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LIBRO DE LA DEFENSA – Gato por Liebre

Un libro blancoinforme blanco o white paper  en gestión y planificación de defensa es un documento o guía con autoridad, con el objetivo de ayudar a los lectores a comprender un tema, resolver o afrontar un problema (por ejemplo diseñando una política gubernamental a largo plazo), o tomar una decisión.

Los hay de diferentes profundidades y nivel de explicitación.

El de Australia, por ejemplo, establece un plan a largo plazo, incluyendo el detalle de las fuerzas a desarrollar; el programa financiero correspondiente; su costo validado por agentes externos al gobierno y la planificación financiera nacional a mediano plazo.

El de Francia, por su parte, define un nuevo concepto de seguridad nacional y nuevos órganos para integrar la defensa y la seguridad nacional: actualiza la visión estratégica francesa; se incorpora a una corriente europea donde Holanda, el Reino Unido y Alemania comparten un concepto integrador de seguridad nacional. Si nos atenemos a su propia denominación el Libro Blanco ha pasado de ser de defensa, a secas, a ser de defensa y seguridad nacional. Contiene también el detalle de las fuerzas y la estrategia para su empleo.

El Libro del Reino Unido se limita a contener la estrategia de seguridad nacional, que incluye las políticas sectoriales de defensa, interior, exteriores y economía.

En Chile, los sucesivos decretos, (Nº 53 de 1997; Nº 21 de 2003 y Nº 53 de 2010), que han aprobado los “Libros” correspondientes, declaran que se trata de un “documento que recoge los aspectos esenciales de la Política de Defensa y la Política Militar”.

Esa declaración lleva a pensar que el total de esas políticas, incluyendo sus aspectos reservados, financieros o de detalles existe en algún lugar y que se han recogido solo los aspectos esenciales que serán de dominio público para ser incorporados al Libro de la Defensa correspondiente manteniendo el resto en reserva. Pero no es así. Tales Políticas o no existen o no se conocen.

Nada se dice respecto a la Estrategia Nacional (sectores de defensa, interior, exteriores y economía), que también deberían existir en alguna parte. El gobierno anterior envió una que debe estar en el Congreso.

En breve, por lógica, en la defensa y la seguridad no todo puede ser público, por lo que ambas políticas de defensa y militar así como la Estrategia Nacional y Militar tienen aspecto reservados que no son ni serán expuestos a la opinión pública. Los Libros de la Defensa o Libros Blancos de la Defensa no contienen el total de las políticas de seguridad, de defensa, militar sino aquellos aspectos mas generales que cada gobierno estima conveniente dar a conocer.

Podemos concluir que en Chile la situación no es para nada clara, que las responsabilidades están mal definidas, peor asumidas y que quedan muchos espacios vacíos y preguntas sin respuesta.

El Contralor de la República, por su parte, objeta el decreto Nº 53 del año 2010 por cuanto el Libro no se incluye en el cuerpo del Decreto, sino que se lo presenta como un adjunto, lo que le quita legitimidad, pues es el texto del decreto el que tiene poder vinculante. No un anexo a él.

En nuestro país, la idea de libro de la defensa cumplió un importante rol como instrumento de gobernabilidad en una encrucijada de profundas diferencias entre el sector político que ejercía el gobierno y las FFAA, que dejaban el mismo. Fue un instrumento importante de la transición.

Parece evidente que este rol ha sido sobrepasado por la evolución política y social del país; que ya agotó su potencial de utilidad y que se ha transformado en un medio insuficiente para cubrir las necesidades de la conducción de la defensa, más aun cuando desde febrero del año 2010 existe la ley 20424 “Estatuto Orgánico del Ministerio de Defensa Nacional”, que asigna tareas concretas a organismos ministeriales específicos. No se trata ya de reunir un grupo numeroso de interesados en el tema, sin representación política explícita y vinculante, para hablar sobre algo para lo cual existe una institucionalidad organizada y supuestamente bien pensada para ello.

El mecanismo empleado para llevar a cabo el proceso de desarrollo del Libro, presenta problemas significativos: Son el Ministro de Defensa y el Subsecretario de Defensa quienes deben tratar con los representantes de la Oposición, ambos escuchar a los expertos y académicos que les perezca necesario y luego llegar a acuerdos que sean verdaderas Políticas de Estado. Esto, en el lugar de las negociaciones políticas: el Congreso.

Esta es una actividad política de la mayor importancia, no un “ejercicio de democracia” ni menos una actividad “académica”. Un taller formado por una asamblea numerosa y sin representatividad política no es un debate verdadero ni útil.

Participantes seleccionados por los organizadores no tienen la representatividad política ni académica necesaria para fundamentar su pretensión de constituir una “política de estado”.

Por otra parte, el presentar el Libro al término de un período de gobierno, (fines del año 2016) y después de un proceso semi secreto, donde parecen existir vetos a los representantes de la oposición, conlleva la pretensión de dejar comprometido al gobierno siguiente con definiciones y objetivos que no tiene por que compartir.

En este sentido, los objetivos enunciados en el Programa de la Nueva Mayoría (1) en muchos aspectos tales como la integración regional bajo el signo chavista; los compromisos de seguridad regional acordados en el marco ideológico de Unasur; la participación de las FFAA en la “defensa” de los recursos económicos del país y de la región , la transferencia de autoridad de los Comandantes en Jefe al Jefe de Estado Mayor de la Defensa, por vía administrativa y otros, no son necesariamente compartidos por un futuro gobierno. No todos los chilenos comparten la creencia que las FFAA son organizaciones “para la paz” y no “para el combate” y que sus capacidades estratégicas deben ser diseñadas en esa tesitura, menos aun que los intereses de la Patria Grande tienen alguna prioridad respecto a los intereses de Chile.

Sin embargo, el mayor problema es que el proceso no es democrático. En efecto, según el Mensaje Presidencial de este año “se efectuarán los debates y análisis previstos en el proceso de elaboración del Libro de la Defensa Nacional 2017 por medio de un programa de catorce talleres de análisis y discusión sobre diversas temáticas de la Defensa, cumpliendo el calendario de trabajo previsto para 2016. Posteriormente, se iniciará la fase de revisión y sistematización de los contenidos obtenidos”.

Debemos recordar que el meollo del proceso son 14 talleres en los cuales exponen un número de expertos de alto nivel. En el de Política Vecinal, por ejemplo, exponen el Subsecretario de Defensa, el Presidente del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales y el Agente de Chile ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que en 150 minutos exponen sus ponencias. Esto es seguido por 30 minutos de “ronda de preguntas”.

Bajo ninguna perspectiva esta actividad puede ser considerada un “debate”, menos aun cuando no llega a conclusiones, acuerdos ni discrepancias de ninguna especie y cuya “revisión y sistematización” ocurre en una fase posterior, sin la presencia ni participación de los miembros del taller. Queda la duda del real valor de las “preguntas” hechas por los concurrentes y cual es el control de los revisadores y sistematizadores de estos talleres. Recuerda demasiado a los Cabildos para la Constitución.

Puedo concluir que este proceso fue sobrepasado por los cambios habidos en Chile y que se ha transformado en un ritual que pretende constituir el documento matriz de la defensa de Chile, cuya mas clara expresión es el “olvido” de la existencia de la Ley Orgánica del Ministerio de Defensa.

El modesto Decreto Nº 53 del Ministerio de Defensa del 29 de enero del año 2010, -en las postrimerías del primer gobierno Bachelet- que trata de hacer pasar al Libro de la Defensa como el documento que establece la Política de Defensa y la Política Militar del Chile, no basta para crear una veloz Liebre, sigue siendo sólo un humilde Gato y es que parece creerse que el objetivo, mas que producir una verdadera política de defensa, es solo satisfacer el requisito administrativo de hacer como que hay una…una mera ficción, como tantas otras en nuestro país en el presente.

El proceso tiene un aroma de soberbia y sectarismo que parecía sobrepasado en las relaciones político – militares.

(1) https://fernandothauby.com/2016/04/02/politica-de-seguridad-y-defensa-fracaso-integral/ 

 

EL LLAMADO “CASO FRAGATAS”: EL ODIO A LOS MEJORES

A fines del año 2011, el Ministerio Público inició un proceso contra cinco oficiales de la Armada (inicialmente doce) , acusándolos del delito de “divulgación de información reservada”.

La situación era muy difícil para la Armada, a la sazón los medios de comunicación social festinaban una causa judicial que afectaba al Ejército, era el llamado caso “Leopard”, y la nueva acusación del Ministerio Público permitiría relacionar ambas causas y armar un gran caso que permitiera seguir incrementando la publicidad personal de los Fiscales involucrados y agudizar la difamación de las FFAA.

La acusación se basaba en interceptaciones telefónicas realizadas por orden del fiscal que investigaba al Ejército, que le permitieron grabar conversaciones entre el comerciante y proveedor de armamento y municiones Guillermo Ibieta y cinco oficiales de la Armada que trabajaban en diversos procesos de adquisiciones de material de guerra para su Institución. Esas interceptaciones les permitieron acceder a un gran número de correos almacenados en el computador de Ibieta entre él y los marinos, referidos a las dichas adquisiciones.

Las interceptaciones detectaron también conversaciones que se referían a solicitudes y entrega de información realizadas por los marinos y las respuestas y ofertas dadas por Guillermo Ibieta, incluyendo precios y formas de entrega y pago.

Los archivos de Ibieta, miles de correos extraídos de su computador, fueron “filtrados” por el sistema judicial a la prensa amarilla nacional que actuaba en tándem con ellos. La información “reservada”, que los marinos “habrían entregado ilegalmente” que originaba el escándalo, y muchísima otras informaciones mas, fueron expuestas al dominio público nacional e internacional con pelos y señales. Esto confirma que la reserva de la información y el interés nacional no era, de ninguna manera, de interés para los fiscales y que la de los fiscales era en si misma una infidencia de mucho mayor magnitud y perjuicio que la que investigaban.

El sentido común mas elemental señala que si un comprador desea adquirir municiones y armamentos, deberá indicar al proveedor (y solo al proveedor) que es lo que quiere. No es viable un enlace telepático entre ambas partes ni un proceso de ensayo y error en que el proveedor vaya ofreciendo, por adivinación, diversos productos sucesivamente hasta acertar en lo que el cliente quiere –si es que algunas vez acierta-.

Debe decírsele con claridad y precisión que es lo que se requiere y así lo hicieron.

Varios medios sensacionalista se lanzaron sobre la Armada y sobre esos cinco oficiales con la saña que nace de la envidia y el resentimiento que la gente mediocre siente hacia aquellos de mayor calidad humana y profesional.

No hubo insulto, suposición de intenciones, especulación malintencionada ni descalificación que no emplearan contra los marinos ni contra la Armada. Fue un festín de basura.

Luego fue bautizado, sin ninguna lógica comprensible, mas allá del afán de enlodar a la Armada de Chile, como “Caso Fragatas” y recogido por los políticos enemigos de la Armada y de todo lo que ella representa.

Por esos días Andrés Allamand se recibía de Ministro de Defensa y no perdió un minuto en utilizar la situación para realzar su “liderazgo”, “mano firme con los militares” y “limpiador de la basura”.

El Comandante Fernando Niemann, el acusado de mas alto rango, fue arrinconado y puesto en una situación que no le permitió otra acción que retirarse de la Armada, ¡sin aun habérsele probado nada!.

Durante cuatro años se prolongó la agonía: acusaciones falsas, infamias, calumnias, mentiras, deformaciones, malos tratos en los interrogatorios, humillación en los traslados llevándolos esposados.

Pena y tristeza para sus esposas e hijos, vergüenza para sus padres, ruina económica para las familias al tener que pagar abogados que los defendieran, pérdida de sus profesiones y pérdida de los empleos que sustituyeron a la que les había sido arrebatada y con los cuales intentaban sobrevivir y mantener a sus familias.

Durante este proceso inicuo, la fiscalía requirió de la Armada un gran volumen de información secreta que también fue “filtrada” y publicada in extenso por un periódico sensacionalista próximo al fiscal.

La Armada pidió a la Corte Suprema una investigación de este grave delito. Huelga decir que no pasó nada, absolutamente nada. Todos quedaron impunes, ni siquiera se investigó.

El 15 de junio de 2016, la Corte Suprema en última instancia, sin recoger los denodados esfuerzos del fiscal por encerrar a los marinos a como diera lugar, reconoció por 6 votos contra 0 la inocencia completa y total de los cinco oficiales.

La Corte Suprema tras un análisis sorprendente agudo concluye que los Oficiales de Marina pueden conversar de armamento, que la materia que tratan con un proveedor no es reservada, que para comprar tienen que informar al proveedor que material es el que quieren y que por consiguiente eso no constituye ningún delito.

