Actualmente y en forma insistente, desde la izquierda del espectro político chileno llegan voces que exhortan a seguir o plegarnos al liderazgo brasileño. Seríamos una especie de “personaje en busca de autor”.
Una característica de esta atracción es que, en forma automática o inconsciente, descarta otras alternativas: aproximarse a México; o a Colombia; a ambos a la vez; a EEUU; a Argentina; formar un grupo con Perú y Colombia; organizarse en forma igualitaria con todos los países de la región que lo deseen; combinaciones de las anteriores u otras que usted podría imaginar. Parece que tuviéramos una sola opción: Brasil.
No fue así durante otros gobiernos de la Concertación; tampoco fue así durante el gobierno de la Alianza. Cabe preguntarse si estamos ante una atracción tardía por la ideología antiimperialista y nacionalista sudamericana que llevó a los “bolivarianos” primero a la cima y luego al descalabro; si es una atracción, también tardía, hacia Lula, Dilma y el Partido de los Trabajadores o si es la búsqueda de una posición subalterna que compense algún déficit de autoestima.
Sea alguna de esas u otra la motivación, cabría preguntarse si es que tal liderazgo brasileño existe, cuáles serían sus características y que beneficios obtendría Chile al refugiarse bajo ese alero.
Parece evidente que la asociación entre países de la región podría producir una situación en que nuestra voz nacional al ir acompañada de otros países que compartan nuestros intereses podría ser mas escuchada; también es una realidad que para Chile es mucho mas interesante ser “puerta” de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil hacia el Pacífico y Asia que ser un destino terminal. Las inversiones chilenas tendrían mas alternativas si pudieran ir en condiciones de seguridad hacia otros países de la región y que las de esos países pudieran venir a Chile. Pero todas estas posibilidades no se dan sin la existencia previa de condiciones que permitan su materialización y las políticas brasileñas, hasta ahora, parecen ir en otro sentido.
También es siempre mas grato tener vecinos amistosos que indiferentes o distantes.
En el caso de Brasil, habría que comenzar valorizando que significa ese país para nosotros, mas allá de lo comunicacional.
Chile tendría mas alternativas comerciales, de inversiones y políticas si contara con Brasil, pero si así no fuera, nuestro país podría seguir avanzando como lo ha hecho hasta ahora. Nada ni nadie nos amenaza de manera tal que nos haga necesitar un protector. Mas aun, la forma en que funciona actualmente el mundo, pone a nuestra disposición una amplia variedad de alternativas que encontrándose geográficamente distantes, en las condiciones de las comunicaciones actuales se han vuelto próximas y cercanas.
Brasil tiene una población muy grande, pero su PIB per cápita y el desarrollo de su capital humano es bajo. Su infraestructura es deficitaria y su gestión fiscal es lenta y adolece de algún nivel de corrupción. Esto señala que Brasil no está en condiciones de ayudar económica ni comercialmente a Chile. Simplemente carece de los recursos necesarios y sus propias necesidades absorben el total de sus recursos. Chile no tiene ninguna razón de peso para delegar parte de su soberanía en beneficio de Brasil ya que no obtendría nada a cambio.
El crecimiento de Brasil es el mas bajo de los BRICs. El incremento de su PIB en los últimos 2 años no alcanza al 2%, su inflación supera el 5% y las perspectivas no son que mejore, pudiendo incluso empeorar. Brasil es un país semi – industrializado, pero no es un país industrial. En otras palabras, es principalmente un exportador de materia primas –hierro y soja- las exportaciones industriales se han reducido sustancialmente, a niveles similares a los que tenía en 1978. México si lo es, los bienes manufacturados que exporta constituyen el 75% de ellos. Dado que tanto el hierro como la soja son enviadas a China, su dependencia de la marcha de la economía de ese país es casi total. Por último, su estabilidad interna está amenazada por dos factores muy difíciles de corregir: la corrupción política y las demandas insatisfechas de una semi – clase media que probó el acceso al consumo abundante y subvencionado y lo está perdiendo.
Brasil no nos puede ser indiferente, es un país extenso, poblado, con una cultura diversa y atractiva, con capacidad de exportar capitales privados, con una imagen relevante en el concierto de las naciones. ¿Lo constituye eso en un líder?. Creo que no, está mas cerca de poder ser un buen amigo y un socio que un líder ni menos ejercer supremacía sobre nuestro país.
En las actuales condiciones Brasil no tiene los recursos económicos para ser líder regional, no tiene el capital humano para ejercerlo y por su parte, los países de la región tiene alternativas desde donde obtener lo que necesiten, en todo orden de cosas; simplemente no cuenta con las capacidades necesarias para poder imponer sus conveniencias.
En definitiva, Brasil parece haber sido ser el caso de país “sobrevalorado y sobrevendido. Para Chile es un amigo conveniente pero no imprescindible.