Lagos y los Muebles de Lula
El 19 de junio, bajo el título «América Latina: dos océanos, una voz», el diario español El País publicó un artículo conjunto de Lula, ex presidente de Brasil y de Ricardo Lagos, ex presidente de Chile. Se trata de un alegato en pro de la integración regional.
Comienza señalando que “Asistimos a tiempos de convergencia en América Latina, sobre todo en Sudamérica. Puede que un individuo miope, viendo únicamente las encontradas tendencias ideológicas de nuestra región, pusiera en cuestión esta afirmación. Pero la verdad es que bajo la superficie se está desarrollando una identidad más colaborativa, que creará una identidad latinoamericana para el siglo XXI”.
Es una realidad indesmentible: El aumento de la movilidad de las personas y de la información nos está acercando cada día mas.
Desgraciadamente está movilidad no es pareja; los chilenos, mayormente personas de clase media y de bajos recursos, viajan mucho más que antes y lo hacen en gran número hacia otros países de Sudamérica. Los turistas argentinos siguen viniendo a Chile, menos que antes, debido a la deteriorada situación económica de su país, pero se mueven. Los brasileños que vienen siguen siendo los mismos de la clase alta que viajan a centros de esquí y practican turismo de alto costo. Los venezolanos que viene a Chile, son principalmente refugiados políticos que buscan paz y mejores condiciones de vida para sus familias. Cada día nos conocemos más, pero esas nuevas experiencia ocurren en diferentes países por diferentes razones, y producen en las personas diferentes efectos. Pero aun así, es efectivo que hay una corriente de fondo hacia la formación de una identidad con mayores elementos compartidos. La movilidad de la información está siendo restringida por crecientes controles y restricciones a la libertad de prensa, en Ecuador, Bolivia, Argentina y para que decir en Venezuela y Cuba.
Parece excesivo de parte de los autores del artículo descalificar como “miopía” el que algunas personas pongan en cuestión este avance hacia la integración al ver “únicamente las encontradas tendencias ideológicas de nuestra región” Si estuviéramos hablando de sociología podría ser una afirmación válida, pero si hablamos de política y economía no lo es. En efecto, ese mayor conocimiento mutuo por si solo no llevará a una “identidad cooperativa”. Chávez, líder venezolano fallecido pero presente en su país a través del Chavismo, de Maduro su heredero designado y de Diosdado Cabello representante del militarismo en el proyecto Bolivariano, piensan y actúan en dirección opuesta y precisamente por divergencias ideológicas, asi se desprende del “El nuevo mapa estratégico” en que se movía la Revolución Bolivariana expuesta por Hugo el 11 y 12 de diciembre del ¡2004!, reseñada por Marta Harnecker, su asesora marxista chilena: “En América Latina, vivimos un momento bastante interesante. En América Latina hay un gran forcejeo, es un forcejeo histórico de dos siglos por lo menos. Veamos el mapa de la América Latina y el Caribe. Vamos a mirar América del Sur. Se han venido definiendo dos ejes contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires. Ese es el eje sobre el cual corren vientos fuertes de cambio con mucha fuerza … Existe el otro eje, Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile, ese eje está dominado por el Pentágono, es el eje monrroísta y éste (muestra en el mapa) es el eje Bolívar, en referencia al eje Orinoco-Río de la Plata. Claro que la estrategia nuestra debe ser quebrar ese eje y conformar la unidad Sudamericana y creo que no es un sueño, creo que nunca antes en América se había dado una situación como ésta”.
Parece evidente que las diferencias ideológicas bloquean la integración regional.
Lagos fue el Presidente que el año 2000 rechazó el ingreso de Chile a Mercosur para poder continuar la política económica de apertura e integración global; que rechazó la invitación de Fernando Henrique Cardozo su amigo y presidente de Brasil y que fue capaz de apreciar la soberbia de Brasil que pretendía coartar la soberanía chilena prohibiéndole formar otros acuerdos comerciales por su cuenta, no es posible que ahora no pueda apreciar la realidad política y económica de Mercosur y de Unasur y no darse cuenta de que su aporte a la integración regional es nada.
Es particularmente curiosa la autocongratulación de Lagos / Lula respecto a la inauguración en Ecuador de una Escuela Suramericana de Defensa, “que plasma la existencia de una misma concepción de la defensa regional, ajena a injerencias o hegemonías externas” y define “políticas de defensa comunes que protejan nuestros recursos naturales y aúnen esfuerzos para que se nos reconozca como “zona de paz”. Esto es una revoltura de elementos militares con otros políticos que parecía haber sido dejada atrás con el desvanecimiento de la “Estrategia de Seguridad Nacional” ¿qué hacen los militares actuando según una estrategia militar regional participando (apoyando u oponiéndose) a las políticas económicas, de inversiones y ambientales de sus gobiernos?, y precaviéndose de “ingerencias y hegemonías externas” que solo pueden referirse al ya añejo “antiimperialismo yanqui”. En Chile parece impensable.
Los últimos quince años han visto el fracaso estrepitoso de las políticas populistas de izquierda y de los mercado regulados por aranceles externos comunes. Lagos tenía razón. Entonces: ¿Qué ha cambiado?.
Venezuela con una inflación del 60%, desabastecimiento de casi todo, endeudada con China por los próximos 15 años, con 45 estudiantes muertos en lo que va corrido de año por la represión armada de las protestas estudiantiles, Argentina columpiándose al borde la segunda quiebra en los últimos 20 años, Brasil tratando de deshacerse de un populismo apoyado en la bancarización y el endeudamiento de una naciente clase media y con una industria ahogada por el proteccionismo, la corrupción y la baja productividad. Eso es lo que ha cambiado. Después de un largo período de precios de sus productos de exportación increíblemente buenos, de mayorías parlamentarias sólidas y del apoyo de parte sustantiva del pueblo, esos gobiernos solo han producido miseria y demolición de las instituciones.
Y Lagos va en auxilio del populismo de izquierda que fracasó y un medio potente es apoyar a la elite política que dirige Brasil, el Partido de los Trabajadores y a Lula. Lagos está tratando de “salvar del incendio los muebles” de la izquierda latinoamericana, del PT brasileño y del mismo Lula, ya en bajada.
Y recurre al romancero latinoamericano, la integración voluntarista, pasando por sobre las realidades. No es posible que dos personas, aunque se quieran mucho, vayan juntas simultáneamente hacia Antofagasta y hacia Concepción.