El 13 de enero de 2012, se varó el crucero de lujo italiano “Costa Concordia”, después que su capitán se desviara intencionalmente de su rumbo programado, para navegar mucho más cerca de la costa de lo permitido y chocar con un arrecife. El barco naufragó frente a la isla de Giglio, en Toscana, lo que requirió la evacuación de las 4229 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación, de las cuales murieron 32 y 64 resultaron heridas.
El capitán, Francesco Schettino y el Primer Oficial Ciro Ambrosio, fueron arrestados bajo sospecha de homicidio involuntario. Schettino fue condenado a 16 años de cárcel por el Tribunal Supremo de Italia.
La noche del accidente, Schettino compartía con Domnica Cemortan, una bailarina de 25 años, amante del Capitán, embarcada por éste en forma ilegal. Ambos disfrutaban de la vista de las luces de la Isla de Giglio desde el Puente de Mando de nave.
Cuando ocurrió el choque se cortó la energía eléctrica, todo quedó a oscuras y el fuerte impacto no pasó desapercibido para nadie. Los tripulantes, con experiencia, notaron que ocurría algo grave.
El capitán perdió más de una hora hablando a los pasajeros por los alto parlantes, tratando de minimizar el accidente, mientras el buque se hundía.
La inactividad en el buque llevó al Comandante de la Capitanía de Puerto de Livorno (próximo a la isla de Giglio) Gregorio de Falco a comenzar a coordinar los rescates por su cuenta, desde tierra firme. Mientras miles de personas en el buque buscaban salvavidas y un espacio en los botes para escapar, Schettino ya iba en un bote camino a la playa.
El registro telefónico de la conversación entre Schettino y Falco revela una fuerte discusión:
- Schettino: “En este momento el barco está inclinado…”
- Falco: “Hay gente bajando por la escalera de proa, devuélvase. Vuelva al buque y dígame cuantas personas hay … ¿Está claro?. Y dígame si hay niños, mujeres o personas que necesiten asistencia, el número exacto de esas categorías”.
Pero Schettino no tenía intenciones de volver.
Falco: “Usted tal vez se haya salvado del mar, pero ahora le va a ir mal de verdad, voy a hacer que lo pase muy mal”.
- Schettino: “Comandante por favor, …” y luego intenta justificar su conducta explicando que “estaba coordinando el rescate desde una lancha.
- Falco: “¡Qué va a estar coordinando ahí!, Vaya a bordo. Coordine el rescate desde ahí. ¿Se está negando?
Pero el Capitán Schettino no dio marcha atrás
Después del naufragio Falco señaló que:” Abandonar el barco es más que desertar. Es traicionar el Código Marítimo”.
El Capitán Schettino tenía dos tareas a bordo: Hacer navegar el buque con seguridad y asegurarse que los pasajeros disfrutaran el viaje.
Fue un capitán muy popular, apuesto, sociable, alternaba con los pasajeros y accedía a sus peticiones. Esa noche, por ejemplo, aceptó desviarse de su rumbo y navegar más cerca de costa que lo ordenado. Con una maniobra de giro inclinó el buque hacia su costado derecho para que los pasajeros tuvieran una mejor vista del pueblito de isla de Giglio y pudieran sacar mejores fotos. Era un buen capitán para tratar a sus pasajeros.
Cometió graves vulneraciones a la seguridad, no supo controlar las consecuencias del grave accidente, varó su buque, lo abandonó y de hecho no se hizo cargo de nada que no fuera escapar a un lugar seguro dejando a su buque y sus pasajeros sin mando ni guía, en medio de la noche. Era un muy mal comandante de buque, incompetente, irresponsables y cobarde.
Priorizó sus deberes de forma deliberadamente errónea para favorecer su propia conveniencia. Cabe preguntarse, ¿cómo es que esa persona pudo llegar a comandar un crucero de grandes dimensiones, con 4229 personas a bordo?.
Existe algo peor que un trabajador incompetente y es uno que siéndolo, se niega a reconocerlo y se muestra y comporta como superior a otros. Según Charles Darwin, “frecuentemente la ignorancia genera más confianza que el conocimiento”. La gente incompetente se rodea de personas estúpidas que lo adulan hasta que se cree inteligente. Estas personas, con cierta frecuencia, saben venderse muy bien ante sus jefes y mandantes, que son los responsables de discernir en los procesos de selección, si es verdad que poseen todas esas habilidades y aptitudes o si en realidad son solo apariencias.
La estupidez y la vanidad es una mala combinación para el desempeño de cualquier actividad de mando. En el caso del Costa Concordia, las habilidades sociales del Capitán, que se reflejaban en pasajeros satisfechos y más clientes, se impuso sobre la evaluación de su competencia profesional, fortaleza de carácter y valor.
Un par de meses antes de las elecciones presidenciales, el candidato Boric expresó en forma pública y clara que se consideraba incompetente para, eventualmente, desempeñarse como Presidente.
Las circunstancias lo llevaron a presentarse ante la audiencia a representar una “perfomance” actuando como sparring del candidato comunista Jadue, al cual venció ampliamente, para sorpresa y disgusto general.
Luego vino la sorpresa mayor, compitió y derrotó en segunda vuelta al candidato de oposición. Y resultó elegido Presidente. Por amplia mayoría.
Asumió el cargo y al año de ejercerlo y al igual que el Capitán Schettino, maniobró mal su buque y lo varó. Trató de marear a sus pasajeros con mucha palabrería[1] y perdió tiempo precioso. Mientras sus pasajeros morían ahogados, él navegaba a salvo hacia la costa.
Schettino y Boric, ¿son culpables?.
Sin duda lo son, pero también, son culpables los que los adularon hasta convencerlos de que eran capaces de enfrentar una tarea que les quedaban grandes y para las cuales no tenían las competencias, el carácter ni el valor necesario.
También son culpables los sistemas o procedimientos para seleccionar a los candidatos a ocupar los cargos de Capitanes y de Presidentes. En el caso del capitán, son los protocolos de la Compañía y en el del Presidente, de la Constitución, que exigían requisitos tan bajos que en la realidad no fueron útiles.
Elegir a un Presidente, que se haga cargo de un buque con 18 millones de pasajeros y tripulantes requiere más que una o varias entrevistas televisivas. Se requieren antecedentes profesionales, experiencia comprobable en alta dirección pública, estudios acreditados, análisis sicológicos. Pruebas de comportamiento en situaciones de crisis y en emergencias.
La voz del pueblo es imprescindible, pero su elección debe darse entre individuos comprobadamente aptos, que cumplan requisitos objetivos, predeterminados y conocidos.
De la misma manera, la organización política de la ciudadanía debe exigir partidos, movimientos y grupos que quieran competir por la Presidencia, que puedan asegurar que tienen los recursos humanos, intelectuales y de organización para conformar un Gobierno que asegure un mínimo de gobernabilidad al país.
Los recursos tecnológicos existentes pueden ser de gran ayuda a establecer y verificar el potencial de dirección y mando de la Nave del Estado de los postulantes a ese cargo.
Fernando Thauby García
15 de marzo de 2023
[1] Schettino, a igual que Boric, creía que “las palabras conforman realidades”.