Archivo de la categoría: Chile – Política

La Izquierda y la Derecha unidas, han sido abducidas

La Presidente fue la primera abducción notoria. Fue vista por última vez rumbo al Lago Caburga acompañada de hijo, nuera, nietos y comadres. Luego desapareció. Se organizó una funa acuática frente a su casa pero tampoco se logró su aparición; se produjo una grave crisis moral y política en su gobierno y no apareció; su hijo regalón y su nuera se constituyeron los protagonistas centrales de un escándalo político – especulativo de bienes raíces -de proporciones no vistas- y nada; la prensa extranjera especuló sobre la devaluación de su liderazgo y sobre la decadencia del prestigio nacional y tampoco apareció. Había sido abducida.

Elizalde fue un abducido con elástico. Desapareció en medio de una frase y fue devuelto tres semanas después con el mismo discurso, mismo terno, misma corbata azul eléctrico. Su incremento evidente de peso ( y la cruel tensión sobre el botón de la chaqueta) sugerían una estadía grata. Los alienígenas no le incrementaron su abundante pero estrecho guardarropa.

La banda “de hermanos” de los políticos de izquierda no han sido vistos ni oídos, se cree que están de vacaciones en lugares exóticos y exclusivos pero no hay pruebas de ello, su silencio mas bien viene a potenciar la hipótesis de que la abducción fue ampliada a toda la Nueva Mayoría.
La crisis producida por la desaparición de los líderes de la Nueva Mayoría llevó a que tuvieran que asumir el control viejos políticos de la Concertación -que volvieron desde sus directorios empresariales, negocios y casas de veraneo de balnearios que solían ser solo para los mas ricos de Chile- para tratar de hacer frente a la acefalía de su antiguo sector.

Su valor moral y valentía para poner la cara y tomar posiciones trajo a la memoria tiempos pasados en que había políticos respetados y respetables.

Jovino, el líder de la derecha no fue abducido por completo, solo su lengua. Su físico ha sido visto fugazmente, pero incapacitado para hablar.
La directiva ha hablado, pero hay acuerdo en que hubiera sido mejor que se hubiera quedado callada. Su auditorio, limitado a su parentela filial mas próxima, asegura que las declaraciones han sido trascendentales. Nadie cree. Como ya no representan a nadie – lo que dejó de importarle hace años – se podría pensar en una auto – abducción política e ideológica.
Algunas AFPs, Bancos e Isapres han confirman que aun están vivos y vigentes. Por lo menos siguen cobrando. No ha sido confirmado. Otro abducido fue el ex – presidente, se dice que se encontraría debajo de un montón de gordos forzudos subidos encima de él para tratar de mantenerlo con la boca cerrada; otros creen que fue enviado –también a la fuerza- a pasar unos días de descanso al Fasat – Charlie.

Una breve encuesta entre chilenos “de a pié” muestra que la opinión pública está dividida:

Una gran mayoría cree que es mejor que los abducidos no sean devueltos y se queden en el lugar a que fueron llevados. Eventualmente podríamos elegir gente nueva –sin reelección– para que de veras nos representen; dejar a los abducidos en el lugar donde se encuentran y sean hechos trabajar, pagar impuestos, cumplir las leyes y viajar en el Transantiago o el sistema de transporte equivalente en el lugar de marras. No mucho, ya que podría serles fatal; solo lo suficiente para que tengan experiencias nuevas para ellos pero bien conocidas por los sufridos habitantes de Tontilandia.

Los que creen que es mejor que los devuelvan son aquellos ya hicieron su aporte para las elecciones pasadas y tienen negocios en marcha en que la colaboración de los abducidos es imprescindible; su desaparición definitiva afectaría a sus ingresos. Creen que sería mejor esperar a que las modificaciones en los planos reguladores de Machalí y Providencia hayan sido aprobados.

Los mal pensados creen que está ocurriendo una auto abducción. La cosa está tan mala que es mejor desaparecer de la escena y esperar a que los chilenos tontos se olviden o se entretengan en un nuevo escándalo; a los chismes de la farándula del Festival de la Canción, u otra actividad adecuada a su escaso cociente intelectual.

La técnica es conocida: considerando la mala memoria de los chilenos, es mejor aguantar la presión, morder la bala y dejar pasar el tiempo. Esta ha sido la receta usada tradicionalmente. La presidente se ha esfumado varias veces reapareciendo -una vez restablecida la calma-, en China, Brasil u otro lugar lejano, firmando memorandums de entendimiento y acuerdos de cooperación. Jovino, mas ducho en desapariciones, suele reaparece piolita silbando una cancioncilla desde detrás de algunos de sus vapuleados acólitos como si nada hubiera pasado.

Michelle y Jovino unidos, podrán ser abducidos, pero jamás serán vencidos.

En fin, continua la tragicomedia en la Copia Feliz del Edén; terminando las vacaciones volvemos a la “normalidad” con una Presidente ausente que de vez en cuando nos regala alguna frase cliché; un Gabinete inepto que consiguió devastar la economía en menos de un año, y una serie de reformas promovidas por abajistas culposos de Vitacura o La Dehesa que están convencidos que un mejor Chile se construye haciendo retroceder a los que, pese a todo, habían conseguido salir del hoyo.

En medio de este festival, -con la amplificación del escándalo de boletas truchas hacia políticos de la Nueva Mayoría en proceso de consolidación-, la promesa y materialización de un nuevo “bono” será una de las señales mas seguras del inicio del regreso de los abducidos.

Mientras tanto el Cura Berríos asegura que el gobierno va bien, y el Cardenal Ezzati que va mal.

Huifa!!!

Nueva Estrategia Boliviana; y Chile?, lo mas bien, gracias!.

La súbita aparición en Chile del vice Canciller boliviano, Juan Carlos Alurralde con una insólita petición para que altas autoridades chilenas recibieran a Carlos Mesa, ex presidente y vocero de la demanda boliviana contra Chile para discutir una propuesta respecto a la majadera petición de su país de un acceso soberano al Pacífico por territorio nacional, dejó a todos perplejos. Pero la propuesta en si era aun mas increíble: El gobierno de Evo Morales ofrecería levantar su demanda contra Chile en la Corte Internacional de Justicia si se les concedía lo que querían: un acceso soberano al Pacífico por territorio chileno. Era la inconsistencia intelectual y la carencia de lógica llevada a su mas alta expresión.

Pero los bolivianos y en especial el gobierno de Morales y los miembros de su equipo no tienen límites en su creatividad y son capaces de superarse a si mismos. Carlos Mesa ha informado –por la prensa- al gobierno de Chile que concurrirá durante el mes de Marzo a nuestro país, no para reunirse con sus autoridades, sino para encontrarse con diversos movimientos de izquierda que mantienen estrecha relación política y pecuniaria con el gobierno boliviano, entre los cuales la Izquierda Ciudadana, miembro de la Nueva Mayoría y, de alguna manera oblicua, con el Partido Comunista de Chile, siempre en la línea sostenida en la demostración que organizara en el Court Central del Estado Nacional el año 2006 en que el grito de la extrema izquierda fue “¡Mar para Bolivia!”.

Esta forma de hacer relaciones internacionales es la llamada “diplomacia de los pueblos” en que los actores dejan de ser los gobiernos elegidos y la representación nacional es asumida de hecho por organizaciones sociales auto designadas, de escasa relevancia y gran activismo.
Esta situación permite apreciar algunas situaciones interesantes: primero, ¿cómo es que un ex – Presidente boliviano puede venir a inmiscuirse en la política interna en Chile?, hasta hace poco esto no era usual, no era tolerado; aunque hay que reconocer que desde hace algunos años, la izquierda chavista y comunista de la región viene haciendo caso omiso de estas convenciones burguesas contra los gobiernos que no son de izquierda. Esta diplomacia no vale para los gobiernos bolivarianos ya que como es sabido, en la reciente concurrencia de tres ex – presidentes democráticos latinoamericanos al seminario «Poder ciudadano y la democracia de hoy», organizado por un sector de la oposición venezolana – concurrencia que Maduro calificó de “política y conspirativa”- cuando intentaron visitar a los presos políticos en Venezuela fueron grosera y violentamente impedidos. Segundo, si los bolivianos pueden hacer “diplomacia de los pueblos” promoviendo, financiando y apoyando abiertamente a movimientos en Chile que favorecen sus intereses nacionales, -incluso actuando desde el Consulado boliviano-, ¿por qué nuestro gobierno no apoya a los bolivianos que quieren normalizar las relaciones de su país con Chile y no se interesan en continuar el conflicto levantado por Morales?. En Bolivia hay muchas personas y grupos interesados en el comercio y las inversiones chilenas. La reciprocidad es un valor muy apreciado en las Cancillerías.

Pero, ¿de dónde salió este cambio de estrategia?
Desde hace algunos meses el gobierno de Morales comenzó a mostrar mayor moderación frente a su archienemigo, los EEUU, y a tratarlo con respeto y deferencia. Incluso habló de traer de vuelta a la DEA. Simultáneamente presenciaba como los gobierno bolivarianos amigos iban, uno a uno, entrando en la picada final rumbo al desastre. La Argentina K no puede caer mas bajo, sumándose a la crisis económica provocada por ellos mismos ya es imposible ocultar el maridaje entre el gobierno y las mafias criminales que operan con el disfraz de operaciones de inteligencia. La trama es tan turbia que es imposible intentar un análisis, lo que si es seguro, es que la posibilidades de que exista un gobierno sucesor de la pareja Kirchner se debilita. Correa de Ecuador, desde el ostentoso edificio que construyó en Quito para albergar a Unasur, -que luce en su frente una estatua de Néstor enviada por la viuda-, trata de zafarse de tener que dar cuenta de sus tropelías contra los DDHH de sus nacionales en general y contra la prensa en particular. Lo acompaña una creciente crisis económica que nadie sabe como va a sortear. Por su parte Dilma Rousseff y su PT en Brasil enfrentan problemas graves con la crisis de Petrobras, por un lado está el problema económico, ya que el petróleo era su esperanza para disponer de recursos ilimitados para continuar con sus políticas populistas y por otro, el problema político, ya que esa corruptela se desparrama en todas las direcciones y mas temprano que tarde puede estallarle en la cara; no está para las jugarretas de Evo. Peor aun es el caso del inefable Maduro de Venezuela, ahora enfrentando una “conspiración mundial en la forma de una agresión sicológica”, mientras los venezolanos se ahogan en la inflación, la escases y la corrupción político – militar. De ellos Morales no puede esperar nada.

