EL POPULISMO DE “PODEMOS” Y DE BORIC

Algunos conceptos y elementos básicos

El “populismo”, hermano tonto del marxismo, surgió como su relevo cuando el proletariado, piedra basal de esa ideología, dejó de existir dando paso a una clase media con intereses y características muy diferentes a los de la Primera Revolución Industrial, que la hacían inmune a su prédica. Hubo un largo proceso en que se hicieron diversos esfuerzos por encontrar un sucedáneo -La imposición por la fuerza, la guerrilla armada, la subversión política, la violencia urbana y otros- quedando al final solo una respuesta posible. El populismo.

Es problema fue abordado por varios autores, entre los cuales se destacó Ernesto Laclau, de matriz peronista, que propuso respuestas a los tres problemas fundamentales: la construcción del orden social; la configuración de los sujetos políticos y la estrategia política. Su obra: Hegemonía y estrategia socialista.

Toda esta teorización fue ofrecida envuelta en una frondosa palabrería pseudo intelectual bajo el nombre de “teoría del discurso”, que trabaja en torno a los conceptos de “hegemonía, antagonismo y la cuestión de los significantes”.

La hegemonía es un concepto gramsciano y en la actualidad sus “cerebros” más conspicuos son Iñigo Errejón, líder del desfalleciente Podemos y Álvaro García Linera, ambos gurúes de nuestro Boric.

Errejón considera que dicho concepto es central en el análisis político actual:

“Una fuerza revolucionaria debería gobernar con un pie en el consenso realmente existente y el otro en aquel que quiere generar, siendo muy consciente que …  la mejor manera de no retroceder es avanzar: inaugurar un ciclo virtuoso en el que la seguridad y el goce de mayores derechos, tiempo libre y servicios, genere apetito, confianza y fuerza social para ir a por más, en un camino que no va a acabarse nunca y en el que como revolucionarios debemos aspirar a hacer nuestra parte en el mientras tanto. Hasta que lleguen otros mejores y lleven nuestro ejemplo más allá, siempre más allá»”.

Desgraciadamente ninguno de los dos considera ni desarrolla los aspectos económicos. Pareciera que se balancean entre el ideal de una “pobreza feliz” y que los recursos “existen”, son inagotables y seguirán existiendo indefinidamente. La generación de riqueza es un no tema.

Para ellos el tema central y único es “EL PROBLEMA DEL PODER”.

La primera meta es establecer la hegemonía de la revolución[1], que se inicia con la implantación de un “discurso político” que constituye la base del proceso.

El discurso se construye fundamentalmente en base a la identificación de “necesidades” que puedan convertirse en “demandas insatisfechas”, en un segmento más o menos específico de la sociedad.

En esta parte hay algunas novedades: las necesidades pueden ser reales o ser implantadas por los revolucionarios, por ejemplo, en una comunidad que no tenía ningún problema con las relaciones intrafamiliares, los agitadores difunden e implantan el concepto de “hetero – patriarcado”, que evidentemente la institucionalidad vigente no puede resolver en un plazo breve, con lo que se crea una “demanda insatisfecha”.

Esta técnica a su vez tiene sus bemoles. Ese tipo de “necesidades” son por su propia naturaleza acotadas a segmentos más o menos reducidos de la sociedad: homosexuales, animalistas, veganos, feministas, lo que lleva a que el movimiento revolucionario se conforme mediante la integración de grupos (identidades) que están de acuerdo en que la institucionalidad es incapaz de resolver su demanda, pero en que, a la hora de determinar las prioridades, importancia relativa de cada grupo y demanda, se produce entre ellos un conflicto -dentro del movimiento- sin solución posible[2].

Nótese que el marxismo dividía a la sociedad “horizontalmente”, en clases, mientras el populismo lo hace en “identidades verticales” en que los homosexuales o los ecologistas por ejemplo, cruzan la sociedad de alto a bajo, es interclasista.

Laclau define a la “demanda” como unidad mínima de análisis y base para la conformación de una “identidad”. La constitución de lo popular se basaría en la traducción de demandas -“aisladas” en demandas “populares”, es decir articuladas en una cadena de equivalencias opuesta a la institucionalidad que esté ejerciendo “la hegemonía”.

