El largo conflicto de Brasil con Chile comenzó en 1999, cuando el entonces presidente Lagos decidió -a mi juicio con gran acierto- firmar un Acuerdo de Libre Comercio con EEUU en vez de unirse al Mercosur. Esta decisión le valió la furia de una parte sustantiva de la elite brasileña, comenzando por el presidente Fernando Henrique Cardozo, antiguo amigo de Lagos que ahora pasó a ser ex – amigo.
Esta primera rabieta se manifestó en forma abierta y reiterada. La amistad “sin fronteras” con Chile como les gusta decir a los brasileños, encontró fronteras precisas y sólidas: el gobierno de Chileno no estaba disponible para tirar por la borda años de esfuerzo para abrir su economía y readecuar su comercio interno y exterior ni menos para sacrificar su evidente y visible progreso económico solo para unirse a otra propuesta proteccionista y estatista ya probada y fracasada.
La segunda reacción vino por cuenta de Luiz Inacio da Silva –Lula- auto declarado amigo de Chile que encabezó, desde el Foro de Sao Paulo, una campaña a nivel regional para forzar a Chile a aceptar la imposición de sus preferencias políticas. Dicho Foro, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil para unir a los partidos de izquierda revolucionaria de Latinoamérica después de la caída del Muro de Berlín, tuvo su primer triunfo con Hugo Chávez que logró conquistar el poder en Venezuela en 1998, precediendo a Lula que lo hizo en 2002 en Brasil. Chávez, en una de las primeras reuniones del Foro explicaba que en la región habían dos alineamientos en competencia: los “bolivarianos” socialistas del Atlántico, y los libremercadistas “monroístas” del Pacífico. Llamó a la destrucción de los monroístas y expuso su diagnóstico estratégico -también acordado con Lula- respecto a que la integración basada en el nacionalismo latinoamericano y el antiimperialismo requería enfrentar decididamente el “regionalismo abierto” que practicaban Colombia, México y otros países Centroamericanos -y muy conspicuamente- Chile bajo los gobiernos de la Concertación.
Los acuerdos del XIX Foro de Sao Paulo en agosto del 2013 concluyeron fustigando a la Alianza del Pacífico porque en su agenda se hallaba la liberalización del comercio y de los servicios: “Denunciamos las tentativas, inspiradas en potencias extrarregionales, en el sentido de fracturar y sabotear la integración regional, como es el caso de la llamada Alianza del Pacífico y la búsqueda incesante por generar crisis y estimular divisiones en el Mercosur”. También señaló la declaración. “No por casualidad está formada por países que poseen tratados de libre comercio con Estados Unidos”.
La Alianza del Pacífico fue designada como el objeto del odio revolucionario.
Luego vino la tercera voltereta. Entre 2010 y 2012 el gobierno de Rousseff tomó nota del estancamiento de la economía de su país y el 2013 reaccionó con arrogancia planteando “la incorporación de Mercosur, con Brasil a la cabeza, a la Alianza del Pacífico”, petición que fue rechazada ya que a la Alianza no incorporaba asociaciones sino países individuales. La ira se concentró en el gobierno de Chile –concretamente en su presidente Piñera-, a tal punto que Marco Aurelio García –canciller oficioso de Brasil – le informó a Piñera que el rechazo era considerado como una agresión a Brasil.
La cuarta voltereta. A juego perdido, Rousseff, a través del omnipresente García, se aproximó a la candidatura de Bachelet. Sus huellas digitales está nítidas en su programa de gobierno.
En su último viaje antes de la instalación de esa administración, García lanzó una curiosa propuesta de revivir el “ABC”, histórico proyecto de asociación entre Argentina, Brasil y Chile, del cual Chile había sido excluido durante los años de pobreza que siguieron a la crisis de 1929 y a la instalación de la clase media como actor autónomo en el esquema de poder político nacional. Parece que esta idea fue una “volada” personal de García ya que prontamente cayó en el olvido.
La quinta vuelta de carnero fue el lanzamiento de una alternativa que implicaba el regreso de Brasil a las políticas socialdemócratas y el abandono de hecho de sus mojoncitos revolucionarios y populistas.
Asumido el actual gobierno de Chile comenzó la aplicación del Programa que, en palabras del Canciller Muñoz se basa en que que “Existe una diversidad de caminos en la región para avanzar en el desarrollo. Seremos respetuosos con esas diferencias, entendiendo, sin embargo, que es posible construir un todo integrado de partes distintas y desiguales. Hay espacio para proyectos subregionales que pueden ser ladrillos para la construcción de un proyecto mayor y más incluyente de integración latinoamericana” cuyos resultados aun están por verse. Ya han transcurrido un par de reuniones de Chile con Brasil y de ambos con la Alianza, con declaraciones y promesas; habrá que esperar hasta ver su epílogo.
Brasil tiene varias dificultades en su relación con Chile: No se resigna a considerarlo un igual; no percibe que su poder nacional (militar + político + económico) no alcanza para imponernos comportamientos a su gusto. No asume que Chile, siendo una economía abierta, inserta en el medio internacional desde hace varios años, no es susceptible a sus amenazas ni a su dictados. No aprecia que para jugar en el mundo económico del Pacífico es necesario cumplir las reglas, honrar la palabra empeñada y que no hay espacios para aspiraciones de supremacías ni menos para hegemonías.
La existencia de la Alianza es imperdonable para Brasil ya que desafía un axioma de su política exterior: el establecimiento de un sistema “Sudamericano”, que excluya a México. Por eso la propuesta de Rousseff no es acercar a a los países del Mercosur a la Alianza sino a “países de la Alianza”. La diferencia es México. En este sentido la pugna actual es respecto a si la Alianza del Pacífico será Sudamericana o Latinoamericana es decir con o sin México.
Dos elementos claves de la “cultura del Pacífico” son que el éxito o fracaso de los acuerdos se miden por los resultados no por las declaraciones y que la magia verbal latina no emociona a los asiáticos en lo mas mínimo: Se ríen a carcajadas cuando los gobernantes argentinos llaman “buitres” a quienes compraron bonos basura con la expectativa de cobrar una ganancia del 60%, pero que el gobierno Argentino no es “buitre” cuando aplica “una quita” del 75%, es decir devuelve $1 de cada $4 que pidió prestado. Todo un negocio!.
Tampoco va a conseguir jamás acomodar a los socios del Pacífico a sus necesidades: ¿alguien se imagina a Brasil negociando con Asean, con Apec y con el Trans Pacific Partnership, desde su actual perspectiva imperialista sudamericana, antiimperialista (con EEUU), anticapitalista y proteccionista?.
Asociar a un grupo de países que conforma una Unión Aduanera como Mercosur con una asociación de países unidos en torno al Libre Comercio como la Alianza del Pacífico resulta una tarea jamás emprendida hasta ahora, que de tener éxito marcaría un hito en la historia económica mundial. Sería lograr la cuadratura del círculo o la mezcla perfecta del aceite con el vinagre.
La única salida posible es la que recomendó Juan Eduardo Errázuriz uno de los representantes de Chile a la reciente reunión de ABAC el consejo empresarial de la APEC que aglutina a las 21 economías más importantes del Pacífico, en que destacó las expectativas comerciales que se abren para Brasil empleando a Chile como su base de exportaciones al Asia, es decir que los empresarios brasileños invirtieran en Chile para, “desde aquí”, exportar a Asia Pacífico: “Dentro de esos grupos (APEC; TPP y ASEAN) la Alianza del Pacífico juega un papel muy importante, y no segregada del resto de Latinoamérica, sino que (estamos) invitando a Brasil y Argentina a participar vía inversiones acá, de manera de aprovechar mediante esas inversiones toda la apertura que ya ha hecho Chile. De hecho, el acuerdo firmado entre la Sofofa y empresarios brasileños apunta en esa dirección.
Esta vía es algo muy distinto a la pretensión de “unir” a Mercosur con la Alianza, pero algo factible y realista que dadas las característica regionales es muy posible que les resulte menos atractivo que una de esas alternativas retóricas y “mágicas” pero inviables que tanto emocionan en la región.
No cabe duda que para Brasil presentarse en el escenario mundial arropado por los países de la región no es lo mismo que llegar solo. Pero esa compañía no es asumir su representación ni poner la región al servicio de sus objetivos nacionales, mas aun, esa compañía será siempre condicional y caso a caso. Duro, pero así es la vida en el siglo XXI. Lo mismo vale para México. El imperialismo ya no es válido, para nadie.
A diferencia de los siglos XIX y XX, en el actual mundo global y sobre todo en América, Chile tiene otras alternativas (EE.UU. México; Colombia y Argentina cuando se recupere) mas aun cuando la diferencia de poder nacional no es la que solía existir en esos tiempos, Ahora dos o tres países regionales unidos pueden equilibrar fácilmente a Brasil (o a México).