Su anterior estrategia se basaba en buena parte en la presión que los bolivarianos podían ejercer contra Chile presentándolo ante el mundo como un país agresor e intratable. Hoy día ya nadie quiere ser visto ni relacionado con los bolivarianos, salvo el gobierno de Chile que ha optado por continuar con una política de silencio y eufemismos frente a Maduro.

El final se aproxima inexorablemente. Guatemala a través de su presidente Otto Pérez Molina abandonó la máquina bolivariana de control sobre los países caribeños y centroamericanos montada por Chávez para manejarlos a través de la provisión de petróleo subsidiado vía Petrocaribe y solicitará a Bachelet, durante la visita a ese país, su apoyo para ingresar a la Alianza del Pacífico. El barco se hunde.
Morales es inestable y pintoresco, pero no estúpido, y dispone de una fuerte dotación sucedáneos de inteligencia: malicia y pillería: sabe que es hora de atacar por otro lado. De aquí viene la provocación de Mesa y el sorprendente acuerdo entre él y Bachelet en Costa Rica en que según el canciller chileno Heraldo Muñoz “Chile continuará defendiendo con todos sus argumentos jurídicos, de diplomacia pública y privada en la Haya, lo cual no significa, sin embargo, que los otros puntos de la agenda de 13 puntos no puedan dialogarse”, que fue traducida al boliviano primero por el canciller Choquehuanca quien dijo que “la agenda entre los Mandatarios fue “sin exclusiones” incluyendo el tema marítimo” y luego por Morales que señaló que con Bachelet “acordaron impulsar una agenda bilateral “general y completa” incluida la aspiración marítima radicada actualmente en La Haya.
En forma casi simultánea tenemos: la pintoresca incursión de Alurralde; la oferta de una absurda negociación directa; la provocación de Mesa y la reanudación de la agenda bilateral que según nuestras autoridades sería de solo 12 puntos y según los altiplánicos, seguiría siendo de 13. Sin embargo, lo mas grave es que según señala Morales, “Chile nos propondrá como sería una bilateral con una agenda completa, y quedamos en eso. Vamos a esperar una respuesta, pero hay mucha voluntad de empezar las relaciones bilaterales” … “la hermana Presidenta me decía “somos dos países vecinos, al margen de que hay un tema pendiente – es un tema pendiente el tema del mar- pero no podemos estar así; hay que avanzar de manera conjunta todos los temas que tiene que ver entre Bolivia y Chile”. Aparte de la penosa sintaxis, queda claro que la Estrategia de Morales ha cambiado pero el Objetivo permanece inalterable y lo peor, que es Chile quien se acerca a pedir que lo reciban, a ofrecer una agenda y a reconocer que “el tema del mar” está pendiente.
Cabe preguntarse: si los aliados regionales de Bolivia están en picada; si la economía boliviana está amenazada por la baja del precio del petróleo y los recursos para sus políticas sociales se reducirán; si los comerciantes de La Paz y Santa Cruz están crujiendo por la pérdida de negocios con Chile, ¿por qué somos nosotros los que nos acercamos a pedir amistad?; ¿por qué no exigir normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos antes de comenzar a hablar?; ¿por qué no les aplicamos el tratamiento de “diplomacia de los pueblos y actuamos en su política interna?.
Y lo peor, ¿por qué es Chile quien debe proponer la agenda?.
Ya deberíamos haber aprendido que cada oferta nuestra es un nuevo ladrillo en la construcción de sus pretendidos “derechos expectaticios”. Parece raro que sea Chile quien deba ir ante Bolivia con nuevas ofertas de agenda y propuestas de cualquier orden. Si el gobierno boliviano quiere algo, que lo diga y se le conteste si Chile está o no dispuesto a considerar sus peticiones.
Sun Tsu y Mao; Clausewitz y Lenin; Liddle Hart y Giap concuerdan en que cuando el enemigo retrocede, es momento de avanzar.
Tenemos un Canciller que concita apoyo, respeto y cuya capacidad profesional es incuestionable, pero a estas alturas de la confusión manipulada por Morales se hace necesaria una orientación pública por parte de la Presidente de la República para que los actores nacionales sepan como apoyar con eficiencia la estrategia nacional. Mal que mal, según la Constitución la dirección de la política exterior es responsabilidad del Presidente de la República.

Chile y sus hermanastros

Con motivo del saludo de fin de año al Cuerpo Diplomático acreditado en Chile, la Presidente de la República declaró que “Las relaciones vecinales ocupan un lugar central en las relaciones exteriores de Chile”. “El Ejecutivo impulsa una estrategia política que favorece el acercamiento con estas naciones, además de impulsar e intensificar los nexos de cooperación y amistad por medio de un diálogo franco, cooperativo y abierto”. Y se felicita: “Nuestro país ha vuelto al vecindario y estamos emprendiendo una política de acercamiento y fortalecimiento de vínculos concretos con nuestros países hermanos”.

Esta declaración coincidió, desgraciadamente, con la publicación del acuerdo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y del Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) en que esos países reiteraron “su solidaridad con el justo e histórico reclamo del Estado Plurinacional de Bolivia sobre su derecho a salida al mar con soberanía”, declaración que fue calificada como “una intromisión inaceptable”, por el gobierno de Chile: Hay una evidente contradicción entre los dichos de la Presidente y la conducta hostil de ambas asociaciones.

En la región existen tantas organizaciones que conforman una maraña que las hace parecer relevantes y significativas, cuando no lo son. Revisemos quien es quien.

Comencemos con TCP formado por Cuba, Bolivia y Venezuela, mas las islas de Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente, Las Granadinas y Santa Lucía. El TCP es de propiedad de su financista –Venezuela-. La creciente crisis económica de este país, inflación desbocada, declinante precio del petróleo -su única exportación-, endeudamiento con China e inviabilidad como sujeto de crédito la ponen en una condición de vías de extinción. Los mendicantes no seguirán detrás de un gobierno en quiebra por mucho tiempo mas: No money no music.

Sigamos con ALBA, un grupo bolivariano de gobiernos socialistas del siglo XXI integrado por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela- cuyos miembros se dirigen a la inviabilidad económica en medio de atropellos a la libertad de prensa, conducta antidemocrática, perpetuación en el poder, corrupción y violaciones a los Derechos Humanos de su ciudadanos.
La participación de Ecuador en esta desdichada declaración es doblemente ofensiva para Chile. En efecto, la diplomacia chilena ha hecho un gran esfuerzo para “recuperar” la amistad ecuatoriana incluyendo abundantes becas de estudio para civiles y militares, apoyo logístico y aproximaciones amistosas comerciales y diplomáticas que Ecuador; con su participación en esta declaración, queda claro que el intento ha sido un fracaso. La falsedad de Correa, presidente Ecuador, queda subrayada por las disculpas y retractaciones que hizo cuando, de visita en Chile a comienzos de año, se inmiscuyó en las relaciones chileno – bolivianas y nuestro gobierno le llamó la atención.
UNASUR está conformada por Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Guyana, Surinam, Uruguay, y Venezuela mas Perú, Chile, Colombia, y Paraguay. Por el momento dejemos afuera Argentina y Brasil y a los miembros de la Alianza del Pacífico: Chile, Colombia y Perú y volvemos a encontrar a los mismos bolivarianos: Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Guyana, Surinam y Venezuela
MERCUSUR, por su lado, está integrada por Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela mas Paraguay. Bolivia no es aun miembro pleno, pero está en proceso de incorporarse al pacto. Esta es una alianza que se inició como una unión aduanera que tras los fracasos económicos al interior de sus estados miembros y de conflictos comerciales entre ellos, devino en una identidad ideológica bolivariana o del socialismo del siglo XXI compartida por todos sus miembros. De ellos, Uruguay, presidido por el pintoresco Pepe Mujica, – que quiere que Bolivia consiga acceso al mar «como sea y por dónde sea» – en vías de entregar el gobierno, se ha caracterizado por su “franqueza” pueblerina y desatinada.

Los gobiernos sudamericanos hostiles a Chile se repiten: Bolivia, Cuba, Ecuador y Venezuela, Guyana; Surinam, Nicaragua y Uruguay.

Todos son países muy respetables, no así sus gobiernos que están mas cerca de la anécdota y del estereotipo latinoamericano que de ser potencias políticas o económicas significativas.
Los mismos presidentes que nos disparan desde Alba nos abrazan en el Consejo de Defensa de Unasur; los mismos que nos insultan desde Unasur nos palmotean la espalda en Mercosur, y así, los mismos payasos nos agreden y nos abrazan desde distintos circos, y Chile sigue dándoles respetabilidad a sus organizaciones con su participación y a veces asumiendo cargos simbólicos pero sin capacidad de control.

Individualmente o en grupo, ¿tienen capacidad para complicar nuestra acción internacional?. Parece evidente que no. No son líderes de nada, son seguidores. ¿De quién?, Veamos:

Señalé que Argentina y Brasil merecían tratamiento aparte. En efecto, los gobiernos de ambos países han llegado al término de sus respectivos caminos ideológicos, económicos y políticos. Cristina, el próximo año 2015 abandonará el gobierno en medio de una crisis política, económica e institucional creada por ella misma y por su difunto marido. Después de una década de una inmensa disponibilidad de recursos financieros, se las arreglaron para dilapidarlo y sumergir al país en la corrupción y la desmoralización. Los Kirchner odian a Chile y siempre lo adiaron, intentaron activamente hacer fracasar la política de Alfonsín para terminar la crisis creada por Galtieri y sus militares contra Chile y no perdieron oportunidad para maltratar a nuestro país y a nuestros gobernantes. Nos exigieron condicionar nuestro comportamiento internacional en beneficio de sus intereses en las Falkland en claro desmedro de los nuestros respecto a los intereses de Magallanes y en contra del Reino Unido. ¿A cambio de qué?.
Brasil no pudo asimilar el golpe que le propinó el Presidente Lagos al no abandonar el camino económico de Chile para seguirlos en su aventura socialista – nacionalista. El rechazo a sacrificar a nuestros país en el altar de las conveniencias brasileñas fue imperdonable. Henrique Cardozo; Lula y Dilma no pudieron pasar este mal trago, la independencia de Chile les resultó demasiado para sus egos descomunales.