Cuatro años tardaron en llegar a esta conclusión que cualquier persona intelectualmente normal podría haber deducido en cinco minutos. Salvo que esté buscando encerrar a los marinos por razones desconocidas e inconfesables.

¿Una súbita epifanía la del Poder Judicial?, nada de eso, es la cruda percepción del cambio de marea.

Los mismos que adularon servilmente a los miembros del Gobierno Militar y que luego se arrimaron en forma perruna a los Gobiernos de la Concertación, hoy perciben que sus iniquidades y prevaricaciones no quedarán impunes y que la hora del castigo se aproxima inexorablemente.

 

 

 

 

DEFENSA – UN MINISTERIO “TRANQUILO”

La Presidente de la República en su alocución para la inauguración del Año Académico Militar 2015 destacó que “Ha habido una progresiva mejora de la gobernabilidad democrática, y los principales hitos son conocidos por todos ustedes. Me refiero a la reforma de las instituciones políticas de la Defensa: las reformas constitucionales del año 2005; las reformas legales en el nivel del Ministerio, la más importante de las cuales, la reforma del Ministerio de Defensa Nacional, en enero del 2010. Esta ley institucionalizó la conducción civil del sector, y es la reforma más importante desde la creación del Ministerio, en 1932” y debía “fortalecer la autoridad presidencial y la autoridad ministerial en la gestión de los procesos de gobierno … actualizando “la normativa orgánica y fija(ndo) una estructura que (sea) capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional como objetivo general de carácter político del Estado (Gobierno) frente al actuar de la Defensa”.

Han transcurrido 26 años y los avances habidos son marginales. Seguimos sin una Estrategia de Seguridad y Defensa formal y el Ministro de Defensa es un espectador de la gestión de su cargo. En realidad es una curiosa mezcla de “tío dadivoso/caprichoso” y de “delegado del gobierno ante las FFAA/político con agenda propia”.

¿Qué decir de la Política Militar?. ¿De la ley de financiamiento cuatrienal de la defensa, del financiamiento de los programas y proyectos de inversión y los gastos de operación y mantenimiento de equipamiento y de la información oportuna y real al Congreso de la marcha de la gestión de defensa?. Nada, no ha pasado nada.

En la Función Defensa tenemos tres grandes actividades de gestión: Gestión de Desarrollo, que requiere conocimiento y experiencia empresarial de alto nivel; Gestión Militar que apunta a emplear las fuerzas militares en la acción de combate y prepararlas para ello mediante el entrenamiento y Gestión del Apoyo Logístico, que consiste en la generación de recursos y la prestación de servicios para sostener a las fuerzas en combate.

Vistas así las cosas, no deja de llamar la atención que en Chile los Ministros  y Subsecretarios suelan ser médicos, abogados, periodistas y rara vez administradores expertos. Y mas sorprendente aun es la conformación del Ministerio de Defensa: no tiene ningún departamento sólido dedicado a la gestión del material ni del personal; asume solo una tenue “coordinación” de la gestión del desarrollo del material y la infraestructura; no existe ni una mención a control de gestión y no existe ningún organismo de nivel nacional que se responsabilice de organizar y ejecutar el apoyo logístico a las fuerzas en combate.

En estos días tenemos una grave crisis en la gestión del desarrollo de las fuerzas, en la cual se encuentra implicado el ex – Comandante en Jefe del Ejército General Miguel Fuente-Alba. La simple lectura de su currículo muestra a un militar mas habituado a moverse en los corredores del poder que entre los soldados en campaña; fue seleccionado para el cargo por Francisco Vidal, Ministro de Defensa que salía ese fin de año, el 2010, luego de una pasada relámpago de solo 12 meses como  Ministro. Ambos se conocían bien, ex compañeros de colegio y como cadetes en la Escuela Militar ¿cómo pudo entonces Vidal proponer para ese cargo a un general que mostraba tan intensa dedicación a sus negocios e intereses personales?.

Al dejar su cargo en Marzo del 2010, Vidal recibió agasajos y condecoraciones por parte de ex – subalterno y amigo Fuente-Alba y prontamente reclutado como profesor en la Academia de Guerra, en la ANEPE y en tareas de asesoría (remunerada) al Comandante en Jefe. Su participación como “comandante de carro” de un cañón autopropulsado en la Parada Militar de ese mismo año mostró una proximidad poco común con el general Fuente-Alba y una concepción de su dignidad ministerial desusada hasta ese entonces.

Pero lo peor vino con la puesta en marcha del “Nuevo Ministerio” a partir de 2010.

La principal razón de ineficiencia fue que desde la misma asunción de Aylwin se desató una aguda lucha entre los partidos de la Concertación para que sus militantes ocuparan los cargos que los militares dejaron vacantes en la estructura ministerial. Se resolvió por “cuoteo” y mediante la contratación, en cada cambio de gobierno, de un número cada vez mayor de personas.

Cuando se dictó la Ley de Estatuto Orgánico del Ministerio de Defensa se tomaron los resguardos para asegurar los cargos de esas personas -mediante el “Artículo Transitorio 6 c.- que dispuso, que la implementación de esta nueva estructura :“No podrá significar pérdida del empleo, disminución de remuneraciones, modificación de los derechos estatutarios y previsionales del personal traspasado o encasillado. …”.

De esta manera y aunque se presumía que habría nuevas y mas complejas funciones, esta norma impidió a los sucesivos Ministros y Subsecretarios reclutar a nuevas personas técnicamente idóneas. El personal incompetente fue “complementado” contratando a un número también creciente de personas a Contrata y a Honorarios, todo por estricto cuoteo.

Tenemos entonces que la incompetencia se instaló en buena parte de la dotación de personal técnico del Ministerio. Esta curiosa forma de “gestión de personal” derivó en una desmotivación y abulia intensa de los funcionarios; no hay incentivos de ninguna especie y su trabajo se reduce a empujar papeles de una oficina a otra. Lo poco y nada que se produce, lo hacen grupos cerrados, “de personas de confianza del subsecretario”, que trabajando en forma compartimentada y secreta, preparan proyectos irrelevantes que no se materializan o que dedican su tiempo y energía a incursionar en temas de género, de inclusión y en relaciones exteriores, materias importantes pero periféricas al núcleo de la función defensa.

La parte mas penosa se produjo después de la promulgación de la ley Ley N° 20.424, “Estatuto Orgánico de la Defensa Nacional”, el año 2010, bajo el gobierno de Piñera. La última esperanza de hacer eficiente un organismo que no estaba funcionando era el Reglamento de dicha Ley. Se esperaba que este fuera capaz de definir con cierta precisión las tareas de cada cual, sus relaciones funcionales y los organismo intermedios de coordinación y trabajo integrado y de incorporar una técnica de gestión específica. No pasó. El Reglamento promulgado por la administración de Piñera es una copia abreviada de la Ley, de una pobreza sorprendente que deja en evidencia el desconocimiento, por parte de sus autores, de las funciones que se suponía debían abordar. Por ejemplo, en Occidente la mayoría de los países desarrollados funciona sobre el Sistema PPBs, del que muy probablemente el Subsecretario Alfonso Vargas de la administración Piñera, que elaboró el Reglamento, nunca  escuchó hablar.

Mientras tanto, los sucesivos Ministros se comportan como “espectadores interesados” de lo que pasa en su sector. Por el cargo han desfilado médicos, muchos abogados y un profesor de historia, en general personas con ambiciones políticas pero sin experiencia comprobable para gestionar una organización de varias decenas de miles de profesionales y técnicos y manejar un presupuesto de varios miles de millones de dólares anuales. Las excepciones fueron las menos.

¿Qué es el Ministerio de defensa actualmente?. Es una organización que “reparte recursos”. En efecto, dispone de una cantidad anual de recursos determinada por ley, que distribuye con criterios que simulan ser racionales pero que solo representan la capacidad de lobby de los interesados y las preferencias –por los motivos que sean- de las autoridades ministeriales. Esta curiosa lógica de gestión es del todo absurda pero políticamente de alta conveniencia, es, además una ancha puerta por donde puede entrar -y por donde entra-, la corrupción. Para mayor agrado, dispone de recursos acumulados a los cuales se recurre para fines ajenos a la defensa, según la discreción del gobierno de turno.

Hoy tenemos un escándalo, otro mas, y si no se hacen cambios radicales, comenzando por la designación de personas idóneas en los mas altos cargos; si no se modifica radicalmente la planta de personal; no se toma en serio esta importante política pública, y no cesa esta peculiar cooptación de “déjame con mis asuntos y yo te dejo hacer” (PERO SI ALGO FALLA, TU PONES LA CARA), se seguirán repitiendo.

A propósito ¿alguien sabe que es de José Antonio Gómez

 

POLÍTICA MILITAR: PERDIDOS EN EL ESPACIO

El gobierno de Michelle Bachelet ofreció aportar “ímpetu” al sector defensa en sus aspecto de desarrollo institucional y por el contrario, solo sabemos de divagaciones silenciosas, secretas y estériles de un Subsecretario enamorado de sus prejuicios pacifistas que se hunde en espiral rumbo a ninguna parte.

En el ámbito de las políticas públicas de relaciones exteriores y militares comúnmente se emplean dos documentos directrices que dan la partida a la planificación estratégica nacional: la Política de Seguridad y Defensa, analizada en mi columna anterior y la Política Militar que es el conjunto de objetivos y estrategias que dirigirán el esfuerzo de organización, gestión del personal, del material, de la infraestructura y el desarrollo de las doctrinas de todo tipo que materialicen y orienten la estructura militar en el marco de la Política de Seguridad y Defensa. Es la Política del gobierno hacia las FFAA.

En esta columna me referiré a la Política Militar del actual gobierno de Chile. Los documentos mas relevantes al respecto son las declaraciones de los personeros del gobierno y mas que todo, de sus acciones reales. También son elocuentes sus escritos y declaraciones antes de asumir sus cargos.

El Programa de la Nueva Mayoría considera que “A partir del 2010, año que entró en vigencia la Ley N° 20.424, Estatuto Orgánico de la Defensa Nacional, algunas reformas continuaron, pero la mayor parte de éstas se estancaron y, en algunos aspectos, hubo retrocesos como resultado de la gestión de la autoridad política realizada entre el 2010 y el 2013”. Hechas las críticas de rigor al gobierno anterior, entra a proponer las acciones a tomar a partir del año 2014 para «retomar con ímpetu las reformas institucionales para el desarrollo de una Defensa Nacional”.

Durante el año 2014 no se hizo nada, pero la Presidente, en su Inauguración del Año Académico Militar 2015, al comienzo de su segundo año de gobierno reiteró y detalló el Programa que se desarrollaría durante los -ahora- solo tres años restantes de su mandato:

“Y quiero especificar a qué me refiero, en cada caso … .

Primero, sobre la Ley de Financiamiento de la Defensa, quiero decir que el Ministerio ha preparado una indicación sustitutiva para mejorar el proyecto de ley que establece un nuevo mecanismo de financiamiento de las capacidades estratégicas de la Defensa. Este proyecto fue aprobado en su primer trámite por la Cámara de Diputados y se encuentra ahora en el Senado. Y el proyecto de indicación sustitutiva será enviado durante el primer semestre del 2015.

Segundo enviaremos al Congreso un proyecto de ley para modificar el Código de Justicia Militar, que también esperamos enviar durante el primer semestre de este año. Lo que buscamos es que el Código garantice el debido proceso y otorgue credibilidad y transparencia jurídica, con las mismas garantías que rigen en la justicia ordinaria.

Tercero, en el caso de la institucionalidad conjunta, elaboraremos un proyecto para perfeccionar y fortalecer la organización y atribuciones del Estado Mayor Conjunto y de su jefatura. Esto incluye sus atribuciones en materia del mando de medios en tiempos de paz. También estableceremos una agenda sectorial para promover, perfeccionar y desarrollar la institucionalidad de lo conjunto en todos sus planos. Nos parece fundamental dotar a la Defensa del más alto estándar internacional de conducción de operaciones militares. Si queremos mejorar aún más nuestra respuesta ante las emergencias, la respuesta, desde el punto de vista del empleo de los medios militares, debe ser de naturaleza conjunta. Esto es lo que se juega, así de crucial es este aspecto.

Cuarto, en materia de industrias militares, enviaremos el proyecto de ley que moderniza las empresas estatales de Defensa, FAMAE, ASMAR y ENAER. Además de reafirmar el carácter público de la industria militar y potenciar el cumplimiento de sus funciones, aumentaremos su transparencia, disminuiremos las asimetrías de información y modernizaremos y profesionalizaremos su gestión administrativa. Tenemos que equiparar su gestión con los estándares OECD de gobierno corporativo en empresas públicas.

