Este análisis se basa en dos papers anteriores: “Estrategia
de China a comienzos del siglo XXI” y “Estrategia de EEUU a comienzos del siglo
XXI” en que se trazó el mapa del proceso que nos ha traído a la situación
geopolítica mundial actual. La situación aun no está consolidada, quedan muchas
inconsistencias, contradicciones y cabos sueltos. Puede haber cambios en las
estrategias de ambos países y alineamientos nuevos y sorprendentes. Al mismo
tiempo, las causas de base de los cambios parecen ser de gran magnitud
-profundidad y extensión- y no se aprecia posible la recomposición del esquema
estratégico pos Guerra Fría que nos regía antes del inicio del proceso en
curso.
En efecto, EEUU parece cansado, perdido, escaso de
audacia e imaginación, con un mando supremo caprichoso, inculto y superficial.
Europa ha perdido su alma cristiana occidental y trata de equilibrarse entre
una moral personal pagana, una actitud social nihilista y el rechazo a asumir
sus responsabilidades históricas. China sueña con recuperar el brillo y
liderazgo de que gozó por siglos, pero a partir de valores políticos y
conductas sociales incompatibles con el estado actual de la sociedad global y
cuya fortaleza en algunos aspectos pareciera surgir del autoritarismo y el
abuso. El levantamiento popular en Hong Kong es indicativo de lo señalado.
Aun así, los cambios en marcha serán inmensos y nadie
podría asegurar por cuánto tiempo se van a prolongar y la forma en que
concluirán.
Estado Unidos
Es difícil identificar sus propósitos y procesos. Sus giros comerciales y estratégicos muchas veces nos resultan incomprensibles y a veces perjudiciales. Tenemos una relación buena, de relativo bajo perfil. Somos parte de una misma comunidad de valores políticos y morales, debilitados ambos en los dos países. No podemos esperar su apoyo, salvo que la amenaza también los afecte seriamente. Sudamérica -por ahora- no es para ellos un área significativa, salvo que el comportamiento de algún país en particular afecte a algún interés comercial o político relevante.
Siendo EEUU una sociedad abierta, es posible -con un esfuerzo académico, político y militar intenso y constante de nuestra parte- mantener un seguimiento mas o menos anticipado de sus tendencias y fuerzas dominantes. Los amigos “se cuentan” en las crisis. EEUU se siente en crisis y actualmente los está contando. Es un dato relevante.
La Región
Política y financieramente mantiene su caos tradicional.
La izquierda, en su última modalidad de socialismo del siglo XXI fracasó
rotundamente. Brasil y Argentina, aun marchando en direcciones ideológicas
opuestas enfrentan problemas similares: desempleo, endeudamiento, debilidad
institucional, incapacidad de producir y mantener políticas coherentes,
proyectos políticos que transitan sin pausa del optimismo exultante al
pesimismo profundo.
Chile no puede planificar ni proyectar nada en conjunto
con ellos a mediano ni a largo plazo, todo puede cambiar de la noche a la
mañana.
La debilidad de los países vecinos es una realidad que
nos permite pensar que es muy poco probable que entre sus alternativas haya
acciones hostiles hacia nuestro país en un plazo menor de 10 a 15 años, menos
aun mientras Chile no descuide su fuerza militar ni caiga en crisis económica. Tampoco
grandes proyectos en conjunto.
En su inestabilidad es posible que haya países que se
inclinen abiertamente hacía China o hacia EEUU cualquiera que sean las
consecuencias para ellos mismos. En este aspecto, Chile no puede equivocarse de
bando que a mi juicio es junto a EEUU.
China
Tratando de ser tan objetivo como sea posible, China es
una experiencia nueva para nosotros. Es un país centralmente planificado y
dirigido, no con la misma intensidad y detalle que en el pasado, pero en el
cual el Estado sigue jugando un rol directivo, indicativo y de liderazgo
impositivo.
Negociar con una empresa China es, en última instancia,
negociar con su gobierno. En esto no podemos hacernos ninguna ilusión. El poder
nacional de China es el último y mas potente argumento en cualquier debate o
diferencia bilateral. En esta línea, la insistente y rudo recuerdo de la
dependencia comercial que Chile tiene respecto a ese país -Xu Bu dixit- es
un permanente y crudo recordatorio en cualquier tema que se negocie.
Dado lo señalado anteriormente, China, siempre, busca
salirse del marco comercial privado habitual en el mundo occidental y
transformar todo intercambio en un asunto estatal bilateral, formalizado por acuerdos
y tratados ad-hoc entre ambos gobiernos y con condiciones “especiales”,
generalmente relacionadas con una ventaja que ellos dan, en forma “graciosa,”
que será pagada con creces una vez que la emergencia o situación especial del
país sede del “negocio” haya sido superada.