Si algún gobierno chileno sueña con conquistar el cariño de los bolivarianos, no puede estar mas equivocado. Nunca igualaremos las credenciales revolucionarias de Evo ni la palabrería de Correa ni los desvaríos de Maduro. No podríamos hacer pareja con Cristina en su lógica anti – todos, ni nos transformaremos en títeres de Dilama siguiéndolos como escuderos a donde quieran llevarnos.

Basta ya de genuflexiones; basta de mendigar amor, no mas silencios “dolidos”. Nuestro verdaderos y únicos problemas se sitúan en Argentina y Brasil, dos países con gobiernos que equivocaron el camino y que se resisten a reconocerlo. Se aproximan al final, sus políticas fracasaron y sus sueños de supremacía regional no convocan ni convencen. No podemos seguir haciendo el loco apoyándolos para que entren a sabotear nuestra Alianza del Pacífico, si quieren entrar y participar, bienvenidos, pero no podemos llevar nuestros esfuerzos hasta desnaturalizarla solo para parecer simpáticos y lograr sus afectos. No somos nosotros los encargados de salvar sus muebles del incendio que causaron ellos mismos

No mas amores no correspondidos, no mas humillaciones; nuestras relaciones con los demás países y sus gobiernos son relaciones políticas, en las que nuestro gobierno debe administrar todos sus recursos de poder mediante la acción diplomática, judicial, militar y económica y la movilización del poder de otros países y organizaciones con los que tenemos intereses compartidos; todo, para promover, proteger y adelantar los intereses nacionales de Chile, en la forma en que el Gobierno en ejercicio los entiende y valora.
Cuando los inefables Evo Morales y Álvaro García declaran que el acuerdo de ALBA muestra el “aislamiento de Chile” ya que “Son más de once países que apoyan este pedido clamoroso del pueblo boliviano”, no podemos ser tan ingenuos de dejarnos impresionar porque Cuba, Venezuela, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente, Las Granadinas, Santa Lucía, Bolivia, Ecuador y otros pequeños países cumplen su parte del contrato de provisión de petróleo para el apuntalamiento de sus desfallecientes economías por parte de un tragicómico gobernante Venezolano que se derrumba.

Las controversias entre estados son conflictos políticos; de poder; no son torneos de debates jurídicos ni concursos de popularidad. Las buenas maneras y las consideraciones son instrumentales, no tiene valor en si mismas. Si por ser corteses y considerados nuestros adversarios nos imponen sus conveniencias y nos perjudican, al diablo con las buenas maneras!.

Bolivia y sus amiguitos deben saber que pueden recibir el impacto de nuestros malos modales, de nuestros fouls, zancadillas y empujones no solo verbales sino también de actos. No se puede ir de frac a conversar con el líder de la barra brava.

Por si alguien no se ha enterado la justicia moderna, nacional e internacional, no pasa por aplicar los fundamentos tradicionales del derecho sino por “hacer justicia” en la forma que el juez la entiende. Cualquier concurrencia a un juzgado pasa por ponerse en las manos de un personaje, con un poder sin ningún contrapeso, para el cual su promoción personal y sus convicciones ideológicas son mas relevantes que los antecedentes, las razones “en derecho”, los contextos, los acuerdos previos. Las doctrinas jurídicas tradicionales fueron sobrepasadas por la ideología.

Hoy por hoy, ponerse en manos de un juzgado internacional es un riesgo para un país que, como Chile, ha tenido éxito. Es inútil mostrarles que tenemos la razón, es mucho mas necesario que entiendan que perjudicarnos va contra los intereses corporativos de sus tribunales y los de sus peculios personales.

Mindef: De la Defensa Nacional de Chile a la Defensa Colectiva Regional

La integración regional ha sido un sueño persistente en Sudamérica. Comenzó desde la independencia misma y ha continuado bajo diversos enfoques y justificaciones. Los fracasos iniciales se debieron principalmente a razones geográficas y políticas. Por un lado existía una diferenciación inicial derivada de la división administrativa española la que se sumaba al inmenso tamaño de sus territorios que no les permitía no siquiera controlar efectivamente los espacios que se presumía a su cargo.
Sudamérica está dividida por la Cordillera de Los Andes que la cruza de norte a sur en toda su extensión partiéndola en dos mundos, el Atlántico y el Pacífico; los valles formados por sus estribaciones hacia el Pacífico subdividen esos territorios en regiones aisladas de sus vecinos conformando subregiones que prontamente desarrollaron sus propias sociedades, economías, culturas y elites, diferentes a las de sus vecinos. Por el otro lado, la selva de la Amazonía instalada al centro del continente reforzó esta división impidiendo “la conquista del Oeste” e impuso el tránsito y el poblamiento sudamericano en su periferia costera con interconexión terrestre muy dificultosa por lo que se organizó principalmente por vía marítima, separando aun mas a los diversos “países”.
Pero el sueño no murió. Se continuó intentando la integración por diferentes vías y con diferentes motivaciones, y fracasó una y otra vez. Tal vez las razones mas comunes de estos fracasos modernos fueron el voluntarismo que minusvaloró la magnitud de las dificultades, la presencia protagónica de ideologías políticas y las agenda de las personas y países que impulsaban esos intentos, que generalmente pretendían instrumentalizar un proyecto ideológico bajo el disfraz de “integración”.
El intento chavista, que finalmente se estructuró en torno a Unasur es un típico ejercicio mítico regional. En 1999 Chávez bramaba: ¡En Venezuela está en marcha lo que hemos llamado el proceso de resurrección venezolana … Alerta, Alerta, Alerta, que camina la espada de Bolívar por Latino América!!”. El correlato obvio fue cultivar el mito de Chávez como una especie de Bolívar reencarnado, primero para consumo interno venezolano y luego como “modelo” para Sudamérica.
El Foro de Sao Paulo se constituyó con Castro, Lula y Chávez con la intención explícita de retomar en Sudamérica las banderas abandonadas por la caída de la Unión Soviética. Lula buscó afanosamente la supremacía brasileña desde un discurso de izquierda; Chávez intentaba una revolución continental y los Castro buscaban con angustia algún mecenas que se hiciera cargo de los resultados de su inepcia económica. Luego se colgaron Kirchner, Correa y Morales.
Entre 2002 y 2004, Chávez se enfrentó al proyecto de “Regionalismo abierto”, que marchaba en tándem con ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas, de la cual los gobiernos de Chile fueron entusiastas promotores. Desde ahí se originó su animadversión a nuestro país. Según su diagnóstico, Sudamérica estaba dividida en dos grupos, los bolivarianos, que lo seguían a él y a Lula, y los “monroistas”, integrados por Chile, Colombia México y Perú que debían ser doblegados. Chávez creó la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) instalando una situación binaria: los buenos, antiimperialistas, revolucionarios, etc. y los malos, vendidos, sometidos etc.
Chávez se auto asignó dos tareas 1.- “enterrar el ALCA y el modelo económico, imperialista y capitalista y 2.- “ser el partero de una nueva historia, el partero de una nueva integración, el partero de ALBA , la Alternativa Bolivariana para las Américas, para los pueblos de América, una verdadera integración libertadora, para la libertad, para la igualdad, para la justicia y la paz”. Sus instrumentos serían Unasur y el dinero del petróleo venezolano.

Lagos se mantuvo claramente al margen de este grupo, Bachelet en su primera administración se les aproximó, en parte por su simpatía hacia Lula/Rousseff y hacia Fidel. Piñera se dejó designar presidente para no alejarse tanto de esos países y estableció un modus vivendi con Chávez. El actual gobierno de Chile mantiene una posición ambigua: calla ante los atropellos a la democracia y a los Derechos Humanos por parte del gobierno militarizado de Chávez y parece apoyar la creación de una “comunidad de seguridad sudamericana” en torno a Unasur. En efecto, el Programa de Gobierno de la actual administración en su sección “Defensa” declara: “Durante el período 2014-2018, la política de Defensa Nacional tendrá como objetivo principal de mediano y largo plazo, generar una Comunidad de Seguridad en América del Sur que garantice la paz y elimine definitivamente la amenaza de la guerra, siendo el Consejo de Defensa de UNASUR la institución para avanzar en esta materia”.
El actual Subsecretario de Defensa, en Punto Final el año 2012, criticando la Estrategia de Seguridad y Defensa (ENSD) propuesta por el gobierno de Piñera declaraba: “Así, mientras en la región el debate entre los miembros de UNASUR evoluciona aceleradamente y comienza a decantar la idea de la creación de una comunidad de seguridad como consecuencia de la larga paz sudamericana, la ENSD avanza aisladamente en una dirección casi opuesta”.

A esta altura se hacen necesarias algunas reflexiones. Primero, es evidente que los organizadores y “dueños” de Unasur están en un proceso que, vía Foro de Sao Paulo, se declara heredero y continuador del difunto marxismo soviético para su materialización en Sudamérica. Segundo, que se declara anticapitalista y antiimperialista en la forma que Castro, Chávez y Lula entienden ese término. Tercero, que están conformando una “comunidad de seguridad” con una fuerte componente militar y Cuarto, que pretenden ampliar el ámbito de ingerencia militar en los gobiernos de los países, al estilo Venezuela.

A qué nos están invitando, ¿a una integración para la prosperidad de nuestros pueblos o a reeditar la guerra fría y el enfrentamiento político con destrucción de la democracia y atropello a los DDHH?. El ejemplo de Venezuela, Argentina y Ecuador sugieren lo segundo.
Cabe entonces preguntarse si los chilenos están conscientes que nuestra política exterior y de defensa se mueven en esa misma línea política y militar. También preguntarse si nuestra ciudadanía ha tomado nota que vamos hacia una defensa colectiva regional en que asumimos compromisos militares con nuestros socios. Dado que los gobiernos de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia practican un agresiva política económica, comunicacional y diplomática contra los EEUU, Gran Bretaña y varios otros países, ¿es legítimo que nuestro país haya tenido un vuelco estratégico, militar y de seguridad de esa magnitud sin que haya sido socializado con la ciudadanía?, ¿cómo es posible que los gobiernos sigan adquiriendo compromisos relevantes a espaldas de la opinión pública?.
Los días 9 y 10 de Junio de este año, en Buenos Aires, se efectuó la Conferencia de Defensa y Recursos Naturales del Consejo de Defensa Suramericano (CDS). Esta curiosa incursión de la defensa en funciones propias de Gobierno derivan de un silogismo tan simplón como erróneo: “Los recursos naturales son importantes; Hay que garantizar la soberanía y protección de los mismos; Los militares son responsables de la soberanía y protección de sus países; Ergo: los militares deben defender los recursos naturales”.
¿Tiene la Estrategia de Defensa algo que hacer respecto al ejercicio y funcionamiento de la democracia en cada país o en el conjunto de la región?, ¿algo que decir respecto al manejo que cada gobierno determine adecuado para gestionar sus recursos naturales?.