Y quinto, la agenda de inclusión y no discriminación que incluye, por cierto, la equidad de género. Es central para la democracia, la construcción de una comunidad que se funde en el respeto a la diferencia y el trato igualitario entre las personas. Por ello hemos iniciado la elaboración de una nueva política sectorial –aquí está la ministra del Ministerio de la Mujer-, a diez años de la publicación del documento anterior para la integración armónica de la mujer en las Fuerzas Armadas y su desarrollo profesional en cada institución.

De todo esto, salvo los asuntos de «Genero e Inclusión», que interesan personalmente a la Presidente, hasta ahora no hay resultados concretos, ningún resultado concreto. La forma secreta y  antidemocrática -compartimentado y escondido de la observación pública-  en que trabaja Robledo  no contribuye en nada a legitimar y facilitar el trámite de los proyectos y darle le necesaria solidez jurídica y formal para facilitar su aprobación:

La Agenda Legislativa para “el segundo tiempo del Gobierno” – ahora solo dos años restantes de su administración-, según lo informado en la prensa y no desmentido ni corregido, considera:

7 Proyectos en trámite para ser despachados antes del 21 de Mayo de 201

8 proyectos para ingresar y despachar el año legislativo 2016

17 proyectos que quedará ingresados a tramitación el año 2016

26 proyectos para despachar antes del 31 de enero del año 2017

De todos estos proyectos de ley NI UNO SOLO corresponde al Ministerio de Defensa. Esto contradice la declaración de gobierno de que “nuestro objetivo fundamental sea retomar con ímpetu las reformas institucionales para el desarrollo de una Defensa Nacional”.

En su alocución ya señalada, la Presidente también señaló: “Los diferentes gobiernos hemos llevado adelante procesos de reforma, con el objetivo de institucionalizar la gobernabilidad democrática del sector, y como parte de una agenda de construcción de una democracia de calidad. Así, ha habido una progresiva mejora de la gobernabilidad democrática, y los principales hitos son conocidos por todos ustedes”.

Al respecto es útil destacar lo que entiende el Subsecretario Robledo, -a cargo de estas reformas-, por “gobernabilidad democrática” y para eso, lo mejor es referirse a Ángel Flisfisch y Marcos Robledo, “Gobernabilidad Democrática de la Defensa en Chile. Un índice para el periodo 1990-2010”. El documento mencionado es un ejemplo de la metodología de investigación sociológica norteamericana, que trata de encontrar y tabular hechos que le permitiría inferir relaciones de causa efecto entre ellos.

En este caso, se trata de llegar a un índice de gobernabilidad de defensa que sería igual a la suma de los eventos positivos para esa gobernabilidad divididos por la sumatoria de los eventos positivos + el total de los eventos negativos. Considera cuatro variables: Control civil (instituciones e instancias de control político); Eficacia (existencia y calidad de políticas y estrategias); Eficiencia (Gestión de los planes y recursos) y Conducta (subordinación o contestación de los militares). Cada una de estas variables es desglosada en indicadores (20 en total).

Se considera que el progreso de la situación estaría conformado por unas FFAA constituidas en “agentes” de instituciones políticas que constituyen sus “principales”, en que las acciones de los segundos son siempre acertadas y funcionales tanto al fin perseguido -la gobernabilidad- a la conformación, la conservación de una institucionalidad democrática y a la puesta en práctica de políticas y estrategia eficaces para proteger los intereses nacionales.

Según este criterio, las FFAA Revolucionarias de Cuba y las Bolivarianas de Venezuela serían el modelo perfecto de gobernabilidad en defensa. Nunca “contestan”, son parte del “sistema”, en realidad instrumentos del gobierno para la imposición y sostenimiento de su programa político y de difusión de su ideología. El compromiso del Ejército Argentino de Milani con el proyecto político “nacional y popular” del Cristinismo habría sido también un exitoso ejercicio de gobernabilidad democrática.

Desde otro punto de vista, en la guerra de Viet Nam, la pasividad y complicidad del establecimiento militar norteamericano llevó a su obediencia ciega a los caprichos y dislates estratégicos de su “principal” Robert Mc Namara, a la derrota y la pérdida inútil de 60.000 soldados, en medio de una potente crítica ciudadana.

Parece evidente que el concepto de “contestación” de Robledo requiere de mucha más elaboración, hasta aquí parece una clasificación demasiado subjetiva que prioriza la obsecuencia militar por sobre la lealtad que implica representar de buena fe los errores apreciados en las decisiones de los “principales”. Lo único que importaría a su lógica sería que los militares se limiten a aceptar pasivamente las ordenes “civiles” aunque sean erróneas o dañinas. Cómodo para los “principales”, sin duda, pero inmoral y abusivo.

La base ideológica de este modelo parece evidente al considerar los valores asignados a las variables del modelo: Control civil: 25%; Eficacia: 12,5%; Eficiencia: 12,5% y Conducta Militar: 50%

Se puede apreciar que las variables referidas a la sumisión militar acumulan el 75% de la ponderación y las referidas a la calidad del liderazgo civil, a un modesto 25%. Este desbalance en la valoración muestra una incomprensión básica de los elementos que conforman el liderazgo y la legitimidad del mando. En efecto, la legitimidad para ejercerlo tiene una relación directa con la preparación técnico – profesional del líder; con la calidad moral de sus decisiones, y con su capacidad para producir resultados beneficiosos para la organización por parte de los “principales”.

Una de las fuentes de fricción más frecuentes entre los “principales” y los “agentes”, surge, justamente, de cuando los que mandan no saben, no quieren o no pueden hacer su trabajo

La gestión de la defensa en Chile requiere un mínimo de nuevas leyes y una gran cantidad de directivas y acciones administrativas. Por ejemplo, los cambios en la Política de Seguridad y Defensa considerados por este gobierno, implicaban la obsolescencia de un conjunto de capacidades estratégicas disuasivas y de combate y su reemplazo por otras de cooperación intrarregional y doctrinas operacionales antimperialistas y de paz y debieron haber significado una importante modificación de los Programas y de los Proyectos respectivos. Nada de eso se hizo. En realidad Robledo y el conjunto de asesores de su confianza desconocen la realidades de la logística y de la gestión de la defensa, no les interesa y esto confirma que para ellos es indiferente  que los “principales” sean profesionalmente incompetentes.

Así, es un hecho histórico probado que la mayoría de los motines militares surgen de la ineficacia e ineficiencia de los “principales”. Acá parece que no importa que el líder civil no sepa hacer su trabajo, lo único que interesa es que los militares obedezcan en silencio lo que salga del Ministerio de Defensa aunque sean políticas y directivas incoherentes.

Para concluir y considerando que en los dos próximos años el Ministerio de Defensa solo tendrá trabajo de rutina administrativa me permito recomendarles a sus «principales» que dediquen el tiempo libre al estudio de la gestión moderna de la defensa, ámbito que han eludido durante muchos años y en el que han demostrado una sólida ignorancia.

POLÍTICA DE SEGURIDAD Y DEFENSA: FRACASO INTEGRAL

La Política de Seguridad y Defensa del segundo gobierno de Bachelet fracasó y la causa es que se basó en un diagnóstico erróneo, voluntarista e ideológico que intentó materializarse mediante una estrategia que, abandonando la política pragmática de ”Regionalismo Abierto” implantada el Presidente Lagos, -a partir de la exitosa apertura de Chile al mercado internacional y a la globalización, puesta en marcha por el Gobierno Militar-, intentó primero complementarla con elementos de una “Integración Regional” en el marco de Unasur y Mercosur y luego reemplazarla incorporándose de hecho al proyecto chavista. El resultado de esta política es el incremento del aislamiento e inseguridad internacional de Chile; el término del liderazgo regional de nuestro país y la subordinación de los intereses nacionales al proyecto chavista.

Lo que iba bien se cambió para que quedara mal.

El concepto de «regionalismo abierto» presentó -desde sus orígenes- una ambigüedad que hizo que fuera interpretado de distintas maneras en su uso y significado. La expresión se originó en el contexto de la cooperación económica entre los países de Asia – Pacífico en la década de 1970 y fue la base de la Conferencia de Cooperación Económica del Pacífico (PECC) y del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC). En Latinoamérica se popularizó en los años noventa.

En Argentina tomó un sesgo proteccionista influido por la crisis económica de 2001, dando preferencia al comercio regulado en que el “regionalismo” llevó a una unión aduanera: Mercosur, bajo la tutela brasileña.

En Brasil fue usado para asumir la representación de un conjunto de países emergentes; adquirir estatura internacional y para fines geopolíticos, que finalmente –dinamizado por el Foro de Sao Paulo- se materializó en la creación de Unasur.

Para Chile, se convirtió en un principio clave de la política exterior con un fuerte consenso de la elite política y empresarial. Operó principalmente en un contexto económico desde APEC y mediante un conjunto de tratados de libre comercio.

Parece claro que todos hablaban de regionalismo abierto pero asignándole diferentes significados, reflejos de sus políticas internas: Argentina, proteccionista; Brasil; de supremacía regional y Chile desde la vertiente comercial.

Lagos fue explícito al respecto cuando rechazó las presiones de Fernando Henrique Cardozo para que Chile ingresara a Mercosur. No quiso arriesgar todo lo avanzado para darle un gusto a su amigo brasileño.

Shirley Göts en su libro “Liderazgo y Política Exterior”, “distingue en la política exterior chilena pos Gobierno Militar dos momentos o etapas diferenciadas en cuanto a su dimensión subregional: La primera de estas fases – la de desacoplamiento – ocurre durante el gobierno de Ricardo Lagos, y es el momento en que la política exterior chilena se desarticula de los procesos que tienen lugar en el espacio regional sudamericano … impulsando como estrategia externa la de consolidar su inserción internacional, es decir, concretar una mayor penetración de Chile en los mercados mundiales mediante acuerdos comerciales con las más importantes potencias extra regionales. El éxito de esta política se concretó en la negociación de tratados comerciales con la Unión Europea, Estados Unidos y China, erigiendo a la economía chilena, y al país, en una suerte de modelo en y para el concierto regional”. “El nudo de mayor complejidad para la política exterior chilena del período 2000-2006 lo constituyó el entorno vecinal, derivado tanto de la interrupción del abastecimiento gasífero desde Argentina, de la ofensiva multilateral desplegada por Bolivia para plantear su demanda marítima  como de la revisión de los límites marítimos efectuada de parte de Perú”.

“Una segunda fase que transcurre entre los años 2006 y 2010, que he denominado, en contraposición a la anterior como de “Reacoplamiento Regional” tiene lugar durante (el primer) gobierno de Michelle Bachelet y debe entenderse como la etapa en que se genera una creciente sintonía de la política exterior chilena en relación con las dinámicas políticas, económicas e integracionistas que, desde comienzos de esa década  venían desarrollándose en la región”: con el proyecto chavista sobre la plataforma del socialismo del siglo XXI, del Foro de Sao Paulo.

“El gobierno de Bachelet se mantuvo dentro del modelo de desarrollo (de Regionalismo Abierto) pero confirió una mayor prioridad a la región latinoamericana cambiando su eje desde la inversión y el crecimiento hacia una concepción neodesarrollista de Estado. … Este cambio de énfasis correspondió no a cambios en la situación internacional regional sino a la mayor incidencia de la ideología en la voluntad política de la mandataria, coincidente con la mayor disponibilidad de recursos económicos derivados del mayor precio de las materias primas”.

Por mi parte, veo dos momentos posteriores, el tercero, del gobierno de Piñera, en que no se aprecia una línea definida mas allá de intentar potenciar el comercio con los países dispuestos a ello de la región: Perú, Colombia y México; el fortalecimiento de la Alianza del Pacífico y una buena relación con los EEUU.

El cuarto momento que denominaría de la “Priorización de la Integración Regional”, es el establecido por Bachelet en su segunda administración, que analizaré mas adelante.

Antes de abandonar esta taxonomía conviene hacer un pequeño balance:

–       Lagos tuvo un éxito reconocido mundialmente que llevó a Chile a alturas de prosperidad y prestigio no conocidas por los chilenos. Este éxito tuvo como contrapunto los conflictos vecinales ya mencionados: el incumplimiento de los acuerdos para la venta de gas por parte de Argentina y su extorsión para exigir nuestro apoyo incondicional en el caso de las Falkland; la ofensiva desplegada por Bolivia para plantear su demanda marítima y la demanda por la revisión de los límites marítimos por parte de Perú; problemas originados no por las acciones o inacciones del gobierno de Lagos sino por las peculiares características del entorno vecinal, potenciado por la agresividad del proyecto político bolivariano impulsado por Brasil, apoyado por Argentina y financiado por Venezuela.

