GOBIERNO RAZONABLE, CON POLÍTICOS RAZONABLES

En muy pocas semanas votaremos en el plebiscito para definir si rechazamos o aprobamos el Proyecto de Constitución presentado por la Convención Constitucional designada para esos efectos. Las encuestas, las actitudes de los actores políticos mas relevantes y el ambiente general señalan que probablemente el triunfo sea del Rechazo.

Las dos opciones plantean sus posiciones en la forma tradicional en que han practicado la política que nos ha traído hasta la penosa situación en que nos encontramos como país y como sociedad: una dicotomía conflictiva, agonal, de dos opciones mutuamente excluyentes, en un ambiente en que la izquierda ha capturado la capacidad de comunicación política eficaz gracias a la aplicación de una técnica muy elaborada y eficaz de guerra dialéctica y propagandística, frente a una derecha enmudecida que apenas comienza a levantar la voz, paralizada por su incapacidad para comprender y aceptar  que los efectos de sus políticas no lograron ganar el respeto ni el afecto de la mayoría de la sociedad.

En la realidad, la concepción unidimensional de la política, en “izquierda y derecha”, ha sido superada por la realidad económica y social, no solo de Chile sino de casi todas las sociedades educadas y desarrolladas del mundo. Es decir nos encontramos ante la obsolescencia de nuestra sistema político basado en la lucha excluyente entre bandos que dicen representar dos ideologías incompatibles.

Desde el comienzo la izquierda socialista se apoderó del liderazgo de las ideas presentando proyectos revolucionarios “ideales”, optimistas, luminosos, modernos y atractivos que nunca pudieron materializarse en ninguna parte, dejando en manos de la derecha -conservadora o liberal- la “realidad” dura, poco atractiva, a veces fea, imperfecta, evolutiva, con un destino futuro incierto, conservadora y con todas sus imperfecciones y falencias a la intemperie, que en Chile había tenido un éxito objetivo, reconocido mundialmente.

La Guerra Fría fue el crudo enfrentamiento mundial entre ambas propuestas, con momentos bélicos de baja intensidad -guerrillas/guerras populares-, de media intensidad -guerras regulares- y con la amenaza permanente de una gran y última Guerra de Alta Intensidad -el Holocausto Nuclear-. 

Al final, la realidad se impuso, las propuestas revolucionarias no pudieron establecerse sin el uso de la fuerza y la pérdida de la libertad ni menos produjeron prosperidad y libertad, mientras simultáneamente, el capitalismo liberal creaba en los países en que se consolidó una nueva Clase Media crecientemente educada, próspera, libre e independiente.

Desde los años ´50 se hizo evidente la declinación de la viabilidad de la revolución marxista hasta que el derrumbe de la URRS puso de manifiesto el estrepitoso epílogo de su propuesta política. 

La historia Marxista implica reescribir la historia en torno a la clase social. La clase divide y separa. La nación, el derecho, la fe, la tradición y la soberanía unen. De ahí el interés constante del marxismo por destruir esos conceptos y presentarlos solo como invenciones para crear una lealtad engañosa al sistema político imperante. 

La realidad de las cosas triunfó sobre la fantasía de la ideología.

En Chile siempre vamos atrasados, el último estertor del marxismo europeo estuvo a cargo de Podemos de España, exportado a Chile por Iñigo Errejón -derrotado por Vox en España- adobado con el recocido del argentino afincado en Bélgica Ernesto Laclau y colgajos locales del indigenismo aportado por el boliviano Álvaro García Linera, convertido en profeta regional, estimulados por Stiglitz y Piketti

De este conjunto salió la ideología de los jóvenes revolucionarios chilenos encabezado por Jackson y Boric, cuya volada e incompetencia no valen la pena de analizar.

Es la hora de abandonar los devaneos eternos y cada día mas elitistas e incomprensibles de los “filósofos” de izquierda. Es la hora del diálogo, no del enfrentamiento; del hombre común y sus necesidades y aspiraciones, de la negociación y el acuerdo, de vivir la realidad y no postergarlo todo hasta el día siguiente del “Gran Acontecimiento” que nos ponga a las puertas del paraíso en la Tierra.

Estamos frente a una disyuntiva inevitable: continuar el progreso o retroceder a la miseria, seguir avanzando hacia la libertad o retroceder al estatismo y la opresión marxista. 

Gobierno razonable, con políticos razonables, de ahí el título de esta columna.

Chile es una continuidad que evoluciona y cambia, que avanza. Es una forma de ser, un modo de vida, un conjunto de relaciones humanas y sociales, que tiene la voluntad de seguir junta hacia el futuro, que está orgullosa de sus logros y de su pasado.

Hemos cultivado el odio, los rencor y el resentimiento durante demasiados años, es hora de dar paso a la paz, a la amistad cívica, a la verdad, el orden y la justicia.

No dejemos que los odiosos nos manipulen y manejen, somos más y somos mejores! Chile es  nuestro y de nuestros hijos!.

Fernando Thauby García

15 de Agosto de 2022