmo insostenible: un sistema hecho para hijos de ricos o de la elite gobernante. No hay hijo de vecino común y corriente que pueda resistir ese ritmo de pagos ni de endeudamiento.

El sistema debe apuntar a una educación analítica, culturalmente globalizada, experimental, con frecuentes reciclajes y oportunidades de acceso y reentrada del sistema educacional al mundo laboral y viceversa, acompañado de un sistema que de igualdad de oportunidades para el acceso al crédito, al financiamiento y las informaciones necesarias para emprender con razonables posibilidades de éxito.

La diferencia en calidad de la educación media es consecuencia de muchas variables que van desde el lugar de residencia hasta la madurez del estudiante, en un sistema flexible como el que se describe la baja calidad que se obtuvo en un determinado momento podría ser revertida cuando cada persona en cualquier momento y condición de su vida, decida complementar o perfeccionar su educación media y orientarla para acceder a un ámbito específico de la creatividad y el emprendimiento. Esta flexibilidad abriría la competencia y debilitaría el sistema de castas generado por los colegios VIP a que acceden tanto los vástagos de la elite de izquierda como de derecha.

De esta manera, los verdaderos agentes de cambio social y económico serían los emprendedores de la clase media, que empleando sus virtudes y valores habrían encontrado el ambiente apropiado para hacer realidad todas sus potencialidades

No creo tener la solución perfecta, pero dado que esto no ha sido tema electoral y no ha logrado atraer la atención de la clase política, propongo estas ideas a la reflexión de los lectores.