–       Durante el gobierno de Piñera no hubo una línea definida de Política de Seguridad y Defensa mas allá del pragmatismo comercial.

–       La política de Seguridad y Defensa del primer gobierno de Bachelet no logró sus objetivos y llevó al país a una situación de crisis vecinal continuada: La demanda de Perú en si perjudicial para Chile se agravó por el incumplimiento por parte de ese país de los términos del fallo judicial; empeoró con la creación de un nuevo contencioso en torno al “triángulo” imaginario inventado por ese país, la magnificación de conflictos como el del espionaje y su apoyo a Bolivia en su política hostil a Chile y por la displicencia argentina ante los esfuerzos de nuestro gobierno por serle útil y amistoso. Pero el error mas grande de Bachelet fue la generación de una directriz de diálogo para el trabajo bilateral (la Agenda de los 13 puntos) con Bolivia que llevó a concesiones hechas a espaldas de la ciudadanía, excesivas, inoportunas y condenadas al fracaso desde su inicio. Estas negociaciones fueron una manifestación de un voluntarismo político sin fundamento y con grave menoscabo del interés nacional.

La razón de estos fracasos parecen evidentes: Entre estados que tienen proyectos políticos muy diferenciados e incluso antagónicas entre si puede existir respeto mutuo, pero no puede existir alianza de seguridad menos alianza de defensa, que constituyen el nivel mas alto de la cooperación internacional.

En concreto, el objetivo y la estrategia de los bolivarianos en torno a Unasur y Mercosur, era incompatible con el Chile del Regionalismo Abierto y la Alianza del Pacífico.

El segundo Gobierno de Bachelet.

La Política de Defensa descrita en el Programa de Gobierno de la Nueva Mayoría (NM) no mereció ni el mas mínimo interés por parte de la derecha que entiende gobernar como hacer administración y no política. La NM describió con claridad lo que intentaban hacer y siendo un cambio político de gran profundidad y trascendencia para el país, –revolucionario-, no mereció la atención de la clase política que, ahora sabemos, estaba ocupada en otros menesteres.

Es importante destacar que esta parte del programa fue desarrollada por Jorge Burgos y Marcos Robledo, el primer sería luego Ministro de Defensa y el otro Subsecretario de Defensa. En esta labor Burgos participó desde una perspectiva política y un interés en su proyecto político personal –su carrera política- y Robledo desempeñó el rol del estratega y técnico “en materias de defensa” omnivalente, título que se auto asignó un reducido grupo de gurues de izquierda, con títulos que nadie ha homologado.

El Programa -que una vez obtenida la Presidencia no fue socializado ni explicado a la oposición ni a la ciudadanía, para constituirla en “política de Estado”, en su parte dedicada a la Estrategia de Seguridad y Defensa dice:

“Durante el período 2014-2018, la política de Defensa Nacional tendrá como objetivo principal de mediano y largo plazo, generar una Comunidad de Seguridad en América del Sur que garantice la paz y elimine definitivamente la amenaza de la guerra, siendo el Consejo de Defensa de UNASUR la institución para avanzar en esta materia”.

“En el mismo sentido, se fomentará la cooperación y extensión de medidas de confianza mutua y de prevención de crisis con nuestros vecinos y en la región”:

Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración con Argentina y se extenderá a Perú; “Con Bolivia lo fundamental será retomar el camino del diálogo, iniciado en 1999, y el clima de confianza mutua conseguido durante el período 2006-2010. La plena normalización de las relaciones con Bolivia es un objetivo al que aspiramos”.

El discurso de la Presidente de la República, en la ceremonia de inicio del año académico de las Fuerzas Armadas el 18 de marzo de 2015 refuerza y amplía estos conceptos:

“Dije al comienzo que la transformación de nuestro entorno estratégico es la segunda gran área de trabajo para la Defensa Nacional».

En lo vecinal y regional, Chile fue capaz de transformar su relación con Argentina, –  América del Sur en particular, puede avanzar y hacer de la región una zona de paz. Ahora, lo que nos corresponde históricamente es consolidar este avance. Por eso hemos fortalecido el trabajo en el Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR, porque creemos que podemos avanzar hacia la construcción de una comunidad de seguridad.

Por eso también, en esta etapa, Chile aspira a transformar y mejorar la histórica relación bilateral con Perú. Hemos avanzado muy positivamente en los últimos años, y es hora de que Chile y Perú seamos capaces de demostrar al mundo la grandeza de nuestros pueblos, que no quieren, no pueden ni deben quedar atrapados en un pasado que nos ha dividido.

Estos dos documentos contienen las claves de la Política de Seguridad y Defensa y disponen directivas sorprendentes:

– La generación de una Comunidad de Seguridad –tarea política y diplomática- se entrega al Ministerio de Defensa y se la radica en Consejo de Defensa de Unasur. Las tareas que emprende este Consejo bajo control y orientación chavista son una muestra de la confusión conceptual creada intencionalmente para adoptar decisiones y compromisos que van mucho mas allá de los técnico – militar que es el ámbito de competencia del Ministerio de Defensa. Así se establecieron tareas con contenidos por completo ajenos al ordenamiento legal y Constitucional de Chile y con claros contenidos políticos ideológicos -“revolucionarios y antimperialistas”- en los que se comprometió la concurrencia y participación de militares chilenos.

– La presidente, por su parte insiste: “Dije al comienzo que la transformación de nuestro entorno estratégico es la segunda gran área de trabajo para la Defensa Nacional”. Este es un concepto incompresible y diferente a los que se emplean en Occidente: La forma de “transformar el entorno estratégico mediante las FFAA” es la guerra no la política ni la diplomacia. Esto muestra como la ampliación que los autores del programa de defensa de la NM asignaron a su ministerio se sale por completo de la Constitución pero abre un espacio para las tareas que se auto asignó y trató de llevar a cabo el Subsecretario Robledo, creando una “diplomacia militar” o “un ministerio de RREE paralelo”, desde donde promover su agenda ideológica.

– “Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración con Argentina y se extenderá a Perú”.

La cruda realidad fue que el diálogo con Argentina fue constantemente asimétrico, Chile daba y Argentina recibía, Argentina exigía y Chile cedía, asi es como se enfrió nuestra relación con Gran Bretaña, que se aproximó a Perú donde fue bien recibida y apoyada en sus operaciones en las Falkland. Las FFAA argentinas, bajo el Gobierno de Cristina Kirchner y el general Milani se politizaron y se comprometieron políticamente con su ideología y su programa de gobierno, hasta llegar a ser parte de su aparato de seguridad y gestión de política interna. La caída del gobierno de Cristina Fernández le quitó por completo el piso a todo lo obrado en base a la orientación política del gobierno saliente y no sirvió para nada.

– Respecto a Perú, “Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración … y se extenderá a Perú. Se desconoce el tan avanzado diálogo con Perú y mas bien se pudo apreciar una fricción constante y una hostilidad latente que no ha contribuído en lo mas mínimo a la Seguridad Nacional y que, en cambio, ha consolidado una situación en que el tema “del triángulo” se establece como un futuro motivo de tensión y conflicto, sin perjuicio de lo cual, el Subsecretario de Defensa inistió en avanzar en la cooperación e integración y en la revisión unilateral de la necesidad de disuasión militar frente a ese país. Una liviandad que se aproxima a la traición.

– “Con Bolivia lo fundamental será retomar el camino del diálogo, iniciado en 1999, y el clima de confianza mutua conseguido durante el período 2006-2010. La plena normalización de las relaciones con Bolivia es un objetivo al que aspiramos”. El estado actual de las relaciones con Bolivia da una medida de la falta de realismo y seriedad de los objetivos propuestos y de la estrategia para conseguirlos. Este es un fracaso mayor. En la “Agenda de los 13 puntos” se comprometió lo que no se podía hacer para agradar a Morales y se metió a Chile en un conflicto de inciertos resultados. Por otra parte y aun mas  grave, estas tareas no son competencia de defensa y su asignación esa cartera solo pueden ser comprendidas como un intento de ampliación arbitraria del ámbito de competencia de la dupla Burgos – Robledo a funciones que no pudieron cumplir ni en su mas mínima parte.

– “Por eso hemos fortalecido el trabajo en el Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR, porque creemos que podemos avanzar hacia la construcción de una comunidad de seguridad”. El Consejo de Defensa Sudamericano de Unasur se constituyó en un espacio de deliberación, planificación y ejecución de políticas en el cual el Ministerio de Defensa suplantó al Ministerio de Relaciones Exteriores haciendo a Chile partícipe de conceptos políticos inaceptables para la gran mayoría de los chileno.

Mas allá de todas estas situaciones irregulares, la muerte de Chávez, el derrumbe político, económico y moral del gobierno de Maduro; la derrota electoral, moral y económica de Cristina Kirchner y la posterior disolución del kirchnerismo; la crisis terminal de Dilma Rousseff, de Lula, del “Profesor” Aurelio García y del Partido de los Trabajadores y la rendición de los hermanos Castro ante Barak Obama vienen a dar el certificado de defunción del proyecto de socialismo del siglo XXI y al Foro de Sao Paulo y a confirmar la grave falta de juicio y de preparación profesional de los artífices de la Política de Seguridad y Defensa de Chile, -Burgos y Robledo-, y a dejar en evidencia el erróneo diagnóstico de Bachelet, carente por completo de realismo y dominado por la ideología y las fantasías personales.

Esto no sería relevante si sus efectos no fueran los que son: la inseguridad nacional, el debilitamento del poder nacional de Chile y aguda pérdida de prestigio en un momento de cambio estratégico mundial y en el Pacífico que requieren nuestro mayor esfuerzo para situarnos en la mejor forma para el siglo que viene.

¿Y AHORA QUE?. ¿Seguirán con las fantasías de la Patria Grande?. ¿Taparán el fracaso con un nuevo e inútil Libro de la Defensa?. O el Subsecretario Robledo asumirá la responsabilidad y tratará de corregir su grave error y situar al Interés Nacional como eje de la Política de Seguridad y Defensa?.

 

 

 

 

 

 

 

 

Evo Morales, el peor enemigo de Bolivia

La actual rabieta boliviana contra Chile se inició el año 2002 con la llamada Guerra del Gas.
A mediados de 1990 se descubrió gas en el departamento de Tarija. Como es habitual, al comienzo se habló de yacimientos gigantescos y riqueza instantánea para el país. Los apetitos de la oligarquía boliviana se despertaron, y en el otro extremo los chavistas vieron la posibilidad de emular la revolución que se iniciaba en Venezuela.

El conflicto se inició, como también es habitual, protestando contra Chile que no había dicho nada ni intervenido en forma alguna. Las protestas ya se habían iniciado en tiempos de Pinochet y Banzer, obligando a este último a recular y abandonar las negociaciones por el corredor de Charaña planteado por el entonces gobierno de Chile, que evidentemente favorecían a Bolivia. Recrudecieron cuando Jorge Quiroga, elegido tras la muerte del presidente Banzer, decidió exportar el gas por el puerto chileno de Mejillones hacia los mercados de EEUU y México. Los gritones se opusieron a todo. Al final no se concretó nada y el gas siguió bajo tierra.

Quiroga fue sucedido por Gonzalo Sánchez de Lozada. El empresario minero boliviano insistió en el negocio y en el puerto de Mejillones. Sánchez, junto a la Pacific LNG, British Petroleum, Repsol YPF y Petrobras (desde detrás de las bambalinas), insistieron en dar avante con el negocio. Evo Morales y Felipe Quispe, dirigentes chavistas de los coqueros y de los campesinos, respectivamente, movilizaron a la opinión pública y detuvieron el negocio -¿negociado?-.

Sea lo que fuere, Chile no tenía nada que ver en la transacción ni en nada se beneficiaba, pero igual fue uno de los malos. A la animadversión tradicional se unía el odio político, mal que mal Chile personificaba al pérfido país cuasi blanco y neoliberal

Tras un sainete político – folclórico cayó Sánchez de Lozada quien huyó raudamente a los EEUU asumiendo la presidencia Carlos Meza –el actual insultador y promotor mediático de la estrategia boliviana contra Chile en La Haya-. Tras un nuevo período de anarquía y caos promovido por Morales y Quispe, el gobierno cayó en manos de Eduardo Rodríguez Veltzé -coludido con ambos conspiradores- que llamó a elecciones anticipadas el 4 de septiembre de 2005. El 18 de diciembre de 2005 Evo Morales ganó las elecciones nacionales y desde entonces no suelta el poder haciendo toda suerte de contorsiones pseudo constitucionales para agarrarse al sillón.