Archivo de la categoría: Brasil
Chile : Que pasa en el barrio
La clave que determina la dirección que toman los análisis políticos y estratégicos de la región está dada por la respuesta a la pregunta: ¿estamos al final de un proceso de desarrollo económico que fracasó porque se aplicaron políticas erróneas, o estamos en el remanso de un ciclo de desarrollo que continuará avanzando porque se aplicaron políticas correctas?.
Dicho de otra manera dado que dos grupos de países eligieron políticas diferentes y divergentes, ¿quiénes seguirán avanzando y quiénes deberán enmendar rumbo empleando para ello tiempo y esfuerzo?. Los países que conforman Mercosur y el Alba, en definitiva los países del Atlántico y el Caribe, ¿estaban en el curso correcto hacia el desarrollo y la gobernabilidad?, ¿o los que estaban en el camino correcto eran los de la Alianza del Pacífico?.
Comienzo señalando que en mi opinión los países que estaban en el camino correctos eran los de la Alianza del Pacífico y los estaban en el error eran los del Atlántico (Mercosur y Alba) y que las evidencia así lo confirman.
Acaba de concluir en Caracas la entrega de la presidencia de Mercosur por parte de Maduro a Cristina Fernández. Esta entrega debió haber sido hecha hace seis meses. A nadie le importó mucho el atraso. Asistieron los presidentes de Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Evo Morales como observador. No hubo ni un solo acuerdo económico, solo declaraciones políticas, es decir Mercosur viene a sumarse a Unasur; Celac y la OEA como foro político. ¿Se necesitan mas espacios donde «hablar de política» o es ya hora de comenzar a “hacer desarrollo”?
Sin ser peyorativo, el panorama de Mercosur y de sus socios es un desastre: Venezuela, sede del encuentro, se debate en el desabastecimiento extremo y la inflación desbocada. La gobernabilidad es inexistente y las instituciones han sido destruidas deliberadamente. Maduro trata de sujetarse en el poder apoyado en los militares personificados por ¿su amigo? Diosdado Cabello.
Argentina está en su segundo default en 13 años. Su economía está colgando de la soja y el futuro es oscuro. Las instituciones, especialmente los partidos políticos, el Congreso y la Judicatura han sido demolidos, la corrupción es muy alta y las perspectivas de crecimiento son negativas. Cristina Fernández, en vez de agitarse para buscar la forma de pagar sus deudas, se aplica en descalificar al juez e insultar a los acreedores.
Brasil anuncia sucesivos recortes a sus expectativas de crecimiento, ya va en menos del 2% y puede terminar el año con una tasa negativa. Los anuncios de proyectos de inversión espectaculares se suceden uno tras otros pero no se concreta ninguno.
Sorprendentemente Dilma Rousseff leyó un discurso en que promovía la ampliación de la zona de libre comercio prevista por la Aladi para el 2019 la que se adelantaría para fines de este año. Esta iniciativa se debe a que también Rousseff está inquieta por la incertidumbre en su país. Su propuesta contó con el apoyo del presidente de Paraguay, Horacio Cartes. Que Cartes suscriba esa política tiene lógica, es miembro (observador) de la Alianza del Pacifico que también está en la línea de políticas económicas de libre mercado, .. pero Rousseff?, ¿qué le está pasando?
La nueva actitud política de Brasil refleja su urgente necesidad de comenzar a sacar a su economía del estancamiento y eso pasa por aproximarse a la Alianza del Pacífico formada por Chile, Colombia, México y Perú y distanciarse de los socialistas del siglo XXI, Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Uno de los problemas mas serios que está enfrentando Brasil –y su presidente- es la negativa de Argentina de incorporarse al libre mercado. Brasil lleva años tratando de firmar un acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea. El fracaso de Rousseff se debe a que Cristina Kirchner bloquea la negociación. Maduro, por su parte no acepta hablar del tema y el inefable Evo abomina de todo lo que signifique globalización, libre comercio e iniciativa privada. Venezuela y Argentina por su parte, padecen desequilibrios macroeconómicos de tal calibre que ni aunque quisieran podrían iniciar cualquier apertura. En cambio, el uruguayo José Mujica pide acordar cuanto antes con Europa.
¿Cuánto podrá resistir Mercosur y Unasur semejante divergencia en sus visiones del mundo y de la economía?. Los plazos se acaban, hay que actuar rápido, la economía se hunde y la gente se molesta. Creo que a mediano plazo veremos cambios profundos en los alineamientos regionales.
Mientras muchos huyen de Mercosur hasta ahora 25 Estados han solicitado participar como observadores de la Alianza del Pacífico, entre ellos Canadá, China, Japón y Estados Unidos.
Lagos y los muebles de Lula
Lagos y los Muebles de Lula
El 19 de junio, bajo el título «América Latina: dos océanos, una voz», el diario español El País publicó un artículo conjunto de Lula, ex presidente de Brasil y de Ricardo Lagos, ex presidente de Chile. Se trata de un alegato en pro de la integración regional.
Comienza señalando que “Asistimos a tiempos de convergencia en América Latina, sobre todo en Sudamérica. Puede que un individuo miope, viendo únicamente las encontradas tendencias ideológicas de nuestra región, pusiera en cuestión esta afirmación. Pero la verdad es que bajo la superficie se está desarrollando una identidad más colaborativa, que creará una identidad latinoamericana para el siglo XXI”.
Es una realidad indesmentible: El aumento de la movilidad de las personas y de la información nos está acercando cada día mas.
Desgraciadamente está movilidad no es pareja; los chilenos, mayormente personas de clase media y de bajos recursos, viajan mucho más que antes y lo hacen en gran número hacia otros países de Sudamérica. Los turistas argentinos siguen viniendo a Chile, menos que antes, debido a la deteriorada situación económica de su país, pero se mueven. Los brasileños que vienen siguen siendo los mismos de la clase alta que viajan a centros de esquí y practican turismo de alto costo. Los venezolanos que viene a Chile, son principalmente refugiados políticos que buscan paz y mejores condiciones de vida para sus familias. Cada día nos conocemos más, pero esas nuevas experiencia ocurren en diferentes países por diferentes razones, y producen en las personas diferentes efectos. Pero aun así, es efectivo que hay una corriente de fondo hacia la formación de una identidad con mayores elementos compartidos. La movilidad de la información está siendo restringida por crecientes controles y restricciones a la libertad de prensa, en Ecuador, Bolivia, Argentina y para que decir en Venezuela y Cuba.
Parece excesivo de parte de los autores del artículo descalificar como “miopía” el que algunas personas pongan en cuestión este avance hacia la integración al ver “únicamente las encontradas tendencias ideológicas de nuestra región” Si estuviéramos hablando de sociología podría ser una afirmación válida, pero si hablamos de política y economía no lo es. En efecto, ese mayor conocimiento mutuo por si solo no llevará a una “identidad cooperativa”. Chávez, líder venezolano fallecido pero presente en su país a través del Chavismo, de Maduro su heredero designado y de Diosdado Cabello representante del militarismo en el proyecto Bolivariano, piensan y actúan en dirección opuesta y precisamente por divergencias ideológicas, asi se desprende del “El nuevo mapa estratégico” en que se movía la Revolución Bolivariana expuesta por Hugo el 11 y 12 de diciembre del ¡2004!, reseñada por Marta Harnecker, su asesora marxista chilena: “En América Latina, vivimos un momento bastante interesante. En América Latina hay un gran forcejeo, es un forcejeo histórico de dos siglos por lo menos. Veamos el mapa de la América Latina y el Caribe. Vamos a mirar América del Sur. Se han venido definiendo dos ejes contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires. Ese es el eje sobre el cual corren vientos fuertes de cambio con mucha fuerza … Existe el otro eje, Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile, ese eje está dominado por el Pentágono, es el eje monrroísta y éste (muestra en el mapa) es el eje Bolívar, en referencia al eje Orinoco-Río de la Plata. Claro que la estrategia nuestra debe ser quebrar ese eje y conformar la unidad Sudamericana y creo que no es un sueño, creo que nunca antes en América se había dado una situación como ésta”.
Parece evidente que las diferencias ideológicas bloquean la integración regional.
Lagos fue el Presidente que el año 2000 rechazó el ingreso de Chile a Mercosur para poder continuar la política económica de apertura e integración global; que rechazó la invitación de Fernando Henrique Cardozo su amigo y presidente de Brasil y que fue capaz de apreciar la soberbia de Brasil que pretendía coartar la soberanía chilena prohibiéndole formar otros acuerdos comerciales por su cuenta, no es posible que ahora no pueda apreciar la realidad política y económica de Mercosur y de Unasur y no darse cuenta de que su aporte a la integración regional es nada.
