Fernando Thauby García 22 de abril de 2022
Como la previsión, la planificación y el sentido común suele escasear entre las autoridades de gobierno los invito a hacer un pequeño periplo de lógica básica.
Cuando se va a emprender una acción lo primero es identificar con claridad la situación existente y cuáles son las características específicas y cuantificables de la condición “final” que queremos establecer.
En el caso de la Araucanía el diagnóstico ideológico del Gobierno de Boris difiere del que sustentan la parte mayoritaria de la población de la zona del conflicto y de Chile. El Congreso no ha debatido el problema ni menos llegado a posiciones formales y oficiales de los representantes del pueblo.
En breve, no hay acuerdo político ni apoyo ciudadano para emprender un curso de acción -que se reconoce de largo liento- con respaldo y apoyo.
En esta orfandad el Gobierno emitió una “estrategia” de “cinco pilares”, que “picotea” entre temas de distinto nivel:
1.- Establecer una Comisión para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico en el conflicto intercultural, cuyo objetivo es otorgar reconocimiento y reparación a las víctimas (mapuche y no mapuche) del conflicto;
2.- Instalar parlamentos y diálogos territoriales, como un espacio de diálogo político de largo aliento que reconstruya la confianza
3.- Mejorar la eficiencia de CONADI.
4.- Poner en ejecución una Agenda Interministerial para el Buen Vivir (Ejecución pronta y pertinente de políticas públicas para disminuir la pobreza en el territorio);
5.- Establecer Seguridad (Junto con ejecutar acciones que permitan disminuir la conflictividad, el Gobierno entregará a Carabineros las herramientas necesarias para resguardar adecuadamente el orden público).
Sin analizar en detalle este listado, se puede apreciar que la “estrategia” consideraría que es un conflicto “intercultural” en el cual ha habido “victimas” a las que hay que reparar; en el cual no hay diálogo político entre las partes (¿gobierno y bandas mapuches?) y se ha perdido “la confianza”; que hay urgencia en “emprender políticas públicas” para disminuir la pobreza y resguardar adecuadamente la “seguridad” para que lo hay que tomar medidas para disminuir la conflictividad y que esta tarea recaerá en Carabineros al que se le darán las “herramientas” necesarias.
Parece que esta “estrategia” mezcla elementos de “análisis”, “diagnóstico” y de “identificación de acciones” tendientes a la reducción de la pobreza, la conflictividad, la violencia y la debilidad de las fuerzas policiales a cargo.
Si aceptamos que la estrategia es determinación de metas u objetivos a alcanzar en un plazo largo, las acciones a emprender y la asignación de los recursos necesarios, parece evidente que estos “cinco pilares” no constituyen una estrategia.
Parece imprescindible comenzar por establecer y proponer a los chilenos las características principales de las condición a que nos debería llevar esta estrategia: ¿Quiénes son los interlocutores “mapuches?, ¿los “étnicos” puros o incluye a los mestizos?. ¿Quiénes son los representativos?
Cuál es el objetivo final: ¿La creación de un estado Mapuche independiente?, ¿un estado parcialmente independiente?, ¿la instalación y funcionamiento completo y total del estado de Chile?.
¿Con un desarrollo económico y social basado en subsidios y apoyo gubernamental? ¿Con el apoyo a emprendedores privados e independientes? ¿Quiénes son los interlocutores principales? ¿Los grupos violentos relacionados con el delito, los “independentistas”?, ¿la masa de mapuches que no hacen ruido? ¿De que vamos a dialogar con cada grupo? ¿Cuáles son las metas mínimas aceptables a obtener en el diálogo?.
En breve y como siempre ha sido, es necesario pensar antes de actuar, algo que el gobierno y sus egresados de Centros de Alumnos, no entienden ni menos aprecian.