El problema de fondo en Bolivia era el destino de las entradas por la venta del gas y la lucha por el poder entre la elite blanca de tradicional y las fuerzas políticas emergentes mestizas y aborígenes.

Morales “quebró el vidrio” y sacó el fantasmón de Chile para agitarlo frente a las turbas. Una vez mas, Chile fue utilizado para “agudizar las contradicciones” internas y al final, declarado “culpable” de casi todo, sin perjuicio de lo cual, ciudadanos y autoridades bolivianas siguieron contrabandeando televisores y autos robados en Chile.

Y llegó Evo Morales.

En Chile, desde hacía años, había venido formándose una corriente de buena voluntad hacia las aspiraciones bolivianas. Entre los años 2007 y 2009 el gobierno de Bachelet trabajó una idea que experimentó variaciones, pero que mantuvo una línea central: la oferta de un “enclave, no soberano”, en la región de Tarapacá y en general próxima a Iquique. Un ex Ministro del primer gobierno de Bachelet explica: “Se exploró la concesión de un territorio costero sin soberanía, (incluyendo) su ubicación, su extensión y las normas bolivianas que podrían regir en ese enclave para las empresas y trabajadores bolivianos en industria, servicios, comercio y turismo”. Lo que hoy se llama supremacía territorial.

El año 2010, el senador PS Jaime Gazmuri escribía: “Ciento treinta años después (de la guerra), la cuestión de resolver la demanda boliviana de una salida soberana al Pacífico está en el centro de la agenda bilateral y, como siempre, vinculada a las mutuas relaciones con el Perú. La reciente proposición del senador UDI Longueira de someter a plebiscito una eventual solución añade nuevas voces a quienes pensamos que ha llegado el tiempo histórico de resolver esta cuestión”, “durante más de un siglo, la posición chilena ha tenido dos elementos comunes. El primero ha sido su negativa a ceder soberanía en el antiguo litoral boliviano, adquirido por Chile en el Tratado de Paz de 1904, con el argumento de que no es posible romper la continuidad territorial. El segundo ha sido la disposición a ceder soberanía de territorios al sur de la línea de la Concordia y al norte de Arica: un corredor boliviano desde la frontera”. “Las recientes declaraciones del canciller de ese país de que el Perú no será un obstáculo para el tema abren esa posibilidad. En las negociaciones anteriores han estado sobre la mesa un conjunto de otras materias, muchas de las cuales seguramente volverán a discutirse: eventuales compensaciones, cesión de enclaves sin soberanía”.

El año 2012 las relaciones bilaterales con Bolivia ya se encontraban deterioradas, particularmente por la insistente presión por la demanda marítima de ese país que fuera incluida en su Constitución del año 2008 que contiene una disposición transitoria, que da plazo hasta el 06 de Diciembre del 2013 para denunciar y renegociar el Tratado de Paz y amistad del año 1904. El clavo en el ataúd fue la decisión boliviana de recurrir a la Corte Internacional de Justicia, el 23 de marzo del 2012.

¿Por qué Morales tomó ese camino?. Porque era el pegamento imprescindible para mantener a su nación unida tras su mandato renovable sin término. Además, si a Perú le había funcionado, ¿por qué a ellos no?

El Canciller David Choquehuaca, algo mas educado, pero sobre todo mucho mas sagaz que Evo, percibía que el camino era erróneo y el mismo día que anunciaba la decisión de su gobierno de recurrir a la Corte Internacional de Justicia dejaba la caída para reanudar las conversaciones con Chile. Una petición absurda.

Nuestro gobierno, por boca de su ministro de RREE insistió en su posición:

«Chile no tiene una deuda con Bolivia». No obstante, existe la disposición a «darle facilidades a Bolivia de otra naturaleza». “Aquí lo que hay es una discusión y un planteamiento en Bolivia que pone como una exigencia una salida soberana al mar, cosa que Chile no está en condiciones de hacer. Esa solución hoy no es posible», sostuvo.

La conciencia de estar destruyendo lo avanzado en tantos años era claramente perceptible para algunos bolivianos: la columna de Ramiro Prudencio Lizón aparecido en el periódico La Razón el 6 de Junio de 2012 así lo confirma:

“La actual política intransigente del gobierno del presidente Piñera respecto al tema marítimo ha agudizado la creencia generalizada en Bolivia de que Chile tiene como política básica el rechazo a todo entendimiento sobre la materia. Pero, felizmente, la realidad es diferente. Al contrario de lo que piensan muchos bolivianos, la política tradicional chilena, salvo cuando las relaciones están muy frías como ahora, ha sido buscar una solución al problema marítimo boliviano.

En el transcurso del siglo XX, y luego de haberse suscrito el Tratado de Paz de 1904, hubo diversas negociaciones entre los dos países sobre el tema. Basta recordar lo sucedido en los últimos años, desde la ruptura de relaciones diplomáticas de 1962, a raíz del conflicto del río Lauca, cuando Chile decidió nunca más tratar el asunto marítimo. Pero poco tiempo después, el gobierno del presidente Eduardo Frei reanudó conversaciones reservadas sobre la cuestión marítima.  Estas continuaron con el gobierno de Salvador Allende, oportunidad en la que se concibió una posible solución con base en la entrega de un corredor al norte de Arica, tal como se había estudiado en 1950.

A la caída de Allende, el régimen militar que tomó el poder, encabezado por el general Augusto Pinochet, buscó un arreglo directo con Bolivia. De este modo, se llegó a la negociación iniciada en Charaña, que fue la más importante del siglo XX. En esa oportunidad, Chile ofreció ceder un corredor al norte de Arica, con continuidad territorial desde Bolivia hasta el mar. Como compensación exigió un canje de territorios. Lo increíble es que en Bolivia surgió una oposición irracional al trueque de territorios, al extremo de que el general Banzer se sintiera obligado a suspender relaciones diplomáticas con Chile y dar fin con ello a tan trascendental negociación.

Pese a esta abrupta ruptura de relaciones, Chile aceptó ingresar a una nueva negociación, la del  “Enfoque fresco”, la cual se concretó en la reunión de cancilleres de Montevideo, de 1987.  Pero declaraciones anteladas de nuestro gobierno de que Bolivia nunca aceptaría el canje de territorios frustró este nuevo emprendimiento.

Cuando surgieron en Chile los gobiernos democráticos, ya no hubo negociaciones formales sobre la materia. El temor a la compensación territorial paralizó la obra de los gobiernos nacionales hasta la llegada del nuevo siglo. Al despuntar éste, se suscribió la Declaración de Algarve, Portugal, donde se estipulaba que los dos gobiernos tratarían todos los temas de la agenda bilateral sin ninguna exclusión.  

Posteriormente, el presidente Ricardo Lagos manifestó al mandatario Carlos Mesa su intención de ceder a Bolivia el corredor al norte de Arica. Pero, lamentablemente, pronto provino una desinteligencia entre dichos jefes de Estado en la Cumbre de Monterrey, que frustró ese ofrecimiento. Por último, apenas el mandatario Morales asumió al poder (invitó al) presidente Lagos viniese a Bolivia para tratar el asunto del gas y, naturalmente, el marítimo. Aquí Lagos le informó sobre su disposición de ceder el corredor en forma soberana y, además, de adquirir nuestro gas a un precio doble del que pagaban Brasil y Argentina.

Pero poco después, absurdamente, el Gobierno volvió a suscribir un acuerdo de venta de gas a Argentina con la cláusula de la “molécula de gas”. Es decir que Argentina se comprometiera a no vender gas boliviano a Chile. Desde ese momento, el gobierno de Bachelet reculó en lo referente al mar, lo mismo que su sucesor, el presidente Piñera, quienes mencionaron que sólo concederían una zona sin soberanía”.

Recientemente se han completado las presentaciones para la vista de la objeción de competencia de la CIJ, presentada por Chile. El esfuerzo actual de Morales y su grupo es tratar de alargar el pleito todo lo que sea posible, mantener viva la controversia para poder usarla en sus maniobras políticas para agarrarse del poder a cualquier costo, aun sabiendo que con cada acto hostil y provocador hacia Chile, Bolivia aleja mas y mas la posibilidad de obtener un mejor trato.

Siempre en clave críptica, el ex presidente y agente de Bolivia en La Haya asegura: «No estamos  demandando el Tratado de 1904, ni estamos intentando  anularlo, evadirlo o modificarlo, voy a reiterar lo que Bolivia plantea ante esta Corte: es que  a la luz de una serie de  promesas,  actos unilaterales  o bilaterales, Chile sostuvo  y admitió encontrar una salida efectiva para el enclaustramiento de Bolivia”.

Promesas no hubo, ofertas de negociar, si, con y sin soberanía y con y sin compensaciones. No se negoció por decisión boliviana. ¿Qué significa salida al enclaustramiento boliviano?, nadie lo sabe y ninguna autoridad boliviana se atrevería a decirlo, por la simple razón de que no hay consenso boliviano al respecto.

Pero el Vicepresidente Álvaro García Linera nos da alguna luces:

“Los bolivianos «vamos a tener mar”, pero uno de los cinco requisitos para conseguir ese objetivo es que el «presidente Evo (Morales) siempre nos acompañe, siempre nos conduzca”. “Con la demanda interpuesta contra Chile, Bolivia busca que el alto tribunal obligue al vecino país, mediante una resolución, a negociar de buena fe con el Estado boliviano una salida marítima con soberanía.
No existen  fechas establecidas para el desarrollo de este contencioso, pero si la CIJ se declara competente y conoce la demanda, puede dictar una resolución después de al menos cinco años”.

Las claves:

  • Que Evo nos conduzca siempre: Reelección eterna. Chavista
  • Una salida marítima con soberanía: Es decir con cambios en el tratado de 1904.
  • Este proceso va a durar mas de cinco años:  Morales debe permanecer el mando por un lapso mayor que eso.

Para no perder su incoherencia habitual, el gobierno boliviano, en La Haya, por boca de su abogado estrella, el iraní Payam Akhnavan declara que “a Bolivia le puede servir tanto un corredor, como un enclave o incluso una zona especial”, sea lo que sea que “una zona especial” signifique”.

  1. Hemos completado el círculo y Bolivia aparece pidiendo lo que se les ofreció y rechazaron. Todo un perfil siquiátrico de Evo.
  2. El tema está claro. El asunto con Chile es directamente funcional a la necesidad de asegurar la prolongación del gobierno de Morales. A mayor abundamiento, la prensa boliviano consigna una declaración suya: Evo quiere que el proceso de cambio dure “como en China”: “Si nos unimos de verdad, nuestro proceso puede ser como en China, gobernar para toda la vida, pero sirviendo al pueblo boliviano”, afirmó Morales.

Para un caudillo bárbaro como Morales, ignorante de la historia, centrado en su pobre humanidad, todo comienza y termina con el mismo.

Todo el capital de buena voluntad que se había acumulado en Chile fue dilapidado en medio de insultos, provocaciones y comentarios estúpidos. No queda nada. Actualmente la inmensa mayoría de los chilenos es partidario de no conceder nada a Bolivia, ni hoy ni nunca.

En mucho tiempo ningún Presidente se arriesgará a acercarse a Bolivia para tratar este tema. Peor aun, los cambios habidos en la sociedad chilena hacen que sea muy probable que nunca mas ningún presidente de Chile pueda alterar el estatus quo territorial de la República sin la autorización directa del pueblo, con un plebiscito. Los chilenos ya no conceden carta blanca a nadie para que proceda según su parecer o su ideología frente a algo que pertenece a toda la nación y que fue ganada con su sangre.

De la misma manera, las reiteradas marchas y contramarchas bolivianas, las eternas pillerías, vueltas y revueltas, mentiras y distorsiones ofensivas en su puerilidad, han liquidado toda su credibilidad. Bolivia tendrá que hacer un plebiscito que asegure a los chilenos que su gobierno realmente representa la voluntad de su nación.

Y eso, lo sabemos, es imposible: en Bolivia no hay dos personas que quieran lo mismo respecto a las relaciones con Chile.