Es particularmente curiosa la autocongratulación de Lagos / Lula respecto a la inauguración en Ecuador de una Escuela Suramericana de Defensa, “que plasma la existencia de una misma concepción de la defensa regional, ajena a injerencias o hegemonías externas” y define “políticas de defensa comunes que protejan nuestros recursos naturales y aúnen esfuerzos para que se nos reconozca como “zona de paz”. Esto es una revoltura de elementos militares con otros políticos que parecía haber sido dejada atrás con el desvanecimiento de la “Estrategia de Seguridad Nacional” ¿qué hacen los militares actuando según una estrategia militar regional participando (apoyando u oponiéndose) a las políticas económicas, de inversiones y ambientales de sus gobiernos?, y precaviéndose de “ingerencias y hegemonías externas” que solo pueden referirse al ya añejo “antiimperialismo yanqui”. En Chile parece impensable.
Los últimos quince años han visto el fracaso estrepitoso de las políticas populistas de izquierda y de los mercado regulados por aranceles externos comunes. Lagos tenía razón. Entonces: ¿Qué ha cambiado?.
Venezuela con una inflación del 60%, desabastecimiento de casi todo, endeudada con China por los próximos 15 años, con 45 estudiantes muertos en lo que va corrido de año por la represión armada de las protestas estudiantiles, Argentina columpiándose al borde la segunda quiebra en los últimos 20 años, Brasil tratando de deshacerse de un populismo apoyado en la bancarización y el endeudamiento de una naciente clase media y con una industria ahogada por el proteccionismo, la corrupción y la baja productividad. Eso es lo que ha cambiado. Después de un largo período de precios de sus productos de exportación increíblemente buenos, de mayorías parlamentarias sólidas y del apoyo de parte sustantiva del pueblo, esos gobiernos solo han producido miseria y demolición de las instituciones.
Y Lagos va en auxilio del populismo de izquierda que fracasó y un medio potente es apoyar a la elite política que dirige Brasil, el Partido de los Trabajadores y a Lula. Lagos está tratando de “salvar del incendio los muebles” de la izquierda latinoamericana, del PT brasileño y del mismo Lula, ya en bajada.
Y recurre al romancero latinoamericano, la integración voluntarista, pasando por sobre las realidades. No es posible que dos personas, aunque se quieran mucho, vayan juntas simultáneamente hacia Antofagasta y hacia Concepción.
Liderazgo Brasileño
Actualmente y en forma insistente, desde la izquierda del espectro político chileno llegan voces que exhortan a seguir o plegarnos al liderazgo brasileño. Seríamos una especie de “personaje en busca de autor”.
Una característica de esta atracción es que, en forma automática o inconsciente, descarta otras alternativas: aproximarse a México; o a Colombia; a ambos a la vez; a EEUU; a Argentina; formar un grupo con Perú y Colombia; organizarse en forma igualitaria con todos los países de la región que lo deseen; combinaciones de las anteriores u otras que usted podría imaginar. Parece que tuviéramos una sola opción: Brasil.
No fue así durante otros gobiernos de la Concertación; tampoco fue así durante el gobierno de la Alianza. Cabe preguntarse si estamos ante una atracción tardía por la ideología antiimperialista y nacionalista sudamericana que llevó a los “bolivarianos” primero a la cima y luego al descalabro; si es una atracción, también tardía, hacia Lula, Dilma y el Partido de los Trabajadores o si es la búsqueda de una posición subalterna que compense algún déficit de autoestima.
Sea alguna de esas u otra la motivación, cabría preguntarse si es que tal liderazgo brasileño existe, cuáles serían sus características y que beneficios obtendría Chile al refugiarse bajo ese alero.
Parece evidente que la asociación entre países de la región podría producir una situación en que nuestra voz nacional al ir acompañada de otros países que compartan nuestros intereses podría ser mas escuchada; también es una realidad que para Chile es mucho mas interesante ser “puerta” de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil hacia el Pacífico y Asia que ser un destino terminal. Las inversiones chilenas tendrían mas alternativas si pudieran ir en condiciones de seguridad hacia otros países de la región y que las de esos países pudieran venir a Chile. Pero todas estas posibilidades no se dan sin la existencia previa de condiciones que permitan su materialización y las políticas brasileñas, hasta ahora, parecen ir en otro sentido.
También es siempre mas grato tener vecinos amistosos que indiferentes o distantes.
En el caso de Brasil, habría que comenzar valorizando que significa ese país para nosotros, mas allá de lo comunicacional.
Chile tendría mas alternativas comerciales, de inversiones y políticas si contara con Brasil, pero si así no fuera, nuestro país podría seguir avanzando como lo ha hecho hasta ahora. Nada ni nadie nos amenaza de manera tal que nos haga necesitar un protector. Mas aun, la forma en que funciona actualmente el mundo, pone a nuestra disposición una amplia variedad de alternativas que encontrándose geográficamente distantes, en las condiciones de las comunicaciones actuales se han vuelto próximas y cercanas.
Brasil tiene una población muy grande, pero su PIB per cápita y el desarrollo de su capital humano es bajo. Su infraestructura es deficitaria y su gestión fiscal es lenta y adolece de algún nivel de corrupción. Esto señala que Brasil no está en condiciones de ayudar económica ni comercialmente a Chile. Simplemente carece de los recursos necesarios y sus propias necesidades absorben el total de sus recursos. Chile no tiene ninguna razón de peso para delegar parte de su soberanía en beneficio de Brasil ya que no obtendría nada a cambio.
El crecimiento de Brasil es el mas bajo de los BRICs. El incremento de su PIB en los últimos 2 años no alcanza al 2%, su inflación supera el 5% y las perspectivas no son que mejore, pudiendo incluso empeorar. Brasil es un país semi – industrializado, pero no es un país industrial. En otras palabras, es principalmente un exportador de materia primas –hierro y soja- las exportaciones industriales se han reducido sustancialmente, a niveles similares a los que tenía en 1978. México si lo es, los bienes manufacturados que exporta constituyen el 75% de ellos. Dado que tanto el hierro como la soja son enviadas a China, su dependencia de la marcha de la economía de ese país es casi total. Por último, su estabilidad interna está amenazada por dos factores muy difíciles de corregir: la corrupción política y las demandas insatisfechas de una semi – clase media que probó el acceso al consumo abundante y subvencionado y lo está perdiendo.
Brasil no nos puede ser indiferente, es un país extenso, poblado, con una cultura diversa y atractiva, con capacidad de exportar capitales privados, con una imagen relevante en el concierto de las naciones. ¿Lo constituye eso en un líder?. Creo que no, está mas cerca de poder ser un buen amigo y un socio que un líder ni menos ejercer supremacía sobre nuestro país.
En las actuales condiciones Brasil no tiene los recursos económicos para ser líder regional, no tiene el capital humano para ejercerlo y por su parte, los países de la región tiene alternativas desde donde obtener lo que necesiten, en todo orden de cosas; simplemente no cuenta con las capacidades necesarias para poder imponer sus conveniencias.
En definitiva, Brasil parece haber sido ser el caso de país “sobrevalorado y sobrevendido. Para Chile es un amigo conveniente pero no imprescindible.
Brasil ¿de regreso en el Planeta Tierra?.
El domingo 16 de marzo, en una entrevista a Marco Aurelio García, asesor internacional y estratégico de la presidencia de Brasil desde 2007, -es decir asesor tanto de Lula como de Dilma Rousseff-, el Profesor se expidió sobre una serie de materias relativas a la política exterior que aplicará el nuevo gobierno de Chile. La entrevista se titula “La Alianza del Pacífico no es relevante como se plantea”. Nadie podría estar en desacuerdo. La Alianza sería mucho más relevante a nivel regional y mundial si incorporara a toda Sudamérica. Pero el fondo del asunto no es ese, sino la factibilidad de hacerlo con las políticas ideologizadas y sectarias del Gobierno chavista; con los prejuicios y ambiciones de los geopolíticos delirantes de Brasil y con la discrecionalidad y corrupción que campea en Argentina. ¿Cómo avanzar hacia el desarrollo con políticas evidentemente fracasadas?.
Intencionada o inadvertidamente, García repite una sucesión distorsiones de la realidad protagonizada por Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina y se queja sin fundamentos. La realidad es bastante menos amistosa con Chile de lo que él sugiere.
