La Armada, a lo largo de su historia, ha tenido varios tipos de élites internas originadas en su propia vida profesional y por su interacción con las élites políticas y económicas civiles, de las cuales es dependiente, en su calidad de élite no gobernante.
La Guerra del Pacífico y el crecimiento explosivo de la riqueza en Chile, fruto de actividades industriales internacionales (salitre, guano cobre y otros minerales) superó y dejó atrás a la élite agrícola y comercial tradicional orientada hacia el comercio interior.
La nueva élite industrial y comercial se instaló en Valparaíso, desde donde manejó la industria extractiva en el Norte, las finanzas y el comercio de maquinaria y bienes de consumo hacia el interior del país, notablemente Santiago.
La Armada mantuvo una intensa relación social, comercial, familiar y técnica con esta Clase Dirigente, lo que incrementó su prestigio e influencia, que alcanzó su culminación en la Revolución de 1891.
La élite intra Armada de este período se caracterizó por la influencia y la prevalencia de los valores culturales y costumbres sociales inglesas y en menor grado francesa, alemana e italiana de las mismas características que las otras élites dominantes.
La crisis de 1929 / 30 puso fin a esta organización económica y social nacional. El cierre de la economía y la implantación de un modelo de “sustitución de importaciones” y el regreso a la economía agrícola tradicional determinaron una rotación de la élite comercial y social, cuyos nuevos representantes gobernaron desde a Santiago, en las cuales el cabildeo político y las relaciones familiares tradicionales sustituyeron a la habilidad empresarial internacional del grupo desplazado.
La élite social y técnica “anglo” en la Armada cedió su espacio a los operadores políticos internos con conexiones en el Ejército y en la sociedad tradicional chilena la que, en parte, la capturó.
Esta rotación dentro de la Armada fue muy penosa e incluye la constante decadencia institucional con el triste episodio del motín de la escuadra y el descrédito social y político de los años ´30
Este ordenamiento del poder se arrastró hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (2º GM) en que en la Armada y en el país se hizo presente un nuevo factor: la tecnología y la gestión.
En efecto, el fin de la 2ª GM la llegada masiva de la influencia norteamericana encontró un campo muy fértil en la Armada que acogió la llegada de dos cruceros Clase Brooklyn que con su carga de tecnología en los ámbitos electrónicos, eléctricos, hidráulicos, organizacionales, de relaciones sociales y de gestión administrativa y logística vinieron a cambiar profundamente la importancia relativa de las especialidades. La aparición de áreas de nuevas tecnologías, habilidades y conocimientos que no existían en el país pusieron a la Armada y a aquellos de sus miembros que las dominaban, en puesto de prestigio y relevancia, inicialmente dentro de la institución y luego en el área fabril y empresarial nacional.
La Armada se incorporó, lentamente, a una nueva élite nacional que representaba la modernidad y la tecnología.
Al interior de la Armada este cambio socio cultural no fue sin problemas. Reiterada y persistentemente se fueron presentando crisis de cohesión y disciplina que reflejaban el desajuste entre la tecnocracia y su valoración por un lado y el debilitamiento del mando y la cultura y estructura social tradicional por el otro.
Claramente se estaba presentando una fractura, coincidente por lo demás con lo que sucedía en todo el país, entre la Clase Dirigente y las diversas clases sociales que trataban de convivir en una economía estancada, bajo la gestión de una Clase Dirigente incapaz de adecuarse a las nuevas condiciones internacionales y dar respuesta a los problemas nacionales.
Esta profunda crisis nacional se manifestó mediante reiterados fracasos de las propuestas sociales, culturales e ideológicas del Gobierno de la Democracia Cristiana y luego con el intento revolucionario marxista de Allende, que concluyó con el Gobierno Militar que reorganizó a la sociedad en su conjunto, originando una nueva hegemonía.
La Revolución Militar de 1973 afectó profundamente a la sociedad chilena al dar paso a un nuevo grupo tecnocrático financiero, económico y comercial, coloquialmente conocido como “los Chicago Boys” que incluyó a un creciente número de graduados en gestión, finanzas y negocios en diversas universidades norteamericanas. Este grupo se hizo cargo de la gestión de la economía, de la banca, de la tarea de re-construcción de la industria nacional e incluyó a los empresarios privados, muchos de ellos asociados con inversionistas extranjeros, e impuso su hegemonía técnico empresarial basada prioritariamente en los aspectos económicos y de desarrollo.
La Armada, durante el Gobierno Militar, fue acogida como iguales por esos nuevos gestores del poder, en parte por sus habilidades técnicas y en parte por detentar acceso al poder político. Los militares (Éjército) que aportaban su hegemonía sobre el Poder Político, tuvieron no solo una relación diferente con el Poder Económico / empresarial, sino que una valoración social y política diferente a la de la Armada. Esta diferencia se sintió con fuerza una vez iniciada la Transición y la formación de una nueva elite y clase dirigente.
Como resultado de la entrega del poder político, el estamento militar fue marginado social y políticamente por la nueva clase política, manteniendo el Ejército el poder de la amenaza del uso de la fuerza que constituyó una nueva forma de relación amor – odio con los partidos de gobierno que, en varios aspectos, resultó dañina para ambas partes y para el país.
Esto explica el diferente acomodo entre las elites institucionales de las tres instituciones de las FFAA respecto tanto a la elite gobernante como al poder económico, de todos conocido.
En lo que toca al futuro, parece evidente que la Armada seguirá requiriendo una elite interna tecnocrática y operativa en los niveles medios y bajos de la institución y otra con una sólida formación en humanidades y ciencias políticas y sociales en los niveles medios y superiores, para interactuar con una elite gobernante, en estos años, aun en proceso de refundación, y en un escenario social cada día mas activo y complejo.