Pero la manipulación de nuestra ingenuidad u oportunismo va mas allá. Por acuerdo mayoritario, en el Plan de Acción 2014, aprobado en esa oportunidad con la concurrencia del representante del Ministerio de Defensa de Chile, Carlos Maldonado Prieto, se le encargó a Venezuela y a Chile “Proponer y consolidar lineamientos estratégicos del CDS/Unasur para la construcción progresiva y flexible de una visión compartida de defensa regional de acuerdo a lo ordenado en el numeral 16 de la Declaración de Paramaribo el 30 de agosto de 2013 y en concordancia con los lineamientos orientadores aprobados en el IV Seminario …”
En este sentido la aseveración del actual Subsecretario de Defensa al criticar la forma en que se trabajó la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa en el gobierno de Piñera es muy válida: “Este gobierno tiene pleno derecho a opiniones diferentes a las de los gobiernos anteriores, pero es indispensable que se mantenga el debate público buscando acuerdos que signifiquen continuidad en lo fundamental, como que se mantenga el carácter estatal de las políticas que se aplicarán. Esa dinámica se suspendió, y fue un grave error. Afecta a una política que se aplicó durante más de diez años y todavía no está suficientemente institucionalizada. Sobre todo, porque hay que cautelar el carácter estatal de la defensa y el papel del Ministerio de Defensa, que es nuevo … Y por eso mismo es indispensable que haya un verdadero debate, amplio e informado”, algo que también vale para este gobierno.

Que no haya duda, Chile, junto a Venezuela somos los que proponen la nueva estrategia. Estamos yendo hacia la conformación de una alianza militar regional en que los intereses de nuestros socios pasan a ser nuestros. Los países que conforman la mayoría en Unasur son: Argentina; Venezuela, Ecuador, Bolivia, Surinam y Brasil, tan amigos nuestros que si lleváramos ahí nuestra queja por los malos modales de Morales nos ganaríamos una sonora rechifla.
Todo parece indicar que estos asuntos de interés nacional deberían ser discutidos abiertamente, con participación del Congreso, de la ciudadanía y de los académicos e intelectuales y no manejadas a puerta cerrada, en forma casi subrepticia. Se hace gran caudal de la defensa como política de estado: si cambiar por completo el paradigma de defensa nacional que nos ha acompañado desde la independencia por otro de defensa colectiva regional – que se apoya en una ideología que es rechazada por las grandes mayorías nacionales- no afecta a la política de estado, es difícil identificar algo que lo hiciera, salvo que “política de estado” sea una forma de denominar lo que le gusta a cierto sector y que le permite rechazar visiones alternativas y mas promisorias como por ejemplo, la Alianza del Pacífico y la cooperación en seguridad con México, Canadá, Perú y Colombia.

Mindef – Una larga marcha se inicia con un pequeño paso

El Ministerio de Defensa no funciona según lo esperado. En dos artículos anteriores me he referido a este tema.
En el primero de ellos –Mindef, una tarea mal hecha– señalaba que la gestación de la Ley 20.424, -que intentaba reorganizar por completo el Ministerio-, se produjo en un ambiente de desconfianza en que las partes intentaron dejar establecido en el cuerpo legal los resguardos que evitaran la repetición de situaciones de autonomía militar y uso político de las FFAA ocurridos en el pasado y que protegieran a las personas incorporadas a ese ministerio dentro del cuoteo de los cuatro gobiernos transcurridos desde 1990 hasta 2010.

También señalaba que el Reglamento de la Ley, -técnicamente escuálido-, no contribuyó en nada a su funcionamiento interno y que la carencia de profesionales civiles y militares con conocimientos de la gestión moderna de la defensa vino a impedir que se alcanzara el objetivo de cuerpo legal definido como: “Ejercer la Dirección Superior de la Defensa y ser capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional» como objetivo general de carácter político del Estado frente al actuar de la Defensa”.
La administración Piñera descuidó la gestión de la defensa y se limitó a administrar su potencial político para promover agendas diversas: la del propio Piñera en cuanto tratar de introducir una cuña en la Democracia Cristiana designando a Ravinet en el cargo; la de Allamand, tratando de propulsar su candidatura presidencial y la Hinzpeter, intentando algo que solo él sabía que era.
Se puede apreciar que la administración Piñera no sometió al Ministerio de Defensa al proceso de reorganización sistemática de su estructura orgánica y operativa que éste exigía y que era imprescindible para llevar a cabo las funciones determinadas por su nueva Ley Orgánica.

Desde marzo del presente año –9 meses efectivos- , se encuentra en funciones el nuevo equipo gubernamental lo que conllevó la incorporación de nuevas autoridades y funcionarios de confianza política, sin que se aprecie progreso alguno. Esta fue el tema de la segunda columna –Mindef, el reposo del guerrero– a que hice referencia al comienzo y que en breve señala que si bien “Se podrá o no estar de acuerdo con (el análisis de Burgos a la gestión de defensa del gobierno Piñera), … en su crítica se aprecia una contradicción entre lo dicho y lo hecho. En efecto, habiendo hecho pública una crítica dura, precisa y propositiva, no es posible entender que encontrándose en el cargo de Ministro de Defensa, -desde donde podría haber comenzado a llevar a cabo la corrección de todos estos errores-, a ocho meses de su asunción, no ha hecho nada en esa dirección”.

En efecto, el documento de Estrategia de Seguridad y Defensa propuesta por el gobierno pasado sigue varado en el Congreso desde donde no ha sido retirado, corregido ni desestimado para iniciar un nuevo proyecto, ya que como se señaló es imposible gestionar la defensa sin establecer su rol ni sus tareas dentro de la seguridad nacional.

El punto de partida para “gestionar los procesos” de gobierno del sector defensa, es que el ejecutivo les dé “dirección” a los mismos señalándole su rol y tareas dentro del sistema de seguridad nacional. Es decir primero se debe establecer una “Estrategia o Política de Seguridad Nacional” y después Defensa podrá avanzar en las suyas.
En breve, el mando político, en nuestro caso el presidente de la república -responsable constitucional de la defensa y seguridad nacional- debería emitir una directiva mediante la cual instruya a su gabinete respecto a la forma en que deberá articularse el conjunto de recursos de poder nacional para lograr lo señalado. A partir de esa directiva la defensa sabrá que es lo que deberá hacer, las restricciones o condicionantes de su actuar y el requerimiento de recursos para su tarea.

Hacer un rediseño total de una institución es difícil y hacerlo en un Ministerio lo es aun mas. Hay dificultades de distinto tipo: En 24 años ha habido 15 ministros, lo que da un promedio de 1,6 años para cada uno de ellos, un plazo demasiado breve. La duración actual de las administraciones es de solo cuatro años, de los cuales una parte se pierde en la instalación del equipo gobernante. Generalmente el cargo es designado en base a consideraciones político partidista: cuoteo, equilibrios, agendas personales. Rara vez ha habido un ministro de defensa con experiencia de gestión gerencial o empresarial. Los ministros se rodean de un equipo político adecuando a su agenda política o personal, no técnico. Muchos de los cambios por hacer requieren el concurso del Congreso lo que introduce un elemento de imprevisibilidad –lo que entra puede ser muy distinto de lo que salga aprobado- y de retardo. Todo cambio implica alterar los equilibrios y distribución de poder existente al interior del ministerio, lo que es conflictivo y genera resistencias. En el mercado laboral hay escasez de personal capacitado técnicamente y el ministerio no ofrece proyección laboral a mediano o largo plazo.

Estas y otras dificultades desalientan a cualquiera.

También hay elementos que lo facilitan: la gestión moderna de la defensa es una técnica conocida y disponible. Si bien la simple copia no es capaz de acomodar muchos elementos peculiares de cada caso, historia, cultura política, ideologías y disponibilidad de especialistas, su estudio y análisis puede ser un apoyo muy significativo. Hay ofertas de gran valor, como por ejemplo el programa DIRI, ofrecido por EEUU.

Volviendo a Chile: El primer problema es ¿qué hacer?; ¿por dónde empezar?

Creo que lo primero es establecer el objetivo final. Para dónde vamos, qué queremos hacer. Creo que lo que se requiere es que el ministerio:
– Asuma la responsabilidad de mando, determine políticas, defina estrategias, asigne tareas y medios, establezca estándares y objetivos cuantificables y supervise la ejecución de todo lo anterior.
– Organice el sector defensa como un sistema operativo militar único e integrado, conservando la especificidad e identidad de cada institución.
– Estructure un sistema en que cada autoridad civil disponga de asesoría militar institucional y asesoría militar independiente y en que cada autoridad esté sujeta a juicio técnico o político constituyendo un esquema de “controles y equilibrios”.
– Conforme un sistema militar en que las funciones gobierno, operativa y administrativa operen sinérgicamente, bajo la coordinación, autoridad y la responsabilidad del Ministro.
– Incorpore la participación eficaz del Congreso.
– Actualice constantemente la doctrina de defensa.

Esto requiere una aproximación de modernización con las FFAA, no contra ni al margen de ellas. Que la Junta de Comandantes en Jefe sea parte relevante del sistema de defensa. Que la modernización sea real, no bastan cambios cosméticos ni juegos mediáticos. El protagonismo y eje de todos los cabios deben ser las fuerzas de combate y ellas requieren la mayor atención, cuidado y preferencias.

¿Por dónde empezar?. No hay forma de evitar comenzar por una clara –PRECISA Y BREVE- estrategia de seguridad nacional dictada por el gobierno, como parte de una política de estado, que articule todos los recursos de poder del estado para continuar avanzando hacia donde los chilenos queremos llevar a nuestro país. Luego el gobierno a través de su ministerio de defensa, deberá desarrollar la estrategia militar que, evidentemente está determinada por la anterior y que debe incluir las estrategias para la defensa nacional, la cooperación interna, la cooperación regional, la participación en operaciones de paz, la proyección en el Pacífico y otras.