El proyecto internacional de Brasil preparado como apronte para la reunión de ALCA en Quebec fue lanzado el 31 de agosto de 2000 bajo la premisa de que era necesaria una América del Sur más coordinada y unida. El Palacio de Ytamaraty a través de su Canciller Lampreia señaló en ese entonces que “Brasil estaba dispuesto a desempeñar un rol compatible con su tamaño y con el tamaño de su mercado y de su territorio». Después de describir un sombrío panorama de la situación regional, Lampreia concluía que “se requiere un urgente cambio de enfoque ya que si no se arregla primero lo político y la política, será difícil arreglar las diferencias del desarrollo económico y social. Debemos tener en claro que para Brasil el Mercosur es un peón y eso no basta y que el ALCA es una alternativa, no un destino». El 23 de mayo de 2001, la prensa bonaerense publicó un reportaje que señalaba: “La Política Exterior de Brasil sigue infisionada por las ideas rectoras de sus geopolíticos … de construir una potencia sudamericana territorial y marítima capaz de brillar con luz propia entre las grandes y poderosas naciones del mundo”. En breve, los líderes brasileños declaraban que para llegar a ejercer liderazgo regional y protagonismo mundial, requerían la creación de un instrumento político propio que le permitiera influir en el total de América del Sur para alinear a los países.
Por otra parte, los intelectuales brasileños, entre los cuales suponemos estaba Marco Aurelio García, arribaron a un diagnóstico geopolítico que, según lo señala Fernando Henrique Cardozo, en su artículo titulado “La diplomacia inerte de Brasil”“hubo un error estratégico … en la evaluación de las fuerzas que predominarían en el mundo y de la posición de Brasil en el orden internacional que se trasformaba. Nuestra diplomacia se guió por la convicción de que estaba surgiendo un nuevo mundo. La convicción implícita era que, posterior a la caída del Muro de Berlín, después de un breve período de casi hegemonía de Estados Unidos, asistiríamos a la corrección del rumbo.Siempre soñamos con un mundo multipolar en el cual los «grandes» tuvieran que compartir el poder y que nosotros, los brasileños, poco a poco nos volveríamos actores legítimos en el gran juego de poder global”.
El año 2003, Lula asumió como presidente de Brasil para permanecer en ese puesto hasta el 31 de diciembre de 2010, siendo sucedido por Dilma Rousseff. Los dos períodos de Lula, -acompañado de una potente alza de los precios de las materias primas-, le permitieron desplegar toda su simpatía y carisma acompañado de un aura de éxito económico y avance social. Lula saltó al estrellado. En pocas palabras, el gobierno de Brasil creía contar con un líder carismático que podía aprovechar la ventana de oportunidad y transformar a Brasil en potencia global. Era el momento.
El 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez fue elegido presidente de Venezuela. Tras la redacción de una nueva constitución, fue reelegido en julio del 2000 hasta el 2006. Dos años más tarde, el 11 de abril del 2002, fue objeto de un intento de golpe civil – militar que fracasó. Con posterioridad a esta crisis, su discurso se radicalizó aún más y prontamente se asoció con Lula, que se convirtió en su mentor e incondicional apoyo político. Lula decía a la prensa: «Chávez cuenta conmigo, cuenta con nosotros desde el PT [Partido de los Trabajadores, de Brasil], cuenta con la solidaridad de la izquierda, de cada demócrata y de cada latinoamericano: tu victoria será nuestra victoria», «Las clases populares nunca fueron tratadas con tanto respeto, cariño y dignidad”.
Los días 11 y 12 de noviembre del año 2004, siete años antes de la creación de la Alianza del Pacífico, ya en plena luna de miel con Lula, Chávez se explayó sobre “El nuevo mapa estratégico” en que se movía la Revolución Bolivariana. Respecto a América Latina señaló:
“Se han venido definiendo dos ejes contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires. Existe el otro eje, Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile, ese eje está dominado por el Pentágono, es el eje monrroísta … Monroe o Bolívar, este es el eje monrroísta y este es el eje Bolívar (muestra en el mapa). Claro que la estrategia nuestra debe ser quebrar ese eje y conformar la unidad Sudamericana”.
Es claro que Chávez y Lula, concordaban en que para “influir lo suficiente en América del Sur” había que quebrar o establecer el control sobre el eje Bogotá- Lima -Santiago de Chile, en vista a “enterrar el modelo económico, imperialista, capitalista”, como explicó Chávez el 4 de noviembre de 2005 en la III Cumbre de los Pueblos de América realizada en Mar del Plata.
Chávez creó Unasur y lo puso a disposición de Lula. El “instrumento” estaba listo.
En breve plazo tanto Morales con Bolivia y Ecuador con Correa fueron cooptados por una combinación de petrodólares e ideología populista. Con Perú falló la movida ya que Humala que resultó ser menos populista y más hábil de lo esperado: se sacudió a Brasil, controló a los activistas chavistas y avanzó por su cuenta dentro del camino trazado por su antecesor Alan García.
Siete años después del sinceramiento de Chávez, el 12 de abril del 2011, nace la Alianza del Pacífico que organiza formalmente a los países del “eje del Pacífico” identificado por Chávez como objetivo a ser dominado o quebrado. Se puede apreciar que más que una acción excluyente, la creación de este referente libremercadista y globalizado constituye un movimiento reactivo de autoprotección ante el activismo del eje Orinoco, Amazonas, Rio de la Plata o “eje del Atlántico” de Hugo.
En esos mismos años el Mercosur, transformado en el reñidero entre Brasil y Argentina, no resistía mas el déficit fiscal, las subvenciones y la corrupción, y Venezuela sobre extendida en dádivas y “aportes”, endeudada y con su industria petrolera destruida, comenzaban a dar claras muestras de agotamiento. El año 2014, en Venezuela y Argentina el populismo estalla en cámara lenta pero inexorable. Venezuela se aproxima al auto golpe de estado o a la guerra civil, en medio de la quiebra económica, la violencia, el desabastecimiento y la rabia popular, y responde a las demandas de los estudiantes con balas y grupos de choque en motocicletas. Argentina en medio de una crisis económica dramática, con inflación, estancamiento y crisis macro económica vuelve en busca de crédito al Banco Mundial, el Club de París y al odiado Fondo Monetario Internacional.
Agotada la política de estímulo al consumo y subsidios directos, cuyo epílogo estamos viendo en estos días, Brasil busca ansiosamente como salir del atolladero político en que se metió, haciendo como que no se da cuenta de lo que pasa en Venezuela y tratando de zafarse de Maduro, los Castro, Ahmadineyad, Erdogan, El Asad y otras joyitas.
Volvamos a la entrevista de García. Consultado el año 2014 respecto a que espera la administración de Rousseff de la política exterior de Bachelet, cándidamente responde: “Queremos dar una importancia muy grande a la relación con Chile y no separar a América del Sur en Atlántico y Pacífico”. Parece una declaración increíble. Recuerda la fábula del zorro y las uvas: Un zorro que vagaba por el campo muerto de hambre, encuentra un racimo de uvas colgando de un árbol, luego de infructuosos intentos por alcanzarlo, se aleja murmurando: ¡No importa, total, las uvas estaban verdes!.
Revisado el desarrollo de los acontecimientos no cabe duda que hubo alejamiento en la región y que se produjo debido a que Colombia, Perú y Chile se negaron a incorporarse al fallido intento populista del eje “bolivariano” y prefirieron seguir por su cuenta aplicando las políticas económicas y de integración a la economía mundial que les estaba resultando exitosa. Si hubo maniobras sectarias y excluyentes corren por cuenta de Chávez, Lula/Rousseff y los Kirchner, que azuzaron a Bolivia contra Chile e intentaron marginar a nuestro país para forzar su ingreso a su “eje”.
Si ahora Brasil está tratando de deshacerse del fallido intento de política económica proteccionista y populista, bienvenido, pero falta más; es imprescindible que abandone su ideología imperialista decimonónica. Para el Brasil petista la democracia es una suerte de comodín que unas veces se defiende y otras no, dependiendo de quién se trate, en el caso de los hermanos Castro y de Maduro, la cláusula democrática es una minucia intrascendente, no así en Paraguay. Este pragmatismo le causa daño a su imagen internacional.
Sería muy positivo reencontrarnos con Brasil y Argentina de vuelta en el planeta Tierra si es que Brasil comprende que la “potencia emergente” no es Brasil, sino la Alianza de Países de esta Región.
Desde nuestra perspectiva chilena ¿por qué cambiar un amo imperial que es rico, tiene intereses mundiales y está lejos; por otro que es pobretón, provinciano y está encima todo el día?.
La idea de Marco Aurelio García de un ABC incluyente -con Colombia y México-, si es cierta, parece ir en la dirección correcta.