Según el mismo Laclau “Lo popular se constituye a partir de “una frontera interna antagónica que separa al pueblo del poder ” y una articulación equivalencial de demandas. Esa brecha se basa en la idea de exclusión, es decir demandas no contestadas. En términos del autor: “nos enfrentamos desde el comienzo con una división dicotómica entre demandas sociales insatisfechas, por un lado, y un poder insensible a ellas, por el otro” En síntesis, para Laclau “el populismo es una lógica política en base a la constitución de una frontera antagónica radical y la conformación de una cadena de demandas. En ese sentido, el populismo constituye la posibilidad única de establecimiento de una hegemonía por fuera del poder estatuido, institucionalizado, es decir la única expresión de la política en tanto tal”

Para Laclau, “una situación social en la cual las demandas tienden a reagruparse sobre la base negativa de que todas permanecen insatisfechas, es la primera precondición de ese modo de articulación política que denominamos populismo

Este proceso encuentra emplea una técnica muy interesante:

Muchos creen que es el idioma el que va cambiando a medida que cambia la sociedad, mientras para otros son los cambios en el lenguaje los que cambian la realidad que esta designa.

Un signo lingüístico (palabra) está compuesto, básicamente, por un significante y un significado. El significante es lo que designa a algo, y el significado es ese algo designado. Por ejemplo la palabra ‘casa’ es un significante que designa a un significado: edificación construida para ser habitada. Actualmente, respecto al signo lingüístico se sostiene que no existe una correspondencia necesaria entre el significante y el significado, es decir que la relación entre estos es arbitraria.

El mecanismo trabaja sobre las “desinencias” y los “significantes vacíos””. La desinencia es un segmento fonológico que se coloca junto a la raíz agregando un valor gramatical que tiene la función de indicar las diferentes variaciones que esta puede sufrir, ya sea de género, número, o persona.

Por ejemplo: “Para que detrás de significantes como cirujano, enfermera, capitán, empresario etc., podamos visualizar tanto a hombres como a mujeres, no hace necesariamente falta una terminación para cada género; lo más necesario, efectivamente existan mujeres y hombres ejerciendo esas profesiones. Lo que falta que esa imagen esté viva en nuestra mente y en nuestro imaginario colectivo. Lo que se necesita es un referente activo. Si lo que se quiere es dar una imagen más representativa de la realidad y, sobre todo, hacer la realidad más inclusiva el lenguaje es una de las herramientas más eficaces. Darle nombre a lo que queremos que exista, a lo que queremos identificar, fomentar y cuidar. Nombrar es siempre uno de los primeros pasos y lo es precisamente porque posibilita el reconocimiento que está en la base misma de la existencia”. El lenguaje debe ser modificado incluyendo el uso de cirujana, enfermera, capitana, empresaria”.

La ruptura del isomorfismo entre significado y significante permite que un significante (vacío) pueda exceder un contenido particular y amalgamar otros que le son heterogéneos, constituyendo una cadena de equivalencias y constituyéndose como una representación de la cadena.

“Ahora bien, para que ese referente activo llegue a ser realidad, esto es, para que de verdad las mujeres y los hombres sientan que ningún ámbito les está vetado por su condición de mujer o de hombre, habrá que «hacer campaña» en determinadas áreas. Apostar por las desinencias marcadas, por el femenino o el masculino explícito; recalcar, como siempre se hace en lengua, aquello que se quiere enfatizar; buscar ejemplos célebres y exitosos para que quede claro que quien quiere puede”.

La ideología de Boric

Las ideología existentes ya perdieron su eficacia, la retórica religiosa ya no funciona, el fascismo pardo o negro ya no atrae, el marxismo es un zombie que solo pudo expandirse y controlar países mientras tuvo el poder militar para ello.

Los Indignados españoles no pudieron ofrecer un concepto preciso sobre la nueva economía, la nueva sociedad o incluso el nuevo hombre, que supuestamente tendrían que sustituir a los del antiguo régimen.

Boric, nuestro Errejón local pudo menos, su amalgama populista – indigenista llegó tarde y al país equivocado. Pero sus slogans y muletillas siguen existiendo y confundiendo. En este papel e intentado aportar algunas -muy pocas- ideas que muestra su “modus operandi” y uso esta expresión policial para destacar que se trata de una estafa.

Fernando Thauby García

26 de Septiembre de 2022


[1] Por hegemonía se entiende la conducción, dirección  o la preponderancia en una sociedad. El poderío político, cultural e intelectual para gobernar un grupo o una sociedad.

[2] El funcionamiento de la Convención Constitucional y en general, el Gobierno de Boric es un ejemplo claro.