Otro paso fundamental es rehacer el Reglamento de la Ley de manera que quede establecido con claridad que es lo que cada organismo y nivel ministerial debe hacer, quien lo hace, en colaboración o acuerdo con que otros organismos del mismo ministerio, en que fecha del año, con información a que otros organismos fuera del ministerio de defensa. Las responsabilidades deben quedar claramente definidas.

La calificación del personal existente es fundamental. Existen ofertas extranjeras de programas de apoyo a la formación del personal. También existen programas nacionales y se pueden crear otros según las necesidades. El personal que no pueda o quiera recalificarse podrá ser movido a otros servicios del estado. La profesionalización del personal y la creación de un servicio civil profesional es una necesidad ineludible para asegurar remuneraciones adecuadas y permanencia del personal.
El problema de la continuidad solo puede ser resuelto con la existencia de un grupo de trabajo dedicado cuya vida exceda a la de una administración, hasta que la institucionalidad ministerial se haya desarrollado lo suficiente como para generar un impulso modernizador propio y permanente. En este aspecto, una institución moderna como se aspira que sea el ministerio de defensa, requiere la capacidad de cambio y auto modernización permanente, como un elemento característico. La creación de un organismo de trabajo como el señalado podría ser anexado al gabinete del ministro y funcionar bajo su supervisión y guía.

Los grandes cambios administrativos suelen ser traumáticos, particularmente cuando afectan a la vida personal y familiar de las personas, tales como remuneraciones, carreras, salud, previsión y educación. Por otra parte, en la defensa, estos aspectos están fuertemente imbricados y cualquier cambio que se haga en uno de ellos afecta a los demás, es por eso que “el gran cambio”, el “decreto que ponga orden de una vez”, es la peor forma de enfrentar una transformación. Existen ámbitos técnicos y organizacionales en que esta interconexión también se da, creo que en todos ellos la mejor opción estratégica de cambio es la de una identificación del “estado final deseado” o condición general última que se espera alcanzar, la que debe ser conocida por todos y aceptada por la mayoría, que ser alcanzada mediante cambios incrementales avanzando en todos ellos a la vez, con cautela y precaución, pero sin pausa.

En breve, modernizar es difícil pero posible, las claves son continuidad, definición de objetivos, metas y estándares, socialización de los objetivos por alcanzar y del camino que se va a recorrer. Muchas organizaciones se han modernizado, incluyendo a las propias instituciones de la defensa.

El ministerio de defensa también puede. Será una larga marcha, pero puede comenzar con pequeños pasos.

Muertos por «pensar distinto»

Recientemente Roberto Ampuero lanzó un libro de su autoría en que pregunta y se pregunta respecto al conflicto ético que hay tras el Muro de Berlín: “Muro chileno porque, viviendo allí, el exilio chileno o, al menos, los partidos de la izquierda chilena, lo justificaron, defendieron o bien –hasta el día de hoy- guardaron silencio, eludieron el tema o celebran hoy las bondades de un sistema supuestamente ideal que necesitaba de muro, alambradas, campos minados, perros adiestrados y 13.000 soldados para que nadie escapara de él”. Y llama a la izquierda a tomar posiciones, ahora que en Noviembre próximo se celebra el aniversario de la caída del Muro: “Me gustaría invitar a la izquierda que simpatiza o simpatizó de alguna forma con el totalitarismo a mirarse en el espejo y, tras posar la mano en el pecho, a reflexionar sobre el carácter brutal, antihumano y antidemocrático de esa utopía socialista fracasada. En ese marco, criticó “a los compatriotas chilenos que, enarbolando las banderas de la democracia y los derechos humanos, justifican los 55 años de partido único y aplauden a los hermanos (Castro) que por más tiempo han gobernado en la historia del planeta, y pienso también en los compatriotas que optaron por guardar silencio, en esos que miran hacia otra parte mientras en los jardines de su utopía rechinan los instrumentos de la tortura, o en el Caribe infestado de tiburones naufragan los que huyen de su socialismo, y pienso también en los políticos nuestros que este año felicitaron con voz trémula por la emoción a los hermanos Castro por ejercer el poder en la isla desde 1959”. “Siento además que la reflexión sobre el fin del totalitarismo comunista, que se basa en el estatismo económico, la descalificación del opositor y una vanguardia que representa supuestamente a todo el pueblo, sigue mostrando un gigantesco déficit en nuestro país. En un país donde vuelve a idealizarse el estado como panacea para todos los males, como la herramienta idónea para imponer la justicia, la igualdad, la democracia, el desarrollo y la prosperidad, es bueno recordar qué aportó en términos concretos a la humanidad la expresión más pura del estatismo y monopartidismo. El socialismo, como expresión máxima del estatismo fracasó hace 25 años de manera estrepitosa. No debemos olvidarlo, y es importante que los jóvenes lo sepan”. Y concluye con dos preguntas que ningún izquierdista devoto se atrevería a contestar: “¿Por qué las personas se rebelaron y eliminaron un estado que, para un importante sector de la izquierda chilena, entregaba todo lo necesario a sus ciudadanos? Y la otra pregunta: ¿por qué esa misma izquierda calló entonces y guarda hoy silencio frente a uno de los dos totalitarismos que marcaron el siglo XX?».

Esta misma autoindulgencia y amnesia selectiva la vemos en su actitud ante el uso de la violencia, del terrorismo y de la lucha armada para hacerse del poder e imponer su utopía. Un mirista chileno -residente en Venezuela donde lucha contra Maduro- , en estos días le escribe una carta pública a Marco Enríquez – Ominami poniendo en duda que su papá cumpla los requisitos para su canonización como lo pretenden su devoto hijo y sus amigos. Según él, Enríquez “era un muchacho menor que yo, muy fogoso, vehemente, apasionado, seductor, brillante, inteligente, voluntarioso y muy echado “pa lante”, como decimos en Venezuela. Era un líder carismático, caudillesco, autoritario como corresponde, porque no era el presidente de un partido democrático, sino el jefe máximo de un partido revolucionario. Miguel fue lo que el leninismo llama “un profesional de la revolución”,  el arma más letal inventada por el hombre. -¿Enríquez creía en la democracia? Por supuesto que no. La función esencial de la lucha armada es terminar la democracia representativa e instalar la dictadura proletaria. Siempre ha sido la dictadura de los partidos comunistas -MEO dice que su padre se puso al “servicio de Chile”. Es una frase. Y como toda frase, no dice nada. Miguel se sabía y se puso a disposición de la revolución socialista: destruir el Chile existente, tradicional, clasista, conservador, autoritario, capitalista, burgués y construir el Chile proletario. O lo que el marxismo entiende por proletario. Una dictadura de partido a cargo de una sociedad socialista. Todo movimiento revolucionario sabe que la violencia es el motor de la historia, porque lo dijeron Marx, Lenin, Stalin, Mao, Castro, el Che Guevara. No sólo lo dijeron, sino que con violencia tomaron el poder en URSS, China, Cuba, Corea del Norte, en todas partes. ¿Cómo Miguel Enríquez, que era el hijo dilecto de Castro, iba a estar contra la violencia? ¡Por favor! Si el MIR no tuvo un ejército paralelo no fue porque aborrecía de las armas, de la violencia o de los ejércitos. Fue porque no se dieron las circunstancias. De hecho tuvo un aparato militar, en gran parte preparado en Cuba. Minúsculo y absolutamente inadecuado como para enfrentarse a las FFAA chilenas, como se comprobó dramáticamente el mismo 11 de septiembre. Pero aparato militar, al fin y al cabo. Como lo tenían el PS y el PC. El lema que escanciábamos en nuestros desfiles era “PUEBLO, CONCIENCIA, FUSIL, MIR, MIR”. No los tendríamos, pero los deseábamos: conquistar al pueblo y armarlo con fusiles. En el MIR estábamos preparados para la violencia y la guerra civil. Me preocupó que alguien del MIR, que sabe todo esto, como Mauricio Rojas, haya pretendido darle a Miguel Enríquez una especie de aura de Sor Teresa de Calcuta. No me cabe en la cabeza. No lo entiendo. Nosotros éramos guevaristas. Cuando cayó el Che en Bolivia yo vivía en Berlín y enmudecí.

El MIR tenía un aparato militar que era esencial. La violencia era consustancial a nuestro proyecto histórico, que era derrotar a la burguesía y establecer una dictadura del MIR, no iba a ser de Ignacio de Loyola”. Cuando Enríquez murió en Octubre de 1974, no fue “asesinado” por la Dina como dicen sus seguidores, murió porque combatió mal, porque era un mal combatiente y un peor comandante. Murió porque enfrentó a una fuerza mas eficaz que la suya. No porque “pensara distinto”, sino porque “disparaba distinto”: disparaba mal. Este último mes de octubre en Concepción los imitadores de Enríquez se reunieron a homenajearlo. Estaban ahí Fuerza Universitaria Rebelde; Consejos Estudiantiles; Juventud Guevarista; Para Todos Todo; Movimiento de Izquierda Estudiantil Revolucionario y los organizadores del evento, la Juventud Rebelde Miguel Enríquez, el brazo juvenil del actual MIR, estaban ahí para rescatar la teoría y práctica del movimiento: el “poder popular” y la validación de “todos los métodos de lucha”, sin prescindir de la vía armada como camino al socialismo y para reivindicar la construcción del poder fuera del Estado y sus partidos tradicionales.

Si, piensan distinto que la mayoría de los chilenos: de nuevo quieren imponer sus ideas absurdas y totalitarias por la fuerza, a balazos, por eso atacan, denigran y calumnian a los que se les oponen. Nada les disgusta mas a los agresores que el que los agredidos se defiendan. Por confesión pública del ex Secretario General del Partido Comunista, Luis Corvalán, sabemos, todos saben, también el Poder Judicial, que mantienen ocultas una gran cantidad de armas introducidas por Carrizal Bajo para combatir al gobierno de Chile. Están las ganas y están los medios, pero nadie se inquieta, la justicia tuerta de nuestro pobre país descansa porque esos jóvenes idealistas tienen “licencia para matar”, son de izquierda.

Y ellos piensa distinto.

Ministerio de Defensa: Una tarea mal hecha

ANTECEDENTES

Desde el primer gobierno de la Concertación estuvo presente la necesidad de modernizar el sector defensa para llevarlo a una condición acorde con el progreso que experimentaba el país en casi todos sus aspectos. El Gobierno Militar sin duda efectuó una gran tarea de modernización del Estado, pero dejó fuera al sistema de defensa nacional.