Mindef: De la Defensa Nacional de Chile a la Defensa Colectiva Regional

La integración regional ha sido un sueño persistente en Sudamérica. Comenzó desde la independencia misma y ha continuado bajo diversos enfoques y justificaciones. Los fracasos iniciales se debieron principalmente a razones geográficas y políticas. Por un lado existía una diferenciación inicial derivada de la división administrativa española la que se sumaba al inmenso tamaño de sus territorios que no les permitía no siquiera controlar efectivamente los espacios que se presumía a su cargo.
Sudamérica está dividida por la Cordillera de Los Andes que la cruza de norte a sur en toda su extensión partiéndola en dos mundos, el Atlántico y el Pacífico; los valles formados por sus estribaciones hacia el Pacífico subdividen esos territorios en regiones aisladas de sus vecinos conformando subregiones que prontamente desarrollaron sus propias sociedades, economías, culturas y elites, diferentes a las de sus vecinos. Por el otro lado, la selva de la Amazonía instalada al centro del continente reforzó esta división impidiendo “la conquista del Oeste” e impuso el tránsito y el poblamiento sudamericano en su periferia costera con interconexión terrestre muy dificultosa por lo que se organizó principalmente por vía marítima, separando aun mas a los diversos “países”.
Pero el sueño no murió. Se continuó intentando la integración por diferentes vías y con diferentes motivaciones, y fracasó una y otra vez. Tal vez las razones mas comunes de estos fracasos modernos fueron el voluntarismo que minusvaloró la magnitud de las dificultades, la presencia protagónica de ideologías políticas y las agenda de las personas y países que impulsaban esos intentos, que generalmente pretendían instrumentalizar un proyecto ideológico bajo el disfraz de “integración”.
El intento chavista, que finalmente se estructuró en torno a Unasur es un típico ejercicio mítico regional. En 1999 Chávez bramaba: ¡En Venezuela está en marcha lo que hemos llamado el proceso de resurrección venezolana … Alerta, Alerta, Alerta, que camina la espada de Bolívar por Latino América!!”. El correlato obvio fue cultivar el mito de Chávez como una especie de Bolívar reencarnado, primero para consumo interno venezolano y luego como “modelo” para Sudamérica.
El Foro de Sao Paulo se constituyó con Castro, Lula y Chávez con la intención explícita de retomar en Sudamérica las banderas abandonadas por la caída de la Unión Soviética. Lula buscó afanosamente la supremacía brasileña desde un discurso de izquierda; Chávez intentaba una revolución continental y los Castro buscaban con angustia algún mecenas que se hiciera cargo de los resultados de su inepcia económica. Luego se colgaron Kirchner, Correa y Morales.
Entre 2002 y 2004, Chávez se enfrentó al proyecto de “Regionalismo abierto”, que marchaba en tándem con ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas, de la cual los gobiernos de Chile fueron entusiastas promotores. Desde ahí se originó su animadversión a nuestro país. Según su diagnóstico, Sudamérica estaba dividida en dos grupos, los bolivarianos, que lo seguían a él y a Lula, y los “monroistas”, integrados por Chile, Colombia México y Perú que debían ser doblegados. Chávez creó la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) instalando una situación binaria: los buenos, antiimperialistas, revolucionarios, etc. y los malos, vendidos, sometidos etc.
Chávez se auto asignó dos tareas 1.- “enterrar el ALCA y el modelo económico, imperialista y capitalista y 2.- “ser el partero de una nueva historia, el partero de una nueva integración, el partero de ALBA , la Alternativa Bolivariana para las Américas, para los pueblos de América, una verdadera integración libertadora, para la libertad, para la igualdad, para la justicia y la paz”. Sus instrumentos serían Unasur y el dinero del petróleo venezolano.

Lagos se mantuvo claramente al margen de este grupo, Bachelet en su primera administración se les aproximó, en parte por su simpatía hacia Lula/Rousseff y hacia Fidel. Piñera se dejó designar presidente para no alejarse tanto de esos países y estableció un modus vivendi con Chávez. El actual gobierno de Chile mantiene una posición ambigua: calla ante los atropellos a la democracia y a los Derechos Humanos por parte del gobierno militarizado de Chávez y parece apoyar la creación de una “comunidad de seguridad sudamericana” en torno a Unasur. En efecto, el Programa de Gobierno de la actual administración en su sección “Defensa” declara: “Durante el período 2014-2018, la política de Defensa Nacional tendrá como objetivo principal de mediano y largo plazo, generar una Comunidad de Seguridad en América del Sur que garantice la paz y elimine definitivamente la amenaza de la guerra, siendo el Consejo de Defensa de UNASUR la institución para avanzar en esta materia”.
El actual Subsecretario de Defensa, en Punto Final el año 2012, criticando la Estrategia de Seguridad y Defensa (ENSD) propuesta por el gobierno de Piñera declaraba: “Así, mientras en la región el debate entre los miembros de UNASUR evoluciona aceleradamente y comienza a decantar la idea de la creación de una comunidad de seguridad como consecuencia de la larga paz sudamericana, la ENSD avanza aisladamente en una dirección casi opuesta”.

A esta altura se hacen necesarias algunas reflexiones. Primero, es evidente que los organizadores y “dueños” de Unasur están en un proceso que, vía Foro de Sao Paulo, se declara heredero y continuador del difunto marxismo soviético para su materialización en Sudamérica. Segundo, que se declara anticapitalista y antiimperialista en la forma que Castro, Chávez y Lula entienden ese término. Tercero, que están conformando una “comunidad de seguridad” con una fuerte componente militar y Cuarto, que pretenden ampliar el ámbito de ingerencia militar en los gobiernos de los países, al estilo Venezuela.

A qué nos están invitando, ¿a una integración para la prosperidad de nuestros pueblos o a reeditar la guerra fría y el enfrentamiento político con destrucción de la democracia y atropello a los DDHH?. El ejemplo de Venezuela, Argentina y Ecuador sugieren lo segundo.
Cabe entonces preguntarse si los chilenos están conscientes que nuestra política exterior y de defensa se mueven en esa misma línea política y militar. También preguntarse si nuestra ciudadanía ha tomado nota que vamos hacia una defensa colectiva regional en que asumimos compromisos militares con nuestros socios. Dado que los gobiernos de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia practican un agresiva política económica, comunicacional y diplomática contra los EEUU, Gran Bretaña y varios otros países, ¿es legítimo que nuestro país haya tenido un vuelco estratégico, militar y de seguridad de esa magnitud sin que haya sido socializado con la ciudadanía?, ¿cómo es posible que los gobiernos sigan adquiriendo compromisos relevantes a espaldas de la opinión pública?.
Los días 9 y 10 de Junio de este año, en Buenos Aires, se efectuó la Conferencia de Defensa y Recursos Naturales del Consejo de Defensa Suramericano (CDS). Esta curiosa incursión de la defensa en funciones propias de Gobierno derivan de un silogismo tan simplón como erróneo: “Los recursos naturales son importantes; Hay que garantizar la soberanía y protección de los mismos; Los militares son responsables de la soberanía y protección de sus países; Ergo: los militares deben defender los recursos naturales”.
¿Tiene la Estrategia de Defensa algo que hacer respecto al ejercicio y funcionamiento de la democracia en cada país o en el conjunto de la región?, ¿algo que decir respecto al manejo que cada gobierno determine adecuado para gestionar sus recursos naturales?.

Pero la manipulación de nuestra ingenuidad u oportunismo va mas allá. Por acuerdo mayoritario, en el Plan de Acción 2014, aprobado en esa oportunidad con la concurrencia del representante del Ministerio de Defensa de Chile, Carlos Maldonado Prieto, se le encargó a Venezuela y a Chile “Proponer y consolidar lineamientos estratégicos del CDS/Unasur para la construcción progresiva y flexible de una visión compartida de defensa regional de acuerdo a lo ordenado en el numeral 16 de la Declaración de Paramaribo el 30 de agosto de 2013 y en concordancia con los lineamientos orientadores aprobados en el IV Seminario …”
En este sentido la aseveración del actual Subsecretario de Defensa al criticar la forma en que se trabajó la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa en el gobierno de Piñera es muy válida: “Este gobierno tiene pleno derecho a opiniones diferentes a las de los gobiernos anteriores, pero es indispensable que se mantenga el debate público buscando acuerdos que signifiquen continuidad en lo fundamental, como que se mantenga el carácter estatal de las políticas que se aplicarán. Esa dinámica se suspendió, y fue un grave error. Afecta a una política que se aplicó durante más de diez años y todavía no está suficientemente institucionalizada. Sobre todo, porque hay que cautelar el carácter estatal de la defensa y el papel del Ministerio de Defensa, que es nuevo … Y por eso mismo es indispensable que haya un verdadero debate, amplio e informado”, algo que también vale para este gobierno.

Que no haya duda, Chile, junto a Venezuela somos los que proponen la nueva estrategia. Estamos yendo hacia la conformación de una alianza militar regional en que los intereses de nuestros socios pasan a ser nuestros. Los países que conforman la mayoría en Unasur son: Argentina; Venezuela, Ecuador, Bolivia, Surinam y Brasil, tan amigos nuestros que si lleváramos ahí nuestra queja por los malos modales de Morales nos ganaríamos una sonora rechifla.
Todo parece indicar que estos asuntos de interés nacional deberían ser discutidos abiertamente, con participación del Congreso, de la ciudadanía y de los académicos e intelectuales y no manejadas a puerta cerrada, en forma casi subrepticia. Se hace gran caudal de la defensa como política de estado: si cambiar por completo el paradigma de defensa nacional que nos ha acompañado desde la independencia por otro de defensa colectiva regional – que se apoya en una ideología que es rechazada por las grandes mayorías nacionales- no afecta a la política de estado, es difícil identificar algo que lo hiciera, salvo que “política de estado” sea una forma de denominar lo que le gusta a cierto sector y que le permite rechazar visiones alternativas y mas promisorias como por ejemplo, la Alianza del Pacífico y la cooperación en seguridad con México, Canadá, Perú y Colombia.

Mindef – Una larga marcha se inicia con un pequeño paso

El Ministerio de Defensa no funciona según lo esperado. En dos artículos anteriores me he referido a este tema.
En el primero de ellos –Mindef, una tarea mal hecha– señalaba que la gestación de la Ley 20.424, -que intentaba reorganizar por completo el Ministerio-, se produjo en un ambiente de desconfianza en que las partes intentaron dejar establecido en el cuerpo legal los resguardos que evitaran la repetición de situaciones de autonomía militar y uso político de las FFAA ocurridos en el pasado y que protegieran a las personas incorporadas a ese ministerio dentro del cuoteo de los cuatro gobiernos transcurridos desde 1990 hasta 2010.

También señalaba que el Reglamento de la Ley, -técnicamente escuálido-, no contribuyó en nada a su funcionamiento interno y que la carencia de profesionales civiles y militares con conocimientos de la gestión moderna de la defensa vino a impedir que se alcanzara el objetivo de cuerpo legal definido como: “Ejercer la Dirección Superior de la Defensa y ser capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional» como objetivo general de carácter político del Estado frente al actuar de la Defensa”.
La administración Piñera descuidó la gestión de la defensa y se limitó a administrar su potencial político para promover agendas diversas: la del propio Piñera en cuanto tratar de introducir una cuña en la Democracia Cristiana designando a Ravinet en el cargo; la de Allamand, tratando de propulsar su candidatura presidencial y la Hinzpeter, intentando algo que solo él sabía que era.
Se puede apreciar que la administración Piñera no sometió al Ministerio de Defensa al proceso de reorganización sistemática de su estructura orgánica y operativa que éste exigía y que era imprescindible para llevar a cabo las funciones determinadas por su nueva Ley Orgánica.

Desde marzo del presente año –9 meses efectivos- , se encuentra en funciones el nuevo equipo gubernamental lo que conllevó la incorporación de nuevas autoridades y funcionarios de confianza política, sin que se aprecie progreso alguno. Esta fue el tema de la segunda columna –Mindef, el reposo del guerrero– a que hice referencia al comienzo y que en breve señala que si bien “Se podrá o no estar de acuerdo con (el análisis de Burgos a la gestión de defensa del gobierno Piñera), … en su crítica se aprecia una contradicción entre lo dicho y lo hecho. En efecto, habiendo hecho pública una crítica dura, precisa y propositiva, no es posible entender que encontrándose en el cargo de Ministro de Defensa, -desde donde podría haber comenzado a llevar a cabo la corrección de todos estos errores-, a ocho meses de su asunción, no ha hecho nada en esa dirección”.

En efecto, el documento de Estrategia de Seguridad y Defensa propuesta por el gobierno pasado sigue varado en el Congreso desde donde no ha sido retirado, corregido ni desestimado para iniciar un nuevo proyecto, ya que como se señaló es imposible gestionar la defensa sin establecer su rol ni sus tareas dentro de la seguridad nacional.

El punto de partida para “gestionar los procesos” de gobierno del sector defensa, es que el ejecutivo les dé “dirección” a los mismos señalándole su rol y tareas dentro del sistema de seguridad nacional. Es decir primero se debe establecer una “Estrategia o Política de Seguridad Nacional” y después Defensa podrá avanzar en las suyas.
En breve, el mando político, en nuestro caso el presidente de la república -responsable constitucional de la defensa y seguridad nacional- debería emitir una directiva mediante la cual instruya a su gabinete respecto a la forma en que deberá articularse el conjunto de recursos de poder nacional para lograr lo señalado. A partir de esa directiva la defensa sabrá que es lo que deberá hacer, las restricciones o condicionantes de su actuar y el requerimiento de recursos para su tarea.