En este sentido, podemos identificar dos situaciones
ejemplares:
1.- Comercio bilateral. La actual dependencia de las
compras que hace el Gobierno Chino en Chile es una vulnerabilidad que nosotros
apreciamos en términos comerciales y ellos en términos políticos. Lo que para
nosotros es un buen negocio para ellos es una oportunidad de poder y control
sobre nuestro comportamiento.
Esto nos indica que la diversificación de nuestro
comercio con China es urgente, prioritaria y permanente. Agrandar la
dependencia sería un error que podríamos pagar caro en el ámbito y oportunidad
que ellos elijan.
2.- China intenta que Punta Arenas sea su “puerta de
entrada” a la Antártica. Pero quiere que sea en condiciones “especiales”. No le
basta lo que a cualquier país del mundo: usar las empresas locales de
forwarding, los agentes de naves y proveedores de logística, las instalaciones
comerciales de hoteles, comercio, comunicaciones y otras. Ellos quieren un
acuerdo de gobierno a gobierno. Para nosotros inmanejables en términos de
poder. Desconozco sus ofertas de “compensaciones” pero si siguen su modus
operandi normal deben ser extremadamente generosas y en diversos rubros,
pero a la larga, impagables.
En este sentido pareciera que todo trato con China y sus
empresas estatales/privadas, deben ser en términos comerciales internacionales
con la menor participación posible del estado o de empresas estatales de
ninguno de los dos gobiernos, chileno ni chino.
La experiencia China en Venezuela, Brasil y Argentina
debe haberles enseñado que los gobiernos de esos países son impredecibles e
informales y que un cambio de gobierno puede significar al desconocimiento de
los acuerdos firmados. Chile no es así. Por consiguiente, esa virtud se
transforma en un riesgo cuando vemos el creciente interés de China en que sus
empresas “privadas desde electrónica a seguros, se establezcan en Chile como
base regional.
Las prácticas abusivas, desleales e ilegales, frecuentes
en las transacciones chinas, serán tratadas por nuestro sistema judicial y
existirá la posibilidad de que se “estaticen” y politicen.
De la misma manera, la práctica de la corrupción de las
autoridades, tribunales y servicios, que China practica como una especie de
IVA, podría ser una experiencia que venga a agravar la ya deteriorada probidad
de nuestra sociedad.
Chile en la pugna estratégica China – EEUU.
Durante la Guerra Fría nuestra insignificancia
estratégica fue notoria. Solo importábamos para el paso de los grandes
petroleros, portaaviones y submarinos desde el Atlántico al Pacífico, algo que
ocurría ocasionalmente.
Ese mismo tránsito de ahora en mas será frecuente y
crítico, lo mismo que la posibilidad de reparar esos grandes buques en Asmar
(T).
De hecho, el Paso Drake será la puerta “trasera” de Indo
Pacífico, con todo lo que ello implica en términos de discreción y seguridad y
retaguardia.
De la misma manera, la Antártica adquirirá nuevo y mayor
valor. Lo mismo es válido para la ruta aérea transpolar desde Punta Arenas a
Australia, Nueva Zelandia e Indonesia.
La concurrencia de China a financiar instalaciones
portuarias o aeroportuarias en nuestro país podría ser un compromiso tan
inmanejable como sus inversiones en áreas críticas como la energía, las
telecomunicaciones y la minería.
La presencia China en la Patagonia Argentina será motivo
de preocupaciones constantes, así como la oferta de proyectos binacionales
Chile-Argentina con financiamiento Chino.
Creo que deberíamos analizar con cuidado la posibilidad
de establecer un acuerdo estratégico -marítimo y aéreo- con Australia y Nueva
Zelandia para el control de Pacifico Sub Antártico. Lo mismo con Japón en lo
referente a líneas de comunicaciones marítimas y la instalación de facilidades
para la producción, mantenimiento y reparaciones de itemes críticos de defensa
y transporte aéreo y marítimo.
La presión China sobre nuestros gobiernos para recibir
sus ofertas “generosas” será una tentación constante pero tóxica. Lo mismo en
cuanto a grandes proyectos en conjunto. Mas allá de las conveniencias
comerciales, China busca establecer un pie en Sudamérica, dentro de su pugna
con EEUU, y está dispuesta a pagar por ello.
El apuro y urgencia de China en que Chile contraiga
compromisos con su gobierno es indicativo de temor e inseguridad en sus propias
fuerzas y capacidades a mediano y largo plazo vis a vis EEUU o respecto a su
propio proyecto estratégico en general.
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