Este debate estuvo rodeado de un ambiente político en que la relación civil – militar estaba muy influída por el término de gobierno militar y por las desconfianzas y suspicacias al respecto.

Esta situación se manifestó en un intenso y prolongado debate que se materializó a través de un grupo muy variado de civiles y militares que llegó a conformar lo que en ese entonces se conoció como la “Comunidad de Defensa”, que culminó en una visión compartida que, en breve, asumía que la modernización de la defensa incluía en forma principal cambios en su dirección superior: El Ministerio de Defensa.

Este largo proceso culminó en un proyecto de ley que vino a concretarse en la Ley Nº 20.424.

EL MENSAJE DE LA LEY 20.424

Dentro de los argumentos mas relevantes para hacer estos cambios estaba la idea de “fortalecer la autoridad presidencial y la autoridad ministerial en la gestión de los procesos de gobierno

El Mensaje también explicaba qué entendía por “Conducción Superior” la que corresponde al Presidente y declaró que la nueva organización ministerial debía dar satisfacción a dos objetivos: “actualizar la normativa orgánica y fijar una estructura que sea capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional como objetivo general de carácter político del Estado (Gobierno) frente al actuar de la Defensa”.

LA LEY 20.424

Dado el ambiente reinante, a la Ley se le introdujeron elementos “de resguardo” político que no contribuyeron a clarificar el texto propuesto por el gobierno sino a restarle eficacia. La Ley, al establecer las funciones del Ministerio y del Ministro de Defensa solo hizo una enumeración general sin especificar como serían llevadas a cabo.

Sin perjuicio de lo anterior, el estilo general de la Ley deja amplio espacio para la interpretación de su articulado, que en manos de un Ministro comprometido con su función le permitiría hacerse cargo de sus insuficiencias.

En su origen se planteó un problema difícil de resolver: para hacerse cargo de la aplicación de la nueva Ley era imprescindible conocer las técnicas y la práctica de la gestión moderna de la defensa, conocimiento escaso en nuestro medio político y profesional, civil y militar, aspecto que debió haber sido enfrentado tanto en el Reglamento como en la implantación, puesta en marcha y operación de la nueva organización.

En lo que al personal se refiere, el Artículo 6º de la ley facultó al Presidente de la República para fijar las plantas y escalafones de personal dentro del plazo de un año, contado desde el 30 de marzo de 2010 mediante uno o más decretos con fuerza de ley suscritos por el Ministro de Defensa Nacional y el Ministro de Hacienda. Junto con darle esta facultad al Ejecutivo, lo coartaron radicalmente: “Respecto del personal referido en el inciso anterior, el Presidente de la República podrá dictar las normas modificatorias de naturaleza estatutaria, y remuneratorias que sean necesarias para el adecuado encasillamiento y traspaso que disponga” pero “No podrá tener como consecuencia, ni podrá ser considerada como causal de término de servicios, supresión de cargos, cese de funciones o término de la relación laboral del personal traspasado o encasillado”. “No podrá significar pérdida del empleo, disminución de remuneraciones, modificación de los derechos estatutarios y previsionales del personal traspasado o encasillado”.

En otras palabras, se le está diciendo al Presidente de la República que conforme un Ministerio moderno, con tareas de “Dirección Superior y capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional como objetivo general de carácter político del Estado frente al actuar de la Defensa”, muy diferentes y mucho mas complejas que las que las tareas administrativas rutinarias que  hacía anteriormente , pero se le impone mantener al mismo personal.

EL REGLAMENTO DE LA LEY

El Reglamento debía hacerse cargo de establecer con cierta precisión qué hacer y cómo hacerlo respecto a las tres funciones principales del Ministerio:

La Función Directiva, que se refiera fundamentalmente a la determinación de FINES y consiste en la producción de Políticas que determinen los objetivos, la estrategia política, los recursos financieros que delimitan las políticas y la doctrina o formas generales de hacer las cosas, en todo el sector defensa y en su relación con otros sectores del estado: relaciones internacionales, economía y valores políticos. La Función Logística que se produce mediante la obtención, asignación y control de los recursos humanos, materiales y de infraestructura y se refiere principalmente a MEDIOS y la Función Operativa que corresponde a la Planificación y empleo de las fuerzas y está conectada con FORMAS o estrategias operativas.

Dado que estas tres funciones están interrelacionadas permanentemente, los procesos tienen que llevarse a cabo en forma integrada lo que requiere un liderazgo y supervisión muy intensos y permanentes. El Reglamento, que es una simple enumeración de tareas, no fue un aporte sustantivo para ampliar y especificar la forma concreta de materializar la intención de la Ley. Pese a todo, este Reglamento, si bien no ayuda, tampoco rigidiza ni traba las opciones de manejo ministerial mas allá de lo manejable, dejando espacio para la acción del Ministro que decida impulsar la implantación y consolidación de la nueva organización.

UN POCO DE HISTORIA NECESARIA

El Proyecto de Ley fue enviado al congreso a comienzos de la administración Bachelet, el 2 de septiembre del 2005, promulgado el 2 de febrero de 2010 y publicado el 4 de febrero de 2010. El Reglamento fue publicado 27 de enero del 2012 ya bajo la administración Piñera.

Como se puede apreciar, el lapso entre la promulgación y publicación de la Ley y la dictación del Reglamento fue de mas de un año, lo que sumado a la designación de Jaime Ravinet como Ministro, una persona que por haber sido Ministro en el sistema anterior se consideraba -injustificadamente- un experto en el tema, -designado como parte de una maniobra política alejada de la búsqueda de eficiencia en la modernización del ministerio de Defensa-, pone de relieve la ausencia de comprensión por parte de las autoridades de la administración Piñera de la complejidad de la tarea a emprender.

Al comienzo de esa administración se puso en funcionamiento un sistema de “semáforos” que apuntaban a controlar el avance de las tareas asignadas a cada Ministro bajo el control de la Secretaría General de Gobierno. La constante incapacidad del Ministro de Defensa para cumplir las metas, fue una de las razones de su prematuro reemplazo por Andrés Allamand el 13 de enero de 2011 quien a partir de septiembre del mismo año que, tras tragedia aérea en Juan Fernández, dedicó su atención a la promoción de su candidatura presidencial con intenso uso de las FFAA en su beneficio electoral. El 5 de noviembre fue reemplazado por Rodrigo Hinzpeter hasta el fin del gobierno de Piñera con un desempeño que nadie pudo apreciar si es que hubiera habido alguno.

Desde marzo del presente año –7 meses efectivos- , se encuentra en funciones el nuevo equipo gubernamental que conllevó la incorporación de nuevas autoridades y funcionarios de confianza política.

Este breve recuento muestra que el Ministerio de Defensa de la administración Piñera no fue sometido al proceso de reorganización sistemática de su estructura orgánica y operativa, necesaria para llevar a cabo las funciones determinadas por su nueva Ley Orgánica.

EL MINISTERIO DE DEFENSA “MODERNIZADO”

Se pueden identificar tres ámbitos deficitarios en la gestión Piñera y de los gobiernos anteriores de la Concertación:

Político: No existió voluntad del gobierno de Piñera para impulsar los cambios, fijar políticas generales y específicas y poner en práctica de manera definitiva lo establecido en la Ley. Existieron –y existen- fuerzas, dentro del Ministerio, que se oponen a cambiar el status quo actual y que oponen resistencia y distorsionan el contenido y espíritu de la Ley.

Técnico: La Ley, en su parte destinada a la protección de las personas ingresadas por cuoteo político en la Concertación, estableció claramente que el personal que servía en el Ministerio de Defensa antes de la promulgación de la Ley debía pasar a conformar la planta del nuevo Ministerio, distribuida de acuerdo a los cargos creados, generando tres situaciones: Retención de personal antiguo que no fue capacitado para cumplir sus nuevas funciones. Ingreso y contratación de nuevo personal por cuoteo político, no calificado para los cargos asignados. Politización de las designaciones que produjo un ambiente de desconfianza al interior de la organización. Cada nuevo gobierno incorporó un número de sus adherentes que desconfían y compiten con los ingresados por otros gobiernos, así, en la realidad, las autoridades trabajan solo con los funcionarios de su confianza contratados por ellos mismos o por “asesores” externos”, protegiéndose de el sabotaje o la deslealtad de los demás funcionarios.

Gestión: La ausencia de las directivas políticas del nivel mas alto impidió la determinación de metas generales y específicas. Sin metas, objetivos, planificaciones ni programaciones, resultó imposible el control del cumplimiento de metas y la evaluación del personal del Ministerio.

ADMINISTRACIÓN ACTUAL

Los déficits se siguen planteando en los mismos tres ámbitos, aunque con diferentes contenidos:

Político: La administración Bachelet tiene un programa de cambios de gran magnitud y complejidad en diferentes áreas, mientras defensa es un “no problema”. En este sentido, no existe urgencia para impulsar cambios, fijar nuevas políticas ni poner en práctica en forma definitiva la nueva Ley. Las fuerzas que se oponen a los cambios dentro del ministerio se han solidificado y estructurado haciéndolo mas difícil.

Técnico: Sigue plenamente vigente el problema de la falta de capacitación, agravando el problema el ingreso, en cada cambio de administración, de nuevas autoridades en diversos niveles. La ausencia de un “servicio civil” profesional no permite la continuidad de las acciones.

Gestión: El programa de la nueva administración parece no haberse hecho cargo de la necesidad de implementar el sistema Plan Programa Presupuesto como eje central de la modernización de la gestión de la defensa ni de la urgente necesidad de emitir todos los documentos de Dirección Política para comenzar a asumir el control efectivo del sector.

En síntesis, la modernización de la defensa modernizó muy poco y centró su atención y activismo en aspecto sin duda de gran trascendencia pero ajenos al eje del quehacer funcional de la defensa: El código de Justicia Militar; los homosexuales y las mujeres en las FFAA; los derechos humanos; acuerdos de cooperación y relaciones exteriores del sector.

En breve, la modernización del Ministerio de Defensa es una tarea mal hecha.

