Desde hace algunas semanas diversos medios periodísticos han estado acogiendo y difundiendo un tipo de análisis de las relaciones exteriores de Chile que se parece mucho a una campaña de desinformación.
Un resumen comprehensivo y completo de los argumentos presentados por la izquierda fue expuesto por Luis Maira, que fuera embajador en Argentina. Al término de su exposición ante el Consejo Chileno para las RR.EE., al cual a la prensa no tuvo acceso, Maira le planteó directamente a Piñera las críticas que la diplomacia vinculada al «Acuerdo Político Programático Nueva Mayoría»ha realizado a la política exterior del actual Gobierno. En ausencia de una fuente neutral, tendré que referirme a la versión de Carlos Ominami, que comparte el análisis de Maira.
Según la prensa Ominami reveló que quedó planteada una controversia, “hay una diferencia importante de apreciación entre el balance que hace el Presidente y el balance que hacemos muchos otros”. Maira habría dicho que «si uno hace un balance a la evaluación de América del Sur, nos vamos a encontrar con que hay un conflicto con Perú, tenemos un conflicto abierto con Bolivia, perdimos una relación privilegiada con Ecuador, tenemos las relaciones más o menos congeladas o en un bajo nivel con Brasil y Argentina».
Es un análisis difícil de entender, sobre todo proviniendo de una persona que ha tenido una función diplomática
En efecto, si revisamos los dichos de Maira, encontramos que en su primer juicio, -la existencia de un conflicto con Perú-, podemos constatar que éste tiene una larga data y que su agudización ocurrió, precisamente, durante el gobierno anterior, de Bachelet, en el cual Maira jugó un importante papel. La pretensión de los diplomáticos de izquierda de agudizar el conflicto con Perú mediante una actitud hostil, por su “comportamiento inamistoso” –que lo fue, y mucho- hoy nos tendría enfrentando un epílogo jurídico -al que nunca debimos haber llegado-, en medio de una fuerte tensión internacional. Si Maira creía que resolver este conflicto por las armas era la solución, pudo haberlo expuesto en su momento. No lo hizo. Las bravatas no ayudan a nada, sobre todo las bravatas después de la crisis. Por lo demás, si de acuerdos estratégicos se trata, Maira debe recordar que Perú firmó un acuerdo estratégico militar con Gran Bretaña, como reconocimiento a ese país por no bloquear el acceso de sus buques a las Falkland. Al revés de Chile que se ha sometido a todos los caprichos y exigencias de la familia Kirchner y se ha distanciado de un verdadero amigo, Gran Bretaña.
Respecto al “conflicto abierto con Bolivia”, también es de larga data. El gobierno de Bachelet intentó controlarlo mediante la “Agenda de los 13 puntos, sin exclusiones”, que concluyó en una sorprendente y casi secreta oferta de un enclave en territorio nacional, que además de provocar a Perú sin oficio ni beneficio, no contribuyó en nada a mejorar las relaciones con Bolivia. Por el contrario, el reto de Morales a Bachelet de que no acreditaría como socialista si no se retiraba de la Alianza del Pacífico, es toda una muestra de lo bajo del nivel a que llegaron las relaciones bilaterales. El gobierno de Piñera mantuvo “relaciones distantes” con Bolivia, que probablemente sea lo mejor que se pueda lograr con el Chamán de Bolivia.
“Perdimos una relación privilegiada con Ecuador”. Si alguna vez lo fue, con Correa eso no existió. Correa está movido, primero, por una ideología socialista anticuada y dogmática, intentó y logró estrujar a Chávez y lo secundó en su apoyo a las FARC de Colombia. Negó a Chile tres veces, igual que otro célebre personaje. Y lo más trágico es que fue ingrato y mal amigo con Chile antes y durante el gobierno de Piñera, antes incluso a que Perú decidiera arrastrarnos a La Haya.
Las relaciones con Brasil son las de siempre. A ratos Brasil parece querer súbditos y no amigos las reiteradas visitas de Aurelio García a dar instrucciones asi lo parecen.
Chile hace lo que ellos quieren o dejan de “amarnos”. Es oportuno recordar que su primera y gran rabieta fue por el no ingreso de Chile al Mercosur, durante un gobierno de la Concertación, en circunstancias que los presidente de ambos países eran ideológicamente cercanos y amigos. Así fue y así sigue. Ahora su molestia fue exacerbada por la Alianza del Pacífico. Esta comenzó siendo ninguneada y dejada de lado, pero como continuó avanzando cundió la frustración. Pero eso es problema de Brasil, cuando se les pase, las relaciones mejorarán. En mi opinión Brasil es un caso de marketing demasiado exitoso. La izquierda local saca a colación el viaje de Dilma Rousseff a Lima para formar un “acuerdo estratégico” con Perú. Brasil y todos los países de la región se lo pasan firmando acuerdo estratégicos, es la política de los gestos, la política de las palabras que nunca se materializan en nada. Brasil le dio cuerda a un acuerdo estratégico firmado con Perú hace como diez años donde nunca pasó nada, ahora lo sacan del cajón, lo firman de nuevo y listo. Y los chilenos se alarman.
Brasil tiene un gravísimo problema de infraestructura. Los camiones hacen filas de 40 kilómetros para entrar al puerto de Sao Paulo, no está para construir una carretera trans – amazónica si ni siquiera pueden construir un ferrocarril entre Rio y Sao Paulo. Es cierto las izquierdas son grandes amantes de los gestos y los dichos, pero un poco de realismo nunca sobra.
La política exterior de Argentina es un caso aparte. Tabaré Vásquez, de Uruguay, izquierdista de credenciales incuestionables fue arrinconado y “apretado” por Kirchner con todas las de la ley por lo de las plantas de celulosa en el río Uruguay. Una patota financiada por el gobierno argentino mantuvo bloqueado el acceso al puente binacional en Gualguaychú causando un enorme daño a la economía uruguaya. El tema siguió con José Mujica: teniendo que elegir entre dos desgracias es célebre su preferencia por “El Tuerto” que por “La Vieja”. Cristina peleó con Dilma, con la UE, con España, con EEUU, con Gran Bretaña. Estoy seguro que el Maira recuerda los tristes días en que Argentina desconoció los contratos de venta de gas a Chile, que además hizo con malos modales y con mentiras. La verdad es que con la Argentina de los Kirchner es mejor tener una relación fría que no una caliente como la que ellos tienen con medio mundo. Lo mismo vale para Maduro de Venezuela.
Para la izquierda chilena Colombia y México no cuentan como amigos. Pura ideología.
Es cierto que los chilenos tenemos mala memoria y no somos muy vivos, pero, por favor, no abusen. Por lo demás, el que Chile fuera elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indica que no está aislado, ni carece de liderazgo ni buena imagen internacional.