Hacer un rediseño total de una institución es difícil y hacerlo en un Ministerio lo es aun mas. Hay dificultades de distinto tipo: En 24 años ha habido 15 ministros, lo que da un promedio de 1,6 años para cada uno de ellos, un plazo demasiado breve. La duración actual de las administraciones es de solo cuatro años, de los cuales una parte se pierde en la instalación del equipo gobernante. Generalmente el cargo es designado en base a consideraciones político partidista: cuoteo, equilibrios, agendas personales. Rara vez ha habido un ministro de defensa con experiencia de gestión gerencial o empresarial. Los ministros se rodean de un equipo político adecuando a su agenda política o personal, no técnico. Muchos de los cambios por hacer requieren el concurso del Congreso lo que introduce un elemento de imprevisibilidad –lo que entra puede ser muy distinto de lo que salga aprobado- y de retardo. Todo cambio implica alterar los equilibrios y distribución de poder existente al interior del ministerio, lo que es conflictivo y genera resistencias. En el mercado laboral hay escasez de personal capacitado técnicamente y el ministerio no ofrece proyección laboral a mediano o largo plazo.

Estas y otras dificultades desalientan a cualquiera.

También hay elementos que lo facilitan: la gestión moderna de la defensa es una técnica conocida y disponible. Si bien la simple copia no es capaz de acomodar muchos elementos peculiares de cada caso, historia, cultura política, ideologías y disponibilidad de especialistas, su estudio y análisis puede ser un apoyo muy significativo. Hay ofertas de gran valor, como por ejemplo el programa DIRI, ofrecido por EEUU.

Volviendo a Chile: El primer problema es ¿qué hacer?; ¿por dónde empezar?

Creo que lo primero es establecer el objetivo final. Para dónde vamos, qué queremos hacer. Creo que lo que se requiere es que el ministerio:
– Asuma la responsabilidad de mando, determine políticas, defina estrategias, asigne tareas y medios, establezca estándares y objetivos cuantificables y supervise la ejecución de todo lo anterior.
– Organice el sector defensa como un sistema operativo militar único e integrado, conservando la especificidad e identidad de cada institución.
– Estructure un sistema en que cada autoridad civil disponga de asesoría militar institucional y asesoría militar independiente y en que cada autoridad esté sujeta a juicio técnico o político constituyendo un esquema de “controles y equilibrios”.
– Conforme un sistema militar en que las funciones gobierno, operativa y administrativa operen sinérgicamente, bajo la coordinación, autoridad y la responsabilidad del Ministro.
– Incorpore la participación eficaz del Congreso.
– Actualice constantemente la doctrina de defensa.

Esto requiere una aproximación de modernización con las FFAA, no contra ni al margen de ellas. Que la Junta de Comandantes en Jefe sea parte relevante del sistema de defensa. Que la modernización sea real, no bastan cambios cosméticos ni juegos mediáticos. El protagonismo y eje de todos los cabios deben ser las fuerzas de combate y ellas requieren la mayor atención, cuidado y preferencias.

¿Por dónde empezar?. No hay forma de evitar comenzar por una clara –PRECISA Y BREVE- estrategia de seguridad nacional dictada por el gobierno, como parte de una política de estado, que articule todos los recursos de poder del estado para continuar avanzando hacia donde los chilenos queremos llevar a nuestro país. Luego el gobierno a través de su ministerio de defensa, deberá desarrollar la estrategia militar que, evidentemente está determinada por la anterior y que debe incluir las estrategias para la defensa nacional, la cooperación interna, la cooperación regional, la participación en operaciones de paz, la proyección en el Pacífico y otras.

Otro paso fundamental es rehacer el Reglamento de la Ley de manera que quede establecido con claridad que es lo que cada organismo y nivel ministerial debe hacer, quien lo hace, en colaboración o acuerdo con que otros organismos del mismo ministerio, en que fecha del año, con información a que otros organismos fuera del ministerio de defensa. Las responsabilidades deben quedar claramente definidas.

La calificación del personal existente es fundamental. Existen ofertas extranjeras de programas de apoyo a la formación del personal. También existen programas nacionales y se pueden crear otros según las necesidades. El personal que no pueda o quiera recalificarse podrá ser movido a otros servicios del estado. La profesionalización del personal y la creación de un servicio civil profesional es una necesidad ineludible para asegurar remuneraciones adecuadas y permanencia del personal.
El problema de la continuidad solo puede ser resuelto con la existencia de un grupo de trabajo dedicado cuya vida exceda a la de una administración, hasta que la institucionalidad ministerial se haya desarrollado lo suficiente como para generar un impulso modernizador propio y permanente. En este aspecto, una institución moderna como se aspira que sea el ministerio de defensa, requiere la capacidad de cambio y auto modernización permanente, como un elemento característico. La creación de un organismo de trabajo como el señalado podría ser anexado al gabinete del ministro y funcionar bajo su supervisión y guía.

Los grandes cambios administrativos suelen ser traumáticos, particularmente cuando afectan a la vida personal y familiar de las personas, tales como remuneraciones, carreras, salud, previsión y educación. Por otra parte, en la defensa, estos aspectos están fuertemente imbricados y cualquier cambio que se haga en uno de ellos afecta a los demás, es por eso que “el gran cambio”, el “decreto que ponga orden de una vez”, es la peor forma de enfrentar una transformación. Existen ámbitos técnicos y organizacionales en que esta interconexión también se da, creo que en todos ellos la mejor opción estratégica de cambio es la de una identificación del “estado final deseado” o condición general última que se espera alcanzar, la que debe ser conocida por todos y aceptada por la mayoría, que ser alcanzada mediante cambios incrementales avanzando en todos ellos a la vez, con cautela y precaución, pero sin pausa.

En breve, modernizar es difícil pero posible, las claves son continuidad, definición de objetivos, metas y estándares, socialización de los objetivos por alcanzar y del camino que se va a recorrer. Muchas organizaciones se han modernizado, incluyendo a las propias instituciones de la defensa.

El ministerio de defensa también puede. Será una larga marcha, pero puede comenzar con pequeños pasos.

Mindef: El Reposo del guerrero

El propósito de la ley para la reestructuración del Ministerio de Defensa fue “fortalecer la autoridad presidencial y la autoridad ministerial” en la gestión de los procesos de gobierno dentro del Ministerio y “actualizar la normativa orgánica y fijar una estructura que sea capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector”.

El punto de partida para “gestionar los procesos” de gobierno del sector defensa es que el ejecutivo les dé “dirección” y “magnitud” a los mismos señalándole su rol y tareas dentro del sistema de seguridad nacional. Es obvio que esto no puede sino ser posterior a la decisión gubernamental respecto a la identificación de la combinación de políticas –económica, de defensa, diplomática, de desarrollo social, policial, etc.- que le darán “seguridad” al país en cada coyuntura histórica, para poder avanzar en su desarrollo económico y social resguardando su honor, dignidad, identidad y valores. Es decir primero se debe establecer una “Estrategia o Política de Seguridad Nacional” y después Defensa podrá avanzar en las suyas. En breve, el mando político, en nuestro caso el presidente de la república, -responsable constitucional de la defensa y seguridad nacional-, debería emitir una directiva mediante la cual instruya a su gabinete respecto a la forma en que deberá articularse el conjunto de recursos de poder nacional para lograr lo señalado. A partir de esa directiva la defensa sabrá que es lo que deberá hacer, las restricciones o condicionantes de su actuar y la disponibilidad de recursos para su tarea.
Lo mismo vale para Relaciones Exteriores, Interior, Hacienda y Economía en lo que corresponda. Se puede ver con claridad que la Política de Defensa es posterior y derivada de la Política de Seguridad Nacional. En un país como el nuestro, sin amenazas dirigidas específicamente a él, generalmente la primacía la tienen la economía y la política interior y exterior, y la defensa militar actúa como respaldo permanente y se emplea como último recurso.

En Chile, esta Política de Seguridad no ha sido emitida nunca. La declaración estampada en el segundo Libro de la Defensa Nacional de Chile muestra en forma expresiva el fondo del problema: “Cabe subrayar, sin embargo, que el Estado no ha generado ningún conjunto de criterios y orientaciones que, con el carácter de un marco general, pueda ser entendido como una Política de Seguridad Nacional”.

En muchos países los ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores desarrollan un “Libro” de la política exterior y de la defensa en conjunto o separadamente, en que dan a conocer las líneas generales de su conducción, al entorno político regional o mundial. Este es un documento de publicidad y comunicación. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, ha manifestado su intención de hacer un “Libro de las RREE”. Como sea, la autoridad que autoriza y legitima ambas políticas es el Presidente de la República, ya que ambas son de su responsabilidad constitucional.

En Chile, erróneamente y en forma paulatina, este Libro de la Defensa fue siendo considerado como una política de defensa de facto y mas o menos permanente (de “Estado” se la llamó). En el artículo publicado en La Tercera en agosto del 2012, refiriéndose al fiasco de la Estrategia de Seguridad y Defensa del gobierno de Piñera, el actual Ministro de Defensa, incurre en esta confusión, entendible en alguien que no está interiorizado en los aspectos conceptuales del sector: “Más allá de que las autoridades de Defensa hayan expuesto al Presidente a un bochorno evitable, resulta preocupante que, en forma tan liviana, se impulsara una iniciativa que destruía, en aspectos centrales, los lineamientos tan arduamente consensuados en los Libros de la Defensa, es decir, afectando una política de Estado”. El Libro de la Defensa no contiene la política de defensa de Gobierno ni del Estado. No pretende dar directivas al Ministerio de Relaciones Exteriores; ni al de Defensa; ni al de Hacienda ni al de Interior para direccionar a su actuar para la seguridad nacional. Ningún Ministro ni ministerio de Chile podría ser evaluado en su desempeño teniendo como referencia su cumplimiento de lo señalado en el libro de la defensa. En este ámbito, el Programa de Gobierno es mas representativo de las orientaciones políticas del gobierno.

Para agravar la confusión, la ley Orgánica del Ministerio de Defensa, un trabajo pobre y superficial, ni su Reglamento, -aun más escuálido-, no señalan el ámbito, contenido ni propósito concreto de la directiva (o estrategia) de seguridad nacional, tampoco explican que significa “política de defensa”, “política militar” ni planificación primaria o secundaria, que son conceptos definidos en la legislación anterior que esta misma nueva ley deroga.

Las opiniones del entonces diputado Jorge Burgos emitidas en 2012, con motivo del abortado intento del ministro Allamand y del presidente Piñera de producir una Estrategia de Seguridad y Defensa en un solo mamotreto que pretendía reunir la estrategia de seguridad nacional; la directiva para la política exterior; la correspondiente a la política de defensa; la política militar; algunos elementos de cooperación militar para la seguridad interna; el concepto de desarrollo de las capacidades estratégicas militares y los medios para ello, es decir, la guerra mundial con una bala, adquieren ahora relevancia ya que actualmente se desempeña como Ministro de Defensa.
Burgos señaló los errores con claridad y energía: Primero: “El proyecto introduce cambios conceptuales fundamentales, cuyos alcances, exigen una mayor claridad de propósitos y verificar si conducen a la “securitización” del Estado. Segundo, critica que se quiera “establecer la figura de un Consejero de Seguridad con capacidad de coordinar ministerios, que contaría con un staff de funcionarios bajo su dependencia y facultad para ser provisto de información de inteligencia, (que) claramente transgrede materias legales y constitucionales.
Tercero, que “el documento termina siendo un híbrido que mezcla elementos de una estrategia nacional con lo militar, lo que explica que vaya de los supuestos temas nacionales a una descripción de medios militares y su financiamiento”. Cuarto, sostiene que “explicitar la estrategia no es sinónimo de transparentarla, sobre todo si, como lo hace este proyecto, busca asentar doctrinariamente una imbricación entre seguridad y defensa en la que se pierden sus delimitaciones, so pretexto de nuevas amenazas que harían difusa la separación de seguridad interior y exterior”.
Se podrá o no estar de acuerdo con este análisis, personalmente comparto algunas críticas y rechazo otras, a lo que me referiré en otra columna, pero en su crítica se aprecia una contradicción entre lo dicho y lo hecho. En efecto, habiendo hecho pública una crítica tan dura, precisa y propositiva, no es posible entender que encontrándose en el cargo de Ministro de Defensa, -desde donde podría haber comenzado a llevar a cabo la corrección de todos estos errores-, a ocho meses de su asunción, no ha hecho nada en esa dirección.

