Fernando Thauby García
29 de Abril de 2022
Todos sabían que la estrategia para enfrentar este problema, anunciada en el Congreso por parte del gobierno, era solo un saludo a la bandera.
Los terroristas no esperaron mas y dinamizaron la crisis con una secuencia de ataques en Los Álamos, provincia de Arauco, que puso en movimiento al gobierno con el menú habitual: declaraciones, condena a los atentados, reuniones con ambas policías, promesas de trabajo conjunto y más agilidad investigativa.
A 24 horas de una seguidilla de ataques en la comuna de Los Álamos, en la provincia de Arauco, la ministro y el subsecretario del Interior se reunieron en La Moneda con el general director de Carabineros y el director de la Policía de Investigaciones para enfrentar el tema.
El Ministerio del Interior anunció medidas estratégicas y operativas para abordar los hechos de violencia mientras seguimos trabajando en las soluciones de fondo, sin introducir el Estado de Excepción.
Según la Ministro[1], “La evaluación que hemos hecho en conjunto con nuestras policías es que hay una evaluación subjetiva en torno a la seguridad, nos parece que hasta en la actualidad hay muchas medidas que tomar antes de llegar a una opción como esta. Consideramos que no permiten ni dotan a las capacidades locales algo muy sustantivo. Hemos estado fortaleciendo e implementando las medidas que en el breve plazo puedan mejorar la rondas preventivas y los tiempos de respuesta de nuestras policías, que son las que están justamente enfocadas en el control del orden público.
Según Siches, el gobierno del Presidente Gabriel Boric quiere hacerse «cargo justamente de la percepción subjetiva en materia de seguridad”, por lo que se le encomendó aquella tarea al general de Orden y Seguridad de Carabineros, Marcelo Araya, para tomar “medidas inmediatas y directas”. Necesitamos ir solucionando materias en las capacidades investigativas, en la eficacia del Estado en detectar y encontrar a quienes son responsables de estos hechos de violencia y eso, lamentablemente, no lo soluciona un Estado de Excepción.
Tuvimos casi seis meses Estado de Excepción Constitucional en el sur y, lamentablemente, no avanzamos en las soluciones de fondo, y creo que esa debe ser la mirada de los distintos actores, trabajar en soluciones que nos permitan no solo tener la percepción de seguridad, sino realmente avanzar en materias de seguridad”.
En breve y mas claro, frente a este problema de “orden público” se seguirá haciendo lo mismo, con los mismos medios -para no ofender la subjetividad del oponente- pero ahora con mas frecuencia y mas rápido.
Estas no son medidas estratégicas ni operativas, con generosidad son medidas tácticas -locales, parciales y dentro del mismo concepto operativo y estratégico evidentemente insuficiente-, en breve, nada.
Estas resoluciones se basan en un diagnóstico erróneo: “Tuvimos casi seis meses Estado de Excepción Constitucional en el sur y, lamentablemente, no avanzamos en las soluciones de fondo, y creo que esa debe ser la mirada de los distintos actores, trabajar en soluciones que nos permitan no solo tener la percepción de seguridad, sino realmente avanzar en materias de seguridad”
El Estado de Emergencia es un medio no un fin, es una herramienta, no es un producto.
El Estado de Excepción permite llevar a cabo acciones que posibiliten o faciliten la búsqueda de una solución de fondo que evidentemente es política, social y económica.
Estas negociaciones no surgirán de la nada, deben ser inducidas, estimuladas y si es necesario impuestas por el Gobierno de Chile.
Así, el Objetivo Estratégico de la primera parte de esta Campaña es “llevar a la Mesa de Negociaciones a todos los involucrados”.
En este proceso hay que identificar, neutralizar y reprimir a los violentos y a los actores cuyos objetivos sean inaceptables para el Estado de Chile.
Identificar a los violentistas no es significativo, lo que cuenta es llevarlos a la mesa de negociaciones o sacarlos de la ecuación.
Para eso sí sirve el Estado de Excepción y es una herramienta fundamental.
Mientras el gobierno no asuma que este no es un problema de “orden público”, va a seguir dando palos de ciego y enterrándose más y más en el barro y la sangre.
[1] Según “El Mostrador” textual.