 

Déjà vu

Déjà vu (ya visto) es la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha vivido previamente una situación. La experiencia del déjà vu suele ir acompañada por una sensación de «sobrecogimiento», «extrañeza» o «rareza».
Muchos en Chile estamos sintiendo un déjá vu.
Alain Joxe, un sociólogo marxista francés que vivió en Chile a fines de los ´60, escribió un pequeño libro en que establece una periodicidad de los golpes militares en Chile; cada 40 años aproximadamente. Obviamente cada uno de ellos tuvo características diferente, en sus orígenes, la orientación política de los golpistas; la identidad de los grupos de interés que los estimularon; de quienes se apropiaron de sus beneficios y de su término, pero igual, la periodicidad se mantuvo. Joxé atribuye el bajo número y frecuencia de estos golpes militares a que al hacerlos, los cambios políticos y sociales que introdujeron los militares fueron de tal magnitud que no fue necesario repetirlos sino en el largo plazo, casi medio siglo después.
No es entonces sorprendente que con la misma periodicidad algunos chilenos perciban cierto déjà vu.
Tenemos un gobierno que llegó al poder con clara mayoría de votos en presencia de una abstención importante; con un mandato democráticamente fuerte y con una representatividad débil. Como también tuvo una mayoría sustantiva en ambas cámaras del congreso, dispone de una mayoría que le permite imponer su programa de gobierno en forma incontrarrestable, solo que el programa consistía en una serie de títulos de materias y propósitos cuyo desarrollo o no existió o no se dio a conocer, lo que fue subsanado por el carisma de la candidata, a la que la gente entregó su confianza sin hacer muchas preguntas.
Y comenzaron los cambios. Cambios que para la mayoría de las personas fueron una sorpresa en su radicalidad, apresuramiento y autoreferencialidad. Basado en una diagnóstico muy discutible, se asumió que la sociedad chilena se encontraba en un estado de frustración solo remontable con un cambio radical de estilos y rumbos.
El cambio político (cultural) lleva la bandera.
El fortalecimiento de los elementos de una Sociedad de Derechos provistos por un Estado de Bienestar requirió reformas impositivas –para proveer recursos financieros- y reformas educacionales –para “emparejar la cancha”- para culminar en una nueva Constitución que viniera a reestructurar el Pacto Social existente.
Curiosamente ni la reforma impositiva ni la reforma educacional suscitan la adhesión mayoritaria de la gente, pero el gobierno no se deja amilanar, sigue adelante contra la voluntad de parte importante de la clase media y de los padres y alumnos que se suponen serían los beneficiarios de ambas reformas.
La razón de esta persistencia es clara: lo que importa es el cambio político.
En este proceso el desarrollo económico se ralentiza, el crecimiento se estanca y el desempleo crece. Los afectados recién empiezan a tomar nota. Y nos les gusta. Pero el gobierno sigue avanzando sin transar.
Hace un par de días veía al Sr. Martner en la televisión. Con total seguridad explicaba que la situación económica en Argentina era muy positiva, que era el país de América Latina que mas había crecido en los últimos diez años. Nadie se atrevió a rebatirlo: era un ejercicio de construcción socialista de la realidad contra toda la realidad real. Un déjà vu en si mismo.
Todos sabemos que lo que pasó en Argentina en esa década no se entiende sin considerar lo que pasó cinco años antes: recesión y pérdida de empleo inédita; 40 por ciento de pobreza y 15 por ciento de indigencia, más corralito bancario. Diez años antes hubo hiperinflación. La respuesta a esos 10 años fueron estos 10 años de boom de consumo y boom de commodities. Se olvidó que se regaló la energía, que hubo tasa de ahorro negativa, que se demolieron las instituciones políticas para encubrir la corrupción y que se falsearon los índices estadísticos para ocultar la inflación.
Pero esos son solo efectos colaterales, lo que importa, allá y acá, es el cambio social, la ideología. Todo un déjà vu de los mismos personajes, de sus amigos o de pretéritos Ministros de Hacienda de Chile, explicando que nuestra economía tenía problemas momentáneos pero que prontamente se avanzaría de nuevo a paso de carga, una vez que las reformas estructurales estuvieran asimiladas. Lo mismo con la reforma educacional que se materializa mediante la eliminación “del lucro”, aunque los profesores sigan sean deficientes, mal pagados, politizados y no asistan a las sesiones de “perfeccionamiento” que el estado pone a su disposición para que hagan mejor su trabajo. Tratando de convencernos que la igualdad recomienda eliminar la selección ya que “todos somos iguales”, aunque algunos alumnos quieran estudiar y otros no estén ni ahí, que algunos sean mas inteligentes que otros y que unos aspiren a cierto tipo de actividades y otros a otras.
Por su parte, la derecha política fue barrida después de lo que dijeron que sería el mejor gobierno de Chile. Canibalizada en peleas entre los caciques de los partidos de gobierno, administrada por una fronda arcaica y soberbia y sus jóvenes protegés, tan antipáticos y soberbios como sus jefes. Ufanándose de cifras que solo impresionan a los asistentes a Casa Piedra.
A poco del fin del gobierno de Piñera la derecha económica, los grandes empresarios y los no tan grandes también, tomaron nota de que su primera línea de defensa, había sido diezmada o mejor, se había suicidado, y tomó el problema de su supervivencia en sus manos.
El espacio dejado por la derecha política lo tomó la derecha económica. Lo peor, ellos también están dándose cuenta que el cambio revolucionario prescinde de su clase y lo hace porque no teme a la crisis económica, no le importa, es algo de menor valor e importancia que el cambio social. El siguiente paso es el caudillismo. De todo esta pugna saldrá un líder carismático, un tecnócrata, un nuevo Jorge Alessandri, que tomará la bandera política de la CPC y volverá las cosas “a su orden natural”. Todo un déjà vu.
Como era de esperar también emergen nuevos Cristianos por el Socialismo: Nunca me quedó claro si eran cristianos que podían serlo porque eran socialistas o eran socialistas porque eran cristianos. El grupo Cristianos por el socialismo fue un movimiento político y cultural que nació en Chile durante los años 70 en base al “Grupo de los 80” formado por igual número de sacerdotes y laicos católicos. Enfrentaron a la jerarquía católica acusándolos de autoritarios, conservadores, doctrinarios y otros “insultos”. El vacío de poder y representatividad que deja una clase política en disolución es tomado por espontáneos –esos toreros aficionados que saltan al ruedo para ser corneados por los toros- entre los cuales siempre aparece un pequeño grupo de curas clericales, en el pasado de derecha y últimamente de izquierda.
Ya tenemos a nuestro Rasputín, nuestro Savonarola y nuestro San Francisco de Asís desafiando al Cardenal con el apoyo y simpatía de la Conferencia Episcopal que los considera «un testimonio vivo de fidelidad a Jesucristo», con el aplauso de los mismos políticos limitados mentales que no se dan cuenta que esos curas les están quitando la pega. Uno de los apologistas describe al Santón mayor: “El Padre representa a los nuevos tiempos como sacerdote, atrevido y sin inhibiciones que ha avanzado demostrando con su propia vida que sí se puede servir a los más excluidos y abandonados donándose, viviendo cómo y con ellos, no temiendo represalias ni dejándose llevar por lo que resulta más exitoso o aplaudido. Su vida religiosa ha estado en medio de la realidad, de ésta y de otras, con todas las tensiones y conflictos que ello implica, propagando por intermedio de su ejercicio sacerdotal –entre millares de jóvenes y adultos– un amor a Jesucristo y a su Iglesia desde la misericordia y el servicio” , si, pero siempre con red de seguridad, al hombre nunca le faltará la comida ni el techo, no tiene hijos que alimentar ni otras responsabilidades que propia piel; las represalias que puede sufrir son de chiste y eso de no dejarse llevar por el aplauso, habría que revisarlo. Por lo demás, este tipo de profetas se hizo incombustible, ya no pueden ser quemados y ellos lo saben, lo que los hace muy “atrevidos y sin inhibiciones”.
La historia no se repite. Tampoco tiene ciclos idénticos, pero hay situaciones que se asemejan mucho a otras anteriores. O que algunos las sentimos como un déjà vu.

Ley Antiterrorista efectiva

El debate de la ley antiterrorista no ha cesado desde que se dictó su primera versión el año 2004. Hace algunas semanas el liderazgo del debate lo llevaban aquellos que apuntaban de manera mas o menos disimulada a la continuación de su desmantelamiento y al encasillamiento de las acciones violentas en la categoría de expresiones democráticas mas o menos justificables según hubiera o no bajas mortales.
El atentado del día 10 vino a poner las cosas en una nueva perspectiva: en efecto, el atentado se efectuó en pleno día, en un centro comercial y nodo de transporte concurrido y causó 14 heridos, dos de ellos graves. La madre de la presidente se encontraba también en las proximidades, lo que puede haber contribuido a hacer del ataque algo mas personal.
El nuevo enfoque del debate parece ser mas realista y mas apuntado a producir resultados de condena y cárcel para los terroristas que la discusión anterior con una fuerte impronta garantista. Sin embargo, creo apreciar la ausencia de algunos elementos.

1.- La definición de la figura del delito exigiría que quienes perpetren el crimen sea una “organización”, dedicada a producir “terror” en las víctimas -la sociedad en su conjunto-. Si alguien espera que las investigaciones conduzcan a encontrar los estatutos fundacionales del movimiento y su carta organizacional, es que está completamente fuera de la realidad del terrorismo del siglo XXI. El terrorismo actual funciona en “redes”, son organizacionales formadas por nodos autónomos, no jerarquizados, interconectados en forma circunstancial o desconectados funcionalmente y unidos solo por una laxa “comunidad de objetivos y métodos”. La experiencia “celular” de las autoridades y personeros políticos que militaron en los movimientos subversivos marxistas están obsoletos. La célula marxista era jerarquizada y encuadrada en una estricta disciplina y uniformidad ideológica y operativa, algo completamente distinto a la “red” actual que puede estar integrada por una, dos, tres o cuatro personas, que a su vez pueden separarse, intercambiarse y modificar sus normas y procedimientos libremente.

2.- Si una o mas persona ponen y detonan una bomba, ¿para que podrían hacerlo sino para causar “terror”?, ¿por diversión?, ¿por tener una emoción fuerte?, ¿cómo forma de expresión política o social?. En cualquier caso, y mas allá de sus motivaciones personales, su acción transita irremediablemente por plantear una amenaza a las personas y a la sociedad, destinataria de su mensaje. Los efectos del hecho y no las intenciones de sus ejecutores son lo que las define como terrorista. Por lo demás un terrorista capturado por la policía debería ser completamente estúpido para reconocer su “intención” terrorista.