Brasil entre Cardozo, Lagos y Bachelet
Un reciente artículo de Fernando Henrique Cardozo bajo el título “Cambiar el rumbo de Brasil”, ofrece una visión de una alternativa que permite ser optimista, no solo respecto a su futuro sino también respecto al rol de su país en la región. Cardozo, de 82 años de edad, es un sociólogo, cientista político y profesor universitario. Como mandatario su gobierno aplicó políticas neoliberales y redujo la inflación hasta el 5%. Consiguió un importante aumento de la inversión extranjera. Tuvo dificultades para controlar el déficit fiscal y el comercial y la reducción del precio de las exportaciones y luego la crisis económica de Rusia afectaron severamente a la economía de Brasil y el crecimiento no fue el esperado. Se vio en la necesidad de devaluar la nueva moneda, el Real. La economía comenzaba a recuperarse cuando se produjeron elecciones presidenciales, en la que su candidato, José Serra, perdió a manos del Partido de los Trabajadores (PT) de Inacio “Lula” da Silva. Cardozo es considerado un líder intelectual de su país.
Él resume así su propuesta: «La política exterior brasileña debería abrirse al Pacífico, estrechar relaciones con Estados Unidos y Europa, establecer múltiples acuerdos comerciales, no temerle a la competencia y ayudar al país a prepararse para ella…».
Su diagnóstico se basa en las siguientes premisas: “El gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), sin decirlo, le apostó todas sus fichas a la «declinación del Occidente»: de la crisis surgiría una nueva situación de poder en la cual los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el mundo árabe y lo que sería el antes llamado Tercer Mundo tendrían un papel destacado. Y Europa, abatida, haría contrapunto a un Estados Unidos menguante”.
“No es eso lo que está sucediendo: los estadounidenses salieron adelante … logrando además un fuerte arranque en la producción de energía barata”, “los próximos decenios serán de «coexistencia competitiva» entre los dos gigantes, Estados Unidos y China, con partes de Europa integradas en el sistema productivo estadounidense y con las potencias emergentes, como nosotros mismos, México, Sudáfrica y tantas otras, en busca de espacios de integración comercial y productiva para no perder relevancia”.
“Es obvio que la política exterior brasileña tendrá que cambiar de foco, abrirse al Pacífico, estrechar relaciones con Estados Unidos y Europa, establecer múltiples acuerdos comerciales, no temerle a la competencia y ayudar al país a prepararse para ella. Brasil tendrá que volver a asumir su papel en América Latina, hoy disminuido por el bolivarianismo prevaleciente en algunos países y por la Cuenca del Pacífico, con la cual debemos integrarnos, pues no puede ni debe ser vista como excluyente del Mercosur.
No debemos quedar aislados en nuestra propia región, vacilantes ante el bolivarianismo, abrazados a la irracionalidad de la política argentina -que ojalá se reduzca- y poco preparados para la embestida estadounidense en el Pacífico”.
Por su parte, Ricardo Lagos, ex Presidente de Chile y amigo personal de Cardozo, en un artículo aparecido en Agosto del 2012, expresa una posición muy similar: “Es necesario hacer un análisis más en profundidad. Y esto con dos afirmaciones previas: ni Brasil puede emprender su trayectoria global desligándose de su entorno, en especial con América del Sur, ni los países de la Alianza del Pacífico pueden construir una relación eficiente con el otro lado del océano sin expresar que también buscan ser puente de países como Brasil, Argentina y otros”… “el peso de Brasil es importante en el mundo por sí solo, pero lo es mucho más cuando el mundo ve a través de Brasil la expresión de un gran subcontinente como es América del Sur””.
“Pero también está la otra realidad: el siglo XXI es el siglo del Océano Pacífico. Allí están ahora las grandes corrientes del comercio mundial, los flujos financieros principales y los países de crecimiento más rápido. Aquí está el despertar de ese gigante que es China y un poco más atrás, la India. La historia muestra cómo el devenir de la humanidad se ha dado en torno de mares y océanos. Y ello ha favorecido a los países o puertos ribereños, pero siempre cuando entendieron que su sentido estratégico estaba en ser puerta de entrada, vínculo o puente con los que estaban más allá de esa geografía cercana al mar”.
Son diagnósticos y propuestas que comparto en gran medida ya que no solo darán profundidad estratégica y volumen comercial a Chile sino que también favorecerán el crecimiento y la estabilidad de Brasil y podría contribuir a su inserción en el contexto regional sudamericano en una forma positiva.
Por otra parte, el programa de gobierno de Bachelet se expresa en términos muy similares a los de Cardozo y Lagos y no podía ser de otra manera considerando la fuerte influencia de ambos sobre la intelectualidad de izquierda en Chile y Latinoamérica. Pero aquí hay una diferencia crítica: los dos primeros son políticos que plantean una alternativa de integración y participación regional en el Pacífico desde una perspectiva académica, especulativa; en cambio el programa de gobierno de Bachelet, se presume que señala una “estrategia” una “hoja de ruta”, una “secuencia de acciones para alcanzar un objetivo”, lo que exige la existencia de ciertas condiciones para que ellas sean factibles.
La primera condición es que Brasil abandone las políticas económicas que lo llevaron al fracaso y “cambie el foco” como lo señala Cardozo. Aun cuando hay fuertes críticas a la estrategia “antimperialista” del PT como la que publicó el editorial del periódico O Globo -«No se sabe hasta cuándo Brasilia estará pasiva, en nombre de un proyecto ideológico de montaje de una barrera en América latina contra el «imperialismo yanqui», un delirio. Al final, Juan Domingo Perón y Getulio Vargas lo intentaron, en la década del 50, y no dio resultado»-, lo más probable, desgraciadamente, es que las próximas elecciones las gane Dilma Rousseff y que las políticas económicas brasileñas cambien poco o nada.
Una segunda condición es que Brasil abandone toda pretensión de incorporarse a la Alianza del Pacífico a la cabeza de Mercosur. Esta es una solicitud inadmisible. La Alianza del Pacífico rechazó el ingreso de Mercosur pero dejó abierta la puerta para que “los países que integran Mercosur” se incorporaran individualmente. Brasil y México ciertamente son las mayores economías de América Latina, pero ningunos nde los dos puede pretender tener súbditos sometidos a su voluntad. Pueden aspirar a tener socios, respecto a los cuales cooperar y liderar, pero siempre en un esquema de respeto mutuo. Algunos brasileros entienden el problema: “O Estado de S. Paulo anticipó que Rousseff recibirá un pliego de recomendaciones para negociar con la Alianza del Pacífico, y para reformular el Mercosur, eliminando el arancel externo común y permitiendo a cada socio la estrategia que considere más ventajosa”, pero también hay políticos brasileños como el inefable Marco Aurelio García, que no parecen entender la diferencia.
En los organismos del Pacifico los compromisos son libremente adquiridos y son para conseguir fines específicos que interesan por igual a todas y cada una de las partes involucradas. Los acuerdos no se toman por mayorías sino por consensos y no van más allá de los propósitos establecidos en cada acuerdo, sin ampliarse a la intervención en los asuntos internos de los estados miembros. Es uno de los grandes valores asiáticos que permite la cooperación entre países diferentes en tamaño, poder y regímenes políticos que los chilenos hemos aprendido a respetar. La base de las organizaciones del Pacífico es que los que participan lo hacen como “países” y no llegan como “grupo” y menos algún país llega como “líder de un grupo”, como es la forma con que Brasil pretende asegurar su preeminencia y poder. Los “Building Blocks” acá no corren.
Brasil y Argentina deben también hacer abandono de su idea de «Sudamérica» como un concepto internacional predominante por sobre el de «América Latina». Esta clasificación, que aspira al aislamiento de México, es la premisa a partir de la cual Brasil intenta armar su liderazgo regional. Ahora, a través de la Alianza del Pacífico, México vuelve para quedarse y si puede no ser bueno para Brasil, claramente aumenta el peso de la región en su conjunto.
El colapso de los proyectos populistas, en su versión chavista en Venezuela, petista en Brasil y del “modelo K” en Argentina, abren paso a una posibilidad que puede ir armándose y adquiriendo solidez en los próximos años. El mensaje de Cardozo es particularmente esperanzador, pero no es el único, en Argentina también han surgido análisis similares a los de Cardozo y proyectos nacionales en esa misma línea.
Pero por ahora son solo deseos, cuando esos grupos políticos alcancen el poder y adopten las conductas correspondientes, será hora de hablar en serio sobre su incorporación a la Alianza del Pacífico.
Por ahora nuestra política exterior debe tratar con las situaciones como son.
Relaciones frías y distantes
Desde hace algunas semanas diversos medios periodísticos han estado acogiendo y difundiendo un tipo de análisis de las relaciones exteriores de Chile que se parece mucho a una campaña de desinformación.
