El paso siguiente: Una Estrategia de defensa

La dictación de una nueva Ley de Financiamiento de la Defensa es algo que había que hacer y que al fin se hizo; lo mejor, con un amplio acuerdo. Es un cambio que viene a formalizar la participación activa del Congreso en una responsabilidad política principal, la Defensa Nacional. Desde ahora, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo comparten la responsabilidad y materializan conjuntamente los procesos de financiamiento, diseño y conformación de las capacidades estratégicas militares.

La expresión “capacidades estratégicas militares” describe al conjunto de combatientes, armas, equipos e insumos, articulados mediante un conjunto de disposiciones (estrategia) para producir o crear una situación de control, neutralización o destrucción sobre objetivos de diversa naturaleza, situación militar que a su vez conformará una situación política favorable.

La clave es la estrategia. La estrategia articula los Fines, los Medios y las Formas. Los Fines u objetivos son políticos y los determina el Gobierno, los Medios son los recursos para la provisión de los cuales acabamos de definir un proceso legal para determinar su cantidad y forma de aplicación. Nos falta la Forma o Estrategia Nacional que es la que articula todos los recursos de poder del estado para alcanzar los objetivos políticos nacionales.

Nuestros Objetivos Nacionales podríamos resumirlos mas o menos así: Desarrollarnos y crecer en paz y seguridad mediante la cooperación y el comercio. Vivir en un orden internacional basado en reglas acatadas por la mayoría de la comunidad internacional, que respete la soberanía nacional y que promueva los derechos humanos y la cooperación. Esto en un marco de ausencia de amenazas específicas contra Chile, lo que abre una oportunidad para potenciar la cooperación y participación internacional y que además de fortalecer la paz, fortalece nuestra prosperidad e influencia.

Nuestro escenario internacional se materializa en tres ámbitos principales: el escenario regional; el escenario global en el cual nuestra participación prioritaria se produce en el Océano Pacífico; y la Antártica. En ellos se ubican nuestros objetivos principales y en ellos debemos actuar para conseguirlos.

Sin desarrollar in extenso estas ideas, podemos señalar que nuestra Estrategia Nacional es una sola y tiene tres componentes íntimamente articulados entre si: Diplomacia, Economía y Militar.

Veamos solo la Estrategia Militar.

Si no tenemos amenazas y queremos avanzar mediante la cooperación con otros países la estrategia mas adecuada es la Disuasión. Hay varios tipos de disuasión.

Una combinación adecuada para Chile podría ser: disuasión por negación + disuasión por castigo + disuasión por prestigio. Se trata de 1.- asegurar, a otros actores internacionales que emplear la fuerza contra Chile no les reportará ganancias, ya que no podrán beneficiarse de lo que obtengan, 2.- que emprender una acción armada contra Chile recibirá un castigo potente, de naturaleza, ubicación, intensidad y duración determinada por nosotros 3.- demostrar capacidad militar efectiva en contexto de cooperación.

En una estrategia así, no se requieren capacidades estratégicas para conquistar todo o parte de ningún país, solo aquellas que nos aseguren poder hacer tres cosas: 1.- atacar, neutralizar y destruir (no incluye capturar ni retener) blancos elegidos en cualquier parte del territorio enemigo; físicos, políticos, económicos y militares y 2.- impedir al enemigo ingresar y permanecer en territorio nacional, en una lucha sin tiempo que solo concluya con su expulsión. 3.- apoyar activamente la proyección política y comercial en la región y en el Océano Pacífico.

Esto requiere dos tipos de capacidades: una de tipo Operativo/Ofensivo compuesta de fuerzas conjuntas limitadas en dimensiones, con alto nivel tecnológico, alta movilidad estratégica y táctica, supervivencia ante ataques sorpresivos, persistencia en las operaciones y capacidad de proyección en el Océano Pacífico y Antártica y otra de tipo Territorial/Defensivo compuesta por tropas residentes y desplegadas en las zonas en que eventualmente combatirán, muy integradas a la población civil, en íntima cooperación con las autoridades regionales y que puedan reforzar la capacidades de los organismos estatales encargados del manejo de los diversos tipos de crisis, emergencias y catástrofes que suelen afectarnos a nosotros y otros países de la región, y en la Antártica. Estas fuerzas serían la base de instrucción, entrenamiento básico y selección para los combatientes seleccionados que se integren voluntariamente a las fuerzas operativas, por períodos discretos de algunos años.

En un esquema organizacional de este tipo, las fuerzas Operativas dependerán directamente y en todo aspecto del Ministro de Defensa y en guerra serán comandadas por el Presidente de la República quien conducirá también la diplomacia, la economía y la seguridad interna.

Las fuerzas Territoriales serán dimensionadas y distribuidas por el Presidente de la República, equipadas, entrenadas por el Ministro de Defensa y sus operaciones dirigidas por el Ministro del Interior/Gobernador Regional que contarán cada uno con un Comandante Militar y un Estado Mayor. Esta autonomía les permitiría seguir combatiendo o trabajando cualquiera que sea la situación en otras partes del país, en las diversas condiciones del enfrentamiento o catástrofe.

Estas breves líneas apuntan a ofrecer una línea de análisis y debate que permita avanzar hacia un acuerdo nacional sólido.

La determinación de las “capacidades estratégicas” permitirá diseñar la combinación de personas, equipos, armas y doctrinas para la materialización de cada tipo de fuerzas y establecerá una sólida relación entre Fines, Medios y Estrategias. Es decir, describir las FFAA que necesitamos y dar orientaciones concretas para identificar las capacidades estratégicas requeridas.

Una organización así requiere imprescindiblemente un sistema de inteligencia nacional eficiente y una preparación logística militar sólida y realista.