3.- Los actos terroristas son agresiones contra los Derechos Humanos. En efecto limitan o impiden la libertad de reunión, de movimiento, de expresión, del derecho a la vida, a al integridad física, a la dignidad y la tranquilidad de las personas.

4.- Quienes se expresan o actúan para reducir, minimizar o excusar los actos terroristas están haciendo “apología” del mismo. Uno puede leer en los blogs, en la prensa, ver en la televisión a personas, autoridades y políticos que expresan su “comprensión”, “apoyo”, “simpatía” o justificación de los actos terroristas cuando no producen bajas en la civilidad o cuando “solo” afectan a los policías. Que justifican la acción violenta como una forma de expresión o protesta social. Eso es complicidad y difusión del terrorismo y es un delito que también debe ser incluido en la ley.

5.- El terrorismo es la última etapa de una actitud violenta que debe ser corregida. Durante muchos años en Chile todos, -moros y cristianos- justificamos el uso de la violencia contar las personas en base a diversas argumentaciones. Esa actitud permisiva / selectiva, la violencia contar “los míos” es mala y contra “ellos” es lícita, nos ha traído hasta aquí. Aun queda mas camino y podríamos seguir avanzando hacia el infierno. Es hora de parar. Ahora.

El sentimiento violento lleva a la intención violenta y la intención violenta, lleva a la acción violenta.

Para salir del circulo vicioso, tenemos que hacer el camino inverso. Eliminar las acciones, erradicar las intenciones y controlar los sentimientos hostiles.

Las volteretas de Brasil

El largo conflicto de Brasil con Chile comenzó en 1999, cuando el entonces presidente Lagos decidió -a mi juicio con gran acierto- firmar un Acuerdo de Libre Comercio con EEUU en vez de unirse al Mercosur. Esta decisión le valió la furia de una parte sustantiva de la elite brasileña, comenzando por el presidente Fernando Henrique Cardozo, antiguo amigo de Lagos que ahora pasó a ser ex – amigo.
Esta primera rabieta se manifestó en forma abierta y reiterada. La amistad “sin fronteras” con Chile como les gusta decir a los brasileños, encontró fronteras precisas y sólidas: el gobierno de Chileno no estaba disponible para tirar por la borda años de esfuerzo para abrir su economía y readecuar su comercio interno y exterior ni menos para sacrificar su evidente y visible progreso económico solo para unirse a otra propuesta proteccionista y estatista ya probada y fracasada.
La segunda reacción vino por cuenta de Luiz Inacio da Silva –Lula- auto declarado amigo de Chile que encabezó, desde el Foro de Sao Paulo, una campaña a nivel regional para forzar a Chile a aceptar la imposición de sus preferencias políticas. Dicho Foro, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil para unir a los partidos de izquierda revolucionaria de Latinoamérica después de la caída del Muro de Berlín, tuvo su primer triunfo con Hugo Chávez que logró conquistar el poder en Venezuela en 1998, precediendo a Lula que lo hizo en 2002 en Brasil. Chávez, en una de las primeras reuniones del Foro explicaba que en la región habían dos alineamientos en competencia: los “bolivarianos” socialistas del Atlántico, y los libremercadistas “monroístas” del Pacífico. Llamó a la destrucción de los monroístas y expuso su diagnóstico estratégico -también acordado con Lula- respecto a que la integración basada en el nacionalismo latinoamericano y el antiimperialismo requería enfrentar decididamente el “regionalismo abierto” que practicaban Colombia, México y otros países Centroamericanos -y muy conspicuamente- Chile bajo los gobiernos de la Concertación.
Los acuerdos del XIX Foro de Sao Paulo en agosto del 2013 concluyeron fustigando a la Alianza del Pacífico porque en su agenda se hallaba la liberalización del comercio y de los servicios: “Denunciamos las tentativas, inspiradas en potencias extrarregionales, en el sentido de fracturar y sabotear la integración regional, como es el caso de la llamada Alianza del Pacífico y la búsqueda incesante por generar crisis y estimular divisiones en el Mercosur”. También señaló la declaración. “No por casualidad está formada por países que poseen tratados de libre comercio con Estados Unidos”.
La Alianza del Pacífico fue designada como el objeto del odio revolucionario.
Luego vino la tercera voltereta. Entre 2010 y 2012 el gobierno de Rousseff tomó nota del estancamiento de la economía de su país y el 2013 reaccionó con arrogancia planteando “la incorporación de Mercosur, con Brasil a la cabeza, a la Alianza del Pacífico”, petición que fue rechazada ya que a la Alianza no incorporaba asociaciones sino países individuales. La ira se concentró en el gobierno de Chile –concretamente en su presidente Piñera-, a tal punto que Marco Aurelio García –canciller oficioso de Brasil – le informó a Piñera que el rechazo era considerado como una agresión a Brasil.
La cuarta voltereta. A juego perdido, Rousseff, a través del omnipresente García, se aproximó a la candidatura de Bachelet. Sus huellas digitales está nítidas en su programa de gobierno.
En su último viaje antes de la instalación de esa administración, García lanzó una curiosa propuesta de revivir el “ABC”, histórico proyecto de asociación entre Argentina, Brasil y Chile, del cual Chile había sido excluido durante los años de pobreza que siguieron a la crisis de 1929 y a la instalación de la clase media como actor autónomo en el esquema de poder político nacional. Parece que esta idea fue una “volada” personal de García ya que prontamente cayó en el olvido.
La quinta vuelta de carnero fue el lanzamiento de una alternativa que implicaba el regreso de Brasil a las políticas socialdemócratas y el abandono de hecho de sus mojoncitos revolucionarios y populistas.
Asumido el actual gobierno de Chile comenzó la aplicación del Programa que, en palabras del Canciller Muñoz se basa en que que “Existe una diversidad de caminos en la región para avanzar en el desarrollo. Seremos respetuosos con esas diferencias, entendiendo, sin embargo, que es posible construir un todo integrado de partes distintas y desiguales. Hay espacio para proyectos subregionales que pueden ser ladrillos para la construcción de un proyecto mayor y más incluyente de integración latinoamericana” cuyos resultados aun están por verse. Ya han transcurrido un par de reuniones de Chile con Brasil y de ambos con la Alianza, con declaraciones y promesas; habrá que esperar hasta ver su epílogo.
Brasil tiene varias dificultades en su relación con Chile: No se resigna a considerarlo un igual; no percibe que su poder nacional (militar + político + económico) no alcanza para imponernos comportamientos a su gusto. No asume que Chile, siendo una economía abierta, inserta en el medio internacional desde hace varios años, no es susceptible a sus amenazas ni a su dictados. No aprecia que para jugar en el mundo económico del Pacífico es necesario cumplir las reglas, honrar la palabra empeñada y que no hay espacios para aspiraciones de supremacías ni menos para hegemonías.
La existencia de la Alianza es imperdonable para Brasil ya que desafía un axioma de su política exterior: el establecimiento de un sistema “Sudamericano”, que excluya a México. Por eso la propuesta de Rousseff no es acercar a a los países del Mercosur a la Alianza sino a “países de la Alianza”. La diferencia es México. En este sentido la pugna actual es respecto a si la Alianza del Pacífico será Sudamericana o Latinoamericana es decir con o sin México.
Dos elementos claves de la “cultura del Pacífico” son que el éxito o fracaso de los acuerdos se miden por los resultados no por las declaraciones y que la magia verbal latina no emociona a los asiáticos en lo mas mínimo: Se ríen a carcajadas cuando los gobernantes argentinos llaman “buitres” a quienes compraron bonos basura con la expectativa de cobrar una ganancia del 60%, pero que el gobierno Argentino no es “buitre” cuando aplica “una quita” del 75%, es decir devuelve $1 de cada $4 que pidió prestado. Todo un negocio!.
Tampoco va a conseguir jamás acomodar a los socios del Pacífico a sus necesidades: ¿alguien se imagina a Brasil negociando con Asean, con Apec y con el Trans Pacific Partnership, desde su actual perspectiva imperialista sudamericana, antiimperialista (con EEUU), anticapitalista y proteccionista?.
Asociar a un grupo de países que conforma una Unión Aduanera como Mercosur con una asociación de países unidos en torno al Libre Comercio como la Alianza del Pacífico resulta una tarea jamás emprendida hasta ahora, que de tener éxito marcaría un hito en la historia económica mundial. Sería lograr la cuadratura del círculo o la mezcla perfecta del aceite con el vinagre.
La única salida posible es la que recomendó Juan Eduardo Errázuriz uno de los representantes de Chile a la reciente reunión de ABAC el consejo empresarial de la APEC que aglutina a las 21 economías más importantes del Pacífico, en que destacó las expectativas comerciales que se abren para Brasil empleando a Chile como su base de exportaciones al Asia, es decir que los empresarios brasileños invirtieran en Chile para, “desde aquí”, exportar a Asia Pacífico: “Dentro de esos grupos (APEC; TPP y ASEAN) la Alianza del Pacífico juega un papel muy importante, y no segregada del resto de Latinoamérica, sino que (estamos) invitando a Brasil y Argentina a participar vía inversiones acá, de manera de aprovechar mediante esas inversiones toda la apertura que ya ha hecho Chile. De hecho, el acuerdo firmado entre la Sofofa y empresarios brasileños apunta en esa dirección.
Esta vía es algo muy distinto a la pretensión de “unir” a Mercosur con la Alianza, pero algo factible y realista que dadas las característica regionales es muy posible que les resulte menos atractivo que una de esas alternativas retóricas y “mágicas” pero inviables que tanto emocionan en la región.
No cabe duda que para Brasil presentarse en el escenario mundial arropado por los países de la región no es lo mismo que llegar solo. Pero esa compañía no es asumir su representación ni poner la región al servicio de sus objetivos nacionales, mas aun, esa compañía será siempre condicional y caso a caso. Duro, pero así es la vida en el siglo XXI. Lo mismo vale para México. El imperialismo ya no es válido, para nadie.
A diferencia de los siglos XIX y XX, en el actual mundo global y sobre todo en América, Chile tiene otras alternativas (EE.UU. México; Colombia y Argentina cuando se recupere) mas aun cuando la diferencia de poder nacional no es la que solía existir en esos tiempos, Ahora dos o tres países regionales unidos pueden equilibrar fácilmente a Brasil (o a México).