Un resumen comprehensivo y completo de los argumentos presentados por la izquierda fue expuesto por Luis Maira, que fuera embajador en Argentina. Al término de su exposición ante el Consejo Chileno para las RR.EE., al cual a la prensa no tuvo acceso, Maira le planteó directamente a Piñera las críticas que la diplomacia vinculada al «Acuerdo Político Programático Nueva Mayoría»ha realizado a la política exterior del actual Gobierno. En ausencia de una fuente neutral, tendré que referirme a la versión de Carlos Ominami, que comparte el análisis de Maira.
Según la prensa Ominami reveló que quedó planteada una controversia, “hay una diferencia importante de apreciación entre el balance que hace el Presidente y el balance que hacemos muchos otros”. Maira habría dicho que «si uno hace un balance a la evaluación de América del Sur, nos vamos a encontrar con que hay un conflicto con Perú, tenemos un conflicto abierto con Bolivia, perdimos una relación privilegiada con Ecuador, tenemos las relaciones más o menos congeladas o en un bajo nivel con Brasil y Argentina».
Es un análisis difícil de entender, sobre todo proviniendo de una persona que ha tenido una función diplomática
En efecto, si revisamos los dichos de Maira, encontramos que en su primer juicio, -la existencia de un conflicto con Perú-, podemos constatar que éste tiene una larga data y que su agudización ocurrió, precisamente, durante el gobierno anterior, de Bachelet, en el cual Maira jugó un importante papel. La pretensión de los diplomáticos de izquierda de agudizar el conflicto con Perú mediante una actitud hostil, por su “comportamiento inamistoso” –que lo fue, y mucho- hoy nos tendría enfrentando un epílogo jurídico -al que nunca debimos haber llegado-, en medio de una fuerte tensión internacional. Si Maira creía que resolver este conflicto por las armas era la solución, pudo haberlo expuesto en su momento. No lo hizo. Las bravatas no ayudan a nada, sobre todo las bravatas después de la crisis. Por lo demás, si de acuerdos estratégicos se trata, Maira debe recordar que Perú firmó un acuerdo estratégico militar con Gran Bretaña, como reconocimiento a ese país por no bloquear el acceso de sus buques a las Falkland. Al revés de Chile que se ha sometido a todos los caprichos y exigencias de la familia Kirchner y se ha distanciado de un verdadero amigo, Gran Bretaña.
Respecto al “conflicto abierto con Bolivia”, también es de larga data. El gobierno de Bachelet intentó controlarlo mediante la “Agenda de los 13 puntos, sin exclusiones”, que concluyó en una sorprendente y casi secreta oferta de un enclave en territorio nacional, que además de provocar a Perú sin oficio ni beneficio, no contribuyó en nada a mejorar las relaciones con Bolivia. Por el contrario, el reto de Morales a Bachelet de que no acreditaría como socialista si no se retiraba de la Alianza del Pacífico, es toda una muestra de lo bajo del nivel a que llegaron las relaciones bilaterales. El gobierno de Piñera mantuvo “relaciones distantes” con Bolivia, que probablemente sea lo mejor que se pueda lograr con el Chamán de Bolivia.
“Perdimos una relación privilegiada con Ecuador”. Si alguna vez lo fue, con Correa eso no existió. Correa está movido, primero, por una ideología socialista anticuada y dogmática, intentó y logró estrujar a Chávez y lo secundó en su apoyo a las FARC de Colombia. Negó a Chile tres veces, igual que otro célebre personaje. Y lo más trágico es que fue ingrato y mal amigo con Chile antes y durante el gobierno de Piñera, antes incluso a que Perú decidiera arrastrarnos a La Haya.
Las relaciones con Brasil son las de siempre. A ratos Brasil parece querer súbditos y no amigos las reiteradas visitas de Aurelio García a dar instrucciones asi lo parecen.
Chile hace lo que ellos quieren o dejan de “amarnos”. Es oportuno recordar que su primera y gran rabieta fue por el no ingreso de Chile al Mercosur, durante un gobierno de la Concertación, en circunstancias que los presidente de ambos países eran ideológicamente cercanos y amigos. Así fue y así sigue. Ahora su molestia fue exacerbada por la Alianza del Pacífico. Esta comenzó siendo ninguneada y dejada de lado, pero como continuó avanzando cundió la frustración. Pero eso es problema de Brasil, cuando se les pase, las relaciones mejorarán. En mi opinión Brasil es un caso de marketing demasiado exitoso. La izquierda local saca a colación el viaje de Dilma Rousseff a Lima para formar un “acuerdo estratégico” con Perú. Brasil y todos los países de la región se lo pasan firmando acuerdo estratégicos, es la política de los gestos, la política de las palabras que nunca se materializan en nada. Brasil le dio cuerda a un acuerdo estratégico firmado con Perú hace como diez años donde nunca pasó nada, ahora lo sacan del cajón, lo firman de nuevo y listo. Y los chilenos se alarman.
Brasil tiene un gravísimo problema de infraestructura. Los camiones hacen filas de 40 kilómetros para entrar al puerto de Sao Paulo, no está para construir una carretera trans – amazónica si ni siquiera pueden construir un ferrocarril entre Rio y Sao Paulo. Es cierto las izquierdas son grandes amantes de los gestos y los dichos, pero un poco de realismo nunca sobra.
La política exterior de Argentina es un caso aparte. Tabaré Vásquez, de Uruguay, izquierdista de credenciales incuestionables fue arrinconado y “apretado” por Kirchner con todas las de la ley por lo de las plantas de celulosa en el río Uruguay. Una patota financiada por el gobierno argentino mantuvo bloqueado el acceso al puente binacional en Gualguaychú causando un enorme daño a la economía uruguaya. El tema siguió con José Mujica: teniendo que elegir entre dos desgracias es célebre su preferencia por “El Tuerto” que por “La Vieja”. Cristina peleó con Dilma, con la UE, con España, con EEUU, con Gran Bretaña. Estoy seguro que el Maira recuerda los tristes días en que Argentina desconoció los contratos de venta de gas a Chile, que además hizo con malos modales y con mentiras. La verdad es que con la Argentina de los Kirchner es mejor tener una relación fría que no una caliente como la que ellos tienen con medio mundo. Lo mismo vale para Maduro de Venezuela.
Para la izquierda chilena Colombia y México no cuentan como amigos. Pura ideología.
Es cierto que los chilenos tenemos mala memoria y no somos muy vivos, pero, por favor, no abusen. Por lo demás, el que Chile fuera elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indica que no está aislado, ni carece de liderazgo ni buena imagen internacional.
El Profesor García vino de Brasil
Hace algunos días Aurelio García, El Profesor, poderoso asesor estratégico y de política exterior de la Presidente de Brasil, Dilma Rouseff visitó nuestro país. En cuanto a las criticas brasileñas hacia la Alianza del Pacifico nos informó que “Nuestra actitud es respetuosa respecto a todos los proyectos de integración. La alianza es un proyecto económico al que no le ve tanta relevancia porque los acuerdos preexistente entre los países que integran la Alianza no permiten que esta les agregue muchas cosas a las que había de antes”. “Si se tratara de un proyecto político ahí si estaría un poco preocupado. Ya hubo declaraciones de Mandatarios de países de la Alianza que decían que era un poco de contención de Unasur, si es así es malo”. “Nosotros no queremos una integración puramente comercial por una sencilla razón: solamente beneficiaría a Argentina y Brasil porque somos dos grandes economías que tenemos una pauta de exportación muy diversificada, y no queremos vecinos débiles sino fuertes. Si queremos un proyecto de integración de la región debe ser equilibrada … Queremos un América del Sur fuerte, industrializada, interconectada, con carreteras. Hay proyectos de interconexión incluso del Atlántico al Pacifico, uno pasando por Perú, que ya está listo. Y el otro es el que vamos a inaugurar muy pronto con Argentina, Bolivia y Chile. Hay una idea de una carretera que salga de Brasil pase por Argentina y llegue a Chile por un túnel a través de la cordillera, explicó. García destaca que como país buscan una alianza con valores ideológicos, como democracia, pero que no involucre modelos económicos”.
El Profesor es fiel a si mismo y no cambia su discurso, pero se equivoca: En los proyectos de integración lo que se escribe no es relevante, lo que se hace si lo es y en este sentido, la Alianza avanza en hechos a una velocidad que el Mercosur nunca tuvo.
Todos los acuerdos entre países son políticos. Algunos con más énfasis en la seguridad, otros en la economía y otros en la ideología. El Mercosur privilegió esto último y la Alianza, lo segundo, la economía, pero no puede haber Pactos entre países que tengan diferente “visión de mundo”, o ideología. En ese sentido, tanto el Mercosur como el Pacto del Pacífico, tienen una base política innegable. La diferencia entre uno y otro es si son excluyentes e incluyentes. El Pacto del Pacífico heredó las más valiosas de las características de sus socios Asiáticos: el pragmatismo, la inclusividad y la concreción alejándose de la retórica inútil habitual en Latinoamérica, convirtiéndose en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial, y de proyección al mundo, con especial énfasis en Asia-Pacífico. Articulación política para lo grande, no para presuntos liderazgos para asuntos anecdóticos. En este sentido la Alianza es un pacto para dar lugar a un área de integración profunda para avanzar progresivamente hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Para impulsar un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de las partes, con miras a lograr un mayor bienestar, la superación de la desigualdad socioeconómica y la inclusión social de sus habitantes. En esto coinciden las autoridades económicas y políticas de Chile.
