LA IZQUIERDA Y LA DERECHA UNIDAS ESTÁN SIENDO VENCIDAS

Lo que comenzó como una obra wagneriana, está terminando como una modesta comedia de oportunistas mediocres y mezquinos.

Se inició con la difusión, durante varios años, de la hegemonía cultural de la izquierda Concertacionista, en los ámbitos de la libertad individual irrestricta, la depreciación de la disciplina, el orden público y los “valores burgueses” promovidos en el Gobierno Militar (GM), en un contexto político de una nueva derecha liberal crecientemente avergonzada de haber apoyado al Gobierno Militar. De ahí su desprecio y abandono de la defensa y solidaridad con las FFAA.

Un grupo de derecha típico fue Renovación Nacional en un comienzo, reemplazada luego por Evópoli, que por provenir de la UDI debía ser aun más radical en su distanciamiento y repudio a las FFAA.

El progreso económico que benefició a todos y especialmente, -en forma subrepticia y no siempre honesta-, al mundo político terminó por hermanar a ambos grupos en una fusión cultural mutuamente conveniente. La derecha hizo como que aceptaba la política de género, alegremente en el ámbito de la homosexualidad, y mas penosamente en la pornografía, el aborto, la obscenidad pública y la inmoralidad insultante, lo que le permitió posar de moderna, dialogante y democrática

La izquierda por su parte validó sus expresiones “culturales” y obtuvo abundantes recursos fiscales para su difusión y promoción, en Chile y en el extranjero, cargos de agregados culturales y curadores de  inútiles museos varios.

Los actores del proceso de fusión del cambio cultural no tomaron nota del nacimiento, a su izquierda, de grupos anarquistas y nihilistas de diversos tipos que crecieron mas o menos ocultos dentro de la permisividad y la anomia generalizada. Mientras la economía pudo proveerles lo necesario para vivir de beneficios y subsidios fiscales, pasó desapercibida en su violencia, vulgaridad y desmadre social, que hacía frontera con el mundo delictual: tráfico de drogas, robos, asaltos y asesinatos entre pandillas. Se expresaron mediante demostraciones violentas sistemáticas de destrucción de la cultura nacional y burguesa -vandalización de monumentos, de símbolos, de organizaciones militares y policiales, actividades patrióticas y comunitarias- marchas con exhibiciones de vulgaridad no vistas en el mundo civilizado y una violencia física y sicológica desconocida en Chile desde los aciagos días de la Unidad Popular.

El Gobierno de Bachelet II, desató una corrida de incremento de las dádivas de dineros públicos, subsidios, bonos y estímulos que pudieron mantener controlados a estos elementos antisociales, hasta que la economía no aguantó más y fue elegido Piñera, con el voto de la masa burguesa que quería continuar con el avance del crecimiento económico, que beneficiaba a la corriente central de las clases medias, antigua y emergente.

El Gobierno de Piñera II repitió la increíble falta de sensibilidad política mostrada en su primer gobierno y como representante emblemático de la derecha avergonzada del G.M. -pero no de la fortuna hecha a su amparo-, trató de navegar la ola que se venía encima. Con su congénita incapacidad de empatía, su aproximación fue hacer como que no existía. No verla.

En efecto, la anarquía y anomia reinante, en un contexto de desprecio a la autoridad, las leyes y la convivencia social disfrutó de la incompetencia gubernamental de Piñera y de su incapacidad para percibir lo que estaba sucediendo y encontró la oportunidad perfecta para desplegar la violencia “libertaria”, “democrática” “popular” “moderna”, que había venido instalando.

Primero fue el penoso caso de los colegios fiscales y su emblemático Instituto Nacional que como vimos, posteriormente fue el puntapié inicial del vandalismo desatado por este lumpen anarco delictual, ahora seguro de encontrarse ante un contendor cobarde y paralizado. El caos comenzó con el movimiento “Evade” protagonizado por los alumnos de ese colegio que se prolongó, con violencia creciente, por muchas semanas sin que el gobierno se diera por aludido

En estos desmanes nunca se mencionaron las demandas sociales que luego expondrían los manifestantes del 25 de Octubre, en que la clase media sacó al aire sus propias demandas y reclamos que, en verdad, eran de político conocimiento e ignoradas desde hacía años.

Todos sorprendidos, nadie sabía que hacer, Piñera no entendía nada, en lo mas álgido de la crisis se fue a celebrar el cumpleaños de su nieto a una pizzería. Tal vez para dar un ingenuo mensaje de “normalidad”.

La izquierda institucional, oportunista, trató de apropiarse de la crisis. Fue duramente rechazada por el anarquismo y el lumpen. La solución fue, una vez mas, una coproducción cinematográfica de “la izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas”.

En rápido y abrupto conciliábulo acordaron “hacer una nueva constitución”. Un conejo sacado de la manga del pánico. Los compadres en su Congreso armaron una realidad paralela en que ellos estuvieran al centro, pero una vez mas, la izquierda madrugó a la derecha política. El profesionalismo político de la izquierda superó ampliamente a los aficionados de derecha.

.. y el nuevo problema central para resolver la crisis real y de fondo, los justos y evidentes reclamos de la clase media, cedieron el paso a las necesidades siquiátricas de la izquierda, concretamente, de los “autoflagelantes”, y se concretaron en la urgente necesidad de hacer una Nueva Constitución.

Camilo Escalona, en el discurso a sus correligionarios explica con claridad que había que ganar el plebiscito y hacer una nueva Constitución ya que este era el momento “de destruir la Constitución que Pinochet había creado para oprimir y perseguir al Partido Socialista”.

Toda la crisis quedaba así reducida a una venganza pequeña del PS en que la derecha autoflagelante le presta ropa para deshacerse de sus complejos y traumas para, juntos, “hacer un nuevo comienzo”.

Uno sin la sombra del Gobierno Militar. Uno sin Pinochet. Uno sin historia. Uno a la pinta de las oligarquías políticas que perdieron toda legitimidad.

La situación parece encaminarse hacia otros derroteros y no sería sorprendente que “la izquierda y la derecha unidas” terminen siendo destruidas.