En efecto, el documento de Estrategia de Seguridad y Defensa propuesta por el gobierno pasado sigue varado en el Congreso desde donde no ha sido retirado, corregido o desestimado, para iniciar un nuevo proyecto, ya que como se señaló es imposible gestionar la defensa sin establecer su rol ni sus tareas dentro de la seguridad nacional.
Las críticas efectuadas a otros aspectos de la conducción del ministerio durante el régimen de Piñera por el actual Ministro y por el actual Subsecretario de Defensa tampoco se han traducido en enmiendas ni en nuevas ideas, mejores o mas realistas.
La crítica que hace a la Seguridad Ampliada tampoco no ha sido sometida al debate que el diputado reclamaba cuando actuaba desde la oposición ni siquiera sometida a la opinión pública informada ni a los medios académicos nacionales. Sin embargo parece extraño un rechazo tan enérgico a ese concepto considerando que Soledad Alvear cuando fue Ministro de RREE, en representación de Chile lo suscribió y apoyó en las Naciones Unidas, algo que parece lógico considerando que el problema de la droga se sitúa a orcajadas entre la seguridad y la defensa, como bien lo saben colombianos y peruanos, y que nosotros también estamos viviendo: el crimen organizado funciona en ambos mundos, delictual y de combate. El problema a resolver es organizar y coordinar las capacidades de ambos tipos de fuerzas, dentro de la Constitución y la Ley.
Señala también que el “establecimiento de un Comité Interministerial presidido por el Presidente de la República, cuyo propósito es facilitar la coordinación de los esfuerzos del Estado en materia de Seguridad, pareciera ser una mala actualización del antiguo Consejo Superior de Seguridad Nacional (CONSUSENA) que, desde los años sesenta, fue convocado muy ocasionalmente. Este mini Consejo de Gabinete, cuya composición pareciera ser fruto del azar más que de una matriz afinada, no tendría las facultades y competencias que aseguren los objetivos planteados”. En este aspecto el Programa del actual gobierno considera que “una concepción moderna e incluyente de nuestra acción internacional requiere de un Sistema Integrado de Política Exterior … que genere un diseño y visión estratégica”. En 2012 el diputado no tenía por qué saber que la cosa iría para allá, por lo que será muy interesante conocer su opinión actual, sobre todo si se considera que ese problema reaparecerá cuando se intente dictar y sobre todo poner en práctica una Estrategia de Seguridad Nacional.

Los intentos efectuados hasta ahora para producir la planificación de seguridad nacional y la política de defensa han tenido resultados no solo exiguos sino que ha contribuido a enredar el proceso de la planificación superior de la defensa hasta hacerlo incomprensible.
Durante la Administración Piñera, el entonces Subsecretario de Defensa intentó producir una “Estrategia de Seguridad y Defensa”, que constituyó un fiasco en todo sentido. La llegada de un nuevo Subsecretario de Defensa, quien también emitió fuertes críticas al documento de la administración anterior, hacía esperar que este proceso mal iniciado fuera retomado, reencauzado y concluido. Hasta donde se sabe, tampoco se ha hecho nada.
Que no se diga que esto es secreto, ya que en los artículos escritos a partir de 2012 por parte del Ministro y del Subsecretario actuales, criticando a las anteriores autoridades de defensa, los blancos han sido precisamente el secretismo y la opacidad. Robledo lo señala con claridad al criticar el documento de Piñera: “En un hecho que ha generado escaso debate en la opinión pública, el Gobierno del presidente Sebastián Piñera envió el 8 de agosto pasado un inusual oficio al Senado de la República, solicitándole un dictamen sobre la segunda versión de un documento de política pública, la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa (ENSD). Junto al proyecto de Ley de Financiamiento de la Defensa que deroga la Ley Reservada del Cobre (actualmente también en tramitación en el Senado), la ENSD constituye un serio retroceso en dimensiones relevantes de la Política Exterior y de Defensa del país. Por esta razón la propuesta del Poder Ejecutivo debería ser objeto de un debate público amplio, serio y profundo antes del pronunciamiento de la Cámara Alta … Tanto la formulación de la Estrategia de Defensa Nacional como sus contenidos distan mucho de reflejar un esfuerzo por recoger un acuerdo nacional sobre ella: el Congreso tiene ahora la oportunidad de restaurar el carácter estatal de la política en este ámbito”.

En este aspecto, en el gobierno actual, la participación y transparencia no ha corrido por parte del Ministerio de Defensa sino de la Biblioteca del Congreso –Asesoría Técnica Parlamentaria, con Verónica Barrios – quienes han organizado dos seminarios de Defensa, uno en Valparaíso y otro en Santiago, que no solo no encontraron el auspicio del Ministerio sino su oposición y boicot.
La experiencia política, preparación técnica, su participación en la dictación de la Ley Orgánica del Ministerio de Defensa y las agudas y a veces acertadas críticas al estado de la gestión de las políticas públicas del sector defensa por parte de las actuales autoridades del sector hacían pensar en una actividad serena y reflexiva pero enérgica y bien dirigida hacia los puntos críticos de las deficiencias en la implementación de la nueva ley orgánica ministerial: una vez mas no ha pasado nada.
El guerrero reposa.

Muertos por «pensar distinto»

Recientemente Roberto Ampuero lanzó un libro de su autoría en que pregunta y se pregunta respecto al conflicto ético que hay tras el Muro de Berlín: “Muro chileno porque, viviendo allí, el exilio chileno o, al menos, los partidos de la izquierda chilena, lo justificaron, defendieron o bien –hasta el día de hoy- guardaron silencio, eludieron el tema o celebran hoy las bondades de un sistema supuestamente ideal que necesitaba de muro, alambradas, campos minados, perros adiestrados y 13.000 soldados para que nadie escapara de él”. Y llama a la izquierda a tomar posiciones, ahora que en Noviembre próximo se celebra el aniversario de la caída del Muro: “Me gustaría invitar a la izquierda que simpatiza o simpatizó de alguna forma con el totalitarismo a mirarse en el espejo y, tras posar la mano en el pecho, a reflexionar sobre el carácter brutal, antihumano y antidemocrático de esa utopía socialista fracasada. En ese marco, criticó “a los compatriotas chilenos que, enarbolando las banderas de la democracia y los derechos humanos, justifican los 55 años de partido único y aplauden a los hermanos (Castro) que por más tiempo han gobernado en la historia del planeta, y pienso también en los compatriotas que optaron por guardar silencio, en esos que miran hacia otra parte mientras en los jardines de su utopía rechinan los instrumentos de la tortura, o en el Caribe infestado de tiburones naufragan los que huyen de su socialismo, y pienso también en los políticos nuestros que este año felicitaron con voz trémula por la emoción a los hermanos Castro por ejercer el poder en la isla desde 1959”. “Siento además que la reflexión sobre el fin del totalitarismo comunista, que se basa en el estatismo económico, la descalificación del opositor y una vanguardia que representa supuestamente a todo el pueblo, sigue mostrando un gigantesco déficit en nuestro país. En un país donde vuelve a idealizarse el estado como panacea para todos los males, como la herramienta idónea para imponer la justicia, la igualdad, la democracia, el desarrollo y la prosperidad, es bueno recordar qué aportó en términos concretos a la humanidad la expresión más pura del estatismo y monopartidismo. El socialismo, como expresión máxima del estatismo fracasó hace 25 años de manera estrepitosa. No debemos olvidarlo, y es importante que los jóvenes lo sepan”. Y concluye con dos preguntas que ningún izquierdista devoto se atrevería a contestar: “¿Por qué las personas se rebelaron y eliminaron un estado que, para un importante sector de la izquierda chilena, entregaba todo lo necesario a sus ciudadanos? Y la otra pregunta: ¿por qué esa misma izquierda calló entonces y guarda hoy silencio frente a uno de los dos totalitarismos que marcaron el siglo XX?».

Esta misma autoindulgencia y amnesia selectiva la vemos en su actitud ante el uso de la violencia, del terrorismo y de la lucha armada para hacerse del poder e imponer su utopía. Un mirista chileno -residente en Venezuela donde lucha contra Maduro- , en estos días le escribe una carta pública a Marco Enríquez – Ominami poniendo en duda que su papá cumpla los requisitos para su canonización como lo pretenden su devoto hijo y sus amigos. Según él, Enríquez “era un muchacho menor que yo, muy fogoso, vehemente, apasionado, seductor, brillante, inteligente, voluntarioso y muy echado “pa lante”, como decimos en Venezuela. Era un líder carismático, caudillesco, autoritario como corresponde, porque no era el presidente de un partido democrático, sino el jefe máximo de un partido revolucionario. Miguel fue lo que el leninismo llama “un profesional de la revolución”,  el arma más letal inventada por el hombre. -¿Enríquez creía en la democracia? Por supuesto que no. La función esencial de la lucha armada es terminar la democracia representativa e instalar la dictadura proletaria. Siempre ha sido la dictadura de los partidos comunistas -MEO dice que su padre se puso al “servicio de Chile”. Es una frase. Y como toda frase, no dice nada. Miguel se sabía y se puso a disposición de la revolución socialista: destruir el Chile existente, tradicional, clasista, conservador, autoritario, capitalista, burgués y construir el Chile proletario. O lo que el marxismo entiende por proletario. Una dictadura de partido a cargo de una sociedad socialista. Todo movimiento revolucionario sabe que la violencia es el motor de la historia, porque lo dijeron Marx, Lenin, Stalin, Mao, Castro, el Che Guevara. No sólo lo dijeron, sino que con violencia tomaron el poder en URSS, China, Cuba, Corea del Norte, en todas partes. ¿Cómo Miguel Enríquez, que era el hijo dilecto de Castro, iba a estar contra la violencia? ¡Por favor! Si el MIR no tuvo un ejército paralelo no fue porque aborrecía de las armas, de la violencia o de los ejércitos. Fue porque no se dieron las circunstancias. De hecho tuvo un aparato militar, en gran parte preparado en Cuba. Minúsculo y absolutamente inadecuado como para enfrentarse a las FFAA chilenas, como se comprobó dramáticamente el mismo 11 de septiembre. Pero aparato militar, al fin y al cabo. Como lo tenían el PS y el PC. El lema que escanciábamos en nuestros desfiles era “PUEBLO, CONCIENCIA, FUSIL, MIR, MIR”. No los tendríamos, pero los deseábamos: conquistar al pueblo y armarlo con fusiles. En el MIR estábamos preparados para la violencia y la guerra civil. Me preocupó que alguien del MIR, que sabe todo esto, como Mauricio Rojas, haya pretendido darle a Miguel Enríquez una especie de aura de Sor Teresa de Calcuta. No me cabe en la cabeza. No lo entiendo. Nosotros éramos guevaristas. Cuando cayó el Che en Bolivia yo vivía en Berlín y enmudecí.

El MIR tenía un aparato militar que era esencial. La violencia era consustancial a nuestro proyecto histórico, que era derrotar a la burguesía y establecer una dictadura del MIR, no iba a ser de Ignacio de Loyola”. Cuando Enríquez murió en Octubre de 1974, no fue “asesinado” por la Dina como dicen sus seguidores, murió porque combatió mal, porque era un mal combatiente y un peor comandante. Murió porque enfrentó a una fuerza mas eficaz que la suya. No porque “pensara distinto”, sino porque “disparaba distinto”: disparaba mal. Este último mes de octubre en Concepción los imitadores de Enríquez se reunieron a homenajearlo. Estaban ahí Fuerza Universitaria Rebelde; Consejos Estudiantiles; Juventud Guevarista; Para Todos Todo; Movimiento de Izquierda Estudiantil Revolucionario y los organizadores del evento, la Juventud Rebelde Miguel Enríquez, el brazo juvenil del actual MIR, estaban ahí para rescatar la teoría y práctica del movimiento: el “poder popular” y la validación de “todos los métodos de lucha”, sin prescindir de la vía armada como camino al socialismo y para reivindicar la construcción del poder fuera del Estado y sus partidos tradicionales.

Si, piensan distinto que la mayoría de los chilenos: de nuevo quieren imponer sus ideas absurdas y totalitarias por la fuerza, a balazos, por eso atacan, denigran y calumnian a los que se les oponen. Nada les disgusta mas a los agresores que el que los agredidos se defiendan. Por confesión pública del ex Secretario General del Partido Comunista, Luis Corvalán, sabemos, todos saben, también el Poder Judicial, que mantienen ocultas una gran cantidad de armas introducidas por Carrizal Bajo para combatir al gobierno de Chile. Están las ganas y están los medios, pero nadie se inquieta, la justicia tuerta de nuestro pobre país descansa porque esos jóvenes idealistas tienen “licencia para matar”, son de izquierda.

Y ellos piensa distinto.