Es evidente que al analizar la integración desde una perspectiva estatista, El Profesor pierde la clave del asunto. El tamaño y la presunta “pauta de exportación muy diversificada”, -que no es tal-, tanto de Brasil como Argentina, al comerciar con el Pacto del Pacífico no lo harían solo con las economías y los productos locales. Por ser un pacto de libre comercio, entrarían a competir con todos los socios del Pacto, estén donde estén y sean de tamaño que sean. En nuestro caso, entrarían a competir con la industria chilena y también con la de India, China y EEUU, entre muchos otros con los que Chile tiene acuerdos de libre comercio. No hay magia, solo competencia, y eso beneficia a los consumidores mientras el proteccionismo beneficia a los empresarios –en especial a los que tienen amigos en el gobierno-, y eso de que las economías cerradas protegen a los trabajadores locales es un cuento, por algo Chile está cercano al pleno empleo y sin dar subsidios para inflarlo artificialmente.
Los consumidores chilenos ya conocen los bienes de tecnología actual, de buena calidad y precios razonables, no será posible convencerlos que compren artículos malos, caros y anticuados para favorecer el “nacionalismo sudamericano” ni dar sustento al desarrollo industrial de Brasil volviendo a una unión aduanera estatista y asimétrica. Los acuerdos de “industrialización protegida” son, precisamente los que apuntan al imperialismo, mucho más que los de “libre comercio”.
Por último, lo de la interconexión. El profesor ve la interconexión como un asunto de carreteras y ferrocarriles, -se quedó en el pasado- no debe olvidar el transporte marítimo ni el aéreo: el primero para transportar grandes volúmenes a bajo precio y el segundo para llevar personas y productos de alto valor, en forma rápida y expedita. En nuestro país el transporte aéreo de personas ha aumentado más que en ningún país de la región, por lejos.
El Profesor, una vez más, nos promete carreteras transcontinentales, lo viene haciendo desde hace años. La realidad es que el atraso de la infraestructura de transporte en Brasil es el cuello de botella que junto a la baja productividad tiene estancado al país. Asistimos a una lluvia de proyectos mamut, ferrocarril San Pablo – Río; 800 aeropuertos; carreteras cruzando todo el territorio brasileño … y nada. Si no pueden concretar sus proyectos nacionales, ¿podrán embarcarse en proyectos gigantes transcontinentales con una argumentación geopolítica decimonónica y casi sin sustento comercial?. Brasil, gran productor mundial de soja, tiene de colas de camiones cargados de hasta 40 kilómetros de largo esperando para entrar al puerto de Santos así parece un poco prematuro pensar en un proyecto “ … de una carretera que salga de Brasil pase por Argentina y llegue a Chile por un túnel a través de la cordillera”. El ranking del World Economic Forum ubica la calidad del transporte interno de Brasil en el puesto N° 114 de 148 países.
Luego viene el Trans Pacific Partnership (TPP), estamos avanzando en ello, y rápido. Ese es el camino correcto, si El Profesor quiere participar, adelante, pueden partir como observadores y si en el futuro se deciden por una economía abierta y competitiva, ¡¡ bienvenidos !!.
Brasil – El fin de otro milagro
El optimismo brasileño no necesita mucho para estallar de júbilo, pero el año 2011 tuvo motivos más que suficientes. La cosa venía desde antes: El año 2007 ya hubo un primer motivo, la FIFA designó a Brasil como sede de la Copa del Mundo de Fútbol de 2014. En Octubre del 2009 se eligió a Rio de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, a fines del 2011 la situación era simplemente espectacular: Ese año la economía de Brasil superó en tamaño a la de Gran Bretaña y se convirtió en la sexta economía del mundo; a fin de año, tras el anuncio de que el desempleo había alcanzado su mínimo histórico mensual (5,2%) y que el salario mínimo aumentaría de unos 300 a 340 dólares, miles de cariocas y brasileños celebraron con botellas de champagne francés importado.
Pocos días después, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), reveló que, debido a la crisis internacional, el país había crecido tan sólo un 2,7%, menos que las expectativas oficiales que proyectaban una expansión económica de alrededor de 3,5%, y muy lejos del crecimiento del 7,5% de 2010. El sector industrial cerró el año con un crecimiento de tan sólo 0,3% en relación con 2010, cuando se había expandido al 10,5%.
La tasa de interés llegó a estar en el 12%, lo que atrajo grandes cantidades de dinero especulativo, sobrevaluó el real, -la moneda local-, encareció los productos nacionales y redujo el costo de los importados. Las únicas exportaciones que sobrevivieron fueron las materia primas (70%), dañando severamente a la industria local y la inflación aumentó al 6,6%. El Banco Central comenzó a reducir la tasa de interés, pero la industria siguió mal: en enero 2012 el crecimiento se redujo a un 2,1% y, pese a una leve recuperación en febrero (1,3%), la producción industrial en los últimos doce meses registró una caída del -1%. Así, comenzó a tomar fuerza la sensación de que Brasil había llegado al límite de su capacidad de crecimiento y comenzaron las preguntas de qué pasaría ahora.
La corrupción venía fuerte y terminó haciendo que Dilma sacara a siete ministros, y no involucró al mismísimo Lula solo porque era demasiado popular y nadie se atrevía a hablar de su enriquecimiento vertiginoso y descomunal.
En marzo del 2012, Romario ex futbolista y diputado, en su cuenta de Facebook, alertó que el Mundial de 2014 iba a significar «el mayor robo de la historia» por la mala gestión de los políticos: «Esta payasada va a empeorar cuando falte un año y medio para el Mundial. Lo peor está por venir porque el Gobierno dejará que ocurran las obras de emergencia, las que no necesitan licitaciones. Ahí va a ocurrir el mayor robo de la historia de Brasil», «Es una mentira descomunal! y vamos a pasar vergüenza”. Romario el mejor jugador del mundo de 1994, invitó a los brasileños a manifestarse para exigir a los políticos «más seriedad y responsabilidad» en cuestiones importantes como el Mundial.
El ministro de Economía, Guido Mantega, repite como mantra que Estados Unidos, la Unión Europea y China impulsan políticas monetarias expansionistas para solucionar sus dificultades financieras y económicas y que es eso lo que complica a Brasil. Los empresarios no concuerdan y aseguran que «La crisis de la industria es grave y de larga data, no coyuntural. Es una crisis de competitividad que se arrastra desde hace tiempo y que el contexto internacional desnudó». «En los últimos años se puso demasiado acento en el consumo como motor del crecimiento, y no se les prestó atención a las deficiencias estructurales de la industria.» Hoy, la tasa de inversión de Brasil es de apenas 19,3% del PBI. “Es necesario aumentar la competitividad de nuestros productos y servicios; no podemos seguir con la oferta de poca calidad que tenemos».
Pero la ausencia de realismo continuaba: el 2012 “la sexta economía del mundo” anunciaba que emprendería un fuerte rearme acorde a su nuevo peso económico y para darle mayor proyección a su influencia internacional. Se anunció un Plan de Articulación y Equipamiento de Defensa (PAED) con unos gastos de inversión en armamento y equipos estimados entre 30.000 y 35.000 millones de dólares. Desde el 2010, mediante una enérgica campaña comunicacional había sido impuesta (y recogida) en muchos círculos políticos regionales -y obviamente brasileños- la imagen de un “Brasil potencia”, el mismo “Profesor” García nos anunciaba: “Brasil es un gigante que por fin despierta”.
Un analista internacional, en esas mismas fechas comentaba sorprendido: “la combinación de una moneda cara, la euforia de los inversionistas extranjeros, el aumento del consumo y los cuellos de botella que existen para satisfacer una demanda que crece aceleradamente hace que todo sea más caro. Brasil, que sigue siendo una nación muy pobre, es actualmente uno de los países más caros del planeta”.
La droga por su lado seguía su avance por su cuenta y por completo alejada de los sueños de “El Profesor”. O Globo entrevistando a “Marcola” Primer Comando de la Capital (PCC) -una banda de narcotraficantes- consigna: “Soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada.
¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las favelas en las montañas o en la música romántica sobre “la belleza de esas montañas al amanecer” …
Ahora somos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social. O Globo: Pero la solución sería… Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error. ¿Vio el tamaño de las 560 favelas de Río? ¿Anduvo en helicóptero sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta “conference calls” entre presidiarios…) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría un cambio psico-social profundo en la estructura política del país.
O sea: es imposible. No hay solución. O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?
Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo desde aquí mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas.
Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.
La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.
¿Ustedes, intelectuales, nos hablan de lucha de clases, de ser marginal, de ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país.
No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es otra lengua.
Está delante de una especie de post-miseria.
La post-miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes”.
Con la inflación sobre el 6% y con los intereses en alza, los consumidores se han ha concentrado en la alimentación. La industria en vez de crecer, bajó un 0,3% y sigue parada a pesar de todos los subsidios y rebajas de impuestos a los electrodomésticos y automóviles concedidas por el Gobierno. Con bajo consumo, el crecimiento industrial solo puede venir de las inversiones
En Brasil constantemente se anuncia proyectos gigantes que nunca se materializan principalmente debido a la corrupción y la ineficiente administración pública. Según el diario Fohla de Sao Paulo cercano al gobierno: “El Gobierno debe centrar sus energías en conceder a la iniciativa privada las obras de infraestructura. Más que recuperar el exasperante atraso en las concesiones de aeropuertos y carreteras ya prometidas, es necesario escudriñar el país en busca de oportunidades para la privatización”. Se trata, dice el editorial “de una verdadera limpieza preliminar que entregaría la casa en orden al próximo gabinete, con Dilma Rousseff u otro gobierno”. Es decir, abandonar la política socialista de Lula y su Partido de los Trabajadores y acercarse a la de Fernando Henrique Cardoso y su abominable sistema de libre mercado e iniciativa privada.
Desgraciadamente para Brasil “faltó pista”, la impaciencia de la población estalló antes que se tomaran las medidas adecuadas. Esperemos a ver el epílogo. Lo que ya queda claro es que El Profesor es un ser arcaico, un resabio de un socialismo añejo, utópico, elitista e imperialista y que Dilma y Lula quedaron como reliquias de una alternativa inviable, desprestigiada por su inoperancia, corrupción y utopismo sesentero. Otro milagro brasileño que fracasa.
La Alianza del Pacífico y Brasil – Las uvas estaban verdes
El 25 de abril de 2011, Marco Aurelio García, asesor de la Presidencia de Brasil para temas internacionales, expresaba su escepticismo frente al proyecto de Chile, Colombia, México y Perú hasta ese momento llamado Área de Integración Profunda (AIP) -actual “Alianza del Pacífico”- en esos momentos en sus inicios: «Para saber cuál será la trascendencia de ese bloque, deberíamos aguardar las elecciones del 5 de junio en Perú. Cualquier decisión allá tiene validez de dos meses», aludiendo al cambio de mando en el Perú después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, y señalaba también que durante su visita a Bogotá en febrero de ese año, había hecho una invitación a Colombia para que ingresara al Mercosur, y destacaba: “yo no veo a Colombia intentando crear una alternativa a la Unasur o al Mercosur». También hizo algunos comentarios irónicos respecto a que Chile debería estar prestando más atención a las marchas estudiantiles que ocurrían en esas fechas que a ese proyecto sin destino.
El 20 de junio recién pasado, ante acusaciones en la comisión de RREE de Brasil respecto a que los juicios de Marco Aurelio García eran superficiales y no consideraban las implicancias geopolíticas, económicas y comerciales para el país, el ministro de RREE Antonio Patriota retrucó que el nuevo bloque era solo un “éxito de marketing sin contenido real y que replicaba acuerdos anteriores sin materializar avances nuevos”, “es solo un nombre nuevo para una situación que ya existe, el libre comercio entre todos los países”. Según su apreciación “el nuevo bloque no tiene potencial de integración física como otros bloques latinos y argumentó que las metas de la Alianza no se materializarán de la noche para el día”.
Según Patriota, Mercosur no tiene nada que temer de la Alianza: “otros países de la región desean adherirse al Mercosur, lo que es una confirmación de la fuerza de ese bloque”. Recordó que Venezuela fue la última nación en firmar el protocolo y que Bolivia ya manifestó su interés. Los únicos que todavía estaban fuera de contacto – Guyana y Surinam – ya se hicieron socios. “Esto representa interés en participar de una historia de éxito, porque nadie quiere adherir o asociarse a un proyecto que no marcha bien” –comentó.
La Comisión hizo varias críticas: Se consideró que Mercosur estaba “paralizado y pasado de moda” y que Brasil debiera haber aprovechado la formación de la Alianza del Pacífico para jugar su peso a favor de la esperada integración continental en el marco de Mercosur. Se criticó la falta de avances en acuerdos de libre comercio con otros países y bloques. En respuesta a por que Brasil dejó de intentar su participación como observador en la Alianza del Pacifico, el ministro dijo que esta participación se haría a través del Mercosur (lo que, como sabemos, fracasó). Se concordó en que el Mercosur tenía que seguir siendo la prioridad diplomática del país y se señaló que Brasil también se articula en el ámbito internacional de maneras diferentes, como ejemplo su participación en el Brics (con Rusia, India, China y Sudáfrica).
Las críticas continuaron pero ahora en una forma mas oblicua, según Patriota “el comercio probablemente deje de ser el vector de avance de la integración sudamericana”, “ya se está llegando a un agotamiento de la relación puramente comercial, en la que resta muy poco por avanzar”. Para Patriota “los países de la región pueden, en cambio promover acuerdos en las áreas de ciencia y tecnología, salud, educación e infraestructura, que pudieran mejorar la vida de todas las sociedades de la región” y agrega que “Mercosur es la alianza regional mas exitosa para potenciar el comercio entre los países miembros que serán beneficiados aun mas si se concretan los ingresos de Bolivia y Ecuador”. Sobre la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) indicó que está mas orientada a la construcción de un espacio de diálogo político y de desarrollo regional que al comercio”.
Se aprecia un discurso desordenado y en parte contradictorio. Si el avance en la ampliación del comercio ya está llegando a su fin, ¿para qué seguir ampliando Mercosur?, ya hay un exceso de foros políticos, está Unasur, Celac y la OEA, sumar a Mercosur sería redundancia. La observación respecto a que “el nuevo bloque no tiene potencial de integración física como otros bloques latinos” parece ser una visión anticuada de la movilidad actual de los factores económicos internacionales: las finanzas se mueven en forma digital, las personas se mueven por avión, las ideas por internet y la carga por buque. El 80% de la población mundial vive en la envolvente de los 100 Km de las costas del planeta. Por algo será. Hoy por hoy, México está tan cerca o tan lejos de Chile o de Perú como Brasil; y Colombia es prácticamente su vecino. Por otra parte, un país como Brasil uno de cuyos principales problemas es su baja productividad debido a la insuficiencia e ineficacia del transporte interno, malamente podría priorizar una inversión gigantesca en la construcción de carreteras y vías férreas transcontinentales.
La aseveración de Patriota respecto a que “el comercio probablemente deje de ser el vector de avance de la integración sudamericana”, refleja, a mi juicio, que los acuerdos comerciales tienen éxito solo cuando efectivamente el comercio es la prioridad y cuando éste es movido por la iniciativa privada y no por los gobiernos. Cuando los gobiernos asumen ese rol, el acuerdo se transforma en una discusión política interminable que es exactamente lo que está matando al Mercosur. De la misma manera, cuando se piensa que el mercado interno es capaz de mover la economía, el país se aleja de las cadenas productivas mundiales, se atrasa y se empobrece. Peor aun cuando la manipulación del comercio apenas esconde la evidente intención de transformarlo en una elemento de supremacía nacional.
Lamentablemente esto ha incidido en la irrelevancia de Mercosur en términos comerciales, lo que a su vez lo destina a tener cada vez menor peso político.
Cuando la parálisis comercial de Mercosur crece, negarla no es la solución, esa actitud recuerda la fábula del zorro que muerto de hambre va caminando por el campo buscando algo que comer, al pasar ve una parra con un precioso racimo de uvas colgando. Toma carrera y salta, sin poder alcanzarlo. Repite la maniobra dos o tres veces siempre infructuosamente, y ser aleja murmurando: No importa, total, las uvas estaban verdes.
No es bueno descalificar los proyectos ajenos; para verdades, el tiempo. Lo positivo de esta competencia es que podremos ver cuál de los dos proyectos en definitiva tiene éxito y cuál fracasa. A los perdedores siempre les queda la opción de pedir ayuda al otro zorro para hacer equipo y entre los dos alcanzar hasta la uvas más altas.
Tengo amigos brasileños y algunos me han reprochado mis críticas. Creo que la verdadera amistad pasa por ser franco y sincero. También por el respeto mutuo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.