La marihuana está sobre la mesa, el mundo político se da de codazos para ser el mas moderno, liberal y abierto de mente. El problema es que el tema es tratado con frivolidad y nadie se hace cargo de las “externalidades” evidentes.
Personalmente creo que cada persona mayor de edad tiene derecho a tomar sus decisiones, a elegir drogarse, emborracharse, contaminar sus pulmones con tabaco u otra cosa o inflingirse cualquier tipo de daño a cambio de lo que considere una retribución placentera, pero en reciprocidad, debe asumir la responsabilidad correspondiente, a su costo personal o familiar. No tiene derecho a reclamar del estado que lo cure, lo apoye y lo rehabilite.
El estado, por su parte retiene la obligación de regular el ejercicio de estas actividades en vista a evitar que ella y sus efectos dañen a otras personas.
Si la sociedad decide que se hará cargo de la salud y rehabilitación de todos los ciudadanos, entonces tiene el perfecto derecho de reglamentar y ejercer el control de esas actividades, incluyendo el penalizarlas.
El congreso está en pleno festival de legalización del uso “medicinal” y “recreativo” de la marihuana. Lo primero que resulta evidente es que esto es un sofisma en vista a abrir su uso indiscriminado. Se dice que se autorizará el cultivo de un número limitado de plantas por consumidor, aparentemente cinco. Si en una casa viven ocho personas, ¿pueden cultivar cuarenta plantas?; cómo se va a controlar ¿la policía revisará casa por casa contando las plantas?; como se va a penalizar el cultivo en exceso ¿la policía se limitará a llevarse las plantas excedentes?.¿Quién y cómo calificará si la plantación es para un fin medicinal o para consumo recreativo?, ¿quién recetará este “medicamento”?. Todo esto parece bastante utópico o hipócrita.
El uso “recreativo” es un chiste: si un chofer de micro se “recrea» con tres pitos de marihuana antes de salir a su “vuelta” y mata a dos peatones, ¿cómo sería juzgado si se “recreó” en su tiempo libre?. No hay sensores portátiles y es muy difícil medir el grado de intoxicación.
¿Qué puede hacer un pasajero que aprecia que el conductor del bus se ríe mas de la cuenta y tiene los ojitos rojos como conejo?. ¡Que decir si se trata del piloto del avión que vamos a abordar!.
Así como existe diferencia entre un bebedor social moderado y un alcohólico, ¿existe diferencia entre un fumador “recreativo” y un drogadicto?, porque la ley no distingue. Un gerente de una empresa ¿puede despedir a un empleado que se “recrea” constantemente?. Un diputado que está frecuentemente en estado de “recreado” ¿puede seguir en ejercicio de su cargo?.
La ley y toda la situación derivada de introducir el uso abierto de un tóxico, sin considerar sus externalidades es de una irresponsabilidad inaceptable. Cuando mueran los primeras víctimas de un consumidor “recreado” y el crimen no pueda ser sancionado por que “hay vacíos en la ley”, quedará en evidencia que el vacío está en las cabezas de los encargados de legislar previendo las consecuencias evidentes.
Hace pocos días un diputado hacía un enérgico alegato contra la reducción de los espléndidos sueldos de los miembros de su corporación y señalaba que un gerente cualquiera ganaba esa cantidad –lo que no es cierto- por lo que si los chilenos queríamos tener legisladores de excelencia, teníamos que estar dispuestos a pagar sueldos de ese nivel. Con todo respeto, cualquier empleado gerencial en una empresa privada que hiciera su trabajo con tal grado de liviandad, sería despedido al segundo día de trabajo.
Fernando Thauby García
T3 SpA
Consultores
8 de julio de 2015